jueves, 16 de octubre de 2025

El libro de Josué como imagen del Apocalipsis (IV de VII)

 Capítulos VII-VIII

Toma de Hai

 

Bueno, en los capítulos 7-8 vemos el segundo ataque que lanza Israel contra sus enemigos: en este caso, contra el pueblo de Hai. Pero acá ocurre algo único en todo el libro y es que Israel es derrotado en una primera batalla.

Josué lo que hizo fue enviar unos exploradores a Hai y éstos vinieron y le dijeron que era fácil de conquistar, que no era preciso enviar todo el ejército. Cuando atacaron, murieron 36 judíos y el resto del ejército se tuvo que retirar.

Entonces Josué se postró ante Dios y le pidió que, por amor a su nombre y a su palabra, no permitiera que Israel fuera destruido por sus enemigos y entonces Dios le reveló por qué habían perdido la batalla.

Le dijo que uno de los soldados había robado para sí en Jericó algo de lo que debía ser consagrado a Dios y que no iba a triunfar en ninguna batalla hasta tanto no eliminaran de entre el pueblo a esta persona.

La razón por la cual los soldados no podían quedarse con nada en la primera batalla, sino que todo debía ser de Dios, es porque Jericó, al ser la primera ciudad tomada, era como las primicias. Y las primicias pertenecen a Dios. Dios se reservó para Sí todos los despojos, a diferencia de lo que pasó después.

Después de tirar suertes, Acán salió designado como el ladrón y fue lapidado él y toda su familia y luego prendidos fuego. Recién después pudo Israel volver a las batallas.

La estrategia de Josué para tomar Hai fue muy simple. Una parte del ejército fue al otro lado de la ciudad y se escondió, mientras que la otra parte del ejército atacó por el frente como la otra vez, y cuando los habitantes de Hai salieron a hacerles frente, entonces el ejército de Israel huyó y sus enemigos creyeron que iba a pasar lo mismo que la otra vez, por eso salieron todos confiados tras los judíos y dejaron las puertas de la ciudad abiertas, tras lo cual la otra parte del ejército que estaba escondida, entró a la ciudad y la prendió fuego, y cuando vieron los habitantes de Hai el incendio se dieron cuenta lo que habían pasado y que estaban rodeados, y así fueron todos aniquilados.

En estos dos capítulos veo como tipología bíblica dos hechos muy interesantes.

 a) En primer lugar, llama mucho la atención lo que roba Acán… Acán se roba un manto de… Babilonia.

 

Jos. VII, 20-21: “Acán respondió a Josué, diciendo: “Es verdad que he pecado contra Jehová, el Dios de Israel. He aquí lo que he hecho: Vi entre los despojos un hermoso manto de Babilonia, doscientos siclos de plata y una barra de oro de cincuenta siclos de peso; y llevado de codicia lo tomé, y he aquí que está escondido en la tierra en medio de mi tienda, y el dinero está debajo (del manto).”

 

Y la pregunta es: ¿qué hace Babilonia nombrada expresamente en este versículo? Otra vez, ¿justo tenía que ser de Babilonia?

lunes, 6 de octubre de 2025

El libro de Josué como imagen del Apocalipsis (III de VII)

 b) Batallas: VI-XII

 

Capitulo VI

Toma de Jericó

 

Llegamos por fin al capítulo VI, donde se narra la toma de Jericó, que tiene un montón de cosas raras: la forma en que es conquistado Jericó es totalmente bizarra. Cuando en la Biblia hay algo raro, casi seguro que es señal de que hay “algo más”.

 La historia es la siguiente:

Dios le pidió a Josué que durante seis días diera una vuelta a la ciudad de Jericó junto con todos los soldados y los sacerdotes, los cuales tenían que ir tocando las trompetas delante del arca. Y al séptimo día, tenían que hacer lo mismo, pero siete veces y cuando terminaran, entonces todo el pueblo tenía que gritar.

Los judíos hicieron exactamente eso, y entonces las murallas de Jericó cayeron, los soldados entraron y mataron a todo ser vivo que había ahí, excepto Rahab y los que estaban con ella en su casa.

Luego, todo el oro y las cosas de valor quedó para Dios, o sea para el culto, y a todo lo demás se le prendió fuego.

