5. ¿No
recordáis que, todavía estando con vosotros, esto os decía?
Lo que sí todos recordamos
es el lamento de San Agustín, casi desgarrador, y devenido clásico:
“Y porque dijo que lo sabían ellos, no quiso
manifestarlo expresamente. Nosotros, que ignoramos lo que aquéllos sabían,
deseamos alcanzar con trabajo lo que quiso decir el Apóstol, y no podemos…”.
Pero… ¿y si, como ya vimos más arriba por la cita de
Padovani, San Pablo sí nos dijo, al igual que a los Tesalonicenses, cuál era el
katéjon…?
Antes de continuar, es preciso notar en este
versículo, siguiendo a los autores, un par de cosas:
I) La elipsis de todo este pasaje:
1. Os rogamos,
hermanos, con respecto a la Parusía de Nuestro Señor Jesucristo y nuestra
reunión a Él
2. que no pronto os
mováis del entendimiento, ni os turbéis ni por espíritu, ni por palabra, ni por
epístola, como nuestra: como que presente (esté)
el día del Señor.
3. Nadie os engañe en
alguna manera: si no viniere la apostasía primero y se revelare el hombre de la
iniquidad, el hijo de la perdición;
4. el que se opone y
levanta sobre todo el que se dice Dios o numen; hasta él en el Santuario de
Dios sentarse, probándose a sí mismo que es Dios—
5. ¿No recordáis que,
todavía estando con vosotros, esto os decía?
En lugar del v. 5, San Pablo debió haber
terminado la frase que dejó inconclusa y decir, palabras más, palabras menos[1]:
“Si no viniere la apostasía primero y se
revelare el hombre de la iniquidad, el hijo de la perdición… no vendrá el día del Señor”.
II) En segundo lugar, y seguramente como causa
del punto anterior, parece haber en el Apóstol una cierta impaciencia en sus
palabras. Impaciencia que denotaría casi una queja contra los Tesalonicenses
por no recordar su prédica.
Esto parecería corroborarse, además, si tenemos en
cuenta la I Epístola, pues, como lo indica agudamente el P. Prat[2]:
“Es muy probable que el Apóstol responda a
una pregunta formal de los Tesalonicenses, de la cual Timoteo pudo haber sido
el intermediario. La transición brusca y la fórmula rígida repetida dos veces:
“con respecto a los muertos… (IV, 13)[3] con respecto a los tiempos
y circunstancias” (V, 1), recuerda exactamente las respuestas a las dudas de
los Corintios. La diferencia entre las dos partes de esta consulta teológica
está en que la última se contenta con hacer el llamado a los recuerdos de
los neófitos y no nos deja esperar enseñanzas nuevas, mientras que la
primera promete una revelación “en nombre del Señor”.
Es decir, se entendería más fácilmente la
impaciencia del Apóstol si ya en la primera epístola les hubiera indicado que
sobre el tiempo de la Parusía ya les había dicho todo lo que necesitaban saber.
Esto es lo que dan a entender diversos autores:
Zerwick:
Ἔλεγον: “decía (¡una y
otra vez!)”.
Rigaux:
“Ἔλεγον (decía): “El imperfecto puede significar actos repetidos: os
decía a menudo (Fil. III, 18), o abundantemente o tenía la costumbre de deciros”.
Padovani:
“Les hace recordar aquellas cosas que,
mientras estaba en Tesalónica, ya les había enseñado sobre esto. La forma de
la oración en interrogación muestra que Pablo les dice esto con cierta
reprensión ya que los Tesalonicenses, no atendieron a lo que habían aprendido
del apóstol y prestaron oídos a los pseudo-doctores”.
Orchard:
“Es evidente que cuando San Pablo en
persona les instruyó, les había explicado cuidadosa y ampliamente (cf.
I Tes. V, 2) la doctrina apocalíptica de Mt. XXIV y Dan. VII, 25
ss; XI, 36 ss”.
Rigaux:
“El versículo 5 termina la primera parte de la
sección sobre el día del Señor apelando a la memoria de los Tesalonicenses.
Cuando Pablo estaba con ellos ya les había dicho. Hay más que una
interrogación oratoria en la forma de la frase. Pablo no dice: vos sabéis ni os acordáis. Está muy cerca de la impaciencia. Dice más o menos: tenéis que acordaros. Es, pues,
evidente que la enseñanza ordinaria de Pablo, desde la primera evangelización
de una ciudad, implicaba las doctrinas sobre el retorno de Jesús, el día del
Señor, su venida repentina, los signos que acompañarían estos sucesos:
apostasía y revelación del hombre de iniquidad”.
Fillion:
“El apóstol se interrumpe vivamente
para recordar a sus lectores que su enseñanza oral había tratado sobre estos
diversos puntos. Hay evidentemente un reproche en esta pregunta: si los
Tesalonicenses se hubieran acordado, no hubieran creído que Cristo estaba por
aparecer pronto, y no se hubieran librado a inquietantes preocupaciones”.
Habiendo dado los trazos generales de la exégesis de
Mons. Padovani más un resumen de los primeros versículos, es necesario que
profundicemos un poco más los conceptos y aclaremos algunas cosas antes de pasar
a las objeciones.
[1] Sin embargo, no hay que dejar pasar estas palabras de Rouiller:
“La elipsis es evidente en los versículos 3b-4
(no el anacoluto como se dice a veces). La ausencia de apódosis (“el día
del Señor no vendrá”) no es una incorrección de estilo, tan luminoso es el
texto. Creemos incluso que este “blanco” de la escritura es muy sugestivo.
Llama la atención sobre la enseñanza anterior de Pablo que será evocada en el
v. 5. La frase (gramaticalmente) inacabada tiene el aire de decir: “no repito
de mi catequesis más que lo estrictamente necesario”.
[2] Op. cit. pag. 86.
[3] Tal vez la pregunta tenía que ver con el amor
fraterno (IV, 9) pues el giro usado
es Περὶ δὲ (pero acerca de), lo mismo que en Mt. XXII, 31; XXIV, 36; Mc. XII,
26; XIII, 31; Lc. XXI, 25; I Cor. VII, 1.25; VIII, 1; XII, 1; XVI, 1.12 y siempre
parece ir ligado a una pregunta previa. Obviamente se trata de una observación
menor.