viernes, 15 de julio de 2022

He aquí que vengo, por Magdalena Chasles, Segunda Parte, Las Congregaciones alrededor del Anticristo (I de VI)

 4) Las Congregaciones alrededor del Anticristo

La congregación de Israel, si bien en sus comienzos, marca el principio del gran drama final. El rollo del Libro tendrá pronto sus últimos sellos abiertos y Cristo cumplirá su segunda parte. 

Sin embargo, son numerosos los judíos en la actualidad que se oponen al movimiento sionista, a la constitución de un hogar nacional. 

Hay dos grupos que se oponen: los que no quieren ser sino franceses, alemanes, polacos o de alguna otra nacionalidad, y los que parecen olvidar que pertenecen, antes que nada y a pesar de todo, al pueblo de Dios; los otros, los judíos ortodoxos, rabinos fieles a la Torá, esperan siempre la venida del Mesías, y son adversarios del Sionismo ateo, a la moral marxista, a las nuevas costumbres; han cortado los lazos. 

La creación de un Estado judío autónomo acercaría ciertamente a los judíos divididos, sobre todo si fuera reconstruido el Templo en Jerusalén y se retomaran los ritos mosaicos.

 Creemos que Inglaterra había sido señalada por Dios para cumplir esta magnífica misión cuando, como mandataria de la Palestina, podía hablar alto y fuerte a los árabes, pero temieron las reacciones musulmanas en algunas de sus colonias y desde 1933, obstaculizó la inmigración judía. 

Pero lo que Inglaterra temía perder se desmorona, su Imperio colonialista se desintegra. ¿No se trata de un juicio que cae sobre este país bíblico y que, mejor que ningún otro, podía comprender la inmensa angustia judía en tiempos de Hitler? ¿Qué le tiene reservado a Inglaterra la tercera guerra mundial? 

¿Será América lo suficientemente fuerte para esta tarea? Ciertamente, pero está unido con Inglaterra en Medio Oriente. 

¿No será acaso Rusia la que un día favorezca la congregación nacional judía y sepa utilizar los recursos del país, así como la remarcable inteligencia y el espíritu de iniciativa israelitas? La URSS podría entonces hacer un campo experimental para el desarrollo del marxismo, permitiendo una “Sinagoga del Estado”, basado en el modelo de la iglesia sumisa al Estado en la Rusia soviética. 

En todo caso, si no podemos aún designar a la nación que servirá para la ejecución del plan de Dios sobre su pueblo, sabemos muy bien quién es el que dirigirá este poderoso movimiento en favor de Israel. 

Así como Cristo llevó varios nombres y estuvo rodeado de un misterio de contradicción, el que va a venir para simular su poder, su carácter divino, su rol real y profético será también objeto de contradicción y se presentará bajo diversos aspectos. Daniel lo llama “el Jefe que vendrá”, en hebreo “naghid”. Es el mismo término que el ángel Gabriel utilizó para anunciar a David “el Mesías, el Jefe” (Dan. IX, 26; VIII, 25). ¡Qué similitud en el nombre! 

Por otra parte, el “profeta” ve a este “jefe” asociado a una Bestia terrible y, como “cuerno pequeño”, hace la guerra a los santos (Dan. VII, 19-20)[1]. 

Si el ángel Gabriel dio el nombre de “jefe” a aquel que imitará el poder del Mesías, Zacarías, padre del Bautista, designó al Mesías con el nombre “cuerno”. Dice que Dios envía “un cuerno de salvación” (Lc. I, 71). Si Cristo es un “cuerno de salvación”, el Anticristo será un “cuerno” de guerra. 

¡El Anticristo! Acabamos de darle al “jefe que vendrá” antes del fin de la era presente, su nombre más característico: Anticristo[2], aunque solamente San Juan lo designó así. 

“Hijitos, es hora final y, según habéis oído que viene el Anticristo, así ahora muchos se han hecho anticristos, por donde conocemos que es la última hora” (I Jn. I, 2-18). 

Agrega: 

“Ese es el Anticristo que niega al Padre y al Hijo” (I Jn. I, 22). 

 Y, por último, San Juan habla del espíritu del anticristo, que ya está en el mundo (I Jn. 4, 3). El espíritu de la descendencia de la Serpiente, que no ha cesado de obrar desde el comienzo, debe tomar una fuerza extrema en los últimos días. 

San Pablo designa al Anticristo como “el Adversario”, “el hombre de pecado”, “el hijo de la perdición”, “el impío” (II Tes. II, 3-4). Jesús habló de “falsos cristos y falsos profetas”, que intentarán seducir a los mismos elegidos, si fuera posible (Mt. XXIV, 26). 

