En el volumen X (año 1951) de
“Estudios Bíblicos”, páginas 255-257, pudieron ver mis avisados lectores una
nota bibliográfica sobre Le livre de la Genèse del profesor J. Chaine,
en el que a vueltas de muchas excelencias descubrimos por todo él una exégesis
demasiado desenfada junto con una crítica literaria de las fuentes, que no
acertamos fácilmente a concertar con la inerrancia bíblica.
En esa exégesis dicha espiritualista,
y que se diría mejor humanista, tanto por el objeto que se propone, como por el
método que emplea, el elemento divino parece quedar a menudo sofocado por el
elemento humano, con todas sus deficiencias, errores, prejuicios y aun
contradicciones.
Dejando para un estudio más
detenido lo relativo a la crítica literaria, queremos en el presente ensayo
atraer la atención de los lectores hacia el campo de la exégesis, donde se
asientan o insinúan afirmaciones muy problemáticas, y aun erróneas a nuestro
modo de ver. No intentamos, sin embargo, darles por tales sin distinción y a
carga cerrada, sino informar de ellas a nuestros lectores, indicando al mismo
tiempo las razones que a nosotros nos hacen desconfiar de su exactitud exegética.
PARTE
I. - LAS DEFICIENCIAS
Según el autor del comentario,
ni la creación ex nihilo (pág. 21 nota), ni el monogenismo (pág. 54-55)
estaría contenido con certeza en el Génesis; habría ciertas discrepancias del
sagrado texto con la ciencia; la ignorancia del autor sagrado en punto a
geografía (pág. 36) y cronología sería notoria; la alimentación, no sólo de los
hombres, sino también de los animales, sería vegetariana antes del Diluvio
(págs. 44 y 123); el salvajismo de los animales sería, según la Biblia, posterior
a la cautividad (pág. 27); los 120 años que el Señor concede a la Humanidad
prediluviana, significarían una disminución en la vida media del hombre (pag. 99);
el nombre de Noé (“el consolador”) tendría su motivación en la invención del
vino (pág. 84); la catástrofe del Diluvio sería uno de tantos desbordamientos fluviales
(pág. 141); ni tendría mayor importancia el hecho de la torre de Babel (pág.
166).
Se repite con Lagrange que
estos relatos primitivos no carecen de valor histórico, mas por los razonamientos
que sobre ellos se hacen, si ya no se los traduce inadecuadamente, ese valor
histórico parece tantas veces esfumarse.