Un
comentario reciente a la profecía de Ezequiel
En
la Bibliografía de este mismo volumen de Estudios
Bíblicos damos una nota bibliográfica sobre la meritísima obra de don
Francisco Spadafora: Ezechiele, vol.
XIV/2 de la Sacra Bibbia, traducida y
comentada bajo la dirección de Mons. Salvador Garofalo, nuestro sucesor en
la cátedra de Exégesis bíblica en el Pont. Ateneo Urbano de Propaganda Fide.
Sin
restar nada al mérito de la empresa en general, ni a la competencia e
ilustración del comentador de Ezequiel en particular, no queremos dejar pasar
la ocasión, que se nos brinda, de estudiar con cierta detención la orientación
exegética de este comentario impregnado todo él del alegorismo alejandrino,
para notar los muchos inconvenientes de este sistema hermenéutico que
desautorizado ya en la Exégesis bíblica en general, se refugia, como en último
reducto, en la exposición de las profecías messianas.
Creemos que ha llegado la
hora de desalojarle de esa posición, para que corra libre y sin restricciones
el principio del sentido obvio y literal, ya propio, ya trasladado, que León XIII proclamó en su Encíclica
“Providentissimus”, y que los Pontífices posteriores no han hecho sino confirmar,
según hemos recordado varias veces.
Mas
porque, a diferencia de los otros escritores sagrados, los Profetas parecen
tener una manera peculiar de concebir y significar las cosas, contemplando y
describiendo unas a través de otras, hemos creído de nuestro deber estudiar
esta peculiaridad profética; y hemos llegado a la conclusión de que no es la
alegoría alejandrina, sino más bien
la teoría antioquena, la clave de su
interpretación[1]; y
eso queremos hacer ver en este estudio, con profusión de ejemplos, tomados del
propio Ezequiel e ilustrados con los de otros profetas, con la mejor intención
de hacer un poco de luz en este embrollado sector de la Exégesis.
Y
porque no se nos tache que imponemos sin más desde el principio una peculiar
manera de ver, definida a priori, de
antemano, entramos desde luego en materia, sin previa definición de conceptos,
que la suficiencia de nuestros ilustrados lectores hace innecesaria, y que
ellos irán formulando, cada vez con más precisión, a medida que los análisis se
sucedan, de manera que sólo al final se dé la síntesis doctrinal definitiva.
Con este método no seremos nosotros los que de buenas a primeras les impongamos
nuestro sistema, sino que les daremos lugar para que se lo formen, después de
madurarlo poco a poco.
Dividimos
en dos partes nuestro trabajo: Los datos
de dentro y Las aportaciones de fuera.
[1] Nota del Blog: Cita el Autor más abajo el docto trabajo del P. Vaccari con que Biblica dio comienzo a su publicación en el año 1920 y donde, en
resumidas cuentas, alega que la teoría
entra en los límites del sentido literal; algo así, si mal no hemos entendido,
como el sensus plenior que tanto se
debatió en años posteriores. Bover
le dedicó algunas páginas criticando la inclusión de la teoría antioquena en el
ámbito del sentido literal y concluyendo que destruía la “distinción
tradicional entre el sentido literal y el sentido típico” y que una cosa era la
definición dada por la escuela antioquena y otra los ejemplos que se ponen
sobre la mesa, los que no siempre son a propósito (ver Estudios Eclesiásticos, 12 (1933), pag. 405-415).
Del análisis de la
definición de Julián de Elcano que analizan ambos autores creemos se puede
concluir que cae dentro del sentido típico o espiritual sin ningún lugar a
dudas (distinto hubiera sido si Vaccari hubiera hablado, siguiendo al gran
Patrizi, del “sensus spiritualis verborum”, que tal vez se acerca un poco más a
la teoría), con lo cual es difícil
hacer la aplicación que hacen tanto Vaccari como Ramos García de las profecías
en el sentido que constan de un doble objeto: uno cercano (tipo) y otro lejano
(antitipo).
Nos quedamos, pues,
con la crítica de Bover en cuanto a que la teoría
no puede estar encerrada en el sentido literal, y en lo personal creemos que
las profecías que alegan tanto Vaccari como Ramos García en confirmación de su
tesis pueden ser fácilmente impugnables, al menos en la mayoría de los casos,
entre los cuales están el Discurso Parusíaco y la caída de Babilonia que, para
nosotros, caen solamente en el ámbito del sentido literal, pero sin tener nada
que ver con la teoría ni con la
figura del tipo-antitipo.
Vaccari le
respondió a Bover en Biblica 15 (1934), pp. 94-101.
La cuestión está
lejos de ser zanjada, por supuesto.