11. Y vi el cielo abierto y he aquí un caballo blanco y el sentado sobre él llamado “Fiel y Verdadero” y con justicia juzga y guerrea.
Concordancias:
Οὐρανὸν (cielo): cfr. Apoc. VI, 1.13-14 ; VIII, 10; IX, 1; X, 6; XI, 6; XII, 4; XIII, 13; XIV, 7; XX, 1; XXI, 1-2.
ἠνεῳγμένον (abierto): cfr. Apoc. III, 7-8.20; IV, 1; V, 2-5.9; VI, 1.3.5.7.9.12; VIII, 1; IX, 2; X, 2.8; XI, 19; XII, 16; XIII, 6; XV, 5; XX, 12.
Ἵππος (caballo): cfr. Apoc. VI, 4-5.8; VI, 2; IX, 7.9.17.19; XIV, 20; XVIII, 13; XIX,14.18-19.21.
Λευκός (blanco): cfr. Apoc. I, 14; II, 17; III, 4-5.18; IV, 4; VI, 2.11; VII, 9.13; XIV, 14; XIX, 14; XX, 11.
Ἵππος λευκός (caballo blanco): cfr. Apoc. VI, 2; XIX, 14.
καθήμενος (sentado): cfr. Apoc. VI, 2.4-5.8; IX, 17; XIV, 14-16; XIX, 18-19.21.
καλούμενος (llamado): cfr. Apoc. I, 9; XI, 8; XII, 9; XVI, 16; XIX, 9.13.
Πιστὸς (Fiel): cfr. Mt. XXIV, 45; XXV, 21.23; Lc. XII, 42; XVI, 10-12; XIX, 17; Jn. XX, 27; Apoc. I, 5; II, 10.13; III, 14; XVII, 14; XXI, 5; XXII, 6.
Ἀληθινός (Verdadero): cfr. Lc. XVI, 11; Jn. I, 9; VI, 32; VII, 28; VIII, 16; XV, 1; XVII, 3; XIX, 35; I Tes. I, 9; I Jn. II, 28; V, 20; Apoc. III, 7 (Filadelfia).14 (Laodicea); VI, 10 (Mártires del quinto Sello); XV, 3 (Cántico de los Mártires del Anticristo); XVI, 7 (tercera Copa); XIX, 2 (juicio a Babilonia); XIX, 9 (Bienaventuranza); XXI, 5 y XXII, 6 (ratificación de las promesas de Dios).
Δικαιοσύνῃ (justicia): cfr. Mt. V, 6.10; VI, 33; Jn. XVI, 8.10; II Tim. IV, 8; Heb. XI, 7.33; II Ped. III, 13; I Jn. II, 29; III, 7.10. Ver Apoc. XV, 4; XIX, 8; XXII, 11.
Κρίνει (juzga): cfr. Jn. IX, 39; XII, 48; II Tes. II, 12; Apoc. VI, 10 (Mártires del quinto Sello); XVI, 5 (habitantes de la tierra); XVIII, 8.20; XIX, 2 (Babilonia). Ver Apoc. XI, 18; XX, 12-13.
Πολεμεῖ (guerrea): cfr. Apoc. II, 16; XII, 7; XIII, 4; XVII, 14. Ver Mt. XXIV, 6; Mc. XIII, 7; Lc. XIV, 31; I Cor. XIV, 8; Apoc. IX, 7.9; XI, 7; XII, 7.17; XIII, 7; XVI, 14; XIX, 19; XX, 8. Ver Lc. XXI, 9.
Comentario:
“Fiel y Verdadero”: título de Cristo en la Iglesia de Laodicea (III, 14).
“Guerrea”: respuesta a Apoc. XIII, 4.
Salmo XLIV
Ciñe tu espada (v. 3)
Cabalga, victorioso,
por la verdad y por la justicia (v. 4)
Dios lo ha entronizado
(v. 7)
El cetro de tu reino
es vara de justicia (v. 7)
Los pueblos caerán
debajo de ti (v. 6)
Apoc.
XIX
De su boca sale una espada (v. 15)
Sentado sobre un
caballo blanco. Fiel y Verdadero (v. 11)
Muchas diademas (v.
12)
Con justicia juzga y
guerrea (v. 11)
Destruye a las naciones, Rey de reyes, Señor de señores (vv. 15-16)
Primero se abre el cielo (Harmagedón) y luego se retira (Juicio de las Naciones. Cfr. VI, 14).
Straubinger: “Fiel y Veraz: (Cfr. I, 5; III, 7.14): el mismo Jesucristo cuyas palabras se llaman por eso “fieles y verdaderas” (XXI, 5; XXII, 6), Él, juez del mundo, vendrá como Rey a derrotar a sus enemigos: juzga y pelea como en Is. LXIII, 1. Su triunfo, anunciado desde las primeras páginas del Libro sellado (VI, 2) (?), va ahora a manifestarse ante todo contra el Anticristo (II Tes. II, 8). “El Mesías en persona se reserva la primera ejecución” (Pirot)”.
