domingo, 22 de diciembre de 2013

El Discurso Parusíaco IX: Respuesta de Jesucristo, IV.

Terminábamos el Artículo Anterior diciendo que restaba por analizar las “repeticiones” de San Lucas en XXI, 12-15 y XII, 11-12 por un lado y en XXI, 8 y XVII, 23 por el otro, pero creemos que la respuesta es simple: no son repeticiones.

1) Veamos primero los textos, como de costumbre:

Lucas XXI

12 "Pero antes de todo esto, os prenderán; os perseguirán, os entregarán a las sinagogas y a las cárceles, os llevarán ante reyes y gobernadores a causa de mi nombre;
13 esto os servirá para testimonio.
14 Tened, pues, resuelto, en  vuestros corazones no pensar antes cómo habéis de hablar en vuestra defensa,
15 porque Yo os daré boca y sabiduría a la cual ninguno de vuestros adversarios podrá resistir o contradecir.

Lucas XII

11. Cuando os llevaren ante las sinagogas, los magistrados, y las autoridades, no os preocupéis de cómo y qué diréis para defenderos o qué hablaréis.
12. Porque el Espíritu Santo os enseñará en el momento mismo lo que habrá que decir".

Mateo X

17 Guardaos de los hombres, porque os entregarán a los sanedrines y os azotarán en sus sinagogas,
18 y por causa de Mí seréis llevados ante gobernadores y reyes, en testimonio para ellos y para las naciones.
19 Mas cuando os entregaren, no os preocupéis de cómo o qué hablaréis. Lo que habéis de decir os será dado en aquella misma hora.
20 Porque no sois vosotros los que hablareis, sino que el Espíritu de vuestro Padre es quien hablará por medio de vosotros.

Marcos XIII

9 Mirad por vosotros mismos; porque os entregarán a los sanedrines, y seréis flagelados en las sinagogas y compareceréis ante gobernadores y reyes, a causa de Mí, para dar testimonio ante ellos.
10 Y es necesario primero que a todas las naciones sea proclamada la Buena Nueva.
11 Más cuando os lleven para entregaros, no os afanéis anticipadamente por lo que diréis; sino decid lo que en aquel momento os será inspirado; porque no sois vosotros los que hablaréis, sino el Espíritu Santo.


Como puede apreciarse por los lugares paralelos, existe una importante diferencia entre los dos pasajes de San Lucas, lo cual es reconocido por autores como Lagrange cuando en su comentario dice: “hay más similitud entre Lc. (XII) y Mt. o Mc. que entre el otro pasaje de Lc. (XXI)”, por ejemplo en el hecho de que en Mt, Mc, y Lc XII se les promete el Espíritu Santo mientras que en Lc XXI es Jesús mismo quien promete darles “boca y sabiduría”, pues como dice Straubinger comentando Lc, XXI, 13:
“Nótese la diferencia con el texto semejante de Mt. X, 18, que habla de que los discípulos de Cristo perseguidos darán testimonio ante sus perseguidores. Aquí, en cambio se trata de que esa persecución será, para los mismos discípulos, un testimonio o prueba de la verdad de estos anuncios del divino Maestro, y un sello confirmatorio de que son verdaderos discípulos”.

Lo que puede objetarse aquí son dos cosas:

1) ¿Por qué razón Lc. trasladó este pasaje del Sermón Parusíaco al cap. XII?

2) ¿Cómo explicar las diferencias entre Lc. XII, 11magistrados y autoridades”, y Mt y Mc. “gobernadores y reyes” e incluso Lc XXI, que parece estar más cerca de Mt. y Mc que Lc XII, al decir “reyes y gobernadores”?

A lo primero no es difícil contestar, sobre todo si tenemos en cuenta que al ser dos los discursos el Martes Santo, y puesto que Lc trajo solamente el primero, era lógico que si quería citar algunas cosas del segundo sermón iba a tener que colocarlo en otra parte de su Evangelio. De hecho como dice Lagrange: “parece, sin embargo, que Lucas ha concebido todo este conjunto (todo el cap. XII) como un solo discurso sobre el tema general de la salvación, que es preciso poner por encima de todo, y por el cual es preciso estar preparado, pues el momento ha llegado”[1].
Lo mismo sucede en Lc. XVII donde en el v. 23 cita Mt. XXIV, 23 y Mc XIII, 21 y en el v. 31 cita Mt, XXIV, 17-18 y Mc. XIII, 15-16.

La segunda cuestión es un poco más difícil de resolver pero aún así creemos que no representa una dificultad insalvable, pues como dice Lagrange “los gobernadores y los reyes son reemplazados por los ἀρχῇ  y los ἐξουσίᾳ  (cf. Lc. XX, 20), dos palabras que Pablo une a menudo: Ef. III, 10; Col. I, 16; Tit. III, 1; Col. II, 10.15, y que no se distinguen mucho”. Siendo esto así, y más si se tiene en cuenta que Lucas “procura evitar los duplicados y no repetirse a sí mismo”[2], no es difícil concluir que en lugar de repetir los términos “gobernadores y reyes” del discurso del Martes Santo, buscó un término equivalente y que había escuchado muchas veces de labios de San Pablo.

Otra prueba de que el discurso de Lc XXI se refiere a la era apostólica y no al fin de los tiempos es la similitud entre Lc XXI, 15 y Hech. VI, 10:


Lc XXI

15. Porque Yo os daré boca y sabiduría a la cual ninguno de vuestros adversarios podrá resistir o contradecir.

Hech. VI

10. Más no podían resistir a la sabiduría y al espíritu con que hablaba.


2) Con respecto a la otra “repetición” de San Lucas se puede observar lo mismo:

Lucas XXI

8 Y El dijo: "Cuidaos que no os engañen; porque muchos vendrán  bajo mi nombre diciendo: "Yo soy” y “el tiempo está cerca". No les sigáis.