 

***

 1) Empecemos por Rahab, a quien habíamos dejado más arriba y veamos su aplicación a los últimos tiempos.

miércoles, 1 de octubre de 2025

Dom Adrien Gréa, La Iglesia y su divina constitución, 2 vol. (Reseña)

 Dom Adrien Gréa,

La Iglesia y su divina constitución, 2 vol.

(Reseña)

CJ Traducciones, 2025

 


 La Iglesia y su Divina constitución, vol. I, pp. 403; vol. II, pp. 401.

 Tanto el libro como el autor no necesitan presentación, pues los lectores de este blog los conocen de sobra ya que hemos transcrito este mismo libro en su momento, pero lo que sí necesita algún tipo de justificación es la nueva traducción.

En una pequeña nota al comienzo del primer volumen, el traductor nos indica las dos principales deficiencias de la traducción publicada por Herder: por un lado, las numerosas notas al pie de página de Papas posteriores al autor para corroborar la doctrina expuesta en el cuerpo del libro, notas que, si bien ilustraban la doctrina, volvían un tanto irreconocible la obra salida originalmente de manos de tan ilustre autor; y por el otro lado, y es lo más importante, la traducción de Herder carecía de partes importantes del libro, y es difícil encontrar la razón. Tanto las cartas laudatorias de diversos cardenales y obispos insertadas al comienzo, como los tres apéndices: Textos principales de san Ignacio mártir relativos a la jerarquía, Orígenes del estado, sus relaciones con la religión y la Iglesia y Nota histórica sobre el gobierno episcopal, a lo cual se le podría agregar el prólogo del autor; en total, unas 165 páginas de las casi 800 que suman los dos tomos.

Y no solamente es de lamentar la cantidad de las páginas perdidas como la calidad. Sin dudas, lo más importante es el Apéndice I del tomo 2: Orígenes del estado, sus relaciones con la religión y la Iglesia, un estudio verdaderamente luminoso sobre los dos poderes a través de la historia, desde el mismo Adán hasta Cristo, que incluso explica de forma muy natural algunos inconvenientes de la Biblia como el tema de la esclavitud, y algunas cuestiones más teológicas como la relativa a la existencia de la Iglesia desde la época de Adán.

El libro es realmente un verdadero poema. Lejos de las afirmaciones secas que se encuentran aquí y allá en muchos teólogos, este libro es capaz de elevarnos a contemplar y saborear los mayores misterios en la tierra y en el cielo.

Citado por el Cardenal Billot en su insuperable tratado De Ecclesia, el Eminente Cardenal dirá sobre este libro:

 

“Lo volveré a leer, tanto para mi instrucción como para mi consuelo en el Señor. Hoy en día es tan raro encontrar escritos de una ortodoxia tan pura, y que realicen hasta tal punto el ideal de toda exposición teológica: el Verbo inspirando el Amor”.

 

Excelente libro que merecería estar traducido a las principales lenguas modernas, es presentado completo, por primera vez, al público de habla hispana.

Quiera Dios que la lectura de estas páginas nos ayude a amar cada vez más a la Santa Iglesia “comienzo y razón de todas las cosas”, su jerarquía, vida religiosa y dones internos. 

El libro está disponible en Amazon: vol. I y vol. II.

sábado, 27 de septiembre de 2025

El libro de Josué como imagen del Apocalipsis (II de VII)

 Capitulo II 

Envío de dos espías a Jericó

 

Ya con el cap. II vamos a empezar a notar cosas muy interesantes.

Josué decide enviar dos exploradores a Jericó, que era la ciudad inmediata que estaba tras el Río Jordán.

Estos exploradores se alojan en la casa de la una prostituta llamada Rahab y por ella se enteran que todos los habitantes de Jericó estaban con mucho miedo de los judíos, porque sabían todo lo que Dios había hecho por ellos en Egipto y también durante su estadía en el desierto, y Rahab hace una hermosa profesión de fe en el Dios de Israel.

Ahora bien, resulta que el Rey de Jericó envió soldados a la casa de Rahab porque se enteró de unos extranjeros que habían entrado en la ciudad, y temía que podían ser judíos. Entonces fue a lo de Rahab y le dijo que los entregara. Pero Rahab les dijo que ya se habían ido, pero no era cierto, sino que estaban escondidos en el techo.

