domingo, 3 de noviembre de 2024

Algunas notas a Apocalipsis XIX, 12

 12. Y sus ojos, llama de fuego y sobre su cabeza, diademas muchas; teniendo un nombre escrito que nadie sabe sino Él mismo.

 Concordancias:

 Ὀφθαλμοὶ (ojos): cfr. Apoc. I, 14; II, 18; IV, 8; V, 6. Ver Apoc. I, 7; III, 18; VII, 17; XXI, 4.

 φλὸξ πυρός (llama de fuego): cfr. Dan. X, 6; Hech. VII, 30; II Tes. I, 8; Heb. I, 7; Apoc. I, 14; II, 18.

 Κεφαλὴν (cabeza): cfr. Apoc. I, 14; IV, 4; IX, 7.17.19; X, 1; XII, 1.3; XIII, 1.3; XIV, 14; XVII, 3.7.9; XVIII, 19.

 Κεφαλὴνδιαδήματα πολλά (cabeza… diademas muchas): Ver Apoc. XII, 3 (Satanás); XIII, 1 (Bestia del Mar). Ver Apoc. IX, 7; XII, 1; XIV, 14.

 διαδήματα (diademas): Sólo en el Apoc. cfr. Apoc. XII, 3; XIII, 1.

 Ὄνομα (nombre): cfr. Apoc. II, 3.13.17; III, 1.4-5.8.12; VI, 8; VIII, 11; IX, 11; XI, 13.18; XIII, 1.6.8.17; XIV, 1.11; XV, 2.4; XVI, 9; XVII, 3.5.8; XIX, 13.16; XXI, 12.14; XXII, 4.

 Γεγραμμένον (escrito): cfr. Lc. X, 20; Apoc. II, 17; III, 12; XIII, 8; XIV, 1; XVII, 5.8; XIX, 16; XX, 12.15; XXI, 12.27.

 Οὐδεὶς (nadie): cfr. Apoc. II, 17; III, 7-8.17; V, 3-4; VII, 9; XIV, 3; XV, 8; XVIII, 11.

 Οὐδεὶς οἶδεν (nadie sabe): cfr. Apoc. II, 17.

  

Notas Lingüísticas:

 Allo: “δὲ (y, lit. “pero”), raro en el Apocalipsis (Int. cap. X.1), no indica aquí oposición”.

 Allo: “οἶδεν (sabe): en el estilo joánico, significa “penetrar, conocer a fondo”.

  

Comentario:

 Straubinger: “Muchas diademas: más que el Dragón (XII, 3) y que la Bestia (XIII, 1)”.

 Allo: “Este nombre expresa su esencia, que no es penetrable sino a la ciencia divina… el Vidente ha leído este nombre, pero lo ha hallado insondable; es “Ὁ Λόγος τοῦ Θεοῦ” (el Verbo de Dios), que escribirá con todas las letras en el v. 13”.

 Bover: “Un nombre… que nadie sabe: no se trata de la materialidad del nombre (“el Verbo de Dios”) que luego se declara, sino de su plena inteligencia o comprensión (Mt. XI, 27; Lc. X, 22)”.

 Wikenhauser: “Se comparan sus ojos con llamas de fuego para indicar que cuando juzga, su mirada todo lo penetra. Las muchas diademas le adornan la cabeza (debían estar ordenados en forma de tiara)[1] lo identifican como a rey del universo y hacen contrastar fuertemente su figura con la del Dragón (XII, 3) y la de la Bestia (XIII, 1). El jinete lleva además escrito (tal vez en una cinta o sobre la frente), un nombre misterioso que nadie fuera de él conoce, es decir, sabe leerlo o entenderlo en su verdadero sentido (II, 17). Cuál sea ese nombre no lo sabemos. Es posible que, conforme a la idea antigua de que el nombre expresa la naturaleza de quien lo lleva, la presencia de este nombre misterioso signifique aquí que la naturaleza del personaje en cuestión es impenetrable a los seres creados. También más de un comentarista descubre aquí una alusión al nombre de Dios que el sumo sacerdote llevaba escrito sobre la frente en una cinta (“Jehováh Santo”), y que a los judíos estaba vedado pronunciar”.

