viernes, 22 de septiembre de 2023

Algunas notas a Apocalipsis XV, 2

 2. Y vi como un mar vítreo mezclado con fuego y a los que vencieron de la Bestia y de su imagen y del número de su nombre, estando de pie sobre el mar, el vítreo, teniendo cítaras de Dios. 

Concordancias: 

θάλασσαν (mar): cfr. Apoc. IV, 6. Ver Apoc. V, 13; VII, 1-3; VIII, 8-9; X, 2.5-6.8; XII, 12.17; XIII, 1; XIV, 7; XVI, 3; XVIII, 17.19.21; X, 8.13; XXI, 1. 

ὑαλίνην (vítreo): Sólo en el Apoc. cfr. Apoc. IV, 6. 

Μεμιγμένην (mezclado): cfr. Mt. XXVII, 34; Lc. XIII, 1; Apoc. VIII, 7. 

πυρί (fuego): cfr. Apoc. I, 14; II, 18; III, 18; IV, 5; VIII, 5.7-8; IX, 17-18; X, 1; XI, 5; XIII, 13; XIV, 10.18; XVI, 8; XVII, 16; XVIII, 8; XIX, 12.20; XX, 9-10.14-15; XXI, 8. 

νικῶντας (vencedores): cfr. Apoc. II, 7.11.17.26; III, 5.12.21; V, 5; XII, 11; XVII, 14; XXI, 7. Ver Lc. XI, 22; Jn. XVI, 33; Rom. III, 4; XII, 21; I Jn. II, 13-14; IV, 4; V, 4-5; Apoc. VI, 2; XI, 7; XIII, 7. 

θηρίου (Bestia): cfr. Apoc. XI, 7; XIII, 1-4.11-12.14-15.17-18; XIV, 9.11; XVI, 2.10.13; XVII, 3.7-8.11-13.16-17; XIX, 19-20; XX, 4.10. Ver Apoc. VI, 8; XVIII, 2. 

Εἰκόνος (imagen): cfr. Mt. XXII, 20; Mc. XII, 16; Lc. XX, 24 (el César); Rom. I, 23 (los ídolos); Apoc. XIII, 14-15; XIV, 9.11; XVI, 2; XIX, 20; XX; 4 (la Bestia). 

ἀριθμοῦ (número): cfr. Apoc. V, 11 (Virtudes ante el Trono); VII, 4 (sexto Sello); IX, 16 (sexta Trompeta); XIII, 17-18 (número de la Bestia); XX, 8 (Gog-Magog). 

Ὄνόματος (nombre): cfr. Apoc. II, 3.13.17; III, 1.4-5.8.12; VI, 8; VIII, 11; IX, 11; XI, 13.18; XIII, 1.6.8.17; XIV, 1.11; XV, 4; XVI, 9; XVII, 3.5.8; XIX, 12-13.16; XXI, 12.14; XXII, 4. 

ἑστῶτας (estando de pie): cfr. Apoc. III, 20; V, 6; VI, 17; VII, 1.9.11; VIII, 2.3; X, 5.8; XI, 4.11; XII, 4.17; XIV, 1; XVIII, 10.15.17; XIX, 17; XX, 12. 

κιθάρας (cítaras): cfr. I Cor. XIV, 7; Apoc. V, 8; XIV, 2. 

 

Notas Lingüísticas: 

Zerwick: “ἐκ (de la Bestia… imagen… número): connota el peligro o lucha de la que salieron vencedores”. 

Bonsirven: “El texto dice una especie de mar de vidrio; la conjunción ὡς que traducimos por una especie de, indica esta vez, como otras muchas, una realidad definida, diferente sin embargo de la realidad material que conocen los sentidos; medio sencillo y primitivo para significar la analogía entre los objetos terrenos y los celestiales y señalar la superioridad de estos últimos, su diferencia trascendente”. 

 

Comentario: 

La tipología con el paso por el mar rojo es clara. 

Crampon: “Alusión simbólica al mar Rojo, en cuanto que abrió camino a los hebreos y devoró a los impíos, como lo muestra el v. 3, donde se hace mención del cántico de Moisés, y la analogía de las plagas que siguen con las de Egipto”. 