Una vez que los soldados se fueron a buscar a los exploradores, Rahab les dijo que se fueran a la montaña, y que estuvieran ahí algunos días hasta que termine la búsqueda y recién entonces volvieran al campamento, e hicieron un pacto entre ellos. Los judíos le prometieron que Rahab y su casa no iban a ser destruidos y que, para diferenciar su casa de las demás, colgara un cordón rojo en la entrada.

 

***

 

Hay varias cosas aquí dignas de atención.

lunes, 22 de septiembre de 2025

El libro de Josué como imagen del Apocalipsis (I de VII)

El libro de Josué como imagen del Apocalipsis

 Nota del Blog: Presentamos, levemente modificada para su publicación, el texto de una conferencia. De ahí el tono un tanto diferente al resto de las entradas.


 ***

 El libro de Josué puede dividirse fácilmente en tres partes:

 a) Preparativos: capítulos 1 a 5.

b) Batallas: capítulos 6 a 12

c) Distribución de la tierra conquistada: capítulos 13 a 24.

  

a) Preparativos: I-V

 Capitulo I

 Josué

 

Lo primero que salta a la vista en la vida de Josué es que no se llamaba Josué, sino Oseas, hijo de Nun.

Y uno podría preguntarse ¿y qué importancia tiene que Josué se haya llamado de otra manera antes?

La importancia para este estudio es doble:

 a) Primero, el hecho de cambiarle el nombre: esto que para nosotros parece sin importancia, no lo era para los antiguos, y menos para los judíos, que veían en el nombre sea la substancia de la cosa, sea, en el caso de los seres inteligentes, alguna misión o característica muy importante.

Tenemos en la Biblia varios ej. 

Gen. XVII, 3-6: “Dios siguió diciéndole: “En cuanto a Mí, he aquí mi pacto contigo: tú serás padre de una multitud de pueblos; y no te llamarás más Abram, sino que tu nombre será Abrahán, porque te he puesto por padre de muchos pueblos. Te haré crecer sobremanera, y te haré padre de pueblos, y reyes saldrán de ti.” 

Con lo cual, tenemos:

Abram: Padre excelso

Abraham: Padre excelso de la muchedumbre.

 Y en el N.T. vemos el conocido caso de San Pedro: 

sábado, 13 de septiembre de 2025

Algunas notas a Apocalipsis XXII, 20-21

 Nota del Blog: terminamos, después de mucho andar (¡más de 10 años!), estas notas entresacadas, en su mayor parte, de diversos autores.

 

***

  20. Dice el que testifica estas cosas: “Sí, vengo pronto”. Amén; ven, Señor Jesús.

 Concordancias:

  μαρτυρῶν (El que testifica): cfr. Apoc. I, 2; XXII, 17-18. Ver “testigo” en I, 5 y “testimonio” en I, 2.

 Ναί (): cfr. Apoc. I, 7; XIV, 13; XVI, 7.

 Ἔρχομαι (vengo): cfr. Mt. VIII, 11; XXIV, 11.50; Lc. XII, 46; XIII, 29.35; Jn. VI, 37; Rom. XI, 26; Heb. X, 37; II Ped. III, 10; Apoc. II, 26; III, 3.9; XV, 4; XVIII, 8. Ver Mt. VI, 10; X, 23; XVI, 27-28; XXI, 9; XXIII, 39; XXIV, 30.42-44.46; XXV, 10.13.19.27.31; XXVI, 64; Mc. VIII, 38; IX, 1; XI, 9-10; XIII, 26.35-36; Lc. IX, 26; XI, 2; XII, 36-40.43.45; XIV, 17.62; XVII, 20.22; XVIII, 8; XIX, 13.23.38; XXI, 27; XXII, 18; XXIII, 42; Jn. V, 25.28; VI, 35; VII, 37; XI, 27; XII, 13; XIV, 3.18.23.28; XXI, 22-23; Hech. I, 11; I Cor. IV, 5; XI, 26; I Tes. V, 2; II Tes. I, 10; II Jn. I, 7; Jud. I, 14; Apoc. I, 7; III, 11; XIV, 15; XVI, 15; XIX, 7; XXII, 7.12.17. Ver Hech. II, 20; I Tes. I, 10; Apoc. VI, 17; XI, 18; XIV, 7.

