4. Y (vi) alrededor del trono,
tronos veinticuatro; y sobre los tronos, veinticuatro Ancianos sentados,
vestidos con vestiduras blancas y sobre sus cabezas coronas de oro.
Citas Bíblicas:
Is. XXIV, 23: “La luna se enrojecerá y el sol se oscurecerá,
porque Yahvé de los ejércitos reinará en el monte Sión y en Jerusalén, y
delante de sus ancianos (resplandecerá)
su gloria”.
Dan. VII, 9-10: "Estuve mirando hasta que fueron puestos
tronos; y sentóse el Anciano de días cuyo vestido era blanco como la nieve,
y el cabello de su cabeza como lana blanca. Su trono era de llamas de fuego, y
las ruedas del mismo, fuego ardiente. Un río de fuego corría saliendo de
delante de él; millares de millares le servían y miríadas de miríadas se
levantaban ante su presencia. Sentó se el tribunal y fueron abiertos los
libros…".
Comentario:
Allo: “Por el origen y la función de los ancianos, cfr. tal vez, Ex. XXIV, 9,
los asistentes de Moisés, y
seguramente Is. XXIV, 23 y Dn VII, 10; el número 24 cfr. I
Par. XXIV, 7-19, las 24 clases de sacerdotes”.
Allo: “Estos Ancianos han dado materia a muchas interpretaciones. La figura
es tradicional y responde al “senado de Dios” del que hablan Isaías y Daniel (introd.
Cap. V, II. I, p. LXXX). Allí hemos
visto a los ángeles que presiden el desarrollo de los tiempos en las diversas
fases de la historia humana. Los comentadores
medievales han visto, por el contrario, a representantes de la humanidad,
salidos de su seno, sea las 12 tribus (12 x 2), sea los Patriarcas y los
Apóstoles, o los profetas de Israel, o la raza elegida en general (Vict., And., Alb.: “universitas sanctorum V.T et
N.T”)”.
Gelin: "Los veinticuatro Ancianos
están subordinados a los Animales (IV, 10) y constituyen una suerte de senado
Angélico que sigue desde el cielo la historia humana y el progreso del reino de
Dios en el mundo (VII, 13 ss; XI, 16)".
Biblia de Jerusalén: “Estos ancianos ejercen un rol sacerdotal y
real: alaban y adoran a Dios (IV, 10; V, 9; XI, 16s; XIX, 4) y le ofrecen las
oraciones de los fieles (V, 8); se sientan en el gobierno del mundo (tronos) y
participan de su poder real (coronas). Su número corresponde tal vez, al de las
24 órdenes sacerdotales de I Par. XXIV, 1-19”.
Ramos García: "Sobre los siete arcángeles o ejecutores
de los decretos del Señor vio San Juan a 24 ancianos, que son sus consejeros
natos, consejeros digo no en el sentido de que Dios tome de ellos consejo, quis enim consiliarius ejes fuit? (Is. XL, 13; Rom.
XI, 34; cf. Sab. IX, 13), sino en el sentido de que comunica con ellos sus
consejos adorables para que le alaben y glorifiquen por ellos, como se ve
tantas veces en el Apocalipsis (Apoc. IV, 4-10; V, 8-14; XI, 16; XIX, 4). A
todo mi entender estos 24 ancianos no son hombres bienaventurados, como he
opinado alguna vez, sino ángeles de una categoría superior, los Domini o grandes Señores (Seniores)
de la sociedad angélica, como lo expresó San Juan al contestar a uno de ellos
que le preguntaba quiénes eran y de dónde habían venido los Santos que veía con
vestiduras blancas: Domine mi, tu scis (Apoc. VII, 14), y de estos Domini
tomaría nombre el orden de las Dominaciones que San Juan no podía omitir de
ningún modo en la descripción de la celeste curia[1]
.
Contra este modo de ver podría objetarse que los 24 se ponen a sí mismos
entre los hombres redimidos cuando endechan así al Cordero: Dignus es,
Domine, accipere librum, et aperire signacula ejus: quoniam occisus es, et
redemisti nos Deo in sanguine tuo ex omni tribu, et lingua, et populo, et
natione (Apoc. V, 9 s.) El texto, sin embargo, no es decisivo, si no
es por la contraria, porque en el griego correcto sobra el primer “nos”, y en
lugar del segundo “nos” se pone “ipsos”, para terminar en tercera persona
“et regnabunt super terram”. Si fueran hombres, no podrían menos de
incluirse, por su incorporación a Cristo,
entre los asesores y correinantes del Redentor, a quien se ha dado el poder de
juzgar y reinar, quia Filius hominis est (Jn. V, 27):
al no incluirse, se muestran ángeles. Y a la verdad es harto más lógico y
natural el pensar que San Juan no quiso dejar incompleta la descripción de la
jerarquía angélica que no el entreverar ahí en medio de ella a seres de otra naturaleza.
