sábado, 1 de noviembre de 2025

El libro de Josué como imagen del Apocalipsis (VII de VII)

 Creo que el mejor resumen de la vida y gesta de Josué como imagen de Cristo está descrita en el libro del Eclesiástico, donde pasa revista a los principales personajes del Antiguo Testamento.

De Josué dice lo siguiente: 

Eccli. XLVI, 1-8: “Esforzado en la guerra fue Jesús, hijo de Nave, sucesor de Moisés en el don de la profecía; el cual fue grande, como lo denota su nombre, grandísimo en salvar a los escogidos de Dios, en sojuzgar a los enemigos que se levantaban contra él, y en conseguir para Israel la herencia. ¡Cuánta gloria alcanzó, teniendo levantado su brazo, y vibrando la espada contra las ciudades! ¿Quién antes de él combatió así? Porque el mismo Señor le puso en sus manos los enemigos. ¿No se detuvo al ardor de su celo el sol, por lo que un día llegó a ser como dos? Invocó al Altísimo Todopoderoso cuando batía por todos los lados a los enemigos, y el grande, el santo Dios, oyendo su oración, envió piedras de granizo muy duras y pesadas. Se arrojó impetuosamente sobre las huestes enemigas, y en la bajada arrolló a los contrarios, para que conociesen las naciones su poder, porque no es fácil pelear contra Dios. Fue siempre en pos del Omnipotente”.

 Josué es sucesor de Moisés en cuanto profeta y, además, fue grande por su nombre, porque llevaba en sí el nombre del Salvador.

Pero las 3 grandes características de Josué como imagen de Jesús creo que están claramente marcadas cuando dice:

 a) Salvar a los escogidos de Dios, lo cual nos hace pensar en el Discurso Parusíaco: 

Mt. XXIV, 22-24.30-31: “Y si no hubiesen sido acortados los días aquellos, no sería salva toda carne; más a causa de los elegidos serán acortados los días aquellos. "Entonces si alguien os dice: "Ved, aquí (está) el Cristo” o “aquí”, no creáis. Se levantarán, en efecto, falsos cristos y falsos profetas, y darán señales grandes y prodigios, hasta el punto de engañar, si fuera posible, aún a los elegidos” (…) Y entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo, y entonces harán luto todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo con virtud y gloria mucha. Y enviará sus ángeles con trompeta grande y congregarán a sus elegidos de los cuatro vientos, de extremos del cielo a extremos de ellos”. 

Y el Apocalipsis, al hablar de la batalla del Harmagedón dice que Cristo viene junto con los escogidos (XVII, 14).

 b) Sojuzgar a los enemigos que se levantaban contra él: como vimos que hizo Josué y que hará Jesús cuando, por medio de diversos juicios, vaya destruyendo a sus enemigos: Babilonia, el falso Profeta y el Anticristo, las Naciones y, por último, Satanás (Apoc. XVII-XX), es decir, el demonio y el mundo, 2 de los 3 enemigos del alma.

 c) Conseguir para Israel la herencia: como vimos en Josué y veremos en Jesús cuando divida la tierra Santa según la profecía de Ezequiel.

 Imposible no recordar las palabras de San Justino: 

domingo, 26 de octubre de 2025

El libro de Josué como imagen del Apocalipsis (VI de VII)

 c) Distribución de la tierra conquistada: XIII a XXIV

 Después de las guerras, la tierra descansa y es dividida, lo cual nos lleva directamente a los últimos 9 capítulos de Ezequiel donde describe minuciosamente el nuevo Templo de Jerusalén durante el Milenio, como así también el reparto de la tierra, todo lo cual vemos claramente aquí en figura.

