jueves, 7 de noviembre de 2024

Algunas notas a Apocalipsis XIX, 13

 13. Y vestido con un vestido teñido en sangre, y se llama su nombre “la Palabra de Dios”.

 Concordancias:

 Περιβεβλημένος (vestido): cfr. Mt. VI, 29.31; XXV, 36.38.43; Lc. XII, 27; Apoc. III, 5 (premio al Vencedor); III, 18 (Laodicea); IV, 4 (24 Ancianos); VII, 9.13 (Mártires del Anticristo); X, 1 (San Gabriel); XI, 3 (los dos Testigos); XII, 1 (Mujer que huye al desierto); XVII, 4 (Babilonia); XVIII, 16 (Babilonia); XIX, 8 (Jerusalén Celeste).

 Ἱμάτιον (vestido): cfr. Mt. XVII, 2; XXI, 7-8; Mc. IX, 3; XI, 7-8; Lc. XIX, 35-36; Apoc. III, 4-5.18; IV, 4; XVI, 15; XIX, 16. Ver Mt. V, 40; XXIV, 18; Mc. XIII, 6; Lc. VI, 29.

 Περαντισμένον (teñido): Hápax en el Apoc. cfr. Lc. XVI, 24; Jn. XIII, 26. Ver Heb. IX, 13-19.21; X, 22; Lev. XIV, 4.7; XVI, 14-16; Num. XIX, 6.9.17.18.

 Αἵματι (sangre): cfr. Apoc. I, 5; V, 9; VI, 10.12; VII, 14; VIII, 7-8; XI, 6; XII, 11; XIV, 20; XVI, 3-4.6; XVII, 6; XVIII, 24; XIX, 2.

 Κέκληται (se llama): cfr. Apoc. I, 9; XI, 8; XII, 9; XVI, 16; XIX, 9.11.

 Ὄνομα (nombre): cfr. Mt. X, 22; XXIV, 9; Mc. XIII, 13; Jn. XV, 21; Apoc. II, 3.13.17; III, 1.4-5.8.12; VI, 8; VIII, 11; IX, 11; XI, 13.18; XIII, 1.6.8.17; XIV, 1.11; XV, 2.4; XVI, 9; XVII, 3.5.8; XIX, 12.16; XXI, 12.14; XXII, 4.

 Λόγος (palabra): cfr. Mt. VII, 24.26; X, 14; XIII, 19-23; Mc. II, 2; IV, 14-20.33; VIII, 38; XVI, 20; Lc. VI, 47; V, 1; VIII, 11-13.15.21; IX, 26; XI, 28; Jn. V, 24.38; VIII, 31.37.43.51-52.55; XII, 48; XIV, 23-24; XV, 3.20; XVII, 6.14.17.20; Hech. II, 41; IV, 4.29.31; VI, 2; VIII, 4.14.25.36; XI, 1.19; XIII, 5.7.44.46.48; XIV, 25; XV, 7.35-36; XVI, 6.32; XVII, 11; XVIII, 11; XIX, 10; XX, 32; Fil. I, 14; II, 16; Col. I, 5.25; IV, 3; I Tes. I, 6; II, 13; II Tim. II, 11.15; IV, 2; Tito I, 3; Heb. II, 2; IV, 2; XIII, 7; Sant. I, 18.21-23; I Ped. II, 8; II Ped. I, 19; I Jn. I, 10; II, 5.7.14; Apoc. I, 2-3.9; III, 8.10; VI, 9; XII, 11; XVII, 17; XIX, 9; XX, 4; XXI, 5; XXII, 6-7.9-10.18-19.

 Ὁ Λόγος τοῦ Θεοῦ (la Palabra de Dios): cfr. Apoc. I, 2.9; III, 8; VI, 9; XII, 11; XX, 4.

 

 Comentario:

 Straubinger: “Un manto empapado de sangre: alude asimismo a la visión de Is. LXIII, 1-6 (cf. nota). No es la sangre de Jesús, como algunos han creído, sino de la vendimia de sus enemigos (cfr. XIV, 20 y nota). Los hijos de Esaú, Idumeos (de Bosra), siempre aparecen los primeros castigados como los que más odiaron a su hermano Israel (cfr. Is. XXXIV, 6; Sal. CXXXVI, 7; Hab. III, 3; Abd. 17 ss y notas, etc.).”

 Allo: “βάπτῷ significa “bañar”, referencia cierta a Is. LIII, 3, el guerrero vencedor de Edom”.

 Jünemann: “Y vestido de vestidura tinta en sangre: de sus enemigos; pues viene Cristo a destruir a los malos”.

 Ceulemans: “Y vestido con un vestido empapado de sangre, a saber, empapada de la sangre de los enemigos que ya sometió”.

 Bartina: “El jinete del caballo blanco lleva una clámide (ἱμάτιον) de general romano, con la particularidad que está salpicada (Περαντισμένον) de sangre[1]. Se indican otras luchas y otras victorias de este jefe militar. Es ajeno al contexto ver expresada en este pormenor la muerte redentora de Cristo Jesús. Isaías, en atrevida metáfora, describe a Jehová que vuelve de la lucha contra los pueblos enemigos de Israel con un manto salpicado de sangre, al igual que, en tiempo de vendimia, el que ha pisado el lagar lleva sus vestidos manchados de rojo mosto (Is. LXIII, 1-3). Este texto de Isaías se aplica aquí inmediatamente a Jesús en sentido mesiánico (v. 15)”.

