10. Los principios rectores de www.romeward.com
Este sitio web existe para poner a disposición artículos escritos, traducidos o seleccionados por John S. Daly. La mayor parte de ellos se refieren a la crisis actual de la Iglesia y a su correcta interpretación. Otros, ya disponibles o por venir, se aventuran en la filosofía, literatura o historia. Conviene enunciar los principios rectores que se reflejan en todos ellos.
Estos principios son cuatro:
1.
Fidelidad a Roma
2.
Rigor científico
3.
Inglés claro y correcto
4.
Reconocimiento de la falibilidad del escritor.
1.
Mi enfoque es romano. Tomo como dato la enseñanza de la Iglesia de Roma y me
adhiero enérgicamente a todo el espíritu romano. Utilizo los autores aprobados
por la Santa Sede y la teología alentada y utilizada por ella.
2. Mi enfoque es esencialmente científico. Los científicos que intentan
explicar un fenómeno primero observan los hechos (datos empíricos) y luego
buscan la hipótesis que mejor los explique. Un católico que observe la
actual crisis de la Iglesia debería hacer lo mismo, pero debe entender que en
este caso "los hechos" incluyen no sólo las palabras y actos
observados de la jerarquía putativa, sino también la doctrina católica.
La doctrina tradicional de la Iglesia forma parte de los datos inamovibles,
tanto como las acciones observadas de las personas implicadas; no forma parte
de la teoría el hecho de que podamos doblar o modificar algo para conseguir una
buena adaptación.
Y la tesis sedevacantista en su versión no sectaria[1] me parece no sólo la teoría que mejor se ajusta, sino la única que se ajusta a los hechos. Esto no significa que lo explique todo o que no deje ningún misterio por resolver o puntos de duda que se deben respetar honestamente. Significa que ofrece el consuelo de saber que no hay conflicto necesario entre los hechos y la doctrina, ya que existe al menos una explicación que los reconcilia sin mayor dificultad.
Para
ser científica, la investigación debe ser laboriosa y el pensamiento debe ser
riguroso, no aproximativo. Hay una diferencia entre la erudición seria y la
fanfarronería publicada por pretendidos sabios vociferantes que evidentemente
no han leído más libros de teología que el presidente Trump[2]
y, por lo tanto, cortan y pegan el 90% de sus materiales de los escritos de
aquellos a los que se oponen y pretenden considerar ignorantes.
3. Fiel a la regla del difunto P. Oswald Baker de que un inglés
descuidado es señal de un pensamiento descuidado, me esfuerzo por escribir un
inglés correcto y lúcido, y me cuesta convencerme que quienes aún no dominan su
lengua materna tengan mucho que aportar en cualquier otro tema.
4.
Mi enfoque es inflexible cuando está en juego la doctrina, pero tentativo y
provisional en la especulación. Estoy abierto a una controversia seria y cortés
por parte de católicos ortodoxos e informados. No pido a nadie que comparta mis
conclusiones, salvo en la medida en que mis pruebas sean convincentes.
Por otra parte, no tengo intención de dejarme vociferar por un clericalismo mal entendido como si la gracia sacerdotal de estado supliera la falta de estudios serios. Como católico confirmado tengo la misión de defender la fe que ese sacramento otorga y no pretendo otra:
"Cuando el laico y filósofo platónico Justino obtuvo del emperador Antonino un edicto que suspendía las persecuciones, cuando Atenágoras dirigió su apología del cristianismo a Marco Aurelio, cuando Clemente de Alejandría publicó su exhortación a los paganos, cuando Arnobio, todavía simple catecúmeno, publicó su obra contra los gentiles, ¿a alguien se le ocurrió decirles que no tenían misión? ¿No tiene cada fiel la misión de combatir a los enemigos de Dios en la medida de sus posibilidades?", Mons. Pierre-Louis Parisis, obispo de Langres (1795-1866).
"La luz sobrenatural, en aquellos días, no sólo tendrá que
resistir los ataques de los hijos de las tinieblas, que presentarán sus falsas
doctrinas; además, será minimizada y falsificada por los mismos hijos de la luz
que ceden en la cuestión de los principios; será puesta en peligro por las
vacilaciones y la prudencia humana de los que se llaman hombres previsores.
Muchos prácticamente ignorarán la verdad maestra de que la Iglesia nunca puede
ser abrumada por ningún poder creado.
Si recuerdan que nuestro Señor ha prometido sostener a su Iglesia hasta
el fin del mundo (cf. Mt. XXVIII, 20), seguirán creyendo que prestan un gran
servicio a la buena causa haciendo ciertas concesiones políticamente astutas,
no sopesadas en la balanza del santuario. Esos futuros sabios del mundo
olvidarán que Nuestro Señor no necesita de astutas maquinaciones para ayudarle
a cumplir su promesa; pasarán por alto por completo la elemental consideración de
que la cooperación que Jesús se digna aceptar de manos de sus siervos en la
defensa de los derechos de su Iglesia, jamás podría consistir en el disimulo de
esas grandiosas verdades que constituyen el poder y belleza de la esposa",
Dom Próspero Guéranger, El Año Litúrgico, XX Domingo después de
Pentecostés.
John
S. Daly, 2017
1. Exigir la adhesión al sedevacantismo como condición
para pertenecer a la Iglesia;
2. Negar la comunión eclesiástica a las personas que no
suscriban alguna conclusión contingente relativa a la crisis y que no haya sido
expresamente enseñada por la Iglesia durante el reinado de un Papa legítimo;
3. Declarar la extinción de la jerarquía de los obispos
que gozan, por medios jurídicamente demostrables, de la sucesión apostólica.
El rechazo de tales excesos no implica que el sedevacantismo sea lo que comúnmente se entiende por una opinión, es decir, una proposición acerca de la cual no se tiene certeza, incluso después de la aplicación normal de la mente humana a los datos disponibles.
[2] Cuando la periodista
Megyn Kelly le preguntó por el último libro que había leído, Trump respondió:
"Leo pasajes, leo áreas, capítulos… No tengo tiempo". El ámbito de la
teología es uno en el que es fácil detectar qué propagandistas no podrían
presumir honestamente de un mejor historial.