 Ταχύ (pronto): cfr. Lc. XVIII, 8; Rom. XVI, 20; Apoc. I, 1; III, 11; XXII, 7.12. Ver Mt. V, 25; Apoc. II, 16; XI, 14.

 Ἀμήν (amén): cfr. Apoc. I, 6-7; III, 14; V, 14; VII, 12; XIX, 4; XXII, 21.

 Κύριε Ἰησοῦ (Señor Jesús): cfr. Apoc. XXII, 21.

  

Notas Lingüísticas:

Zerwick: “μαρτυρῶν (el que testifica) participio v. 16; aquí no es Juan como en el v. 18, sino Cristo”.

  

Comentario:

 Allo: “Por séptima y última vez, el autor emplea la fórmula ἔρχεσθαι ταχύ (venir pronto) que casi siempre está puesta en boca de Cristo. Esta última advertencia sella todas las demás”.

 Iglesias: “El que atestigua es, en este caso, Jesús”.

 Primasio: “La Iglesia devota responde: “Sí, ven, Señor Jesús”, la cual dice en la oración: “Venga tu reino” (Mt. VI)”.

 Calmet: “Ven, Señor Jesús: Nada temen más los impíos que la venida del Señor; es el comienzo de su suplicio. Los buenos la desean y la piden de todo corazón como el comienzo de su felicidad. Tal era el Salmista, que decía: “Como el ciervo ansía las corrientes de aguas, así mi alma suspira por Ti, oh Dios” (Sal. XLI, 2) y San Pablo (Fil. I, 23): “Tengo deseo de morir y estar con Cristo.

  

21. La gracia del Señor Jesús (sea) con todos los santos. Amén.

 Concordancias:

 Χάρις (gracia): cfr. Jn. I, 14.16-17; Apoc. I, 4.

 Κύριε Ἰησοῦ (Señor Jesús): cfr. Apoc. XXII, 20.

 Ἁγίων (santos): cfr. Mt. XXVII, 52; Hech. IX, 13; XXVI, 10; I Cor. VI, 2; Ef. I, 18; II, 19; III, 18; IV, 12; Col. I, 12; I Tes. III, 13; II Tes. I, 10; Apoc. V, 8; VIII, 3-4; XI, 18; XIII, 7.10; XIV, 12; XVI, 6; XVII, 6; XVIII, 20.24; XIX, 8; XX, 9; XXII, 11. Ver Apoc. XX, 6.

 Ἀμήν (amén): cfr. Apoc. I, 6-7; III, 14; V, 14; VII, 12; XIX, 4; XXII, 20.

  

Comentario:

 Otras versiones agregan “Cristo” o suprimen “Amén” o “los santos”.

 Calmet: “Así como este libro comienza en forma de carta, termina de la misma manera. San Juan, al comienzo del Apocalipsis, deseó a las siete Iglesias, las que están en el Asia: “Gracia a vosotras y paz de “el que Es y el que Era y el que Viene”, aquí la desea a todos los fieles y a todos los que leen el Libro, la gracia del Señor Jesús. Que Dios los llene de las luces de su Espíritu y de las dulzuras de su gracia para conocer el sentido de esta profecía y para sacar de ella motivos de fe, esperanza y consuelo en medio de los males de los que están rodeados”.

sábado, 6 de septiembre de 2025

Algunas notas a Apocalipsis XXII, 18-19

 18. Testifico yo a todo el que oye las palabras de la profecía del libro este: si alguien añade a estas cosas, añadirá Dios sobre él las plagas, las escritas en este libro

 Concordancias:

 Μαρτυρῶ (testifico): cfr. Apoc. I, 2; XXII, 16.20. Ver “testigo” en I, 5 y “testimonio” en I, 2.