 Bartina: “Ahora se dice el nombre por el que se conoce. Empezó a llamársele por él y ahora lo tiene definitivo (κέκληται) (…) En este caso concreto, el apelativo (“el Verbo de Dios”) no es precisamente un nombre propio sino una señal del encargo que Cristo tiene que realizar. Siendo Él la palabra de Dios que habla al mundo, la Revelación viviente que se hizo carne, aquí se presenta como revelador del juicio divino. Ha de desempeñar un papel judicial, que se atribuye en otros pasajes de la Escritura a la palabra de Dios (Sab. XVIII, 15; Heb. IV, 12)”.

 Wikenhauser: “El Mesías viste un manto empapado en sangre. Este rasgo hace pensar en Is. LXIII, 1 ss, donde Jehovah vuelve, después de castigar a los pueblos enemigos, con las vestiduras salpicadas de sangre, semejante a quien ha estado pisando en el lagar y ha enrojecido su túnica con el jugo de la uva. Como lo muestra el v. 15, el autor del Apocalipsis refiere este pasaje al Mesías; no es, pues, verosímil que se aluda aquí a la muerte sangrienta de Jesús. Se da ahora el nombre del Mesías: “la Palabra de Dios”. No es éste, desde luego, su nombre propio, sino más bien una expresión que indica cuál es la misión de Cristo. A través de él habla Dios a los hombres, se revela al mundo (Heb. I, 1 s.) o, más exactamente, Él es el verdadero revelador de Dios, y al mismo tiempo la palabra de la revelación divina hecha carne (Jn. I, 1 ss; I Jn. I, 1). El v. 15 muestra que en esta ocasión aparece bajo el aspecto particular de revelador de la justicia divina”.

 Alápide: “Los vestidos de Cristo están salpicados con la sangre de los enemigos, que derramó y que pronto aquí derramará; pues como dice luego: “y Él pisa el lagar del vino del furor de la ira de Dios”. Es presentado aquí Cristo como peleando, pisando y destrozando los enemigos, a saber, los impíos; de aquí que su sangre sea salpicada y derramada…”.

 Swete: “Está teñido o salpicado con sangre, según la concepción del segundo Isaías del divino Conquistador de Edom (Is. LXIII, 1 ss), profecía que el judaísmo posterior esperaba se cumpliera en los tiempos mesiánicos, cf. syn. Sohar, p. 113-23 (Schoettgen, I, p. 1134): “En el futuro… Dios se vestirá con el vestido de venganza en contra de Edom”. En el contexto original, la sangre sobre el vestido del Guerrero es el del enemigo conquistado, que ha sido pisoteado como las uvas en el lagar”.

 Strack-Billerbeck: “Midr. Cant. IV, 10 (115a): (R. Schemuel b. Nachman, c. 260, ha dicho: de acuerdo con las diez designaciones de Israel como una novia - ver más arriba, en el v. 7) Dios se ha puesto diez prendas: Jehová ha asumido su realeza, se ha revestido de majestad; se ha revestido de fuerza, se ha ceñido a sí mismo, Sal. XCIII, 1 (= tres vestiduras). Se vistió de justicia como una cota de malla, se vistió de vestimenta de venganza, de manto, se vistió de celo como una cobertura, Is. XLIX, 17 (4ª - 7ª prenda). El majestuoso en su túnica; ¿Por qué el rojo en tu túnica? Is. LIII, 1 (8ª y 9ª prenda). Con majestuosidad y gloria te has revestido, Sal. CIV, 1 (10a vestido), para vengarte de las naciones que impedían a los israelitas observar los Diez Mandamientos, en torno a los cuales se agolpaban como una novia (para adornarse con ella)”.

 Strack-Billerbeck: “Pesiq 147b: El 1º vestido que Dios se puso el día de la creación del mundo era de majestad y gloria, Sal. CIV, 1; el 2º vestido que Dios se puso, para vengarse de la generación del diluvio, era de majestad, Sal. CXIII, 1; el 3º manto, para dar la Torá a Israel, era de fuerza, Sal. XCIII, 1; el 4º manto, para vengarse del reino de Babilonia, era blanco, Dan. VII, 9; el 5º y 6º manto, para vengarse del reino de Media, eran de venganza, Is. LIX, 17; el 7º y el 8º manto, para vengarse del reino de Israel, eran de majestad y gloria, Sal. XCIII, 1. El 9º manto se lo pondrá Dios para vengarse del reino de Edom (= Roma), que es rojo, como está dicho: ¿Por qué el rojo de tu manto?, Is. LXIII, 2; la 10º prenda, para vengarse de Gog y Magog, será la majestad, Is. LXIII, 1”.



 [1] “Del verbo rantizo “asperjar”, “rociar”. Algunos testigos como WSVMA, llevan βεβαμμένον, teñido, inmerso, variante admitida por algunos críticos. Parece más fundada la primera lección”.