Allo: “Πιστὸς y Ἀληθινός (Fiel y Veraz) como en I, 5; III, 7, etc.; términos unidos en III, 14 y aplicados a Cristo, luego en XXI, 5 y XXII, 6 aplicado a las palabras divinas”.
Wikenhauser: “No se da el nombre propio del que va montado en el caballo blanco, pero la descripción no deja duda que se trata del Mesías, que se presenta para poner fin a las potencias anticristianas. Los títulos de “fiel y veraz” son los mismos que Cristo se atribuye en III, 14 y significa que con su presencia hace ahora efectivas sus promesas, que juzga y combate con justicia, es decir, que da cumplimiento a un justo juicio contra los enemigos de Dios…”.
Alápide: “A este jinete, al que le siguen los ejércitos en el v. 14, que es el jefe, se le dan cuatro nombres o epítetos. Primero, “fiel y veraz”; segundo, “un nombre escrito que nadie conoce sino Él mismo” (v. 12); tercero, “el Verbo de Dios” (v. 13) …, cuarto, “Rey de reyes y Señor de señores” (v. 16). El primero es nombre de virtud, el segundo de esencia, el tercero de persona y el cuarto de potestad y dominio”.
San Victorino: “Muestra “un caballo blanco y al que monta sobre él”, Nuestro Señor, que viene con su ejército a reinar, en cuya venida serán reunidas todas las gentes y caerán a espada [la mayor parte]. Las restantes, las que fueren más nobles, serán guardadas para el servicio de los santos, las cuales conviene también que, en los últimos tiempos, consumado el reino de los santos, antes del juicio, sufran a su vez la muerte, después de ser arrojado el diablo. Los profetas hablan de forma semejante acerca de todas estas cosas”.
Ramos García (Apoc.): “Última escena: Juicio Universal de vivos y sobre todo contra las naciones. Contra los vivos (…) Ahora el reino pertenece a los enemigos de Cristo”.
Comblin: “El jinete “fiel y verídico” (XIX, 11) que viene a juzgar y a combatir (XIX, 11-16), es ciertamente una variante del Hijo del hombre. Lleva los mismos atributos: caballo blanco, cabellos blancos y vestidos blancos de su séquito (XIX, 11.14; comp. I, 14; III, 4; XIV, 14); fiel y verídico (XIX, 11; cf. III, 15); justicia de su juicio (XIX, 11; cf. 2, 23; XXII, 12); ojos semejantes a llamas (XIX, 12; cf. 1, 14; 2, 18); coronas (XIX, 12; cf. XIV, 14); nombre misterioso (XIX, 12; cf. III, 12); vestido salpicado de sangre (XIX, 13; cf. XIV, 20); Palabra de Dios (XIX, 13; cf. la Voz, I, 12 y la fórmula “así habla”, II, 1.8.12.18; III, 1.7.14); ángeles acompañantes (XIX, 14; cf. I, 20; XIV, 17-20); espada de doble filo, que sale de la boca y está destinada a herir a las naciones (XIX, 15.21; cf. I, 16; II, 12); imagen de los racimos pisados en el lagar para representar la ira de Dios, cuyo instrumento es (XIX, 15; cf. XIV, 20); cetro de hierro para gobernar a las naciones (XIX, 15; cf. II, 27; XII, 5); Rey de reyes y Señor de los señores (XIX, 16; cf. I, 5)”.
Bauckham: “De hecho, la peculiaridad de XIX, 11-XXI, 8 no es que comience completamente de nuevo, como lo hace XII-XV, sino que muy rápidamente adquiere vínculos no sólo con uno sino con varios pasajes anteriores…
a)
VI, 15: La lista de los que se esconden del juicio porque ha llegado el gran
día de la ira de Dios y del Cordero (VI, 17) se reproduce (con alguna variación característica de la forma en que el Apocalipsis
varía las frases repetidas) como la lista de aquéllos cuya carne han de
comer las aves cuando hayan sido muertos en la batalla (XIX, 18). El juicio que
anticipan en VI, 17 se describe por fin en XIX, 11-21.
b)
XII, 5: “El hijo que ha de gobernar todas las naciones
con vara de hierro fue arrebatado a Dios y vuelve para hacer
precisamente eso: “Y Él las destruirá con vara férrea” (XIX, 15).