 Τῷ ἀκούοντι (el que oye): cfr. Apoc. I, 3.10; II, 7.11.17.29; III, 3.6.13.20.22; IV, 1; V, 11.13; VI, 1.3.5-7; VII, 4; VIII, 13; IX, 13.16; X, 4.8; XII, 10; XIII, 9; XIV, 2.13; XVI, 1.5.7; XVIII, 4; XIX, 1.6; XXI, 3; XXII, 8.17. Ver Mt. VII, 24-27, Lc. VI, 46-49; Apoc. IX, 20; XI, 12; XVIII, 22-23.

 Λόγους (palabras): cfr. Mt. VII, 24.26; X, 14; XIII, 19-23; Mc. II, 2; IV, 14-20.33; VIII, 38; XVI, 20; Lc. VI, 47; V, 1; VIII, 11-13.15.21; IX, 26; XI, 28; Jn. V, 24.38; VIII, 31.37.43.51-52.55; XII, 48; XIV, 23-24; XV, 3.20; XVII, 6.14.17.20; Hech. II, 41; IV, 4.29.31; VI, 2; VIII, 4.14.25.36; XI, 1.19; XIII, 5.7.44.46.48; XIV, 25; XV, 7.35-36; XVI, 6.32; XVII, 11; XVIII, 11; XIX, 10; XX, 32; Fil. I, 14; II, 16; Col. I, 5.25; IV, 3; I Tes. I, 6; II, 13; II Tim. II, 11.15; IV, 2; Tito I, 3; Heb. II, 2; IV, 2; XIII, 7; Sant. I, 18.21-23; I Ped. II, 8; II Ped. I, 19; I Jn. I, 10; II, 5.7.14; Apoc. I, 2-3.9; III, 8.10; VI, 9; XII, 11; XVII, 17; XIX, 9.13; XX, 4; XXI, 5; XXII, 6-7.9-10.19.

 Προφητείας (profecía): cfr. Apoc. I, 3; XI, 6; XIX, 10; XXII, 7.10.19.

 Βιβλίου (libro): cfr. Lc. IV, 17.20; Jn. XX, 30; XXI, 25; Gál. III, 10; Heb. IX, 19; X, 7; Apoc. I, 11; V, 1-5.8-9; VI, 14; X, 8; XIII, 8; XVII, 8; XX, 12; XXI, 27; XXII, 7.9-10.19.

 Ἐπιθῇ/ ἐπιθήσει (añade/añadirá): Hápax en el Apocalipsis.

 Πληγὰς (plagas): cfr. Lc. X, 30; XII, 48; Apoc. IX, 18.20; XI, 6; XIII, 3.12.14; XV, 1.6.8; XVI, 9.21; XVIII, 4.8; XXI, 9.

 Γεγραμμένας (escritas): cfr. Apoc. I, 3.11.19; II, 1.8.12.18; III, 1.7.14; XIV, 13 (segunda Bienaventuranza – Mártires del Anticristo); XIX, 9; XXI, 5; XXII, 19. Ver Apoc. X, 4.

  

Notas Lingüísticas:

 Bartina: “El verbo ἐπιθήσει, “añadir”, significa, además, “imponer” (Hech. XVI, 23). Este sentido caería mejor aquí, donde se ha buscado un juego de palabras difícil de traducir al español”.

 

 Comentario:

domingo, 31 de agosto de 2025

Algunas notas a Apocalipsis XXII, 17

 17. Y el Espíritu y la esposa dicen “ven”, y el que oye, diga “ven” y el que tiene sed, venga; el que quiere, reciba agua de vida gratis.

 Concordancias:

 Τὸ Πνεῦμα (el Espíritu): cfr. Apoc. II, 7.11.17.29; III, 6.13.22; XIV, 13; XIX, 10.

 Νύμφη (esposa): cfr. Jn. III, 29; Apoc. XXI, 2.9. Ver Apoc. XVIII, 23.