Ahora bien, suponiendo ahí a esos 24 ancianos o grandes Señores de la
sociedad angélica, como se pone luego a los siete Príncipes o arcángeles, la
descripción no deja nada que desear. Así como los siete Arcángeles comprenden
bajo sí el orden de las Virtudes, así los 24 Señores comprenden bajo sí el
orden de las Potestades, y tenemos perfectamente encuadradas las cinco
categorías antes señaladas, a saber: los Tronos o cuatro misteriosos animales,
los 24 Domini (Seniores) con sendas legiones de ángeles (cf. Mat. XXVI,
53), llamadas Potestades, y los siete Príncipes o arcángeles con sendos
ejércitos celestiales, llamados fuerzas o Virtudes; Potestades y
Virtudes, que San Juan señala genéricamente en las multitudes de ángeles, que
rodean el trono de Dios (Apoc. V, 11; VII, 11. cf. Dan. VII, 10, etc.).
Como cada uno de los siete Príncipes con su respectiva fuerza o Virtud
forma un Principado, así cada uno de los 24 Señores (Domini) con
su respectiva Potestad forma una Dominación o Dominio. Aun se podría
apurar más la constitución de la celeste jerarquía, pero lo dicho basta para
nuestro intento y creo que nadie me podrá negar que la construcción es
positiva.
Como se desprende fácilmente de lo expuesto, lo que en la sociedad angélica
forma bulto, lo que llamaríamos el cuerpo de la sociedad, son las Potestades y
las Virtudes: 24 legiones de Potestades con siete ejércitos más de Virtudes es
algo imponente y deslumbrador que divisaron los Videntes como Miqueas,
hijo de Jemla, cuando dice: “Vidi Dominum sedentem super solium suum, et omnem exercitum cæli
assistentem ei a dextris et a sinistris” (III Reg.
22, 19) y Daniel cuando describe: “Thronus
ejus flammæ ignis: rotæ ejus ignis accensus. Fluvius igneus rapidusque
egrediebatur a facie ejus. Millia millium ministrabant ei, et decies millies
centena millia assistebant ei” (Dan. VII, 9 s.
cf. Ps. CXVII, 18 al.).
Pues bien, a toda esa multitud innumerable de espíritus celestes se la
puede significar compendiosamente por las dos categorías antedichas, es decir,
los siete ejércitos de Virtudes (millia millium
ministrantium) y las 24 legiones de Potestades (decies millies centena millia assistentium) y de esa
manera la compendia San Pedro cuando dice de Cristo que subió al cielo, “subiectis sibi
angelis et potestatibus et virtutibus” (I Pet. III, 22)
donde “angelis” tendría significación genérica, la cual se especifica luego por
“potestatibus et virtutibus”, compendio abreviado de la sociedad
angélica.
San Juan, en cambio, como
trata ante todo de darnos una idea de la organización misma de esa sociedad,
aunque señala de paso las multitudes angélicas (Apoc. V, 11, etc.), nota
particularmente los jefes que forman la celeste jerarquía, esto es, los siete
Príncipes y los 24 grandes Señores, de donde con la ayuda de otros datos fuera
fácil señalar el orden de los Principados (los Príncipes con sus Virtudes)
y el orden de las Dominaciones (los Domini con sus Potestades), y sobre
todos, el que podríamos llamar orden divino (los Tronos sosteniendo al Señor).
Tomamos aquí la palabra orden en un sentido estricto por la armonía natural
de dos categorías celestes. Mas la palabra puede tomarse en un sentido lato y
menos definido, como hemos hecho hasta aquí y haremos luego exponiendo la
tradición judaica de los cuatro órdenes".
Hasta aquí nuestro Ramos García.
Wikenhauser: "En derredor del trono de Dios se hallan
dispuestas, también a manera de tronos, veinticuatro sillas, y sentados en
ellas veinticuatro "ancianos" (πρεσβυτέρους),
vestidos de blanco, con guirnaldas o coronas de oro en la cabeza. Éstos se ocupan principalmente de rendir alabanza
a Dios y al Cordero (IV, 9-10; V, 8-11, 16-18; XIX, 4). Uno de ellos dará luego
al vidente la explicación de cuanto tiene a la vista (V, 5; VII, 13 s). En V, 8
se dirá que ellos sostienen copas de oro llenas de incienso perfumado, símbolo
de la misión que tienen de hacer llegar a la presencia de Dios las oraciones de
los fieles".
Salguero: "… teniendo en cuenta que en esta primera
parte de la visión Dios se presenta simplemente como Creador (Cfr. V, 6-8.11),
creemos más conforme con el contexto ver en los veinticuatro ancianos ángeles
a quienes Dios ha confiado el gobierno de los tiempos".
[1] Así como en latín de Dominus viene el
nombre “Dominaciones”, en griego sucede lo mismo Κύριέ (señor) y κυριότητες (señores).