c)
XIV, 20: “En las dos visiones paralelas del juicio
como una cosecha de maíz y una vendimia (XIV, 14-20), la cosecha es llevada a
cabo por "uno como un hijo de hombre" (XIV, 14), que es ciertamente
Cristo (cf. I, 13, y la alusión en ambos pasajes a Dan. VII, 13), pero la
vendimia parece incongruentemente ser sólo responsabilidad de los ángeles. Pero
esto se debe a que, mientras que la recolección de las uvas en el lagar es
llevada a cabo por un ángel (XIV, 18-19), no se indica el sujeto de la acción
crucial de pisar el lagar (XIV, 20). El pasivo "fue pisado" sirve
como pasivo divino, aludiendo a Is. LXIII, 3, pero también prepara la
revelación del que pisará el lagar en XIX, 15. Además, los caballos de XIV, 20 –pues
las bridas de los caballos no son simplemente una medida abstracta de altura,
sino los caballos reales de la caballería en una batalla ('tan altos como las
bridas de los caballos')– aparecen en XIX, 18.
d)
XVI, 14-16: “Los espíritus demoníacos que “congregan [a los reyes] para la guerra del día, el grande, de Dios,
el Todopoderoso”. El título divino preciso "Dios
Todopoderoso" sólo aparece en el Apocalipsis aquí y en XIX, 15, mientras
que la reunión de los reyes (que alude al Sal. II, 2) se repite claramente en
19:19: “congregados, hacer la guerra”.
e) XVII 14: El título del
Cordero, como vencedor de la bestia y los reyes, reaparece en XIX, 16
(con una variación verbal característica del Apocalipsis) y sus seguidores
reaparecen como los ejércitos del cielo en XIX, 14”.
Bauckham: “Podemos señalar otras dos formas en que la sección XIX, 11-XX, 15 se integra en la estructura del libro.
En primer lugar,
los principales enemigos de Dios y de su pueblo hacen su primera aparición
en el libro en este orden:
La Muerte y el Hades (VI, 8)
El Dragón (XII)
La Bestia y el falso
Profeta (XIII)
Babilonia (XVII)
(La referencia anticipada a la Bestia en XI, 7 puede descartarse, como probablemente también deberían serlo las referencias anticipadas a Babilonia en XIV, 8 y XVI, 9). El orden en que se produce su destrucción es el inverso, creando una disposición quística:
Babilonia (XVIII)
La Bestia y el falso Profeta
(XIX, 20)
El Dragón (XX, 1-10)
La Muerte y el Hades (XX, 14).
En segundo lugar, el canto de los veinticuatro Ancianos en XI, 18 proclama que con el toque de la séptima trompeta ha llegado el día “para que los muertos sean juzgados; y para dar la recompensa a tus siervos… y para destruir a los que destruyen la tierra”. Este programa también se lleva a cabo aproximadamente en orden inverso. La destrucción de los destructores de la tierra comienza en el cap. XVI y continúa en XIX, 11-21; XX, 7-10. La recompensa de los siervos de Dios es la función del milenio (XX, 4-6). El juicio de los muertos tiene lugar en XX, 11-15. Así, el juicio anunciado por la séptima trompeta se extiende en realidad hasta el final del cap. XX”.
Shea: “En efecto, es un rasgo bastante llamativo de estas dos narraciones apocalípticas que el profeta se inmiscuya en la escena de la acción en cada visión. En Apoc. V, el profeta aparece en la visión cuando empieza a llorar debido a que no se ha encontrado a nadie digno de abrir el rollo que está en la diestra de Dios. Uno de los ancianos en la escena de la visión le consuela asegurándole que Cristo, como León de la tribu de Judá y como Raíz de David, ha vencido, y es, por lo tanto, digno de abrir el rollo (V, 4-5). En Apoc. XIX, cuando concluyeron los cuatro himnos de ese capítulo, el ángel ordenó a Juan que escribiera las verdaderas palabras de Dios. A continuación, Juan se postró a los pies del ángel para dirigirle su adoración, pero se le ordenó que no lo hiciera (XIX, 9-10). En cada caso se dirigió al profeta un imperativo en sentido negativo: en el primer caso no debía llorar; en el segundo, no debía adorar al ángel.
También se pueden comparar y contrastar las visiones de Cristo en estas dos narraciones. En Apoc. V, 5-7, a Cristo se le da un conjunto de títulos, se le describe de una manera, y lleva a cabo un tipo particular de actividad: tomar el rollo de la mano de Dios. En Apoc. XIX, 11-16, se le da otra serie de títulos, se le describe de otra manera y lleva a cabo otro tipo de actividad: salir del Cielo para tomar el mando en la tierra como Rey de reyes. Aunque estas dos visiones de Cristo nos dicen cosas diferentes sobre él, no obstante, están relacionadas en el sentido de que él y los aspectos de su actividad son los temas de las dos escenas. También es interesante observar la naturaleza recíproca de su movimiento en estos dos casos. En el primero viene al Padre para tomar el rollo, mientras que en el segundo sale del Padre para asumir el gobierno de la tierra”.