Antes que nada, no hay que
perder de vista que el objeto de la
epístola es la Parusía de Nuestro Señor, lo cual se vé ya desde el
mismísimo primer versículo.
1. Os rogamos, hermanos, con respecto a la Parusía de
Nuestro Señor Jesucristo y nuestra reunión a Él
Notan aquí los autores
básicamente dos cosas:
1) El giro, “os rogamos, hermanos” implica que se va a
tratar algo importante (cfr. I Tes. IV, 1; V, 12, etc.).
2) La preposición griega ὑπὲρ, que
la Vulgata traduce mal como per, debe
entenderse no de aquello por lo cual
les ruega, sino aquello sobre o con respecto a lo cual San Pablo les
ruega a los Tesalonicenses.
Padovani resume bien este último punto:
“Los intérpretes difieren sobre
el valor de ὑπὲρ. Muchos (Tomás, Estio, Alápide, Calmet, Martini, Curci,
etc.) retienen la versión de la Vulgata “por”,
y, por lo tanto, entienden esta palabra en el sentido de que la venida del Señor y nuestra congregación a
Él son aquello por lo cual el
Apóstol ruega a los tesalonicenses que no
se muevan pronto, etc. (v. sig.). Mientras que otros (Bisping, Drach, Van
Steenk, Rambaud y muchos acatólicos), y no sin razón, teniendo en cuenta el
significado que comúnmente tiene la preposición ὑπὲρ en el NT, la entienden como sobre, con respecto a, y
por lo tanto dicen que el adviento del
Señor y nuestra congregación en Él es aquello sobre lo cual Pablo ruega a los Tesalonicenses, para que no se muevan pronto, etc.,
tal como sigue”.
Rosadini:
“καὶ ἡμῶν ἐπισυναγωγῆς ἐπ’ αὐτόν (y nuestra reunión a Él), ἐπισυναγωγῆς significa co-unión, congregación
(del verbo ἐπισυνάγω que aparece en Mt. XXIV, 31 y Mc. XIII, 27 sobre los justos que han de ser congregados en el
juicio final); y esta unión se refiere a aquella de la que Pablo hablara en I Tes. IV, 14-17 sobre los resucitados
y vivientes transformados, que juntos han
de ir hacia el Señor”.
Rigaux:
“ὑπὲρ determina dos genitivos tan íntimamente ligados el uno al otro que están
unidos por un solo τῆς (la). Se trata
de la parusía (cf. I Tes.) y de la reunión al Señor (…) Conservamos, pues, para
ὑπὲρ el sentido de: sobre;
marca el doble objeto del que va a hablar Pablo, sobre el cual, sea por carta,
sea por conversación, se enteró que los Tesalonicenses tenían necesidad de
aclaraciones. Es el objeto principal, si no la causa del envío de esta
palabra”.
Rigaux:
“Pablo no dice solamente la parusía, sino solemnemente la parusía de Nuestro Señor Jesucristo,
Jesús portando todos sus títulos y sobre todo el de Señor”.
Rigaux:
“La palabra ἐπισυναγωγῆς no aparece en
Pablo más que aquí y en Heb. X, 25: asamblea de cristianos: “no abandonando
nuestra congregación”, relacionado con un contexto escatológico, “según
costumbre de algunos, sino exhortando, y tanto más, cuanto veis acercarse el
día”. La reunión de los fieles en asambleas evoca
la reunión celeste. La palabra se encuentra en II Mac. II, 7: Dios congregará
la congregación de su pueblo. Allí se trata de una congregación escatológica”.
Rouiller:
“Reunión: puesta en paralelismo
sintético; el uso de este término en los escritos tardíos atravesados con
vehemencia por la esperanza (II Mac. I,
27; II, 7.18), nos hacen comprender que era apto para traducir la espera
escatológica: la “dispersión” debía llegar a su fin. Por lo demás, Mateo y
Marcos usan el verbo correspondiente para evocar la misma congregación final (Mt. XXIV, 31; Mc. XIII, 27)”.
2. que no pronto os mováis del entendimiento, ni os
turbéis ni por espíritu, ni por palabra, ni por epístola, como nuestra: como
que presente (esté) el día del Señor.
Θροεῖσθαι (turbéis):
cfr. Mt. XXIV, 6; Mc. XIII, 7.
