Capitulo II
Envío de dos espías a Jericó
Ya con el cap. II vamos
a empezar a notar cosas muy interesantes.
Josué decide enviar
dos exploradores a Jericó, que era la ciudad inmediata que estaba tras
el Río Jordán.
Estos exploradores se
alojan en la casa de la una prostituta llamada Rahab y por ella se
enteran que todos los habitantes de Jericó estaban con mucho miedo de los
judíos, porque sabían todo lo que Dios había hecho por ellos en Egipto y
también durante su estadía en el desierto, y Rahab hace una hermosa profesión
de fe en el Dios de Israel.
Ahora bien, resulta
que el Rey de Jericó envió soldados a la casa de Rahab porque se enteró
de unos extranjeros que habían entrado en la ciudad, y temía que podían ser
judíos. Entonces fue a lo de Rahab y le dijo que los entregara. Pero Rahab les
dijo que ya se habían ido, pero no era cierto, sino que estaban escondidos en
el techo.
Una vez que los
soldados se fueron a buscar a los exploradores, Rahab les dijo que se fueran a
la montaña, y que estuvieran ahí algunos días hasta que termine la búsqueda y
recién entonces volvieran al campamento, e hicieron un pacto entre ellos. Los
judíos le prometieron que Rahab y su casa no iban a ser destruidos y que, para
diferenciar su casa de las demás, colgara un cordón rojo en la entrada.
***
Hay varias cosas aquí dignas de atención.
1) Dos espías: lo primero que nos llama la atención de estos dos espías o mensajeros, como se los llama en el N.T., es… ¿justo dos espías? ¿No podrían haber sido 1, 3 o 12, como los que Moisés mandó al comienzo de la estadía en el desierto?
¿Y qué tiene que sean dos?
Bueno, es que en el
Apocalipsis vemos aparecer en el cap. XI
a dos personajes centrales, enviados por Dios:
XI, 3: “Y
daré a mis dos testigos y
profetizarán días mil doscientos sesenta”.
Josué envía dos espías y Jesús envía dos testigos.
2) Arrepentimiento:
Notemos que los habitantes de Jericó conocen bien las maravillas que obró Dios
en favor de Israel:
“Hemos
oído cómo Jehová secó delante de vosotros las aguas del Mar Rojo, cuando
salisteis de Egipto, y cómo habéis tratado a los dos reyes de los amorreos, en
la otra parte del Jordán, a Sehón y a Og, a los cuales entregasteis al anatema.
Al oírlo se nos derritió el corazón y todos han perdido el ánimo ante vosotros”.
Sin embargo, excepto
Rahab y su casa, nadie más se arrepintió. Claro que esto nos recuerda
algunos pasajes del Apocalipsis:
Apoc. IX, 20-21: “Y los restantes de los hombres, los que no fueron muertos con las plagas estas, no se arrepintieron
de las obras de sus manos, para no adorar a los demonios y los ídolos, los
de oro y los de plata y los de bronce y los de piedra y los de madera, los
cuales ni ver pueden, ni oír, ni caminar. Y no se arrepintieron de sus
homicidios, ni de sus hechicerías, ni de su fornicación, ni de sus hurtos”.
Apoc. XVI, 8-11: “Y el cuarto derramó su copa
sobre el sol y se le dio abrasar a los hombres con fuego. Y abrasáronse los
hombres de ardor grande y blasfemaron el Nombre de Dios, del que tiene la
autoridad sobre las plagas estas y no se arrepintieron para darle gloria.
Y el quinto derramó su copa sobre el trono de la Bestia y fue su reino
oscurecido y se mordían sus lenguas por el dolor. Y blasfemaron al Dios del
cielo, a causa de sus dolores y a causa de sus úlceras, y no se
arrepintieron de sus obras”.
3) Rey de Jericó: Enseguida, cuando analicemos el cap. VI,
vamos a ver que Jericó es imagen de
Babilonia, con lo cual, este rey sería entonces el “rey de Babilonia” y ¡oh casualidad!, “Rey de Babilonia” es uno de
los nombres del Anticristo en la Biblia.
Jer. XXV, 12: “Pasados los setenta años tomaré cuenta al rey de Babilonia y a aquella nación,
por su maldad, dice Jehová, y a la tierra de los caldeos; y la convertiré en desierto perpetuo”.
Jer. L, 18: “Por
tanto, así dice Jehová de los ejércitos, el Dios de Israel: “He aquí que Yo
castigaré al rey de Babilonia y su
tierra al modo que castigué al rey de Asiria”.
Ver Is. XIV, 4; Jer. XXV, 26; XXXII,
36; L, 43; LI, 31; Ez.
XXXII, 11.
Entonces, tenemos que el Rey de Jericó busca a los dos espías para matarlos; exactamente lo mismo que va a hacer el Anticristo con los dos Testigos:
Apoc. XI, 7: “Y cuando hayan consumado su
testimonio, la Bestia, la que sube del abismo, hará contra ellos guerra y
los vencerá y los matará”.