27 Y entonces es cuando verán al Hijo del hombre viniendo en una nube con gran poder y grande gloria.

     Lucas XVII

23. Y cuando os digan: "¡Está allí! O "¡Está aquí!" no vayáis y no andéis tras ello.
24. Porque como el relámpago, fulgurando desde una parte del cielo resplandece hasta la otra, así será el Hijo del hombre, en su día.

Mateo XXIV

23 "Si entonces os dice: "Ved, el Cristo está aquí o aquí”, no lo creáis.

27 Porque, así como el relámpago sale del oriente y brilla hacia el poniente, así será la Parusía del Hijo del hombre.
30 Y entonces aparecerá en el cielo la señal del  Hijo del Hombre, y entonces se lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo con poder y gloria grande.

Marcos XIII

21 Y si entonces, os dicen: "Ved, el Cristo aquí”, “ved, está allí”, no lo creáis.

26 Entonces verán al Hijo del hombre viniendo en las nubes con gran poder y gloria.

Como puede apreciarse por los lugares paralelos existe una diferencia no menor entrambos textos de Lc (XXI, 8 y XVII, 23) por un lado y la similitud entre Lc XVII y lo que traen Mt y Mc, con lo cual aquí observamos claramente lo mismo que antes, a saber, que lo que Lucas hizo no fue repetir en el cap. XVII lo dicho en el cap. XXI sino simplemente citar parte del sermón Parusíaco traído por Mt y Mc.
Es digno de notarse la diferencia entre lo que dicen los falsos cristos en Lc XXI, 8 por un lado (anteriores a la destrucción del Templo), y Mt XXIV, 5 y Mc XIII, 6 por el otro (anteriores a la abominación de la desolación) y lo que traen Mt XXIV, 23-24, Mc XIII, 21-22 y Lc XVII, 23 (posterior a la abominación de la desolación), ya que en el primer caso (Lc XXI) aparecen muchos pseudo-cristos diciendo “yo soy”, como efectivamente pasó en el sitio a Jerusalén[3]; por otra parte en el segundo caso (Mt. v. 5 y Mc. v. 6) los falsos cristos coinciden con lo profetizado en el Apocalipsis al desatarse el primer sello[4], mientras que en el tercer caso (Mt. v. 23-24; Mc. v. 21.22 y Lc XVII, 23) muchos van a decir y señalar al falso cristo (en realidad el Anticristo) diciendo “está allí”.
Es decir, la misión de los falsos profetas anteriores al Anticristo será la de auto proclamarse como Mesías, mientras que los que estén en la época del Anticristo lo que harán será señalarlo a él como al Mesías Salvador, oficio análogo al de San Juan Bautista cuando dijo públicamente al ver a Nuestro Señor “he aquí el Cordero de Dios” (Jn. I, 36).
Exactamente lo mismo puede decirse del otro pasaje. Lc XXI, 27 y XVII, 24 son muy distintos entre sí; por otro lado Mt agrega algunas cosas en su vers. 30a, y mientras Lc. XXI, 27 coincide con el v. 26 de Mc y el 30b de Mt., a su vez Lc XVII, 24 coincide con Mt XXIV, 27. ¿Cómo explicar esto?
Creemos que la respuesta no es difícil. Como se recordará, el discurso de Lc XXI versa principalmente sobre la destrucción del Templo, pero hacia el final Nuestro Señor hizo una alusión al fin del siglo (vers. 25 y ss.), lo cual motivó a su vez la pregunta de los cuatro Apóstoles en el Monte de los Olivos, con lo cual no tiene nada de extraño que en su segundo discurso Jesús repitiera alguna frase dicha en el discurso previo, y de hecho pueden observarse otros ejemplos como Lc. XXI, 31-33 =    Mc XIII, 29-31.
Ahora bien, creemos que ni Lc. XVII, 24 ni su paralelo Mt. XXIV, 27 fueron dichos el Martes Santo y las razones son las siguientes:

1) Lucas XVII, 20-37 es un pasaje relativo a la Segunda Venida de Cristo, incluso el vers. 25 en el cual Cristo indica que antes de su Segunda Venida deberá sufrir en su primera venida, (excepto tal vez los vers. 20 y 21 que versan sobre la primera venida) en el cual Lc. trae los versículos 23 y 31 del Sermón Parusíaco (Mc. XIII, 21 y 15-16 respectivamente).

2) Mateo XXIV, 26-28.30a no tiene paralelo en Mc XIII, pero en cambio sí lo tiene en Lc. ya que Mt. XXIV, 27-28 son iguales a Lc XVIII, 24.37.

¿Y qué hay de Mt. XXIV, 26 y 30a? Sobre esta perícopa podemos afirmar lo mismo que dijimos más arriba con respecto a los versículos 10-12: estos versículos fueron dichos en otra ocasión y San Mateo los trajo a su cap. XXIV en razón de la materia, pero no fueron citados por los otros sinópticos.

Con esto terminamos esta parte un tanto pesada del análisis del discurso. Lo que viene es, sin dudas, mucho más interesante.

Vale!



[1] Lagrange, Evangile selon Saint Luc, huitième édition, 1948. Gabalda, paréntesis nuestros.

[2] P. Leal, Sinopsis de los cuatro Evangelios, pag. 55.

[3] Cfr lo que dijimos AQUI.

  [4] Recordar lo que dijimos AQUI sobre el tema.