 Ἔρχου (ven): cfr. Mt. VIII, 11; XXIV, 11.50; Lc. XII, 46; XIII, 29.35; Jn. VI, 37; Rom. XI, 26; Heb. X, 37; II Ped. III, 10; Apoc. II, 26; III, 3.9; XV, 4; XVIII, 8. Ver Mt. VI, 10; X, 23; XVI, 27-28; XXI, 9; XXIII, 39; XXIV, 30.42-44.46; XXV, 10.13.19.27.31; XXVI, 64; Mc. VIII, 38; IX, 1; XI, 9-10; XIII, 26.35-36; Lc. IX, 26; XI, 2; XII, 36-40.43.45; XIV, 17.62; XVII, 20.22; XVIII, 8; XIX, 13.23.38; XXI, 27; XXII, 18; XXIII, 42; Jn. V, 25.28; VI, 35; VII, 37; XI, 27; XII, 13; XIV, 3.18.23.28; XXI, 22-23; Hech. I, 11; I Cor. IV, 5; XI, 26; I Tes. V, 2; II Tes. I, 10; II Jn. I, 7; Jud. I, 14; Apoc. I, 7; III, 11; XIV, 15; XVI, 15; XIX, 7; XXII, 7.12.20. Ver Hech. II, 20; I Tes. I, 10; Apoc. VI, 17; XI, 18; XIV, 7.

 Ἀκούων (oye): cfr. Apoc. I, 3.10; II, 7.11.17.29; III, 3.6.13.20.22; IV, 1; V, 11.13; VI, 1.3.5-7; VII, 4; VIII, 13; IX, 13.16; X, 4.8; XII, 10; XIII, 9; XIV, 2.13; XVI, 1.5.7; XVIII, 4; XIX, 1.6; XXI, 3; XXII, 8.18. Ver Mt. VII, 24-27, Lc. VI, 46-49; Apoc. IX, 20; XI, 12; XVIII, 22-23.

  διψῶν (el que tiene sed): cfr. Mt. V, 6; XXV, 35.37.42.44; Jn. IV, 13-15; VI, 35; VII, 37; Jn. XIX, 28; Rom. XII, 20; I Cor. IV, 11; Apoc. VII, 16; XXI, 6.

  θέλων (el que quiere): Ver Apoc. II, 21; XI, 5-6.

 Ὕδωρ ζωῆς (agua de vida): cfr. Sal. XXXV, 9-10; Jn. IV, 14; VII, 37-9; Apoc. VII, 17; XXI, 6; XXII, 1. Ver Apoc. VIII, 10-11; XI, 6; XIV, 7; XVI, 4-5.12.

 Δωρεάν (gratis): cfr. Apoc. XXI, 6.

  

Notas Lingüísticas:

 Zerwick: “νύμφη (novia): esposa”.

 

 Comentario:

 Andrés de Cesarea (citado por Allo): “Es el adveniat regnum tuum del Padrenuestro”.

jueves, 21 de agosto de 2025

Algunas notas a Apocalipsis XXII, 15-16

 15. ¡Fuera (están) los perros y los hechiceros y los fornicarios y los homicidas y los idólatras y todo el que ama y hace mentira!

 Concordancias:

 Ἔξω (adv. fuera): cfr. Mt. V, 13; VIII, 12; XIII, 48; Mc. IV, 11; Lc. XIII, 25.28; Jn. VI, 37; XII, 31; XV, 6; Gál. V, 19-21; Apoc. III, 12.

 Κύνες (perros): Hápax en el Apoc. cfr. Mt. VII, 6; Fil. III, 2; II Ped. II, 22.

 Φαρμακοὶ (hechiceros): Sólo en el Apoc. cfr. Apoc. IX, 21; XXI, 8.

 Πόρνοι (fornicarios): cfr. I Cor. VI, 9; Ef. V, 5; Heb. XIII, 14; Apoc. XXI, 8. Ver Apoc. II, 14.20; IX, 21; XIV, 8; XVII, 2.4; XVIII, 3.9; XIX, 3.

 Φονεῖς (homicidas): cfr. Apoc. XXI, 8. Ver Mt. XXII, 7; Apoc. IX, 21.

 Εἰδωλολάτραι (idólatras): cfr. I Cor. VI, 9; Ef. V, 5 (sinónimo de avaro); Apoc. XXI, 8    .

 φιλῶν (ama): cfr. Apoc. III, 19.

 Ψεῦδος (mentira): cfr. Jn. VIII, 44; Rom. I, 25; Ef. IV, 25; II Tes. II, 9.11; I Jn. II, 21.27; Apoc. XIV, 5; XXI, 27. Ver Mt. V, 11; Apoc. II, 2; III, 9; XXI, 8.