 Sales: “Llama de fuego, signo de la ira contra los malvados (I, 14; II, 18)”.

 Sales: “Muchas diademas para mostrar que Él es el Rey de reyes y el Señor de señores (Cfr. XII, 3; XIII, 1)”.

 Bartina: “En torno de su cabeza (ἐπὶ τὴν κεφαλὴ) lleva muchas diademas (διαδήματα πολλά). Hay que distinguir cuidadosamente las coronas, de tan frecuente uso civil, militar e imperial en Grecia y en Roma, de las diademas. La corona, confeccionada con flores o de metal, se hundía suavemente en la cabellera alrededor de la cabeza. La diadema era una ancha cinta finamente bordada que pasaba por la frente y se anudaba detrás. A veces pendían por la espalda sus amplios extremos (…) Que Cristo lleve diadema indica que es rey. Tal vez las ha arrebatado a otros reyes en diversas victorias. Que sean muchas, a no ser que quiera verse un plural intensivo, contrasta con las siete[2] del Dragón (XII, 3) y con las diez de la Bestia (XIII, 1). Es, pues, señor del mundo”.

 Bartina: “Lleva, además, el jinete celeste un nombre escrito (ὄνομα). No se dice dónde. Tal vez en las diademas. Mejor quizá en la tiara (…) Este nombre nadie lo conoce, sino es el que lo tiene. El nombre en la concepción semítica es un sustitutivo de la persona. Conocer en toda su comprehensión (οἶδεν) el nombre es comprehender totalmente la persona. No se dice que no se pueda leer el nombre del jinete, sino que no se puede comprender. Su sentido profundo queda impenetrable, como lleno de misterios (Mt. XI, 25; Jn. VIII, 55). Este nombre ha de ser, por todo el conjunto, Yahweh o Memra Jehováw (Palabra de Jehová), como se dice inmediatamente, o algo parecido”.

 Alápide: “Los ojos flamantes y fulgurantes significan la ira de Cristo contra los impíos, yendo hacia su vindicta y castigo”.

 Alápide: “Ribera, Viegas y otros creen que este nombre es el que se da en el v. 13, es decir “el Verbo de Dios”… pero en verdad, parecería que Juan da aquí, como dije en el v. 13, cuatro nombres a Cristo, y que distingue el segundo del tercero, que es “el Verbo de Dios”; dice que este segundo nombre es desconocido, pero que el tercero es conocido, a saber, “el Verbo de Dios”. No dice que sea desconocida la cosa significada por el nombre, sino el nombre, por eso este nombre no es el Verbo de Dios, ni ningún otro revelado por Él o por la Sagradas Escrituras, sino otro desconocido para nosotros”.

 Garland: “Al vencedor de la iglesia de Filadelfia se le prometió tener el nombre del Padre, y el de la Nueva Jerusalén escritos sobre ellos, como así también el nombre nuevo de Jesús (III, 11). Tal vez el nombre nuevo de Jesús es este nombre secreto”.

 Fillion: “Diademata multa: en su calidad de Rey de reyes según el v. 16. Cfr. I Mac. XI, 13. El Dragón y la Bestia llevan también varias coronas a causa de su autoridad real. Cfr. XII, 3 y XIII, 1”.

 Fillion: “Habens nomen… quod… este nombre misterioso es tal vez el que será mencionado en el v. 13: el Verbo de Dios. Según diversos autores es el título “Señor” o “Jéhovah”. Ver XXII, 4 donde se dice que los bienaventurados portarán este nombre como un glorioso adorno”.

 Drach: “Teniendo un nombre escrito que nadie sabe sino Él mismo: contrariamente a lo que piensan muchos intérpretes, creemos que este nombre del que habla aquí san Juan, no es ninguno de los expresados en los vv. 11.13.16. Ver Apoc. II, 17; III, 12”.



 [1] Según Flavio Josefo, en Ant. III, 7, 6; párr. 171.178, la cinta que ceñía la cabeza del sumo sacerdote servía de base a una triple corona de oro.

 [2] El original dice diez.