miércoles, 5 de enero de 2022

El Tiempo legítimo de la Inmolación de ambos Corderos: El Típico y el Verdadero, por Fray Luis de León (X de XVI)

 ARTÍCULO IV 

III Proposición

Celebrar la fiesta de la Pascua a la manera de los cuartodecimanos

era celebrar la fiesta de la Pasión de Jesucristo 

El día de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo, según el uso de los primeros cristianos, se llamaba, a menudo, el día de Pascua. Este uso duró mucho tiempo. Entre una infinidad de pruebas que podría aportar, me contento con dos o tres. La primera es un pasaje de Tertuliano tomado del libro de la Oración, cap. 18: 

El día de la Pascua, dice, que es como el día del gran ayuno y del ayuno público, no damos el beso de la paz”. 

Es claro que habla del día en que la Iglesia celebraba la Pasión de Nuestro Señor. 

La otra prueba está sacada de un error popular que prueba perfectamente esta verdad, y de la cual habla San Gregorio Nacianceno en la Oración 42 donde dice que muchos se imaginaban que el nombre de Pascua viene del griego πάσχειν (Paschein) que significa sufrir, porque en ese día Nuestro Señor fue crucificado. San Agustín también hace mención de ella en una de sus cartas, que en las antiguas ediciones es la 119, y la 55 en la nueva, y que se encuentra todavía en algunas ediciones de San Jerónimo entre las obras de este Padre bajo el título: De celebratione Paschae: 

“La palabra Pascua, dice San Agustín, no es griega, como se cree comúnmente, sino hebrea, tal como lo dicen los que conocen las dos lenguas, pues no viene de la palabra griega πάσχειν (Paschein), que significa sufrir”. 

Por último, he aquí lo que dice la Crónica de Alejandría: 

La primera fiesta de Pascua que celebraron los santos Apóstoles después de la Ascensión de Nuestro Señor al cielo, la celebraron el viernes catorce de la luna del primer mes, que corresponde al once de abril de los Romanos, y por lo que hace a la fiesta de la Resurrección, la hicieron el trece de abril”. 

Esto, unido a la protesta de los cuartodecimanos de la que he hablado y junto con el pasaje de San Crisóstomo que he citado al fin del artículo precedente, es suficiente para probar mi proposición. He aquí, sin embargo, algo más positivo ahora. 

San Epifanio[1] habla de ciertos cuartodecimanos, o más bien de una cierta especie de cismáticos a los que el nombre de cuartodecimanos no les cabe dado que no se obligaban a celebrar la Pascua el catorce de la luna, pero, sin embargo, se los llamaba así. Dice que se jactaban de tener el Libro de las Actas de Pilatos, donde encontraron que el Salvador había sido crucificado el 24 de marzo, y es por esa razón que querían festejar ese día la fiesta de la Pascua en cualquier día de la semana que cayera el catorce de la luna. Por lo tanto, según esta clase de cuartodecimanos, hacer la fiesta de la Pascua era hacer la fiesta de la Pasión. 

Pero he aquí lo que me parece una prueba decisiva en favor de mi proposición. El emperador Constantino, en la carta que escribió a todas las iglesias cristianas sobre el Concilio de Nicea se expresa así con respecto a las diferencias de la Pascua entre los cuartodecimano y las otras iglesias: 

En primer lugar, dice, ha parecido a todos indigno de seguir en la celebración de esta santísima fiesta la costumbre de los Judíos… es pertinente seguir la manera que hemos seguido hasta ahora desde el día que se celebró por primera vez la Pasión del Salvador”. 

Estas últimas palabras son remarcables, pues si se tratara de la Resurrección, debió haber dicho, desde el día que se celebró por primera vez la Resurrección del Salvador. Por lo tanto, lo que los cuartodecimanos celebraban el día que llamaban su fiesta de la Pascua era la fiesta de la Pasión. 

Lo que sigue algunas líneas más abajo es aún más claro: 

Además de eso, agrega, hay que reflexionar que es contra toda razón no ponerse de acuerdo en un asunto de semejante importancia y en la celebración de una fiesta tan grande. Nuestro Salvador no nos ha dejado más que una fiesta que es el día de nuestra Redención, es decir, de su santísima Pasión. Quiso que no hubiera sino una Iglesia Católica, cuyos miembros, aunque dispersos en diversos lugares, estuvieran animados del mismo espíritu”[2]. 

¿No es evidente que se trata de la fiesta de la Pasión que los cuartodecimanos llamaban el día de Pascua?



 [1] Haer. 50. 

[2] Eusebio, Vida de Constantino, l. 3, cap. 18.