martes, 6 de junio de 2017

El Katéjon, II Tes. II, 6-7 (VIII de XV)

Después de lo dicho hasta aquí tenemos que analizar con más detalle los vv. 3-7, pues todavía hay cosas por aclarar.

3. Nadie os engañe en alguna manera: si no viniere la apostasía primero y se revelare el hombre de la iniquidad, el hijo de la perdición;
4. el que se opone y levanta sobre todo el que se dice Dios o numen; hasta él en el Santuario de Dios sentarse, probándose a sí mismo que es Dios—
5. ¿No recordáis que, todavía estando con vosotros, esto os decía?
6. Y ahora lo que detiene, sabéis, para que él se revele en el tiempo suyo.
7. En efecto, el misterio ya está obrando de iniquidad; sólo el que detiene ahora, hasta que del medio surja.


a) Katéjon como neutro y masculino.

Conocida es la distinción que los exégetas han visto (o procurado ver) entre el katéjon neutro y masculino (lo que y el que detiene, respectivamente), dando para ambos términos dos interpretaciones diversas que los habituados a la exégesis de este capítulo conocerán de sobra, pero de nuevo tenemos que decir que nos parece estar ante otra suposición.

Antes de meternos de lleno en el tema, notemos tan sólo algunas interpretaciones de carácter más general que se acercan más de lo que parece a primera vista a nuestra posición, tal como luego veremos en el punto siguiente:

Zorell:

κατ-έχω: Parecería que la mejor es la sentencia de los Padres, según la cual el imperio Romano es τὸ κατέχον, y el Emperador ὁ κατέχων (…), para otros como Reischl, Crampon, Griesbach, τὸ κατέχον es la apostasía, ὁ κατέχων el hombre de pecado (v. 3), lo que retarda el día y venida del Señor”.

Crampon:

Lo que retiene, versículo 6, es pues el conjunto de las condiciones previas a la venida de Cristo, es decir, la apostasía y la aparición del anticristo.  El que lo retiene: es el anticristo que debe, antes de la venida de Cristo, salir del medio de la humanidad entrenada por el espíritu anticristiano”.

¿Cuál es, nos preguntamos antes que nada, la necesidad de multiplicar los significados cuando gramaticalmente nada lo exige?


Creemos que no hay que pasar por alto esta atinada observación de Beda Rigaux[1]:

“Pablo habla al comienzo de τὸ κατέχον y luego de ὁ κατέχων ¿Qué se puede concluir de esta alternancia del neutro y del masculino? La mayoría de los autores ven aquí un cambio intencional y suponen dos entidades distintas bajo esta doble denominación: al neutro correspondería un príncipe o una colectividad; al masculino, un representante típico de uno u otro. Por ejemplo, el κατέχον sería el imperio romano, el κατέχων el emperador; o bien el primero sería la actividad apostólica, el segundo las obras del Evangelio. Cuando hay penuria de índices en defensa de una hipótesis, la menor indicación es preciosa; aún así no hay que subestimar el valor. En sí, el cambio de género no hará inclinar jamás la balanza en favor de una u otra opinión: todos la explican de una manera plausible. En el fondo, todos infieren dos cosas diferentes: el κατέχον y el κατέχων son dos entidades distintas; una es impersonal y la otra personal. Remarquemos en primer lugar que fuera del cambio de género, nada autoriza a interpretar ambos términos en un sentido diferente. Además, la actividad del κατέχον y del κατέχων es la misma. El primero impide la parusía del hombre de pecado; el segundo el pleno desarrollo de la iniquidad, que debe desembocar en la venida del impío[2]. En fin, el neutro puede ser empleado con un significado masculino ¿No decimos acaso indistintamente en la lengua corriente: “lo que me impide hacer esta acción es tal persona” o bien “el obstáculo a mi actividad es tal o cual”? ¿Además, no es osado apoyar la distinción de dos entidades basado en una distinción de género tan poco pertinente? ¿No hay una forma mucho más adecuada de explicar este cambio súbito? Suponiendo que bajo el κατέχον y el κατέχων no haya más que una sola entidad ¿no se podría explicar de una manera satisfactoria la diferencia de género por la indeterminación de este “reteniente” y por la precipitación en la enunciación de las ideas? Pero en este caso parece más natural hablar de una persona en neutro que de un ser personal en masculino[3], sobre todo si, algunos instantes antes, viene de emplear el género que conviene. A menos que en el segundo caso el Apóstol no haya querido emplear un giro más vivo, ¿no es normal que un pensamiento, expresado al principio confusamente, gane luego en nitidez? Volviendo una segunda vez sobre su idea, Pablo la ha expresado sin dudas en una forma más adecuada. Si al cambiar el neutro en masculino no hubiera tenido en vista más que dar a su pensamiento un giro más animado, le hubiera sido fácil encontrar un término más preciso y neto que este indefinible ὁ κατέχων. En una palabra, nos parece que κατέχον y κατέχων no designan dos entidades distintas, sino una persona o sucesión de personas”.

En definitiva, si “ahora” ya saben bien los Tesalonicenses lo que retarda la venida de Nuestro Señor, lo cual no es otra cosa que lo que les había dicho en los vv. 3-4, a saber, la venida de la apostasía y la revelación del hombre de iniquidad, y luego les vuelve a hablar en el v. 7 sobre el que detiene, entonces tenemos que buscar la explicación de este masculino en los versículos que preceden, y la única solución posible vuelven a ser los vv. 3-4.

La explicación del paso del neutro al masculino nos parece natural y enteramente satisfactoria y por eso creemos, sin más, que el katéjon masculino y neutro es uno solo y que no hay necesidad alguna de multiplicar los entes[4].

Lo cual nos lleva a plantearnos otro problema, no menos interesante y necesario.




[1] Op. cit. pag. 297-8. El autor mantuvo esta opinión 25 años después en su comentario a las Epístolas. Ver la Introducción, pag. 275.

[2] Está claro por lo que hemos dicho hasta aquí que no creemos que la identidad esté en lo que dice el autor sino en que ambos demoran, retardan, la venida de Nuestro Señor.

[3] Sin dudas que aquí viene a la memoria el texto de Mc. XII, 14 y lo que los autores dicen al hablar de “la abominación de la desolación” (género neutro en griego) aplicado a una persona (masculino) que no es sino el Anticristo. Ver lo que ya dijimos AQUI al respecto.

[4] Estrictamente hablando cabe otra posibilidad y es que el neutro indique dos cosas: apostasía y hombre de iniquidad, y el masculino solamente hombre de iniquidad.