miércoles, 11 de junio de 2014

Castellani y el Apocalipsis, IX: La Estatua de Nabucodonosor y las Cuatro Bestias de Daniel

IX

La Estatua de Nabucodonosor
y las cuatro Bestias de Daniel


Tal vez podrá parecer a primera vista que ésto no tiene mucho que ver con el Apocalipsis en sí, pero nos parece que no es así.

En primer lugar porque hay una relación innegable entre Daniel y el Apocalipsis, no sólo con el capítulo IX que ya hemos tratado en otra parte del blog, sino también con otros capítulos, particularmente el II, el VII y el XII.

En segundo lugar este pequeño artículo servirá para confirmar uno de nuestros puntos principales que dimos en el primer post: cuando decíamos que Castellani se apartaba en gran manera de Lacunza o para decirlo todo de una buena vez: Castellani no es lacunziano.

Por último, Castellani trae todo esto en su mismo Apokalypsis, que en definitiva es el libro que estamos analizando.

En la página 123 dice:

"Fuera broma, Lacunza me parece tiene razón en decir que si estas Cuatro Fieras son Caldea, Persia, Grecia y Roma – como son sin duda las cuatro partes dismetálicas de la Estatua que soñó Nabucodonosor –, esta Visión sería una repetición superflua que no añade nada a la otra, a no ser si acaso confusión. Otra razón es que la Visión de la Estatua desemboca en la Primera Venida de Cristo y fundación de la Iglesia, mas ésta de las Fieras termina evidentemente en la Segunda Venida y el Anticristo. Finalmente Lacunza nota que, para un Profeta, las Religiones son cosas más vivientes que los reinos políticos; por lo cual las figura como vivientes (animales) y a los reinos como inanimados (metales)".

Aquí hay dos cosas para analizar: por un lado qué fue lo que dijo exactamente Lacunza y por el otro cuál es la verdadera interpretación de la Estatua y de las Bestias.
En este artículo nos enfocaremos sobre todo en la primera de las cuestiones porque la segunda no corresponde a este estudio.


Lacunza comienza su serie de Fenómenos analizando estos dos temas. En el primero se dedica a la Estatua de Nabucodonosor del capítulo II y en el segundo a las cuatro Bestias del capítulo VII.

Lacunza combate con argumentos contundentes la interpretación dada comúnmente por los autores y hace desembocar ambas visiones en la segunda Venida.

No está claro si Castellani le adjudica al sabio sacerdote chileno la opinión de que la visión de la Estatua termina en la primera Venida o si simplemente la hace suya, pero lo cierto es que esto contradice completamente la tesis principal de Lacunza.

Las cuatro partes de la Estatua no son para Lacunza, Caldea, Persia, Grecia y Roma, y por lo tanto, esta visión no termina con la primera Venida.

Según Lacunza los cuatro reinos son:

1) Babilonia-Persia.

2) Grecia.

3) Roma.

4) Invasiones Bárbaras.

Citemos nada más que dos palabras del jesuita, sin entrar en mayores detalles:

"La admiración que siempre me ha causado esta repartición, en que veo que todos convienen, a lo menos cuanto a la sustancia, me ha hecho también pensar muchísimas veces cuál puede haber sido la verdadera causa que ha obligado a los doctores a unirse en este parecer, no obstante que lo repugna tanto, no sólo la Escritura divina, sino también la historia y la experiencia misma. Os diré, amigo, simplemente lo que se me ofrece (…) La causa en substancia ha sido (…) el miedo y pavor del reino de Cristo. Este reino con todas las circunstancias, tan claras y tan individuales, que señala esta profecía, y que se hayan en millares de otras, como iremos observando, este reino digo, no lo pueden sufrir en su sistema, los turba, los asusta, y tal vez los hace entrar en cierta especie de furor, el cual, aunque religioso y santo, no por eso deja de ocasionar la muerte a muchos inocentes, esto es, a tantos lugares de la Escritura, a quienes se quita con tan manifiesta violencia su sentido propio y literal, con que sólo pueden vivir.
Este reino, vuelvo a decir, repugna terriblemente a todas sus ideas. No es posible admitirlo sino en sentido metafórico, o puramente espiritual. Aun así es necesario llegar a algunos malos pasos, y ver el modo de, o pasarlos, o de evitarlos; lo cual también repugna a las ideas, tómese el partido que se tomare…"[1].

Y Lacunza sigue durante páginas y páginas probando su tesis. Sería menester citarlo todo, pero para nuestro fin no es necesario, pues con lo dicho es más que suficiente.

El segundo punto de la profecía, que es el más importante, lo dedica a probar que la piedra que cae sobre los pies de la estatua es Jesucristo en su Segunda Venida y no en la Primera como comúnmente se dice.

No hay mucho más para decir. Solo hacer notar que así como Castellani se apartaba de la interpretación dada en el Fenómeno IXEl Tabernáculo de David”, así hace otro tanto aquí, apartándose del Fenómeno I "La Estatua de cuatro metales".

Se nos podrá objetar que nosotros también nos alejamos de Lacunza en la interpretación, no sólo de la Estatua sino de las Bestias, pero es preciso hacer una pequeña distinción: para Lacunza lo esencial en su exégesis es que ambas profecías terminan con la Segunda Venida y en esto coincidimos por completo, mientras que nuestra diferencia está en algo totalmente accidental a su exégesis y es en lo relativo al cuarto Reino de la estatua y a la composición de la cuarta Bestia.
Para Lacunza ambas se están desarrollando ante nuestros ojos desde hace un buen tiempo, mientras que para nosotros son todavía futuras. Pero esto, lo repetimos, es completamente accidental, puesto que lo principal aquí es que ambas terminan en la segunda Venida y en nada cambia que el cuarto Reino de la Estatua o la cuarta Bestia se estén formando desde hace tiempo que decir que todavía deben hacer su aparición sobre la faz de la tierra.

Por supuesto que no nos vamos a detener en probar nuestras diferencias con Lacunza porque sería alejarnos del fin inmediato desta serie de artículos, pero sólo nos remitiremos al famoso intervalo del que hemos hablado en nuestro pequeño estudio sobre las LXX Semanas. Cfr. Aquí.

Vale!





[1] La Venida, Tomo 1, pag. 246 s. De más está decir que no adjudicamos a Castellani estas razones, sino que simplemente nos pareció este un buen resumen del pensamiento de Lacunza.