Señala aquí San Pablo el objeto de la oración: que no se turben creyendo que la Parusía ya ha
tenido lugar[1], indicando
tres modos por los cuales aparentemente los falsarios habían embaucado a los
fieles de Tesalónica: por espíritu
(es decir, por carismas proféticos) y por alguna palabra ya oral, ya escrita, haciéndoles creer que el Apóstol había enseñado que la
Parusía ya había sucedido.
Como se vé, todo sigue girando sobre la Parusía.
Fillion:
“Hay gradación ascendente en los dos verbos σαλευθῆναι (mováis) y θροεῖσθαι (turbéis), ambos muy
expresivos. El primero marca una agitación profunda y violenta, especialmente
la de las aguas del océano; el segundo se dice de un gran ruido o de un tumulto
que llena de miedo al corazón”.
Padovani:
“Que no pronto os mováis del entendimiento: esto es, como interpreta
Teofilacto: “que no os turbéis ni alejéis pronto de la mente ni de la sentencia
que hasta aquí tuvisteis, permaneciendo en ella felizmente”. Concuerdan con
Teofilacto en cuanto a la substancia S. Tomás, Estio, Alápide, etc., los cuales
por entendimiento
interpretan la doctrina que los Tesalonicenses habían recibido de San Pablo
sobre la venida del Señor”.
Padovani (in I Tes. V, 2):
“El día del Señor: Es una
frase de San Pablo muy usada para indicar el día de la segunda venida o del
juicio final (cfr. I Cor. V, 5; II Cor. I, 14; Fil. I, 6, etc.; cfr.
también II Ped. III, 10). Con mucha razón pues, el día del Señor se
dice por antonomasia y según la excelencia, en cuanto en él se manifestará muy
espléndidamente la majestad y gloria de Cristo, se consumará perfectamente la
obra de la redención (por la retribución del premio, debido a los justos), y
todos los enemigos de Cristo serán evacuados y a Él se le someterán: cfr. I Cor. XV, 24 ss.”.
Rosadini:
“μήτε δι’ ἐπιστολῆς ὡς δι’ ἡμῶν (ni por epístola,
como nuestra): esta aposición como nuestra indica que se trata de una
epístola que se decía de Pablo, pero que en realidad no era de él; para
precaver estos abusos al fin de la carta pone el Apóstol, como sello de
autenticidad, la salutación con su mano (III, 17)”.
Rigaux:
“La demanda de Pablo tiene un
objeto. Este es especificado por dos infinitivos. Uno está en aoristo: σαλευθῆναι. Han sido turbados, agitados. Es un hecho y el verbo siguiente en
presente muestra que sus efectos duran todavía θροεῖσθαι: alarmados: os pedimos que no os dejéis agitar, y de no estar en un estado
de alarma continua. Semejante tensión no les deja ya la posibilidad de ser
ellos mismos. Están ἀπὸ τοῦ νοὸς, fuera de su
estado mental natural”.
Rigaux:
“ἐνέστηκεν, está allí: Toussaint, Biblia de Jerusalén; es la única traducción
posible. Traducir inminente es un comentario. Pues
ἐνέστηκεν no significa
“llegada”, ἔρχεται (I Tes. V, 2); “está cerca”: ἤγγικεν (Rom. XIII, 12); o
próximo: ἐγγύς (Fil. IV, 5), sino es venido, está presente. El
verbo no reaparece fuera de Pablo más que en Heb. IX, 9 (…) Se ha adoptado
“inminente”, no por razones de léxico o gramática, sino porque los
Tesalonicenses no podían verdaderamente pensar que el día del Señor ya había
realmente llegado. Sin embargo, considerando bien las cosas, el razonamiento
del apóstol toma más fuerza si se le deja a ἐνέστηκεν todo su valor. Los agitadores tesalonicenses
podían, en su deseo de ver el gran día, decir que “había comenzado”. Ya estamos
en él. Es contra la enseñanza oficial del apóstol, II Tes. II, 15, y
contra sus claras instrucciones, I Tes. V, 1-2, pero es la doctrina a
que Pablo les da cabida y ellos mismos la ponen en práctica: ya no trabajan
más: II Tes. III,
6-18”.
[1] Notemos simplemente al pasar que los
Tesalonicenses creían que habría vida sobre la tierra después de la Parusía y que San
Pablo en ningún momento los corrigió sobre este punto.