B) Motivación de las
Parábolas del Reino de Dios
El
origen del problema sobre la razón de ser o, como suele decirse, la finalidad
de estas singulares parábolas, se halla en ciertas expresiones duras y
difíciles de los Evangelistas, que parecen motivarlas en la justicia y
considerarlas como castigo del Señor a los judíos. No han faltado algunos
intérpretes que, tomando las palabras como suenan, han creído que el empleo del
género parabólico nacía de espíritu justiciero. Otros han mitigado tanto la
dureza de aquellas expresiones, que han visto en el uso de las parábolas una
actuación de la misericordia. Otros, más conciliadores, han combinado ambas
finalidades, considerando las parábolas como efecto a la vez de la misericordia
y de la justicia. Tal vez se hubieran ahorrado o reducido estas controversias,
si en la enseñanza parabólica se hubieran distinguido los diferentes aspectos
más genéricos o más diferenciales. Porque pudo
el Maestro enseñar sin parábolas, o enseñar por parábolas claras y diáfanas, o
por fin enseñar por parábolas casi enigmáticas. Y bien puede ser que en un
aspecto se descubra la finalidad misericordiosa y en otro la justiciera, y en
unos y otros la motivación pedagógica. Donde es de notar que muchos autores
que no hablan sino de la finalidad misericordiosa o justiciera apelan, para
demostrar su tesis, a la motivación pedagógica, sin darle, con todo, el relieve
que se merecía. Pero más que intervenir en estas controversias, nos interesa
conocer el sentido exacto de las expresiones evangélicas que las han
ocasionado.
EXPRESIONES EVANGELICAS.
Las
expresiones difíciles que han dado lugar a las controversias sobre la motivación
de las parábolas, se hallan en los Sinópticos inmediatamente después de la
parábola del Sembrador (Mt. XIII, 10-15 = Mc. IV, 10-12 = Lc. VIII, 9-10.)
Nótese ya un hecho significativo: estas
declaraciones llenan seis versículos en San Mateo, tres en San Marcos, solos
dos en San Lucas. Y la dificultad se halla principalmente en los dos más
breves. ¿Será la brevedad precisamente la causa de la dificultad? Además, para su solución, podemos
prescindir en absoluto de San Lucas, que nada apenas añade a San Marcos. Este,
cotejado con San Mateo, es el que nos ha de dar la solución apetecida. Mas
antes, como las declaraciones evangélicas son una respuesta del Maestro a la
pregunta de los discípulos, es preciso conocer bien el alcance de esta pregunta.
PREGUNTA DE LOS DISCÍPULOS.