Toda esta sección reúne los datos y nombres de las ciudades que le cupo a cada una de las tribus en suerte, y la verdad que no hay mucho más para notar.

 a) Lo que sí es importante, en lo que hace a la cronología de todos estos acontecimientos, es reparar en lo que dice Caleb a Josué cuando le pide la ciudad de Hebrón:

 

Jos. XIV, 7-12: “Tenía yo cuarenta años cuando Moisés, siervo de Jehová, me envió desde Cadesbarnea a explorar el país, y yo le referí lo que tenía en mi corazón. Mis hermanos que conmigo habían subido desanimaron al pueblo, pero yo seguí fielmente a Jehová, mi Dios. En aquel día juró Moisés, diciendo: «La tierra que tu pie ha pisado será porción tuya y de tus hijos para siempre; por cuanto has seguido fielmente a Jehová, mi Dios». Y ahora, he aquí que Jehová me ha conservado la vida, como lo prometió, durante los cuarenta y cinco años, desde que Jehová dijo esta palabra a Moisés cuando Israel andaba por el desierto. Mira, tengo actualmente ochenta y cinco años, y todavía hoy estoy tan robusto como estaba en aquel tiempo en que Moisés me envió. La fuerza que tenía entonces la tengo todavía hoy, para luchar, para salir y para entrar. Ahora bien, dame esta montaña de la cual habló Jehová aquel día”.

 

Y acá uno podría preguntarse: ¿y a mí de qué me sirve saber esto?

Bueno, vamos a hacer ahora un poco de matemática:

martes, 21 de octubre de 2025

El libro de Josué como imagen del Apocalipsis (V de VII)

 Capítulos IX-X

 Pacto con los gabaonitas y

batalla con coalición de reyes

 

Llegamos a los capítulos 9-10, tal vez de los más interesantes, sobre todo el último.

En el cap. 9 sucede algo muy curioso: uno de los pueblos que habitaba la tierra Santa se dijo a sí mismo: “si no hacemos nada, vamos a ser masacrados por los hebreos”, y así, idearon una pequeña estrategia.

Se pusieron ropa vieja y sucia, dejaron crecer sus barbas y cabellos, cargaron pan duro y fueron hasta donde estaba el campamento de Josué en Gálgala. Y al llegar dijeron que eran un pueblo lejano y que hicieran alianza con ellos, que no los mataran, que serían sus esclavos. Josué hizo pacto con ellos sin consultar a Dios, pero luego Dios les dijo quiénes eran y que había sido engañado, pero que debía mantener el juramento que había hecho.

Este pueblo fue agregado al de Israel y se ocupó de los trabajos más humildes: llevar leña y transportar el agua para el Templo.

Hay en este capítulo una frase que por demás interesante. En IX, 8, Josué les pregunta:

 

¿Quiénes sois y de dónde venís?”.

 

Esta misma frase, si no me equivoco, aparece en un solo lugar en toda la Biblia… cuando San Juan tiene la visión en el cielo de los Mártires del Anticristo entrando en procesión al cielo, el ángel le preguntó a san Juan para probarlo:

 

“¿Quiénes son y de dónde han venido?”.

jueves, 16 de octubre de 2025

El libro de Josué como imagen del Apocalipsis (IV de VII)

 Capítulos VII-VIII

Toma de Hai

 

Bueno, en los capítulos 7-8 vemos el segundo ataque que lanza Israel contra sus enemigos: en este caso, contra el pueblo de Hai. Pero acá ocurre algo único en todo el libro y es que Israel es derrotado en una primera batalla.

Josué lo que hizo fue enviar unos exploradores a Hai y éstos vinieron y le dijeron que era fácil de conquistar, que no era preciso enviar todo el ejército. Cuando atacaron, murieron 36 judíos y el resto del ejército se tuvo que retirar.

Entonces Josué se postró ante Dios y le pidió que, por amor a su nombre y a su palabra, no permitiera que Israel fuera destruido por sus enemigos y entonces Dios le reveló por qué habían perdido la batalla.

Le dijo que uno de los soldados había robado para sí en Jericó algo de lo que debía ser consagrado a Dios y que no iba a triunfar en ninguna batalla hasta tanto no eliminaran de entre el pueblo a esta persona.

