lunes, 6 de octubre de 2025

El libro de Josué como imagen del Apocalipsis (III de VII)

 b) Batallas: VI-XII

 

Capitulo VI

Toma de Jericó

 

Llegamos por fin al capítulo VI, donde se narra la toma de Jericó, que tiene un montón de cosas raras: la forma en que es conquistado Jericó es totalmente bizarra. Cuando en la Biblia hay algo raro, casi seguro que es señal de que hay “algo más”.

 La historia es la siguiente:

Dios le pidió a Josué que durante seis días diera una vuelta a la ciudad de Jericó junto con todos los soldados y los sacerdotes, los cuales tenían que ir tocando las trompetas delante del arca. Y al séptimo día, tenían que hacer lo mismo, pero siete veces y cuando terminaran, entonces todo el pueblo tenía que gritar.

Los judíos hicieron exactamente eso, y entonces las murallas de Jericó cayeron, los soldados entraron y mataron a todo ser vivo que había ahí, excepto Rahab y los que estaban con ella en su casa.

Luego, todo el oro y las cosas de valor quedó para Dios, o sea para el culto, y a todo lo demás se le prendió fuego.

 

***

 1) Empecemos por Rahab, a quien habíamos dejado más arriba y veamos su aplicación a los últimos tiempos.

Tras la caída de los muros, vemos 3 sucesos: primero, los soldados entran y matan a todos los hombres, mujeres y bestias; luego Rahab sale de Jericó, y por último prendieron fuego a la ciudad, no sin antes haber sacado el oro, plata, etc. dedicado a la casa de Dios.

Rahab con toda su familia es sacada de Jericó antes que es prendida fuego… y esto es un eco de lo que leemos en el Apocalipsis:

 

XVIII, 3: Salid, pueblo mío, de ella para que no participes de sus pecados y de sus plagas no recibas”.

 

Otra coincidencia más.

No hay que olvidar que Dios le había dicho a Abraham cuando le prometió la tierra:

 

Gen. XV, 13-16: “Ten por cierto que tus descendientes vivirán como extranjeros en una tierra no suya, donde serán reducidos a servidumbre y oprimidos durante cuatrocientos años. Mas la nación a la cual han de servir, Yo la juzgaré; y después saldrán con grandes riquezas. Tú (entretanto) irás a tus padres en paz, y serás sepultado en buena ancianidad. Mas a la cuarta generación volverán acá; porque hasta el presente la maldad de los amorreos no ha llegado a su colmo.”

 

Es decir, Dios no había castigado a los amorreos (uno de los pueblos principales en Canaán) porque su pecado no había llegado al colmo, y puesto que ahora los castiga, quiere decir que el pecado ya había llegado al colmo.

¿Y qué dice el Apocalipsis inmediatamente después del versículo que acabamos de citar?

 

4. Y oí otra voz del cielo que decía: “Salid, pueblo mío, de ella para que no participes de sus pecados y de sus plagas no recibas”.

5. Pues se han conglutinado sus pecados hasta el cielo, y ha recordado Dios sus iniquidades.

 

Vemos, pues, la misma imagen. La razón de la destrucción de Babilonia y Jericó es la misma.

Es importante señalar la importancia de Rahab en la historia Bíblica. Rahab se casó con Salmón, príncipe de Judá, y tuvieron un hijo llamado Booz que se unirá con Ruth, la moabita, como leemos en su precioso librito, los cuales a su vez dieron a luz a Obed, el cual dio a luz a Isaí, el cual, a su vez, tuvo varios hijos, el más pequeño de los cuales resultó ser el más conocido de los reyes de Israel: David, del cual nacerá Nuestro Señor Jesucristo.

Es decir, Rahab era la tátara-abuela del rey David.

 2) 7 Sacerdotes tocan 7 trompetas: esto, claro está, nos lleva a uno de los septenarios del Apocalipsis: las 7 trompetas. Pero, así como la séptima trompeta abre las 7 copas, las trompetas de los 6 primeros días corresponden a las 6 primeras trompetas y las 7 trompetas del séptimo día corresponden a la séptima trompeta, es decir, a las 7 copas. Cada vuelta a la ciudad es una trompeta/copa.-

 3) Llevan el Arca: Curiosamente, el Arca aparece en el Apoc. después del toque de la séptima Trompeta, que va a dar lugar al juicio de las 7 Copas, con el cual va a ser destruido Babilonia:

 

“Y se abrió el santuario de Dios, el que (está) en el cielo, y se vio el arca de su alianza en su santuario, y hubo relámpagos y voces y truenos y terremoto y granizo grande” (Apoc. XI, 19; ver XV, 5)

 

4) La trompeta que tocan los sacerdotes era una trompeta muy especial que se tocaba solamente para anunciar el año jubilar. ¿Qué era el año jubilar?

