miércoles, 29 de marzo de 2017

El Katéjon, II Tes. II, 6-7 (IV de XV)

Sobre la traducción que hemos dado, algunos habrán notado una variante no menor hacia el final de la frase. Creemos que es la correcta, pero antes de dar las razones notemos que es, entre otros, la de Straubinger, quien traduce:

“El misterio de la iniquidad ya está obrando ciertamente, sólo (hay) el que ahora detiene hasta que aparezca de en medio”.

Y en su comentario escribe:

“Hasta que aparezca de en medio: Otros traducen: hasta que sea quitado de en medio, lo cual aumenta aún más la oscuridad de ese misterioso pasaje, siendo difícil saber a quién se refieren cada vez los distintos verbos. Hemos de pensar que si Dios ha querido dejar este lugar en la penumbra, ello es sin duda porque hay cosas que sólo se entenderán a su hora (Jer. XXX, 24; Dan. XII, 1-10; Apoc. X, 4)”.

Pero pasemos ya sin mayores preámbulos a la magistral exposición de Padovani (en una nota en su edición de Alápide in loco)[1] que no tiene desperdicios:

“Los versículos 6 y 7 siempre incomodaron a los exégetas.

La sentencia acostumbrada afirma que en el v. 6 (y ahora lo que detiene, en griego τὸ κατέχον, sabéis, para que él se revele en el tiempo suyo) se habla del obstáculo que detiene o retiene la aparición del hombre de iniquidad o Anticristo; el cual aparecerá cuando fuere quitado del medio el obstáculo mismo (v. 7: sólo que el que detiene, en gr. ὁ κατέχων, ahora, tenga hasta que del medio sea quitado, v. 8 y entonces se revelará el inicuo); cuál sea el obstáculo, aquí, pues, Pablo no lo dice expresamente, pero de su enseñanza oral era conocida por los Tesalonicenses (v. 5 ¿No recordáis que, todavía estando con vosotros, esto os decía? 6. Y ahora lo que detiene, sabéis). Los intérpretes tanto antiguos como modernos tienen diversas opiniones sobre cuál pueda ser la mente y doctrina del apóstol: algunos, pues, creen que es la Iglesia Católica; otros Cristo o el espíritu de Cristo penetrando las sociedades humanas; otros la acción que ejerce la Iglesia de Cristo principalmente por la predicación evangélica; otros la predicación misma del evangelio que se debe hacer por todo el orbe; otros el imperio romano, o tomado en sentido propio (por lo general los antiguos), o considerado en su razón general en cuanto implica la forma del ordenado régimen social (algunos modernos).


Séame lícito expresar mi modesta opinión, más acá de cualquier matiz de temeridad, a saber, que todas estas sentencias están viciadas, por así decirlo, de un pecado original. En efecto, estas opiniones suponen que Pablo habla aquí de lo que detiene la venida del Anticristo, lo cual no se da a entender expresamente, sino que se refiere a la enseñanza que sobre esto ya les había dado oralmente a los Tesalonicenses.

Pero la enseñanza dada oralmente a los Tesalonicenses, en lo que respecta a este argumento, más bien repite acá Pablo y nada deja para inferir a sus lectores sobre aquellas cosas que antiguamente les había enseñado oralmente que no haya repetido aquí por escrito. Dice, en efecto, en el v. 5: “¿No recordáis que, todavía estando con vosotros, esto (advierte esto, ταῦτα) os decía?” No dice: ¿no recordáis aquellas cosas que os decía? Sino: ¿No recordáis que esto os decía? Esto a saber, lo que escribí en los versículos precedentes 3-4 sobre el hombre de iniquidad o Anticristo, que debe preceder la venida del Señor. Cuando el Apóstol agrega en el v. 6: Y ahora (a saber, teniendo en cuenta aquellas cosas que os repetí por escrito que ya os había enseñado oralmente) lo que detiene (en gr. τὸ κατέχον), sabéis, para que él se revele en el tiempo suyo, el significado de τὸ κατέχον no debe buscarse en otra parte que no sea lo que se dijo expresamente en los vv. 3-4. Ya que lo que se propone el Apóstol en esta perícopa es demostrar que la venida del Señor no es inminente, sino que debe demorarse (v. 2: no pronto os mováis del entendimiento como que presente (esté) el día del Señor), ciertamente el contexto exige que el objeto que mira τὸ κατέχον y al cual se refiere el otro miembro del v. 6 (para que se revele en el tiempo suyo) sea la venida del Señor.