Wikenhauser: “Antes que los siete ángeles de las copas entren en escena, el vidente contempla a los vencedores del Anticristo, en el cielo, de pie ante el trono de Dios, y oye su canto, que acompañan con cítaras. Son “cítaras de Dios”, en cuanto son instrumentos celestiales y reservados a la alabanza divina. La escena, que reproduce parte de lo dicho en VII, 9-16, dentro de la serie de los sucesos escatológicos sigue cronológicamente a los tres años y medio de la gran tribulación (Apoc. XIII, 7-15). Los vencedores son todos aquellos que no se plegaron a la potencia enemiga de Cristo; se trata, pues, de los mártires (Apoc. XII, 11), o al menos son éstos los que ocupan el primer lugar”. 

Wikenhauser: “Según IV, 6, delante del trono de Dios se extiende un mar de vidrio o de cristal; aquí se dice además que está mezclado con fuego (se alude posiblemente a los rayos), signo del inminente juicio de Dios”. 

Bartina: “El pavimento del cielo, inmenso como mar y traslúcido como cristal, estaba mezclado con fuego. Se ha de tener presente que el gran mar del firmamento, visto por arriba, era el pavimento celeste, según los hebreos. Nunca hay olas en el azul del firmamento. Como en el cielo brillan las estrellas, lucían también por la otra parte (Enoc, XIV, 9-13; LXXI, 5-6). Es verdad que a veces se habla en la Biblia de granizo mezclado con fuego, que son los rayos (Ex. IX, 24; Sab. XVI, 22), pero de la parte del cielo hacia arriba no hay relámpagos para sus tranquilos moradores. Aquí la palabra fuego equivale a centelleo[1]. Ve Juan allí a un grupo muy nutrido de santos, como otras veces; pero ahora son los mártires, o principalmente mártires, que han vencido no sucumbiendo ante la Bestia imperial, su imagen y su cifra, por no querer adorarlos ni admitir nada de ellos (cf. cap. XIII). Están ante el trono de Dios, radiantes y resplandecientes, y tienen en sus manos cítaras de Dios. Se trata de un superlativo semítico que equivale a cítaras grandísimas por el número de cuerdas, con lo que se expresa la amplitud y calidad musical de la instrumentación, y, por ende, el vuelo de la cantata”. 

El fuego que aludiría a los rayos, parecería indicar que el vidente está viendo todo esto desde la tierra y no desde el cielo. 

Gelin: “Tal vez la expresión cítaras de Dios, al igual que trompeta de Dios (I Tes. IV, 16) buscan traducir el carácter sobrehumano de estos instrumentos. Cfr. en el AT las expresiones “montañas de Dios” (= montañas inaccesibles) Sal. XXXV, 7, “cedros de Dios” (= cedros elevados) Sal. LXXIX, 11”. 

Swete: “No están sobre la orilla del mar, como Israel en Ex. XIV, 30, sino sobre el mismo mar que forma el pavimento sólido (cf. Mt. XIV, 25 ss.) de la última aproximación al Trono (IV, 6). Su éxodo del Egipto espiritual (XI, 8) los ha conducido al Mar Rojo del martirio, que ha sido cambiado ahora por el Mar de Cristal del Cielo”. 

Biblia de Sacy: “Representa a los Santos sobre un mar transparente como verde; este mar parece a san Juan como el mar de bronce que estaba en el Templo y que servía para lavar a las víctimas (…) Algunos creen, con gran verosimilitud, que este mar transparente es el globo del cielo o firmamento sobre el cual reina Jesucristo con los Santos. El firmamento, para los que lo ven de abajo, parece al cristal, dice San Jerónimo. Además, la Escritura nos enseña que, en la creación del universo, Dios puso un océano de agua por encima del firmamento, que sin duda es más pura y cristalina que la de aquí abajo; se puede decir también que parecen mezcladas con fuego a causa del sol y las estrellas brillantes que están adheridas al firmamento”. 

Calmet: “Y vi como un mar vítreo mezclado con fuego: Un estanque muy vasto, muy magnífico, lleno de un agua pura como cristal y brillante como fuego. No vemos allí otro misterio más que el mismo de IV, 6: “Como un mar de vidrio semejante a cristal”. Era un estanque lleno de agua, que se le mostró a San Juan delante del trono de Dios en el cielo; así como había en el Templo un recipiente muy grande de bronce llamado mar y como en la Corte de los Grandes y Príncipes de Oriente, se ven estanques y surtidores de agua en las salas y departamentos. Fue en este estanque donde estaban puestos los santos Mártires con sus instrumentos de música, alabando a aquel que les había dado la victoria sobre la Bestia”. 

