jueves, 22 de junio de 2017

El que ha de Volver, por M. Chasles. Apéndice III, La Vuelta y el Reino de Cristo en la Liturgia (II de IV)

TIEMPO DE EPIFANIA

La Epifanía es la verdadera fiesta de Cristo Rey que la Iglesia celebra desde hace siglos. Toda su literatura está orientada a la alabanza de la realeza maravillosa de Cristo.

Hemos hecho notar que un día los judíos supieron mostrar a los gentiles dónde estaba su Rey[1]. Estos lo encontraron, en cambio las tinieblas espirituales cegaron a los judíos. Pero en el último día su nombre será conocido por todos: "Rey de Reyes y Señor de señores" (Apoc. XIX, 16).

El Introito de la Epifanía canta esta realeza (Mal. III, 1 y I Paral. XXIX, 12): "Ha llegado el Soberano Señor; en su mano tiene el reino, el poder y el imperio".

El salmo LXXII contiene casi todos los trozos cantados de esta fiesta, tanto en la Misa como en el Breviario. Algunos versículos de este salmo son particularmente típicos para mostrar cuál será la realeza futura del Mesías: "Y Él dominará de mar a mar. y desde el Río hasta los confines de la tierra. Ante Él se prosternarán sus enemigos, y sus adversarios lamerán el polvo. Los reyes de Tarsis y de las islas le ofrecerán tributos; los reyes de Arabia y de Sabá le traerán presentes. Y lo adorarán los reyes todos de la tierra”

Todos estos textos no pueden referirse sino a la segunda venida y Reino, puesto que el día en que los Magos llegaron a Belén, su cortejo no se parecía a esa enumeración de reyes de que nos habla el salmo LXXII, ni a la que describe magníficamente Isaías LX y que nos presenta la Epístola. "Muchedumbre de camellos te inundará, dromedarios de Madián y Efá. Todos ellos vienen de Sabá, trayendo oro e incienso y pregonando las glorias de Yahvé".


A raíz de las excavaciones hechas en Persépolis, ha aparecido una escala monumental que ilustra admirablemente esos cortejos de príncipes llevando sus regalos y cuya descripción es tan viva en el salmo LXXII y en Isaías.

Los tiempos de Adviento, Navidad y Epifanía, forman por el conjunto de sus textos litúrgicos una síntesis de la vuelta y del Reino de Jesús. Forman como escalones que cada año nos permiten avanzar en la comprensión de los grandes misterios futuros. Acercan admirablemente las dos venidas del Señor: "Viene para salvar a su pueblo de los pecados", dice el ángel a José (1° Adv). "Viene para reinar sobre la casa de Jacob”, dice el ángel a la Virgen María (2° Adv.). Se ofreció una sola vez para llevar los pecados de muchos, otra vez aparecerá, sin pecado, a los que le están esperando para salvación (Heb. IX, 28).


CICLO DE PASCUA

El ciclo de Pascua que comienza con Septuagésima, no se preocupa de poner en evidencia la vuelta de Jesús como lo hace el ciclo de Navidad.

En la Iglesia primitiva la Cuaresma era la gran preparación al bautismo; la liturgia será entonces una enseñanza para los catecúmenos. Nos recuerda la importancia que tiene el acercar el Antiguo al Nuevo Testamento (misas diarias de Cuaresma), a encontrar en la lectura de la palabra de Dios la verdadera vida del alma. "La semilla es la palabra de Dios" (Lc. VIII, 11° Dom. de Sexagésima). "No de pan sólo vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios" (Mt. IV, 4. 1° Domingo de Cuaresma).

Escogeremos dentro del ciclo de Pascua sólo algunos textos absolutamente típicos que anuncian la vuelta y el reino.

FIESTA DE LA ASCENSION. La Epístola de este día nos asegura en términos absolutamente claros la segunda venida: "Este Jesús que de en medio de vosotros ha sido recogido en el cielo, vendrá DE LA MISMA MANERA que lo habéis visto ir al cielo" (Hech. I, 11).

FIESTA DE PENTECOSTES. En el Evangelio leemos la promesa de la vuelta. "Me voy y volveré a vosotros" (Jn. XIV, 28) y los trozos cantados del salmo CXVIII dicen la gloria de Aquél que vencerá definitivamente a sus enemigos.

La liturgia de la popular fiesta, de CORPUS CHRISTI, nos hace repetir — tres veces al día en Breviario — "¡Hasta que El venga!"[2]. "Anunciaréis la muerte del Señor hasta que El venga" (I Cor. XI, 26).

El nuevo oficio de la FIESTA DEL SAGRADO CORAZON ha escogido como segunda lección el texto de Jeremías. Es la vuelta, terrible para los impíos, de Jesús en un torbellino, en el furor impetuoso de la tempestad que va a desencadenarse sobre los culpables. "No cesará el ardor de la ira de Yahvé hasta realizar y cumplir los designios de su corazón. AL FIN DE LOS TIEMPOS ENTENDERÉIS ESTO(Jer. XXX, 24)[3].

La liturgia de la FIESTA DE CRISTO REY es un maravilloso epitalamio para mostrarnos la Vuelta y el Reino. Forman parte de ella los textos más notables del Apocalipsis, de Daniel, de San Pablo y de San Juan. Citaremos sólo uno — SERIA NECESARIO CITARLOS TODOS: — “¿Entonces eres tú rey? Jesús responde a Pilatos: "Tú lo dices, yo soy Rey y para eso he nacido" (Jn. XVIII, 36). Este texto resume en sí la liturgia incomparable de esta fiesta que hace cantar a los cristianos los Salmos Reales. Son estos los salmos XCII, XCVI, XCVIII que comienzan todos por estas palabras: "El Señor es Rey". Esta fiesta es la expresión verdadera del brillo glorioso de su reino[4].

En la FIESTA DE TODOS LOS SANTOS la liturgia nos presenta una síntesis del misterio del reino: reino de gracia y reino de gloria. Reino de gracia aquel que se abre a nuestra alma y que el Evangelio de las Bienaventuranzas nos enseña a construir en nosotros mismos por la pobreza, la dulzura, las lágrimas, el amor de la justicia, de la misericordia, de la paz. La Epístola nos transporta por la lectura del Apocalipsis (VII, 2-12), al Reino de la gloria, "a la hora admirable de la concentración del nuevo pueblo de Dios compuesto, por una parte, de ciento cuarenta y cuatro mil, pertenecientes a las doce tribus de Israel que fueron marcadas y, además, por la multitud incontable de todas las naciones y tribus, de todos los pueblos y lenguas. ¡Todos, Judíos y Gentiles, "están de pie frente al trono en presencia del Cordero!".

Esta última fiesta del año litúrgico es de una síntesis prodigiosa: reino de gracia y reno de gloria[5], en donde será hecha la concentración de todos los elegidos, ¡Aleluya!




[1] Cf. el capítulo: "¿Dónde está el Rey de los Judías que acaba de nacer?".

[2] Ver Capítulo: "Hasta que El venga".

[3] Todo este capítulo de Jeremías es escatológico y responde a nuestro estudio: "Él quiebra las cabezas sobre toda la tierra".

[4] Ver Capítulo: "Yo soy Rey y para esto he nacido".

[5] Ver Capítulo: "Mientras vivimos es preciso acercarnos al trono de la gracia".