Después de lo dicho hasta aquí tenemos que analizar
con más detalle los vv. 3-7, pues todavía hay cosas por aclarar.
3. Nadie os engañe en alguna manera: si no viniere la apostasía primero y
se revelare el hombre de la iniquidad, el hijo de la perdición;
4. el que se opone y levanta sobre todo el que se dice Dios o numen; hasta él
en el Santuario de Dios sentarse, probándose a sí mismo que es Dios—
5. ¿No recordáis que, todavía estando con vosotros, esto os decía?
6. Y ahora lo que
detiene, sabéis, para que él se revele en el tiempo suyo.
7. En efecto, el misterio ya está obrando de iniquidad; sólo el que detiene
ahora, hasta que del medio surja.
a)
Katéjon como neutro y masculino.
Conocida es la distinción que los exégetas han visto
(o procurado ver) entre el katéjon
neutro y masculino (lo que y el que detiene, respectivamente), dando
para ambos términos dos interpretaciones diversas que los habituados a la
exégesis de este capítulo conocerán de sobra, pero de nuevo tenemos que decir
que nos parece estar ante otra suposición.
Antes de meternos de lleno en el tema, notemos tan
sólo algunas interpretaciones de carácter más general que se acercan más de lo
que parece a primera vista a nuestra posición, tal como luego veremos en el
punto siguiente:
Zorell:
“κατ-έχω: Parecería que la mejor es la
sentencia de los Padres, según la cual el imperio Romano es τὸ κατέχον, y el
Emperador ὁ κατέχων (…), para otros como Reischl, Crampon, Griesbach, τὸ
κατέχον es la apostasía, ὁ κατέχων el hombre de pecado (v. 3), lo que retarda
el día y venida del Señor”.
Crampon:
“Lo que retiene, versículo 6, es pues el
conjunto de las condiciones previas a la venida de Cristo, es decir, la
apostasía y la aparición del anticristo.
El que lo retiene: es el anticristo que debe, antes de la venida de
Cristo, salir del medio de la
humanidad entrenada por el espíritu anticristiano”.
¿Cuál es, nos preguntamos antes que nada, la
necesidad de multiplicar los significados cuando gramaticalmente nada lo exige?
Creemos que no hay que pasar por alto esta atinada
observación de Beda Rigaux[1]:
“Pablo habla al comienzo de τὸ κατέχον
y luego de ὁ κατέχων ¿Qué se puede concluir de esta alternancia del
neutro y del masculino? La mayoría de los autores ven aquí un cambio
intencional y suponen dos entidades distintas bajo esta doble denominación: al
neutro correspondería un príncipe o una colectividad; al masculino, un
representante típico de uno u otro. Por ejemplo, el κατέχον sería el
imperio romano, el κατέχων el emperador; o bien el primero sería la
actividad apostólica, el segundo las obras del Evangelio. Cuando hay penuria
de índices en defensa de una hipótesis, la menor indicación es preciosa;
aún así no hay que subestimar el valor. En sí, el cambio de género no hará
inclinar jamás la balanza en favor de una u otra opinión: todos la explican
de una manera plausible. En el fondo, todos infieren dos cosas diferentes: el κατέχον
y el κατέχων son dos entidades distintas; una es impersonal y la otra
personal. Remarquemos en primer lugar que fuera del cambio de género,
nada autoriza a interpretar ambos términos en un sentido diferente. Además, la
actividad del κατέχον y del κατέχων es la misma. El primero impide la
parusía del hombre de pecado; el segundo el pleno desarrollo de la iniquidad,
que debe desembocar en la venida del impío[2]. En fin, el neutro
puede ser empleado con un significado masculino ¿No decimos acaso
indistintamente en la lengua corriente: “lo que me impide hacer esta acción es
tal persona” o bien “el obstáculo a mi actividad es tal o cual”? ¿Además, no es
osado apoyar la distinción de dos entidades basado en una distinción de género
tan poco pertinente? ¿No hay una forma mucho más adecuada de explicar este
cambio súbito? Suponiendo que bajo el κατέχον y el κατέχων no haya más que una
sola entidad ¿no se podría explicar de una manera satisfactoria la diferencia
de género por la indeterminación de este “reteniente” y por la precipitación en
la enunciación de las ideas? Pero en este caso parece más natural hablar de una
persona en neutro que de un ser personal en masculino[3],
sobre todo si, algunos instantes antes, viene de emplear el género que conviene.
A menos que en el segundo caso el Apóstol no haya querido emplear un giro
más vivo, ¿no es normal que un pensamiento, expresado al principio
confusamente, gane luego en nitidez? Volviendo una segunda vez sobre su
idea, Pablo la ha expresado sin dudas en una forma más adecuada. Si al cambiar
el neutro en masculino no hubiera tenido en vista más que dar a su pensamiento
un giro más animado, le hubiera sido fácil encontrar un término más preciso y
neto que este indefinible ὁ κατέχων. En una palabra, nos parece que κατέχον
y κατέχων no designan dos entidades distintas, sino una persona o sucesión de
personas”.
En definitiva, si “ahora” ya saben bien los
Tesalonicenses lo que retarda la
venida de Nuestro Señor, lo cual no es otra cosa que lo que les había dicho en
los vv. 3-4, a saber, la venida de la apostasía y la revelación del
hombre de iniquidad, y luego les vuelve a hablar en el v. 7 sobre el que detiene, entonces tenemos que
buscar la explicación de este masculino en los versículos que preceden, y la
única solución posible vuelven a ser los vv. 3-4.
La explicación del paso del neutro al masculino nos
parece natural y enteramente satisfactoria y por eso creemos, sin más, que el katéjon masculino y neutro es uno solo y
que no hay necesidad alguna de multiplicar los entes[4].
Lo cual nos lleva a plantearnos otro problema, no
menos interesante y necesario.
[1] Op. cit. pag. 297-8. El autor mantuvo esta opinión 25 años
después en su comentario a las Epístolas. Ver la Introducción, pag. 275.
[2] Está claro por lo que hemos dicho hasta aquí que
no creemos que la identidad esté en lo que dice el autor sino en que ambos demoran, retardan, la venida de Nuestro Señor.
[3] Sin dudas que aquí viene a la memoria el texto de
Mc. XII, 14 y lo que los autores
dicen al hablar de “la abominación de
la desolación” (género neutro en griego) aplicado a una persona (masculino) que
no es sino el Anticristo. Ver lo que ya dijimos AQUI al respecto.
[4] Estrictamente hablando cabe otra posibilidad y es
que el neutro indique dos cosas: apostasía
y hombre de iniquidad, y el masculino
solamente hombre de iniquidad.