Calmet: “Teniendo cítaras de Dios: Las harpas y demás instrumentos de música que estaban en uso en el Templo del Señor (Jer. IV, 17); o instrumentos de música excelentes y completamente divinos. En el Templo de Jerusalén, los levitas, con sus harpas y trompetas, estaban puestos muy cerca del altar de los holocaustos. Estos estaban alrededor del recipiente de agua”. 

Bauckham: “En XV, 2-4 se utiliza la imagen del nuevo éxodo, uno de los motivos simbólicos dominantes del Apocalipsis. En XV, 2 se ve a los mártires salir triunfantes de su conflicto con la bestia, y su paso por el martirio hacia el cielo se compara con el paso de los israelitas por el Mar Rojo, pues el mar de cristal del cielo (cf. IV, 6) se mezcla ahora con el fuego del juicio divino (XV, 2)… el mar de cristal es el suelo del cielo, están de pie sobre él. Pero la frase alude también a los israelitas que, tras atravesar ilesos el Mar Rojo, se situaron junto a él y entonaron el cántico con el que celebraron el gran acto de liberación de Jehová (Ex. XV). Al igual que los israelitas, los mártires del cielo cantan "el cántico de Moisés" (XV, 3), pero también es "el cántico del Cordero", porque el nuevo éxodo es una victoria que han obtenido gracias a la sangre del nuevo Cordero pascual (cf. VII, 14; XII, 11). 

(…) 

Juan escribe una nueva versión del cántico de Moisés para ofrecer una interpretación de la liberación en el Mar Rojo y su antitipo escatológico 

Un paralelismo aún más pertinente, que sin duda Juan conocía bien, se encuentra en Is. XI. El nuevo acontecimiento de salvación del futuro, previsto en la última parte del cap. XI, se representa allí como un nuevo éxodo, comparado explícitamente con el éxodo de Egipto (XI, 15-16). Por lo tanto, en ese gran día de la salvación escatológica, los israelitas volverán a cantar el cántico que habían entonado en el Mar Rojo. Pero las palabras del cántico (o más bien de los dos cánticos) que se dan en Is. XII, 1-2 y 4-6, son una nueva versión del cántico de Éx. XV, 1-18. Los dos versículos iniciales del cántico de Ex. XV, 1-2 se repiten en Is. XII, 2b.5a. Pero, por lo demás, las palabras de los dos cantos del nuevo éxodo no son las de Ex. XV, 1-18. Sin embargo, también hay que tener en cuenta que la apertura del segundo de los dos cantos (Is. XII, 4) corresponde textualmente al primer versículo del Sal. CV. Además, hay otras alusiones al salmo en XII, 5 y probablemente en XII, 3.

La razón del uso del Sal. CV en Is. XII se debe, sin duda, en parte a que es un salmo que celebra el éxodo, por lo que puede entenderse como apropiado para una celebración del nuevo éxodo, junto con Ex. XV. Pero también tiene vínculos verbales con Ex. XV, 1-18, en los vv. 2 y 5: 

“Cantadle, entonadle salmos, relatad todas sus obras maravillosas…

Acordaos de las maravillas que hizo”. 

Las palabras dadas en hebreo corresponden a frases de Ex. XV, 1 y 11. La exégesis judía utilizaba mucho el principio de que los pasajes en los que aparecen las mismas palabras y frases pueden utilizarse para interpretarse mutuamente (más o menos el principio conocido en la terminología exegética rabínica posterior como gezera sawa). Estos vínculos verbales entre Ex. XV y el Salmo CV pueden entenderse en el sentido de que este último celebra el mismo acontecimiento de salvación que el primero…

Está claro que Apoc. XV, 3-4 pertenece a esta tradición que relaciona el canto de Ex. XV con el nuevo éxodo del futuro. Probablemente sea significativo, en este sentido, que el cántico se llame allí "el cántico de Moisés, el siervo de Dios" (XV, 3). Esto alude al versículo del Éxodo que precede inmediatamente al canto (XV, 30: "el pueblo… creyó en el Señor y en su siervo Moisés"), pero también indica que Moisés era uno de los "siervos profetas" de Dios a los que anunció el misterio de la llegada de su reino (Apoc. X, 7).

