jueves, 11 de noviembre de 2021

El Tiempo legítimo de la Inmolación de ambos Corderos: El Típico y el Verdadero, por Fray Luis de León (II de XVI)

 Texto de Fray Luis 

Moisés, en el capítulo XXIII del Levítico, narra que Dios ordenó al pueblo de Israel inmolar un Cordero el día catorce del primer mes. A esta víctima se le dio el nombre de Pascua, nombre Hebreo que significa Paso. Porque los Israelitas, habiendo puesto sobre la puerta de sus casas sangre del Cordero que inmolaron, como estaban por salir de Egipto, el Ángel exterminador los pasó de largo a todos sin hacerles mal alguno. Un falso prejuicio según el cual se ha explicado comúnmente esta orden de Dios, ha dado lugar a cuestiones muy difíciles de resolver, que dieron mucho trabajo a los más hábiles y volvieron obscuros pasajes de la Escrituras que son muy claros y muy fáciles de entender. 

Pues sobre aquello que la Escritura señala expresamente, de que el Cordero debía ser inmolado el día catorce a la noche, la mayoría pensó que esta inmolación se hacía al fin del día catorce, porque, según las ideas ordinarias, la noche es el fin del día. Es un error que ha causado muchos apuros en la cuestión que los Intérpretes del Evangelio proponen, a saber, en qué día del mes tuvo Nuestro Señor Jesucristo la última Cena y sufrió la muerte. 

Siempre me he sorprendido que tantas personas sabias en las sagradas Letras hayan caído en este error que ha sido la causa de no sé cuántos Sistemas falsos en esta materia. Pues es lo que ha hecho imaginar a algunos que Jesucristo había adelantado el día de la Pascua de los Judíos. De aquí se fundan los Griegos para asegurar que Jesús usó pan fermentado en la institución del sacramento adorable de su Cuerpo. En una palabra, es lo que ha dado lugar a todas las quimeras que cada uno se ha forjado a su fantasía, para dar pasos en falso, antes que nada, a donde su primer error lo había comprometido. 

Digo, pues, que es un error muy grande creer que la noche para los Hebreos era la última parte del día, tal como lo es entre nosotros. La noche era el comienzo de su jornada, y así era al comienzo del día catorce en que se debía inmolar el Cordero, porque el Mandato de Dios era que había que inmolarlo la noche del día catorce: 

“En el mes primero, el día catorce del mes al anochecer es la Pascua del Señor” (Lev. XXIII, 1). 

Es lo que me propongo probar en este pequeño Tratado. He aquí en dos palabras el método que seguiré. 

En primer lugar, voy a mostrar que fue en la primera noche del día catorce del mes, es decir, al comienzo de ese día que los Israelitas inmolaron el Cordero cuando salieron de Egipto. 

Mostraré también que Jesucristo lo hizo así en su última Pascua, y que Él mismo, que era el verdadero Cordero, habiendo sido puesto en la Cruz por los judíos, se ofreció ese mismo día catorce del mes en Sacrificio a Dios, su Padre. 

Por último, explicaré en forma muy natural varios Pasajes del Evangelio que han parecido hasta ahora muy difíciles de entender. 

Pero para probar que el Cordero, que era Figura de Jesucristo, debía ser inmolado la primera noche, es decir, al comienzo del día catorce, hay que establecer lo que dije sobre el comienzo del día según el uso de los Hebreos. 

El primer día del mundo, según la manera de hablar de Moisés, comenzó por la tarde, los que lo siguieron comenzaron igual, y así todos los otros. Al hablar de las dos partes de las que está compuesta el día, nombra siempre a la noche antes que a la mañana: 

“Y hubo tarde y hubo mañana: primer día. Y hubo tarde y hubo mañana: día segundo” (Gen. I, 5.8). 

Según esta regla, el día que comienza por la noche terminará la noche siguiente, que será el comienzo de otro día. La noche será el comienzo, y la mañana será el fin y cuando la Escritura diga que hay que hay que hacer un sacrificio la noche del día catorce, es como si dijera que hay que hacerlo al comienzo del día catorce. 

Si hubiera alguna duda con respecto al día civil o natural, no la hay ni la puede haber con respecto a los días festivos. Todo el mundo está de acuerdo que esos días comenzaban por la noche: 

De una tarde a la otra, guardaréis vuestros sábados” (Lev. XXIII, 32). 

Pero, aunque el día catorce no era propiamente una fiesta, es decir, que ese día no estaba prohibido trabajar, sin embargo era un día que se celebraba y se solemnizaba a causa de la inmolación del Cordero Pascual, de la manducación de los Ázimos en el festín en que se comía el Cordero, y de los otros preparativos que se hacían para la fiesta de la Pascua que era el día siguiente, y que comenzaba a partir de la segunda noche de ese mismo día; de esta forma, se lo debe colocar entre el número de los días solemnes que comenzaban por una noche; pero voy a aportar pruebas más específicas de lo que digo.