Por último, San Juan, en el Apocalipsis lo vio en dos visiones que responden exactamente a las de Daniel. 

El Anticristo, en Daniel, es un jefe dominador. En el Apocalipsis, es antes que nada el primer jinete que, montado sobre un caballo blanco, sale para vencer y dirigir el mundo como vencedor (Apoc. VI, 2)[3]. 

El Anticristo, en Daniel es, además, un “pequeño cuerno”, que sale de en medio de diez cuernos de un animal terrible, espantosa y extraordinariamente fuerte. En el Apocalipsis, es “la Bestia que sube del mar, con diez cuernos y siete cabezas, y en sus cuernos diez diademas, y en sus cabezas nombres de blasfemia” (Apoc. XIII, 1). Fuerza conquistadora, más o menos pacífica al principio, luego, fuerza real y guerrera. 

Debido a sus variados nombres y a sus dos misteriosas misiones –pacificadoras y guerreras– el Anticristo disimulará sus artimañas; engañará fácilmente a sus adeptos y los conducirá a la perdición. Poco a poco será como una encarnación del mal y se cubrirá de una actitud de conciliación y por lo tanto extremadamente pérfido. Animará a Israel, al comienzo de su dominio, y parecerá dar al mundo paz, seguridad, prosperidad e incluso fraternidad y unión. Poderosas democracias, llamadas cristianas, grupos políticos, sionistas, musulmanes y otros, lo servirán. Una era de felicidad parecerá abierta, bajo un poder mentiroso, es cierto, pero admirablemente disimulado. 

Será entonces cuando hará una sólida alianza con los judíos que, ayudados y sostenidos por su ascendente sobre las naciones sometidas, por medio de una dictadura mundial disfrazada de falsa bonhomía, se congregarán con sorprendente rapidez, reconstruirán el Templo y conocerán una nueva prosperidad en la tierra recuperada. 

Este poderoso organizador conciliará a los judíos piadosos, favoreciendo el culto mosaico, a los judíos hostiles al hogar nacional por su política de conciliación; ciertamente será muy popular, facilitará el intercambio comercial y la expansión económica de Palestina. Tal será el dominador de los pueblos en la primera fase de su carrera. 

¿Estas precisiones no son pura imaginación? 

No, puesto que la profecía ha anunciado cosas sorprendentes que no siempre podemos interpretar, pues todavía nos faltan elementos comparativos. 

Daniel, el gran vidente de los tiempos del fin, nos coloca ante la última Semana de años de la edad presente. Esta 70º semana, que espera su apertura desde el fin de los Hechos, comprenderá tres tiempos, tres actos de un mismo drama. 

“Él confirmará el pacto con muchos durante una semana, y a la mitad de la semana hará cesar el sacrificio y la oblación; y sobre el Santuario vendrá una abominación desoladora, hasta que la consumación decretada se derrame sobre el devastador” (Dan. IX, 27). 

El primer tiempo corresponde a una alianza del Anticristo con Israel para servir a su política, pero al cabo de tres años y medio será rota bruscamente y esta ruptura caerá en primer lugar sobre las libertades cultuales acordadas a los judíos en Jerusalén. Durante el segundo tiempo hará cesar el sacrificio y la oblación en el Templo rápidamente reconstruido y estallará una persecución religiosa. No contento con martirizar a los judíos, “la Bestia” se hará adorar. Esa será la abominación puesta sobre el altar, el gran signo que Jesús indicó para señalar el comienzo de “la gran Tribulación” (Mt. XXIV, 15). 

Por último, tercer tiempo, el Retorno de Cristo, “la consumación decretada se derramará sobre el devastador”.


 [1] En hebreo, “cuerno” es expresión de la fuerza. 

[2] Del griego anti-christos, “que está contra Cristo”, el adversario de Cristo. En francés, la palabra se transformó en Anté-Christ, por confusión del griego anti (contra) con el latín ante (antes). Aparecerá antes del Retorno de Cristo, pero será esencialmente anti –contra Cristo– el Anticristo.

Nota del Blog: También cabe señalar que el prefijo “anti” indica no solamente oposición, sino que tiene también la idea de “el que ocupa el lugar de”, y en este sentido parece hablar san Pablo cuando dice que el Anticristo se sentará “él mismo en el templo de Dios, ostentándose como si fuera Dios” (II Tes. II, 4). 

[3] Nota del Blog: En lo personal, no creemos ni que el “jefe” del que habla Daniel en las LXX Semanas, ni el primer sello del Apocalipsis indiquen al Anticristo (lo mismo dígase más abajo sobre su interpretación a Dan. IX, 27). Ya hemos hablado al respecto en otras partes. Ver en el Índice los lugares correspondientes.