La Enseñanza Galicana
La tesis que sostenía la infalibilidad papal había obtenido el estatus de una proposición que debía sostenerse de fide basado en la autoridad del magisterio ordinario y universal de la Iglesia cuando, en 1682, aparecieron los infames Cuatro Artículos del Clero Galicano. El cuarto, y el más peligroso de los artículos, enseñaba que
“Aunque el Sumo Pontífice tiene la parte más importante que desempeñar en cuestiones de fe, y aunque sus decisiones pertenecen a todas y cada una de las Iglesias, su juicio no es totalmente definitivo (irreformable) a menos que se dé el consentimiento de la Iglesia”[1].
Este artículo negaba absolutamente cualquier infalibilidad real en las decisiones del Pontífice romano como tal, y devolvía el carisma de la infalibilidad a la Iglesia en su conjunto.
Detrás de los Artículos galicanos se encontraba el poder político del Reino de Francia. Como grupo, los escritores franceses de manuales teológicos se apresuraron a incorporar estos Artículos en sus exposiciones de eclesiología. Debido a la amplia influencia de los textos teológicos franceses, el error se extendió por otras tierras, y no siempre con la delicadeza de redacción que caracterizaba los escritos de los galicanos franceses más moderados. Así, la infeliz "Protestación" presentada por el Comité Católico en Inglaterra en 1789 y firmada por una gran mayoría de los influyentes católicos ingleses de ese día, contiene la escueta declaración de que
“No reconocemos ninguna infalibilidad en el Papa”[2].
Al menos durante un tiempo, John England, el más influyente de los primeros obispos católicos estadounidenses, cayó en el mismo error. Al responder al “Mount Zion Missionary”, el obispo England declaró que
“Algunos teólogos opinan que el Papa, bajo ciertas circunstancias, es infalible al dar sus decisiones doctrinales”,
pero, en la medida en que esta enseñanza se presentaba como un artículo de fe católica, el obispo de Charleston prefirió “tomarse la libertad de rechazarla rudamente”[3].