De aquí que el sentido del v. 6 sea: Y ahora pues (después de aquello que os acabo de decir, que son conformes a aquellas cosas que os enseñé estando presente) ya sabéis lo que detiene o retarda la venida del Señor, para que finalmente aparezca en su tiempo; sabed, en efecto, que es el Anticristo el cual y hasta tanto todavía no apareció.

A este sentido lo defienden Grimm (Der κατέχον des 2 Thessalonischerbriefes), Danko (Hist. Rev. N.T.), Simar (Theologie des hl. Paulus) y el mismo Cornely (Analyses Librr. sacrr. N.T. ad h.l.) cree que no es improbable.

Ciertamente este sentido no podría sostenerse si se admitiera la interpretación acostumbrada del v. 7 (pues el misterio de iniquidad ya está obrando, sólo que el que detiene ahora, tenga hasta que del medio sea quitado), a saber que debe ser quitado del medio ὁ κατέχων (ciertamente el mismo que el τὸ κατέχον del v. 6), antes que aparezca el Anticristo (v. 8 y entonces se revelará aquel inicuo): ¿cómo, pues, se puede decir que el Anticristo debe ser quitado de en medio para que aparezca el Anticristo?

Pero aquella interpretación común del v. 7 no es la única posible.

En efecto:

a) Hay que advertir que en griego faltan las palabras del versículo 7 que (ut) y tenga (teneat), que la Vulgata agregó (…).

b) Fácilmente se ve que la conjunción ἕως (hasta) hay que ponerla antes del nombre ὁ κατέχων (el que detiene).

(Porque el misterio ya está obrando de iniquidad; sólo hasta que el que detiene ahora, del medio surja)

c) La frase ἐκ μέσου γένηται, que la Vulgata traduce “del medio sea quitado”, bien puede traducirse: del medio surja o nazca. Además, ἐκ μέσου se refiere al substantivo precedente τῆς ἀνομίας, de iniquidad, esto es, nazca del medio de la iniquidad.

d) En la primera parte del v. 7, por misterio, que ya obra, de iniquidad, hay que entender la iniquidad que ahora ejerce su poder en forma oculta y que luego obrará abiertamente.

Dicho esto, aquí está el sentido de los vv. 6-8: Y ahora, pues, (después de aquellas cosas que acabo de decir, que son conformes a las que os enseñé estando presente) ya sabéis lo que detiene o retarda la venida del Señor, para que finalmente aparezca a su tiempo: en efecto, sabéis que es el Anticristo, el hombre de iniquidad, el cual y en cuanto todavía no apareció. Pues la iniquidad ya ejerce ahora su poder, pero ocultamente y sólo así, hasta que el que retarda la venida del Señor (esto es, el Anticristo) surja del medio de esta iniquidad, y entonces se manifestará aquel inicuo, con y por el cual ejercerá abiertamente la iniquidad su poder”.

¡He aquí una exégesis literal y sencilla, que no fuerza para nada la historia y que explica sin problemas uno de los pasajes más oscuros de toda la Biblia!

Al cambiar el significado del sujeto que debe manifestarse en su kairós, el resto se simplifica notablemente y el misterio desaparece por completo pues parece que no estuvo sino en la mente de los exégetas.

Las objeciones que diversos autores le han hecho a esta hipótesis no harán más que confirmarnos en esta posición y nos ayudará mucho a profundizar esta exégesis, pero antes debemos hacer una recapitulación del resto del capítulo que nos servirá para apreciar mejor su armonía.



[1] Lo mismo, con unas insignificantes diferencias, se lee en su comentario a la II Tes.