martes, 25 de noviembre de 2025

El Milenarismo y el Magisterio Eclesiástico (III de V)

                                     III) El Magisterio Eclesiástico y el Milenarismo Patrístico

 

La tercera parte está dividida en otras tres:

En la primera vamos a echarle un vistazo a los vaivenes históricos de la exégesis Milenarista; en la segunda vamos a analizar qué es y cómo se ejerce el magisterio de la Iglesia, y por último vamos a analizar los dos decretos de Pío XII sobre el milenarismo espiritual y a sacar las consecuencias de los principios dados anteriormente.

 a) Pequeña historia

 Es cierto que el Milenarismo:

 1) Fue aceptado por todos los autores que trataron el tema, hasta el siglo II inclusive (Didajé, Epíst. de Bernabé, San Papías, San Policarpo, San Justino, San Ireneo, etc.).

2) Lo aceptaban como una opinión y no como algo de fe.

3) En los primeros siglos, muchos rechazaban el Milenio, aunque las más de las veces era el carnal, pues nominalmente solamente dos Padres rechazan todo milenarismo: San Dionisio Areopagita (¿siglo III?) y Genadio (siglo V).

4) Con el correr de los siglos, la opinión antimilenarista fue ganando cada vez más adeptos, hasta que, a fines del siglo IV/comienzos del V, se hace bastante común e incluso el Milenarismo cae en el olvido hasta bien entrada la Edad Moderna, a fines del siglo XVIII.

Estos son hechos históricos, fácilmente comprobables.

 Ahora bien, las causas de este decaimiento son también fácilmente trazables. Los autores enumeran, entre otras, las siguientes:

 1) La paz de Constantino, que dio término al período de las persecuciones romanas.

2) El hecho de ir mezclado a menudo con groseros errores.

3) La autoridad de los impugnadores (San Jerónimo y San Agustín a la cabeza).

4) La ignorancia de la verdadera tradición, es decir, “muchos antiguos documentos y escritos de los Padres de la antigüedad permanecieron desconocidos de los autores del Medioevo y también de la edad moderna” (Didaché, San Hipólito, San Victorino, epístola de Bernabé, San Ireneo, etc.).

 

***

 Todas estas razones, solas o en su conjunto, pueden explicar satisfactoriamente la historia, así como también el hecho de que el Milenarismo haya cobrado fuerzas hacia fines del siglo XVIII, cuando ya la revolución protestante se había afianzado y cuando sus principios se estaban traduciendo al orden político (la libre interpretación y la eliminación del sacerdocio jerárquico de los Protestantes, traducidos al orden civil, dieron a luz los principios de libertad, igualdad, fraternidad…), que triunfarían finalmente con la Revolución Francesa.

Para decirlo en clave Apocalíptica, hemos pasado de la Iglesia de Tiatira (Edad Media) a la de Sardes (Edad Moderna).

Es en esta época donde tiene lugar la aparición de un libro capital y que marca un antes y un después; estoy hablando, por supuesto, de La Venida del Mesías en Gloria y Majestad, del P. Lacunza, libro que dio muchísimo que hablar en Europa y en América, y las aguas se dividieron fuertemente, y poco a poco el Milenarismo empezó a salir a luz, y ya en la segunda mitad del signo XIX, aparecen comentarios al Apocalipsis defendiendo el Milenio.

A tal punto llega el tema que los teólogos tienen que empezar a hablar del asunto.

 1) A fines del siglo XIX, el P. Cornely, un jesuita considerado por algunos como el mejor exégeta de su época (si no fue el mejor, seguramente estaba en el podio), al hacer su introducción al Apocalipsis, dice que el Milenarismo espiritual no ha sido condenado, y cita a su favor algunos autores.

2) El doctísimo Cardenal Franzelin le dedicó también algunas páginas en su monumental “De divina Traditione et Scriptura”, pero su posición no parece muy clara al respecto, dado que los autores lo usan a favor y en contra.

3) A comienzos del siglo XX aparecen algunos autores que defienden el Milenarismo sin ser molestados: Morrondo, Ramos García (sobre el cual volveré enseguida), etc.

4) En 1911 se publica un libro fundamental en todo este asunto. El P. Rafael Eyzaguirre, chileno, publica en Roma, bajo San Pío X y con el imprimatur del P. Lepidi, Maestro del Sacro Palacio, algo así como el teólogo personal del Papa, publica, digo, un comentario 100% milenarista, donde refuta largo y tendido la posición de Franzelin.

Como se ve, si la Iglesia hubiera considerado que este tema ya estaba condenado, hubiera sido en extremo imprudente dejar que se publicara (¡y en Roma!) semejante libro.

5) A fines de los años 20, el P. Rosadini, profesor de SSEE en la Gregoriana, repetirá prácticamente las palabras de Cornely diciendo que el milenarismo espiritual no ha sido condenado.

6) Y, por último, el P. Ramos García, sacerdote español, enseñará el Apocalipsis, y defenderá abiertamente el Milenarismo en la Pontificia universidad Urbaniana (en Roma) prácticamente durante todo el pontificado de Pío XI: desde 1922 hasta 1940.

Bien. Hasta aquí un pequeño racconto histórico que prefiero terminarlo en 1940, justo a escasos meses del primero de los decretos de Pío XII.