La razón por la cual los soldados no podían quedarse con nada en la primera batalla, sino que todo debía ser de Dios, es porque Jericó, al ser la primera ciudad tomada, era como las primicias. Y las primicias pertenecen a Dios. Dios se reservó para Sí todos los despojos, a diferencia de lo que pasó después.

Después de tirar suertes, Acán salió designado como el ladrón y fue lapidado él y toda su familia y luego prendidos fuego. Recién después pudo Israel volver a las batallas.

La estrategia de Josué para tomar Hai fue muy simple. Una parte del ejército fue al otro lado de la ciudad y se escondió, mientras que la otra parte del ejército atacó por el frente como la otra vez, y cuando los habitantes de Hai salieron a hacerles frente, entonces el ejército de Israel huyó y sus enemigos creyeron que iba a pasar lo mismo que la otra vez, por eso salieron todos confiados tras los judíos y dejaron las puertas de la ciudad abiertas, tras lo cual la otra parte del ejército que estaba escondida, entró a la ciudad y la prendió fuego, y cuando vieron los habitantes de Hai el incendio se dieron cuenta lo que habían pasado y que estaban rodeados, y así fueron todos aniquilados.

En estos dos capítulos veo como tipología bíblica dos hechos muy interesantes.

 a) En primer lugar, llama mucho la atención lo que roba Acán… Acán se roba un manto de… Babilonia.

 

Jos. VII, 20-21: “Acán respondió a Josué, diciendo: “Es verdad que he pecado contra Jehová, el Dios de Israel. He aquí lo que he hecho: Vi entre los despojos un hermoso manto de Babilonia, doscientos siclos de plata y una barra de oro de cincuenta siclos de peso; y llevado de codicia lo tomé, y he aquí que está escondido en la tierra en medio de mi tienda, y el dinero está debajo (del manto).”

 

Y la pregunta es: ¿qué hace Babilonia nombrada expresamente en este versículo? Otra vez, ¿justo tenía que ser de Babilonia?

lunes, 6 de octubre de 2025

El libro de Josué como imagen del Apocalipsis (III de VII)

 b) Batallas: VI-XII

 

Capitulo VI

Toma de Jericó

 

Llegamos por fin al capítulo VI, donde se narra la toma de Jericó, que tiene un montón de cosas raras: la forma en que es conquistado Jericó es totalmente bizarra. Cuando en la Biblia hay algo raro, casi seguro que es señal de que hay “algo más”.

 La historia es la siguiente:

Dios le pidió a Josué que durante seis días diera una vuelta a la ciudad de Jericó junto con todos los soldados y los sacerdotes, los cuales tenían que ir tocando las trompetas delante del arca. Y al séptimo día, tenían que hacer lo mismo, pero siete veces y cuando terminaran, entonces todo el pueblo tenía que gritar.

Los judíos hicieron exactamente eso, y entonces las murallas de Jericó cayeron, los soldados entraron y mataron a todo ser vivo que había ahí, excepto Rahab y los que estaban con ella en su casa.

Luego, todo el oro y las cosas de valor quedó para Dios, o sea para el culto, y a todo lo demás se le prendió fuego.

 

***

 1) Empecemos por Rahab, a quien habíamos dejado más arriba y veamos su aplicación a los últimos tiempos.

miércoles, 1 de octubre de 2025

Dom Adrien Gréa, La Iglesia y su divina constitución, 2 vol. (Reseña)

 Dom Adrien Gréa,

La Iglesia y su divina constitución, 2 vol.

(Reseña)

CJ Traducciones, 2025

 


 La Iglesia y su Divina constitución, vol. I, pp. 403; vol. II, pp. 401.

 Tanto el libro como el autor no necesitan presentación, pues los lectores de este blog los conocen de sobra ya que hemos transcrito este mismo libro en su momento, pero lo que sí necesita algún tipo de justificación es la nueva traducción.

