2. Y fue el primero y derramó su copa en la tierra y se produjo una úlcera fea y mala sobre los hombres, los que tienen la marca de la Bestia y los que se postran ante su imagen.
Concordancias:
ἀπῆλθεν (se fue): cfr. Apoc. X, 1.9; XI, 14; XII, 17; XVIII, 14; XXI, 1.4.
ἐξέχεεν (derramó): cfr. Mt. XXIII, 35; Lc. XI, 50; Hech. XXII, 20; Jud. I, 11; Apoc. XVI, 1.3-4.6.8.10.12.17.
Φιάλην (copa): cfr. Apoc. V, 8; XV, 7; XVI, 1.3-4.8.10.12.17; XVII, 1; XXI, 9.
No confundir con:
Ποτήριον (cáliz): cfr. Apoc. XIV, 10; XVI, 19; XVII, 4; XVIII, 6.
γῆν (tierra):
cfr. Apoc. I, 5.7; V, 3.6.10.13; VI, 13.15; X, 2.5-6.8; XI,
4; XIV, 7; XVII, 2.5.18; XVIII, 1.3.9; XIX, 2.19; XX, 8-9.11; XXI, 1.24. Ver
Apoc. III, 10; VI, 4.8.10; VII, 1-3; VIII, 5.7.13; IX, 1.3-4;
XI, 6.10.18; XII, 4.9.12-13.16; XIII, 3.8.11-14; XIV, 3.6.15-16.18-19; XVI,
1.18; XVII, 8; XVIII, 3.11.23-24.
Ἕλκος (úlcera): cfr. Lc. XVI, 21 (rico Epulón y el pobre Lázaro); Apoc. XVI, 11 (quinta Copa).
Κακὸν (fea): cfr. Lc. XVI, 25 (parábola del rico Epulón y el pobre Lázaro). Ver Apoc. II, 2.
πονηρὸν (mala): Hapax en el Apoc.
ἀνθρώπους (hombres): cfr. Apoc. VIII, 11; IX, 4.6.10.15.18.20; XIII, 13; XIV, 4 (?); XVI, 8-9.18.21. Ver Apoc. VIII, 13.
χάραγμα (marca): cfr. Hech. XVII, 29; Apoc. XIII, 16-17; XIV, 9.11; XIX, 20; XX, 4.
θηρίου (Bestia): cfr. Apoc. XI, 7; XIII, 1-4.11-12.14-15.17-18; XIV, 9.11; XV, 2; XVI, 10.13; XVII, 3.7-8.11-13.16-17; XIX, 19-20; XX, 4.10. Ver Apoc. VI, 8; XVIII, 2.
τοὺς προσκυνοῦντας (los que se postran): cfr. Apoc. III, 9; IV, 10; V, 14; VII, 11; XI, 16; XIII, 4.15; XIV, 7; XV, 4; XIX, 4.10.20; XXII, 8-9.
Latría: Apoc. IX, 20; XIII, 8.12; XIV, 9-11; XX, 4. (Parecería que siempre en sentido peyorativo de idolatría).
Duda: Apoc. XI, 1; XV, 4.
Cfr. Apoc. XIX, 10.
Εἰκόνι (imagen): Cfr. Mt. XXII, 20; Mc. XII, 16; Lc. XX, 24 (el César); Rom. I, 23 (los ídolos); Apoc. XIII, 14-15; XIV, 9.11; XV, 2; XIX, 20; XX; 4 (la Bestia).
Notas Lingüísticas:
Zerwick: “πονηρὸν: que causa dolor”.
Comentario:
La tierra, como siempre, es Babilonia y por este versículo se ve que con “los habitantes de la tierra” se designa solamente el grupo que adora con culto de latría a la Bestia y no exclusivamente a los que viven en Babilonia.
Allo: “Úlcera”, cfr. Ex. Ex, 9-10, la sexta plaga de Egipto; Deut. XXVIII, 35”.
Wikenhauser: “La primera copa se derrama sobre la tierra firme, produciendo en los adoradores de la Bestia úlceras malignas y dolorosas (v. 11). En castigo por haber envilecido su cuerpo con la señal distintiva de la Bestia, se ven ahora atormentados con úlceras, también en su cuerpo; es una réplica de la sexta plaga de Egipto, en que Moisés y Aarón esparcieron ceniza hacia el cielo a la vista del Faraón, produciendo pústulas y tumores tanto en los hombres como en los ganados (Ex. IX, 8-12)”.
Alápide: “Esta úlcera y las demás plagas parecería que deben entenderse literalmente como suenan”.
Biblia de Sacy: “Esta plaga responde a la sexta con la que Dios castigó a los egipcios, cuando dijo: “Tomaron, pues, hollín de horno, y poniéndose delante del Faraón, lo esparció hacia el cielo; y hubo tumores que producían úlceras, tanto en los hombres como en las bestias” (Ex. IX, 10). Estas úlceras estaban acompañadas de inflamación y descomposición y cubrían todo el cuerpo, dice Filón”.
Ribera: “Y se produjo una úlcera fea y mala: muchos interpretan estas plagas moralmente de las plagas espirituales del alma, como Beda, pero nosotros buscamos el sentido histórico (…) Yo más bien creo que se debe tomar en sentido propio y que significa una úlcera en la parte oculta en el interior del hombre que, mientras más escondida está, peor es, al igual que las plagas de Egipto: “Y hubo tumores que producían úlceras, tanto en los hombres como en las bestias. Ni los magos pudieron mantenerse delante de Moisés a causa de los tumores; pues los magos tenían los mismos tumores que todos los egipcios” (Ex. IX, 10-11). La llama pésima, como suele hacer la Escritura, porque aflige mucho…”.
Ribera: “Puesto
que no se indica el lugar de la herida, como se acostumbra, entonces tal vez se
explicará mejor de todo el cuerpo, como en Deut. XXVIII, 35: “El Señor te
herirá con úlceras malignas en las rodillas y en las piernas, y no podrás
curarte desde la planta del pie hasta la coronilla de la cabeza”, y Job II, 7:
“Salió Satanás de la presencia de Jehová, e hirió a Job con una úlcera maligna
desde la planta de los pies hasta la coronilla de la cabeza”.