IX
La
Estatua de Nabucodonosor
y
las cuatro Bestias de Daniel
Tal vez podrá parecer a
primera vista que ésto no tiene mucho que ver con el Apocalipsis en sí, pero
nos parece que no es así.
En primer lugar
porque hay una relación innegable entre Daniel y el Apocalipsis, no sólo
con el capítulo IX que ya hemos tratado en otra parte del blog, sino
también con otros capítulos, particularmente el II, el VII y el XII.
En segundo lugar
este pequeño artículo servirá para confirmar uno de nuestros puntos principales
que dimos en el primer
post: cuando decíamos que Castellani se apartaba en gran manera de Lacunza
o para decirlo todo de una buena vez: Castellani no es lacunziano.
Por último, Castellani
trae todo esto en su mismo Apokalypsis, que en definitiva es
el libro que estamos analizando.
En la página 123 dice:
"Fuera broma, Lacunza
me parece tiene razón en decir que si estas Cuatro Fieras son Caldea, Persia,
Grecia y Roma – como son sin duda las cuatro partes dismetálicas de la
Estatua que soñó Nabucodonosor –, esta Visión sería una repetición superflua
que no añade nada a la otra, a no ser si acaso confusión. Otra razón es que
la Visión de la Estatua desemboca en la Primera Venida de Cristo y fundación de
la Iglesia, mas ésta de las Fieras termina evidentemente en la Segunda Venida y
el Anticristo. Finalmente Lacunza nota que, para un Profeta, las Religiones
son cosas más vivientes que los reinos políticos; por lo cual las figura como vivientes (animales)
y a los reinos como inanimados (metales)".
Aquí hay dos cosas para
analizar: por un lado qué fue lo que dijo exactamente Lacunza y por el
otro cuál es la verdadera interpretación de la Estatua y de las Bestias.
En este artículo nos
enfocaremos sobre todo en la primera de las cuestiones porque la segunda no
corresponde a este estudio.
Lacunza
comienza su serie de Fenómenos analizando estos dos temas. En el primero
se dedica a la Estatua de Nabucodonosor del capítulo II y en el
segundo a las cuatro Bestias del capítulo VII.
Lacunza
combate con argumentos contundentes la interpretación dada comúnmente por los
autores y hace desembocar ambas visiones en la segunda Venida.
No está claro si Castellani
le adjudica al sabio sacerdote chileno la opinión de que la visión de la Estatua
termina en la primera Venida o si simplemente la hace suya, pero lo cierto es
que esto contradice completamente la tesis principal de Lacunza.
Las cuatro partes de la
Estatua no son para Lacunza, Caldea, Persia, Grecia y Roma, y por lo
tanto, esta visión no termina con la primera Venida.
Según Lacunza los
cuatro reinos son:
1) Babilonia-Persia.
2) Grecia.
3) Roma.
4) Invasiones Bárbaras.
Citemos nada más que dos
palabras del jesuita, sin entrar en mayores detalles:
"La admiración
que siempre me ha causado esta repartición, en que veo que todos convienen, a
lo menos cuanto a la sustancia, me ha hecho también pensar muchísimas veces cuál
puede haber sido la verdadera causa que ha obligado a los doctores a unirse en
este parecer, no obstante que lo repugna tanto, no sólo la Escritura divina,
sino también la historia y la experiencia misma. Os diré, amigo, simplemente lo
que se me ofrece (…) La causa en substancia ha sido (…) el miedo y pavor del
reino de Cristo. Este reino con todas las circunstancias, tan claras y tan
individuales, que señala esta profecía, y que se hayan en millares de otras,
como iremos observando, este reino digo, no lo pueden sufrir en su sistema, los
turba, los asusta, y tal vez los hace entrar en cierta especie de furor, el
cual, aunque religioso y santo, no por eso deja de ocasionar la muerte a muchos
inocentes, esto es, a tantos lugares de la Escritura, a quienes se quita con
tan manifiesta violencia su sentido propio y literal, con que sólo pueden vivir.
Este
reino, vuelvo a decir, repugna terriblemente a todas sus ideas. No es posible admitirlo sino en sentido metafórico, o puramente
espiritual. Aun así es necesario llegar a algunos malos pasos, y ver el modo
de, o pasarlos, o de evitarlos; lo cual también repugna a las ideas, tómese el
partido que se tomare…"[1].
Y Lacunza sigue
durante páginas y páginas probando su tesis. Sería menester citarlo todo, pero
para nuestro fin no es necesario, pues con lo dicho es más que suficiente.
El segundo punto de la
profecía, que es el más importante, lo dedica a probar que la piedra que cae
sobre los pies de la estatua es Jesucristo en su Segunda Venida y
no en la Primera como comúnmente se dice.
No hay mucho más para
decir. Solo hacer notar que así como Castellani se apartaba de la
interpretación dada en el Fenómeno IX “El Tabernáculo
de David”, así hace otro tanto aquí, apartándose del Fenómeno I
"La Estatua de cuatro metales".
Se nos podrá objetar que
nosotros también nos alejamos de Lacunza en la interpretación, no sólo
de la Estatua sino de las Bestias, pero es preciso hacer una pequeña distinción:
para Lacunza lo esencial en su exégesis es que ambas profecías terminan con
la Segunda Venida y en esto coincidimos por completo, mientras que nuestra
diferencia está en algo totalmente accidental a su exégesis y es en lo relativo
al cuarto Reino de la estatua y a la composición de la cuarta Bestia.
Para Lacunza ambas
se están desarrollando ante nuestros ojos desde hace un buen tiempo, mientras
que para nosotros son todavía futuras. Pero esto, lo repetimos, es completamente
accidental, puesto que lo principal aquí es que ambas terminan en la segunda
Venida y en nada cambia que el cuarto Reino de la Estatua o la cuarta Bestia se
estén formando desde hace tiempo que decir que todavía deben hacer su aparición
sobre la faz de la tierra.
Por supuesto que no nos
vamos a detener en probar nuestras diferencias con Lacunza porque sería
alejarnos del fin inmediato desta serie de artículos, pero sólo nos remitiremos
al famoso intervalo del que hemos hablado en nuestro pequeño estudio
sobre las LXX Semanas. Cfr. Aquí.
Vale!
[1] La
Venida, Tomo 1, pag. 246 s. De
más está decir que no adjudicamos a Castellani estas razones, sino que
simplemente nos pareció este un buen resumen del pensamiento de Lacunza.