En una pequeña nota al comienzo del primer volumen, el traductor nos indica las dos principales deficiencias de la traducción publicada por Herder: por un lado, las numerosas notas al pie de página de Papas posteriores al autor para corroborar la doctrina expuesta en el cuerpo del libro, notas que, si bien ilustraban la doctrina, volvían un tanto irreconocible la obra salida originalmente de manos de tan ilustre autor; y por el otro lado, y es lo más importante, la traducción de Herder carecía de partes importantes del libro, y es difícil encontrar la razón. Tanto las cartas laudatorias de diversos cardenales y obispos insertadas al comienzo, como los tres apéndices: Textos principales de san Ignacio mártir relativos a la jerarquía, Orígenes del estado, sus relaciones con la religión y la Iglesia y Nota histórica sobre el gobierno episcopal, a lo cual se le podría agregar el prólogo del autor; en total, unas 165 páginas de las casi 800 que suman los dos tomos.

Y no solamente es de lamentar la cantidad de las páginas perdidas como la calidad. Sin dudas, lo más importante es el Apéndice I del tomo 2: Orígenes del estado, sus relaciones con la religión y la Iglesia, un estudio verdaderamente luminoso sobre los dos poderes a través de la historia, desde el mismo Adán hasta Cristo, que incluso explica de forma muy natural algunos inconvenientes de la Biblia como el tema de la esclavitud, y algunas cuestiones más teológicas como la relativa a la existencia de la Iglesia desde la época de Adán.

El libro es realmente un verdadero poema. Lejos de las afirmaciones secas que se encuentran aquí y allá en muchos teólogos, este libro es capaz de elevarnos a contemplar y saborear los mayores misterios en la tierra y en el cielo.

Citado por el Cardenal Billot en su insuperable tratado De Ecclesia, el Eminente Cardenal dirá sobre este libro:

 

“Lo volveré a leer, tanto para mi instrucción como para mi consuelo en el Señor. Hoy en día es tan raro encontrar escritos de una ortodoxia tan pura, y que realicen hasta tal punto el ideal de toda exposición teológica: el Verbo inspirando el Amor”.

 

Excelente libro que merecería estar traducido a las principales lenguas modernas, es presentado completo, por primera vez, al público de habla hispana.

Quiera Dios que la lectura de estas páginas nos ayude a amar cada vez más a la Santa Iglesia “comienzo y razón de todas las cosas”, su jerarquía, vida religiosa y dones internos. 

El libro está disponible en Amazon: vol. I y vol. II.

sábado, 27 de septiembre de 2025

El libro de Josué como imagen del Apocalipsis (II de VII)

 Capitulo II 

Envío de dos espías a Jericó

 

Ya con el cap. II vamos a empezar a notar cosas muy interesantes.

Josué decide enviar dos exploradores a Jericó, que era la ciudad inmediata que estaba tras el Río Jordán.

Estos exploradores se alojan en la casa de la una prostituta llamada Rahab y por ella se enteran que todos los habitantes de Jericó estaban con mucho miedo de los judíos, porque sabían todo lo que Dios había hecho por ellos en Egipto y también durante su estadía en el desierto, y Rahab hace una hermosa profesión de fe en el Dios de Israel.

Ahora bien, resulta que el Rey de Jericó envió soldados a la casa de Rahab porque se enteró de unos extranjeros que habían entrado en la ciudad, y temía que podían ser judíos. Entonces fue a lo de Rahab y le dijo que los entregara. Pero Rahab les dijo que ya se habían ido, pero no era cierto, sino que estaban escondidos en el techo.

Una vez que los soldados se fueron a buscar a los exploradores, Rahab les dijo que se fueran a la montaña, y que estuvieran ahí algunos días hasta que termine la búsqueda y recién entonces volvieran al campamento, e hicieron un pacto entre ellos. Los judíos le prometieron que Rahab y su casa no iban a ser destruidos y que, para diferenciar su casa de las demás, colgara un cordón rojo en la entrada.

 

***

 

Hay varias cosas aquí dignas de atención.