Nota del
Blog: Hermosa y muy natural
explicación de un pasaje evangélico un tanto difícil, escrita por el P. R.
Thibaut S.J. y publicado por la Nouvelle
Revue Théologique, Tomo 54 (1927), p. 208-211.
Los
judíos lanzaron finalmente el grito decisivo:
“Nosotros tenemos una Ley y, según esta Ley, debe
morir, porque se ha hecho Hijo de Dios.”
Ante
estas palabras, remarca San Juan (XIX, 8), Pilatos temió aún más. Al entrar de nuevo al pretorio, le dijo a
Jesús:
“¿De dónde eres Tú?”.
Jesús
no le dio respuesta.
“Díjole, entonces, Pilatos: “¿A mí no me hablas? ¿No
sabes que tengo el poder de librarte y el poder de crucificarte?”.
Esta
vez, Jesús responde:
“No tendrías
sobre Mí ningún poder, si (poder) no te hubiera sido dado de lo alto, por esto
quien me entregó a ti, tiene mayor pecado”.
Después
de esta respuesta, nota todavía San Juan (XIX, 12), Pilatos busca salvar a
Jesús.
En
esta breve respuesta de Nuestro Señor, hay al menos cinco elementos que los
comentadores han interpretado en forma diversa.
1) El poder
reconocido a Pilatos: ¿Es un poder legítimo, privilegio del gobernador
romano, o bien una pura licencia de obrar, común a todos los enemigos de
Cristo, cuya hora ha venido junto con el poder de las Tinieblas? (Lc. XXII,
53).
2) El origen de
ese poder: ¿Es Dios que inviste a Pilatos de una particular autoridad o
al menos permitiéndole hacer crucificar a Jesús, o bien Satán cuyo “reino es de
una región superior a la nuestra”? (Cfr. Le Camus, Vie
de Notre-Seigneur, tomo 3, p. 324, nota 3).
3) El hecho que
agrava el pecado del que ha entregado a Jesús: ¿Está sobreentendido (y
entonces no queda más el apuro de la elección) o bien es el poder reconocido a
Pilatos, o no es más bien el carácter condicional de ese poder? (cfr.
Jansenius Gand.).
4) El que ha
entregado a Jesús a Pilatos: ¿Es Satanás, Judas, Caifás, los judíos en
general o incluso todos los pecadores por cuya salvación Dios sacrificó a su
Hijo?
5) El pecado
menos grande que sobreentiende el pecado más grande del traidor, sea quien
sea: ¿Es, según la opinión recibida, el pecado de Pilatos? ¿No es más bien
el pecado del traidor, pero en una hipótesis no realizada? ¿En la hipótesis en
que Pilatos no hubiera tenido ninguna
clase de poder sobre Jesús (opinión de Loisy descartada por el P.
Lagrange), o bien en la hipótesis en que Pilatos hubiera tenido todo poder sobre el acusado, es decir,
si este hubiera sido un hombre como otro y no el Hijo de Dios?
Creemos
que hay que adoptar esta última hipótesis. El segundo término de la comparación
no es el pecado de Pilatos (todavía futuro), sino el del traidor en el estado aparente de las cosas que Pilatos ha
formulado en su exabrupto y que Nuestro Señor desmiente en su respuesta. Esta
respuesta deviene menos oscura si invertimos el orden de las proposiciones,
invirtiendo al mismo tiempo el sentido de su conjunción: el que me ha
entregado a ti tiene un pecado más grande[1], porque tú no tendrías
sobre mí ningún poder, si no te hubiera sido dado de lo alto, es decir, porque,
siendo Hijo de Dios, estoy naturalmente fuera de tu jurisdicción.
Admitido
esto, todas las dificultades desaparecen.
1) El poder de Pilatos es un poder precario,
condicional, naturalmente irreal, del cual no usará el detentador sino en
cuanto se lo permita el mismo acusado. Jansenio el Grande (1596) ya lo había
remarcado, pero sin adivinar, parece, por qué la naturaleza débil del poder de
Pilatos agravaba la falta de los judíos. Es que el contexto pone allí la
afirmación del carácter divino del acusado, y que entregar un Dios (sacrilegio)
es más grave que entregar un puro hombre (injusticia).
2) El permiso que hace capaz a Pilatos de hacer
bien o mal a Jesús viene evidentemente de Dios.
3) El hecho que agrava el pecado del que entregó a
Jesús a Pilatos, es que Pilatos no tendría ningún poder sobre Jesús sin el
permiso divino; es toda la primera proposición: “no tendrías… si…”, y no el
sobreentendido del irreal: “pero tú has de hecho…”.
4) No importa para nada saber nominalmente quién
entregó al Hijo de Dios, porque se trata del hecho de entregarlo, la
formalidad misma del que entrega al Hijo de Dios, es eso lo que Nuestro
Señor tiene en cuenta aquí y no otra cosa.
5) En cuanto a la falta futura de Pilatos, ella no
puede ser vista directamente, como se ha creído generalmente. Sin embargo, está
implícita en el mismo juicio dado sobre la falta de los judíos: si es más
grave entregar al Hijo de Dios, es más grave aún condenarlo.
La
interpretación que proponemos hace más que resolver las dificultades del texto.
Relaciona el texto con el contexto y explica la actitud de Nuestro Señor. Al
responder al exabrupto de Pilatos, Nuestro Señor responde al mismo tiempo la
pregunta precedente: “¿De dónde eres?”. Pues, negar que el juez tenga
naturalmente al acusado en su poder, es afirmar que ese acusado es de una
condición excepcional, que es verdaderamente lo que los judíos le señalan y que
hay en Él ese Dios escondido cuyo presentimiento aumentó la inquietud de
Pilatos. El maius peccatum es un eco
del magis timuit.
Nuestro
Señor es, pues, condescendiente. También es justo. Está muy lejos de decirle al
dubitante Pilatos que su pecado eventual será siempre menor que el de los
judíos; por el contrario, le declara que el pecado de los judíos es más
grave que lo que se imagina y que, por lo tanto, debe pensar dos veces cooperar
con él. Y Pilatos comprendió bien la lección. Redobló los esfuerzos para salvar
al misterioso desconocido. Pero ¡ay!, el miedo al César acallará finalmente el
miedo al Dios escondido.
[1] Nota del Blog: “Tiene un pecado más grande… que el que te imaginas”, como se vé más
abajo.