Pero alguno dirá: no
es lo mismo, porque en el libro de Josué los espías escapan y en el Apocalipsis
son muertos… sí y no. Esta pregunta nos lleva a la siguiente similitud.
4) Huída a la montaña y vuelta a Josué
Dos respuestas hay a la
objeción:
a) Si recordamos el principio de que “el tipo y el antitipo no coinciden en todo”, no deberíamos sorprendernos que haya algunas diferencias.
b) Pero hay otra respuesta
mucho mejor y es que hay algo en la historia de los espías que se relaciona con
la muerte de los dos Testigos del Apocalipsis.
¿Qué les dice Rahab a
los espías?
“¡Marchaos, les dijo, a la montaña, no sea que os alcancen los que fueron en persecución
vuestra! Allí escondeos tres días,
hasta que hayan vuelto los perseguidores; después seguiréis vuestro camino”.
O sea que vemos que
los dos espías están como desaparecidos
¿durante cuánto tiempo? 3 días, o sea que al 4 día vuelven a Josué. ¿Y qué dice
el Apocalipsis sobre los dos Testigos?
Apoc.
XI, 8-12: “Y el cadáver de
ellos (yacerá) en la plaza de la ciudad, la grande, que se llama
espiritualmente Sodoma y Egipto, donde también su Señor fue crucificado. Y ven
de entre los pueblos y tribus y lenguas y naciones el cadáver de ellos, días tres y medio; y sus cadáveres no
dejan se pongan en sepulcro… Y después
de los tres días y medio, un espíritu de vida de parte de Dios entró en ellos y
se pararon sobre sus pies y temor grande cayó sobre los que los
contemplaban. Y oyeron una voz grande, desde el cielo diciéndoles: “Subid
aquí”. Y subieron al cielo en la nube y los contemplaron sus enemigos”.
¡Otra casualidad! Veamos
las semejanzas: los espías están tres días en la montaña como desaparecidos y
al cuarto vuelven a Josué. Los dos Testigos están muertos tres días y medio y
al cuarto vuelven a Jesús.
Es casi como que estas
dos historias fueran paralelas o se vieran en un espejo.
Josué envía dos espías desaparecen 3
días al 4 vuelven a Josué
Jesús envía dos Testigos muertos 3 días y medio al 4 vuelven a Jesús
5) Rahab la ramera: Todos los Padres y exégetas ven en Rahab una
hermosa imagen de la Iglesia. Y con
razón. Así como Rahab viene de la gentilidad, es pecadora, y creyó por la
palabra de israelitas, lo mismo la Iglesia: fue reunida de entre los gentiles,
pecadores, y fue fundada sobre el Israel fiel.
Otro de los rasgos que
notan los autores es que, así como todos los que estaban fuera de la casa de
Rahab perecieron, lo mismo sucede con la Iglesia que, como dice el dogma, fuera de la Iglesia no hay salvación.
Capítulos 3 A 5
Cruce del Jordán – Circuncisión - Pascua
En estos capítulos sucede lo siguiente: Dios ordenó que los sacerdotes tomaran el arca de la Alianza y que el pueblo los siguiera y se dirigieran al Jordán y al llegar allí, el río detuvo su cauce y se dejó ver la tierra, y entonces los sacerdotes cruzaron, luego se quedaron en el medio y finalmente cruzó todo el pueblo.
Luego de cruzar todo
Israel, los judíos se circuncidaron y festejaron la Pascua.
El paso por el Jordán es
visto por los autores, ora como imagen del bautismo, ora de la confesión.
Cuando uno lee estos
capítulos, uno está tentado a preguntarse ¿por qué tanta demora? ¿No le
había prometido Dios a Israel la conquista de la tierra santa?
Aquí es donde creo que
entra en juego la tipología.
a) El texto dice que el pueblo debía seguir al Arca a “2000 codos” de distancia. Según algunos autores, estos son los 2000 años entre la primera y la segunda Venida.
b) Lo otro que es interesante es que este tiempo de
espera está caracterizado por la Circuncisión y por la Pascua.
Es decir, tenemos acá dos sacramentos del A.T. que son tipos de los dos principales sacramentos del N.T.: la circuncisión y el cordero pascual[1] son imagen del bautismo y de la Eucaristía.
Este tiempo de espera,
pues, parece coincidir, una vez más, con el tiempo de la Iglesia en que se
tiene que predicar a los gentiles, o para decirlo con términos de las 70
semanas, coincide con el intervalo o suspensión del cómputo.
[1] Es posible que acá haya algo
más. Es muy probable que Elías viene en Pascua, tal como dice la tradición
judía, así que tal vez acá tengamos más datos. Los acontecimientos del libro
de Josué y el Apocalipsis comenzarían en la misma fecha.