2. QUÉ ES PARÁBOLA
Como la base de la parábola es la comparación, hay
que comenzar por establecer los elementos constitutivos de ésta.
COMPARACIÓN. -
En la comparación existen tres elementos esenciales:
el sujeto, el término y el medio (o punto) de comparación, relacionados entre sí por la partícula como (u otra equivalente). En la
comparación "Omnes nos —quasi oves— erravimus" (Is. LIII, 6), el sujeto es "omnes nos", el término “oves”, el medio o punto de comparación "erravimus", relacionados
entre sí por la partícula "quasi". El sujeto y el término no ofrecen
especial dificultad: baste notar la diferente principalidad de uno y de otro. Desde
el punto de vista real y lógico, lo principal es el sujeto, que es de quien se
habla y en orden a cuya mejor declaración se echa mano del término; en cambio,
desde el punto de vista literario, el término es el elemento diferencial, sin
el cual no existiría la comparación, y en este sentido es el principal.
Alguna mayor explicación exigen el punto de comparación y la partícula
comparativa.
El
medio de comparación puede emplearse explícita e implícitamente. Explícitamente, como en la comparación antes
aducida, que es el verbo "erravimus". Implícitamente como en ésta:
"Omnis caro ut foenum" (I Ped. I, 24), en que no se expresa en qué se
parecen la carne y el heno. Cuando se expresa explícitamente, puede hacerse de
varias maneras: o con una sola palabra común al sujeto y al término,
como "erravimus" en la misma comparación de antes, o con la misma palabra
repetida, como en la comparación "Quemadmodum desiderat cervus ad fontes aquarum, ita desiderat anima mea ad te, Deus" (Sal. XLI, 2); o bien con diferentes
palabras como en esta otra: "Quomodo… imber… inebriat terram…: sic… verbum meum… prosperabitur…” (Is. LV, 10-11). Hay que notar que cuando es una
misma palabra común al sujeto y al término, unas veces se toma respecto de
ambos en sentido propio, como en "Resplenduit
facies eius sicut sol" (Mt. XVII, 2); otras, en cambio, propiamente
sólo se dice del término, y del sujeto metafóricamente, como en
"Justus ut palma florebit"
(Sal XCI, 13). En este último caso la comparación se matiza de metáfora, caso
que luego estudiaremos más en particular.
La importancia de estos diferentes modos de
presentar el medio o punto de comparación está en que éste puede ser uno de dos
maneras muy diferentes: o por identidad o por simple proporción, es decir,
que puede ser o unívoco o análogo. Es unívoco en comparaciones como ésta:
"Resplenduit facies eius sicut sol"; es simplemente análogo en estas
otras: "Iustus ut palma florebit”, "Omnes nos quasi oves
erravimus".
La
partícula comparativa como
generalmente se expresa,
y es la que caracteriza la comparación. Alguna vez, empero, se omite, como en
este ejemplo: "Homo nascitur ad laborem et avis ad volatum" (Job V,
7). Comparaciones parecen también estos dos ejemplos: "Favus mellis composita
verba" (Prov. XVI, 24); "Vinum novum amicus novus" (Eccli. IX,
15); aunque en absoluto "favus mellis" y "vinum novum", en
vez de términos de comparación, podrían ser términos metafóricos. La diferencia
esencial de estas dos interpretaciones la explicaremos más adelante.
El objeto de la partícula como es expresar la conveniencia (unívoca o análoga) del sujeto con
el término en el medio de comparación, que es como el punto de contacto entre
ambos. Es esencial para la adecuada inteligencia de la comparación el
discernir o apreciar la extensión o medida de este contacto. Es ya
proverbial que "comparatio non tenet in omnibus". El contacto, por
tanto, entre el sujeto y el término es parcial, limitado solamente a un aspecto
o propiedad particular. Pero tampoco es necesariamente, por así decir, un punto
indivisible: puede ser más o menos extenso: y del aprecio exacto de esta
extensión, mayor o menor, depende la recta interpretación de la comparación.
Todas estas propiedades y variedades de la
comparación se reflejarán en la parábola y se habrán de tener en cuenta para su
recta interpretación.