Los judíos tenían lo que se llama el año sabático donde cada 7 años la tierra debía descansar, o sea que no se la trabajaba, y los siervos israelitas quedaban libres. Ahora bien, después de 7 años sabáticos (49 años), venía el año jubilar que era el 50º. En ese año se tocaban las trompetas para anunciarlo y, por segundo año consecutivo la tierra descansaba, y sucedía que todos, judíos o no, quedaban libres y la tierra volvía a su antiguo propietario. Es decir, técnicamente uno no podía vender su tierra a otro, lo máximo que podía hacer era arrendarla por un máximo de 49 años.

 

Steinmueller: “El año jubilar es un tipo de la «restauración de todas las cosas» (Hech. III, 21) al fin del mundo, cuando los hijos de Dios recibirán su herencia entera y la libertad completa”.

 

Lo importante acá es que, con el toque de estas Trompetas, lo que nos quiere decir Dios es que era un año jubilar, y así, la tierra volvía a su antiguo poseedor, y como Dios le había dado a Abraham la tierra, se sigue lógicamente, que Dios lo único que está haciendo acá es devolver la tierra a los judíos. La tierra es de ellos y la recuperan por ser año jubilar.

La imagen es clara: así como Israel recupera en el año jubilar la tierra, lo mismo va a hacer Nuestro Señor cuando recupere la tierra que su Padre le prometió en herencia, tal como leemos en el Salmo:

 

Sal. II, 7-10: “¡Yo promulgaré ese decreto de Jehová! Él me ha dicho: “Tú eres mi Hijo, Yo mismo te he engendrado en este día. Pídeme y te daré en herencia las naciones, y en posesión tuya los confines de la tierra. Con cetro de hierro los gobernarás, los harás pedazos como a un vaso de alfarero”.

 

5) En cuarto lugar, tenemos el grito que dan los judíos:

 

Jos. VI, 16: “Y cuando a la séptima vez los sacerdotes tocaron las trompetas, dijo Josué al pueblo: “¡Gritad, pues Jehová os ha entregado la ciudad!”.

 

Este es un grito de alegría, como dicen los autores, y ¡oh sorpresa! ¿Qué leemos en el Apocalipsis tras la caída de Babilonia?

 

Apoc. XVIII, 20 – XIX, 8: “¡Alégrate sobre ella, cielo y los santos y los apóstoles y los profetas, pues ha juzgado Dios vuestro juicio contra ella! Y alzó un ángel fuerte una piedra como un molino grande, y (la) arrojó al mar, diciendo: “Así con ímpetu será arrojada Babilonia, la gran ciudad y no será hallada ya. Y voz de citaristas y músicos y flautistas y trompetistas no se oirá en tí ya y ningún artífice de arte se hallará en ti ya y voz de molino no se oirá en tí ya y luz de lámpara no alumbrará en tí ya y voz de esposo y esposa no se oirá en tí ya (…) Después de esto oí como voz grande de multitud copiosa en el cielo que decían: “¡Aleluya! La salud y la gloria y el poder de nuestro Dios; porque verdaderos y justos (son) sus juicios, porque ha juzgado a la ramera, la grande, que corrompía la tierra con su fornicación y ha vengado la sangre de sus siervos, de su mano”. Y segunda vez dijeron: “¡Aleluya! (…) Y oí como voz de multitud copiosa y como voz de aguas muchas y como voz de truenos fuertes que decían: “¡Aleluya! Porque ha reinado Jehová, el Dios nuestro, el Todopoderoso. Regocijémonos y exultemos y le daremos la gloria, porque ha llegado la boda del Cordero y su mujer se ha preparado”.

 

Vemos cómo se contrapone la tristeza de Babilonia con la alegría de los santos que festeja la caída de Babilonia, así como Israel festeja la caída de Jericó.

 

6) Por último, ¿qué hacen con la ciudad? La prenden fuego.

 

Apoc. XVII, 15-18: “Y me dice: “Las aguas que viste, donde la ramera está sentada, pueblos y multitudes son y naciones y lenguas”. Y los diez cuernos que viste y la Bestia, éstos odiarán a la ramera y desierta la harán y desnuda; y sus carnes comerán y a ella incendiarán con fuego”.

 

Apoc. XVIII, 6-9: “Retribuidle como también ella retribuyó y doblad el doble según sus obras; en el cáliz que mezcló, mezcladle doblado (…) en un día vendrán sus plagas: muerte y luto y hambre y con fuego será incendiada, porque fuerte (es) Jehová Dios, el que la ha juzgado. Y llorarán y harán luto por ella los reyes de la tierra, los que con ella fornicaron y vivieron en el lujo, cuando vean el humo de su incendio”.