 

 Notas Lingüísticas:

 Zerwick: “Κύνες (perro): impuro”.

 Zerwick: “ποιῶν ψεῦδος (hace mentira): cfr. “veritatem facere”, Jn. III, 21”.

  

Comentario:

 Straubinger: “En esta lista, como en XXI, 8 se pone el acento más aún que en los pecados, en la doblez e infidelidad, pues los celos del Amor ofendido son “duros como el infierno” (Cant. VIII, 6). De ahí que los perros, más que a los sodomitas como en Deut. XXIII, 18, designan aquí a los de Fil. III, 2, que en Gál. II, 4 se llaman “falsos hermanos” (cfr. II Tim. III, 5). El Señor lo usa para los paganos en Mt. XV, 22, queriendo solamente probar la fe de la cananea. Más fuerte es el sentido que le da en Mt. VII, 6 aplicándolo a los que sería inútil evangelizar, pues rechazando la Palabra de amor de Dios (Jn. XII, 48) se excluyen de la sangre salvadora del Cordero (v. 14) y bien merecen el nombre de perros”.

jueves, 14 de agosto de 2025

Algunas notas a Apocalipsis XXII, 13-14

 13. Yo, el Alfa y la Omega, el Primero y el Último, el Principio y el Fin.

 

Concordancias:

 Τὸ Ἄλφα καὶ τὸ (el Alfa y la Omega): Sólo en el Apoc. cfr. Apoc. I, 8; XXI, 6.

  πρῶτος καὶ ἔσχατος (el Primero y el Último): cfr. Apoc. I, 17; II, 8.

 Ἡ ἀρχὴ καὶ τὸ τέλος (el Principio y el Fin): cfr. Apoc. XXI, 6. Ver Apoc. II, 26; III, 14.

  

Comentario:

 Straubinger: “Aplicados indistintamente al Padre y a Cristo, como observa Gelin (I, 8.17; II, 8; XXI, 6; Is. XLI, 4; XLIV, 6; XLII, 12), estos títulos muestran en Ambos, tanto la potestad creadora como la judicial. Cfr. XX, 11 y nota”.

 Allo: “La fórmula ὢν καὶ ἦν καὶ ἐρχόμενος (el que es y que era, y que viene) es tal vez la única que no se aplica al Hijo, porque significa el origen mismo de la vida divina (Swete)”.

 Gelin: “Las fórmulas del v. 13, empleadas indistintamente por Dios (I, 8; XXI, 6) y por Él (I, 17; II, 8), quieren recordar el poder que convienen a este juicio”.

  

14. Bienaventurados los que lavan sus túnicas para que sea su autoridad sobre el leño de la vida y que por las puertas entren en la ciudad.

 Concordancias:

 Μακάριοι (Bienaventurado): cfr. Mt. V, 3-11 (ocho Bienaventuranzas); XI, 6 (escándalo); XIII, 16 (Parábola del Sembrador); XVI, 17 (San Pedro); XXIV, 46 (arrebatados); Lc. I, 45 (la Virgen); VI, 20-22 (Bienaventuranzas); VII, 23 (escándalo); X, 23 (Revelación a los pequeños); XI, 27-28 (la Virgen y los Mártires del quinto Sello); XII, 37-38.43 (arrebatados); XIV, 14-15 (Primera Resurrección - Banquete); Jn. XX, 19 (los que creen sin ver); Tito II, 13 (Esperanza); Sant. I, 12 (Tentación).25 (práctica de las buenas obras); I Ped. III, 14 y IV, 14 (persecución por la justicia); Apoc. I, 3; XIV, 13; XVI, 15; XIX, 9; XX, 6; XXII, 7. Ver Lc. XXIII, 29 (estériles – destrucción de Jerusalén); Jn. XIII, 17.

ἔπλυναν (lavaron): cfr. Lc. V, 2; Apoc. XXII, 14.

 Στολὰς (túnicas): cfr. Mc. XVI, 5; Lc. XV, 22; Apoc. VI, 11; VII, 9.13-14.

