lunes, 20 de diciembre de 2021

El Tiempo legítimo de la Inmolación de ambos Corderos: El Típico y el Verdadero, por Fray Luis de León (VIII de XVI)

 ARTÍCULO II 

I Proposición 

Los cuartodecimanos no celebraban nunca en el catorce de la luna

lo que llamamos hoy Fiesta de la Pascua 

Lo que hoy llamamos la fiesta de la Pascua es la fiesta de la Resurrección, pero los cuartodecimanos no celebraban nunca la fiesta de la Resurrección el catorce de la luna. Es lo que me propongo probar. 

En primer lugar, sostengo que no se encontrará ningún autor antiguo más de trescientos años después del Concilio de Nicea que haya culpado o acusado a los cuartodecimanos que solemnizaban la fiesta de la Resurrección el catorce de la luna, ninguno que, hablando de sus polémicas con las otras iglesias, haya dicho eso. Se dice correctamente que hacían la Pascua el catorce de la luna, pero pretendo probar que por la palabra Pascua no se debe entender el misterio de la Resurrección. 

En segundo lugar, ¿con qué sentido hubieran solemnizado ese día el misterio glorioso de la Resurrección del Salvador? La fiesta fue instituida en la Iglesia desde el nacimiento del Cristianismo en memoria del triunfo de Jesucristo y de la victoria que reportó sobre la muerte y el infierno. No fue sino el dieciséis y diecisiete que triunfó de esa manera. Por qué hacer la memoria el catorce, día en que fue arrestado, entregado a sus enemigos, que sucumbió por algún tiempo bajo su fuerza, y Él mismo pronunció esta palabra: Pero ésta es la hora vuestra, y la potestad de las tinieblas (Lc. XXII, 53). 

En tercer lugar, atribuir a los cuartodecimanos una conducta tan bizarra como esta, es atribuírsela no solamente a muchos sabios y santos Obispos de las iglesias de Asia en tiempos del Papa Víctor y a muchos más de la misma índole que vivieron desde entonces hasta el Concilio de Nicea, sino que además es atribuírsela a San Policarpo, discípulos de los Apóstoles, y por último a San Felipe y al mismo San Juan. 

Pues hay que señalar aquí que la tradición sobre la cual el Obispo de Éfeso y sus colegas, los demás Obispos, se apoyaban para oponerse al Papa Víctor era una verdadera tradición. Polícrates prueba bien su verdad y nadie jamás la refutó. 

"Pues nosotros celebramos el día verdadero y genuino, sin añadir ni quitar cosa alguna. Pues en Asia se han extinguido algunos grandes luminares, que han de resucitar en el día de la venida del Señor, cuando éste baje del cielo, lleno de majestad y de gloria, y resucite a todos los santos. A saber: Felipe, uno de los doce Apóstoles, que murió en Hierápolis, y dos de sus hijas que envejecieron en la virginidad; y además otra hija del mismo, que, inspirada por el Espíritu Santo, vivió y descansa en Éfeso. También Juan, que se recostó en el seno del Señor, que fue también sacerdote y llevó la lámina (de oro en la frente); fue, por último, mártir y doctor. Este Juan acabó sus días en Éfeso. También Policarpo, que fué obispo en Esmirna y mártir, y Tráseas, obispo de Eumenia y mártir, que descansa en Esmirna. ¿Qué decir de Sagar, obispo y mártir, que murió en Laodicea? ¿Qué del bienaventurado Papirio, qué del eunuco Melitón que hizo todas las cosas inspirado por el Espíritu Santo, el cual está enterrado en Sardis, esperando la venida del Señor de los cielos, en el cual ha de resucitar? Todos ellos observaron conforme al Evangelio el día de la Pascua en la luna decimocuarta, sin variar nada, sino siguiendo constantemente la regla de la fe. También yo, Polícrates, el menor de todos vosotros, conforme a la tradición de mis antepasados, a algunos de los cuales he alcanzado: pues siete de mis parientes fueron obispos, a los cuales me he sumado en octavo lugar. Todos ellos celebraron el día de la Pascua cuando el pueblo judío rechaza la levadura[1]. 

Esto es lo que Polícrates, Obispo de Éfeso, escribió al Papa Víctor sobre el tema de la Pascua. 

San Ireneo, aunque del lado del Papa Víctor y con el mismo sentimiento, confirma la verdad de esta tradición. Es en una carta donde exhorta al Papa a no llevar las cosas ni tan vivamente ni tan lejos sobre un punto que no era más que pura disciplina. 

Y los presbíteros, le dice, que te precedieron, no obstante no observar (tal práctica), remitieron la eucaristía a los presbíteros de las iglesias que la observaban. Y habiendo el beatísimo Policarpo venido a Roma en los tiempos de Aniceto, y habiéndose suscitado entre ellos una pequeña controversia acerca de algunas otras cosas, al instante se abrazaron mutuamente con el ósculo de paz, no contendiendo mucho entre sí acerca de este asunto. Porque Aniceto no podía jamás persuadir a Policarpo que dejase de observar, puesto que perpetuamente había observado esa práctica con Juan, discípulo de Nuestro Señor, y con los demás apóstoles quienes había vivido familiarmente[2]. 

Esta manera, pues, que parece tan poco regular y tan poco conforme al buen sentido de festejar el aniversario de la Resurrección de Nuestro Señor el día de la Pasión tendría por autores a San Juan y a San Felipe, y tal vez algunos otros autores. 

Además, la razón que aporta Polícrates en su carta para no cambiar la costumbre de su iglesia, muestra evidentemente que no festejaba la Resurrección el catorce. 

“Todos ellos observaron conforme al Evangelio el día de la Pascua en la luna decimocuarta, sin variar nada, sino siguiendo constantemente la regla de la fe”. 

¿Qué quiere decir aquí este Obispo? ¿Hay en el Evangelio algún mandato expreso con respecto a la celebración de la fiesta de la Pascua, se ve en alguna parte que el día catorce esté determinado para eso? No quiere decir nada de eso. Solamente pretende, y no puede pretender otra cosa, sino que, al leer el Evangelio, se ve el orden que se debe guardar en la celebración de la Pascua, que Nuestro Señor, habiéndola hecho el catorce de la luna, los cristianos también la deben hacer ese día. Pero, si se hubiera tratado de la fiesta de la Resurrección, el Evangelio le hubiera mostrado manifiestamente que no había que solemnizar el catorce de la luna, porque, según el Evangelio, Nuestro Señor no resucitó sino tres días después. 

Pues entonces tenían la idea de observar literalmente todo lo que Nuestro Señor había hecho en esta ocasión; de ahí que el historiador Sócrates (L. 5, c. 22) al sostener que al festejar así había escrúpulos y superstición, dice hablando de ellos: 

“Si son tan escrupulosos observadores de todas esas cosas no deben observar solamente los meses y los días sino también todo lo que Jesucristo hizo o sufrió o expresó por medio de figuras. Deben hacer su Pascua en un cenáculo o habitación alta, hacer desatar una asna, hacer encontrar a los que envía a preparar la Pascua un hombre que lleva un cántaro de agua”. 

No se trataba pues, entre el Papa Víctor y los cuartodecimanos, si celebraban o no la fiesta de la Resurrección el catorce de la luna. Creo, por todo esto, que mi primera proposición está perfectamente probada: que los cuartodecimanos no celebraban jamás la fiesta de la Resurrección el catorce de la luna. Paso a la segunda que será una nueva confirmación.


 [1] Eusebio, Hist. Ecl., L. 5, cap. 24. 

[2] Op. cit.