En la lectura que hace Juan del cántico de Ex. XV, es probable que los siguientes puntos hayan tenido importancia:

1. El poderoso acto de juicio de Dios sobre sus enemigos, que fue también la liberación de su pueblo (Ex. XV, 1-10.12).

2. El poderoso acto de juicio de Dios demostró su incomparable superioridad sobre los dioses paganos: 

“¿Quién como Tú, Jehová, entre los dioses? ¿Quién, como Tú, glorioso en santidad, terrible en prodigios, hacedor de maravillas?” (Ex. XV, 11). 

3. El poderoso acto de juicio de Dios llenó de temor a las naciones paganas (Ex. XV, 14-16).

4. Llevó a su pueblo a su templo (Ex. XV, 13.17).

5. La canción concluye: 'El Señor reinará por los siglos de los siglos' (Ex. XV, 18). 

(…) 

El punto 2 es claramente relevante para la preocupación del Apocalipsis por demostrar la imposibilidad de comparar el único Dios verdadero frente a las pretensiones idolátricas de la bestia. Por lo tanto, las palabras con las que el mundo entero adora a la Bestia en XIII, 4 son en realidad una parodia de estas palabras del cántico de Moisés: '¿Quién es como la bestia, y quién puede luchar contra ella?' Juan entiende el nuevo éxodo como la demostración de Dios de su incomparable deidad a las naciones, refutando la pretensión de deidad de la bestia. 

(…) 

Recordando que esta versión del cántico de Moisés es cantada por los mártires en su triunfo sobre la bestia y que también se llama "el cántico del Cordero", ahora podemos entender mejor su relación con Apoc. XIII 4, que parodia el mismo versículo del cántico de Moisés (Ex. XV, 11): "¿Quién es como la bestia, y quién puede luchar contra ella?". En XIII, 3-4, la adoración de la bestia, expresada en esta aclamación, es el resultado de la impresión causada en los habitantes del mundo por la recuperación de la bestia de su herida mortal. Esto se entiende como una demostración de la invencibilidad de la bestia. En XV, 2-4 vemos cómo esta prueba de la deidad de la bestia es refutada por la demostración de la deidad única del único Dios verdadero. Así como la herida mortal y la recuperación de la bestia se toman para demostrar su deidad, la muerte y resurrección del Cordero, atestiguada por el martirio y la vindicación de sus seguidores, demuestra la deidad del Dios verdadero. La Venganza de los mártires es la victoria de Dios celebrada en el canto del Cordero, que se corresponde con las maravillas realizadas por Jehová en el Mar Rojo. Así como estas últimas condujeron al reconocimiento atónito de su deidad por parte de las naciones que oyeron hablar de ellas (Ex. XV, 14-16), las primeras conducen al arrepentimiento y la adoración de todas las naciones (Apoc. XV, 4). Por lo tanto, el sentido de XV, 2-4 se corresponde estrechamente con el de XI, 11-13”. 

Bauckham: “(Esta sección), en la que los mártires del cielo cantan el cántico de Moisés (XV, 2-4), está enmarcada por el relato de la preparación de los siete ángeles para derramar las siete últimas plagas, que completan la ira de Dios sobre el mundo pecador (XV, 1.5-8). La sección también tiene vínculos verbales con este relato (grande y sorprendente, XV,1 y 3) y también con el relato de las siete plagas (justos y verdaderos, XV, 3 y XVI, 7). Además, las siete plagas siguen el modelo de las plagas de Egipto, lo que las relaciona con el mismo motivo del nuevo éxodo que emplea XV, 2-4”. 

Shea: “Apoc. XV, 2-4 trata de la misma escena y tema, y es una continuación de la escena introductoria de XIV, 1-5. Sin embargo, una vez que se reconocen los paralelismos con el Éxodo, resulta evidente la razón de esta escena introductoria, debido a que es paralela a la imagen del pueblo al llegar al Monte Sinaí. Fueron victoriosos sobre la bestia de Egipto, así como este nuevo Israel espiritual será victorioso sobre la bestia de su propio tiempo. Pero esa victoria y su estado en la victoria es también preliminar a lo que sigue”.


 [1]Algunos comentaristas subrayan mucho la semejanza entre el pueblo de Dios librado de los egipcios junto al mar Rojo, a lo cual pronto se hará alusión, y esta multitud, también triunfante, con el mar de vidrio. Sin embargo, parecen ser dos cosas muy distintas. Moisés y los suyos pasaron el mar Rojo; los vencedores de la Bestia, que no son todo el pueblo de Dios, están en el mar hialino”.