Ἐξουσία (autoridad): cfr. Lc. XIX, 17; Jn. V, 27; Apoc. II, 26; XII, 10; XX, 6. Ver Mc. XIII, 34; Lc. X, 19; Apoc. VI, 8; IX, 3.10.19; XI, 6; XIII, 2.4-5.7.12; XIV, 18; XVI, 9; XVII, 12-13; XVIII, 1.

Ξύλου ζωῆς (leño de la vida): cfr. Apoc. II, 7; XXII, 2.19. Ver Lc. XXIII, 31.

Πυλῶσιν (puertas): cfr. Apoc. XXI, 12-13.15.21.25.

 Εἰσέλθωσιν (entren): cfr. Mt. V, 20; VII, 13.21; XII, 29; XVIII, 3.8-9; XIX, 17.23-24; XXI, 10.12; XXII, 11-12; XXIII, 13; XXIV, 38; XXV, 10.21.23; Mc. III, 27; IX, 43.45.47; X, 15.23-25; XI, 11.15; Lc. IX, 34; XI, 52; XIII, 24; XIV, 23; XVII, 27 ; XVIII, 17.25; Lc. XXIV, 26; Jn. III, 5; Rom. XI, 25; Heb. III, 11.18-19; IV, 1.3.5-6.10-11; VI, 19.20; Apoc. III, 20; XI, 11; XV, 8; XXI, 27.

 Πόλιν (ciudad): cfr. Mt. IV, 5; XXI, 10.18; XXII, 7; XXVI, 18; XXVII, 53; XXVIII, 11; Mc. XI, 19; XIV, 13.16; Lc. XIX, 41; XXII, 10; XXIII, 19; XXIV, 49; Jn. XIX, 20; Hech. IV, 27; VII, 58; XII, 10; XXI, 29-30; XXII, 3; XXIV, 12; Apoc. III, 12; XI, 2.8.13; XIV, 20; XVI, 19; XVII, 18; XVIII, 10.16.18-19.21; XX, 9; XXI, 2.10.14-16.18-19.21.23; XXII, 19. Ver Heb. XI, 10.16; XII, 22; XIII, 14.

  

Notas Lingüísticas:

sábado, 9 de agosto de 2025

Algunas notas a Apocalipsis XXII, 11-12

 11. El que daña, dañe más y el sucio, ensúciese más y el justo justicia haga más y el santo santifíquese más.

 Concordancias:

 Ἀδικῶν (el que daña): cfr. Lc. X, 19; Col. III, 25; II Ped. II, 13; Apoc. II, 11; VI, 6; VII, 2-3; IX, 4.10.19; XI, 5.

 Ῥυπαρὸς (el sucio): Hápax en el Apoc. Ver Sant. II, 2.

 Ῥυπανθήτω (ensúciese): Hápax absoluto.

 Δίκαιος (el justo): cfr. Mt. V, 45; X, 41; XIII, 17.43.49; XXIII, 29.35; XXV, 37.46; Lc. I, 17; XIV, 14; Heb. XII, 23; I Ped. III, 12; Apoc. XV, 3; XVI, 5.7; XIX, 2.

 Δικαιοσύνην (justicia): cfr. Mt. V, 6.10; VI, 33; Jn. XVI, 8.10; II Tim. IV, 8; Heb. XI, 7.33; II Ped. III, 13; I Jn. II, 29; III, 7.10. Ver Apoc. XV, 4; XIX, 8.11.

 Ἅγιος (santo): cfr. Mt. XXVII, 52; Hech. IX, 13; XXVI, 10; I Cor. VI, 2; Ef. I, 18; II, 19; III, 18; IV, 12; Col. I, 12; I Tes. III, 13; II Tes. I, 10; Apoc. V, 8; VIII, 3-4; XI, 18; XIII, 7.10; XIV, 12; XVI, 6; XVII, 6; XVIII, 20.24; XIX, 8; XX, 6.9; XXII, 21.

 Ἁγιασθήτω (santifíquese): Hápax en el Apoc. cfr. Mt. VI, 9; Lc. XI, 2; Jn. XVII, 17.19.

 

 Comentario:

 Notar la relación entre “el que daña – el justo” (ἀδικῶν - δίκαιος) y “el sucio – el santo” (ῥυπαρὸς - ἅγιος).