11) En este párrafo el documento del Santo
Oficio cita el pasaje de la Mystici Corporis que trata sobre la pertenencia a la
Iglesia, el genuino reino sobrenatural de Dios en el Nuevo Testamento. En este
contexto es interesante notar que el texto de la Mystici Corporis no implica que haya otra
clase de pertenencia real aunque incompleta en posesión de personas que no
tienen las calificaciones mencionadas aquí. La encíclica enseña sobre aquellos
que de hecho (reapse) deben ser contados como miembros de la
Iglesia. Insiste en que sólo aquellos que tengan las calificaciones mencionadas
deben ser enumerados reapse como miembros. Todos los demás, pues, son
no-miembros.
Además, ésto de ninguna manera implica que
la palabra "reapse" en el texto de la Mystici Corporis es una mera redundancia.
Si fuera así, entonces palabras como "genuinamente" y
"verdaderamente" no formarían parte de ningún vocabulario. Además, la
palabra "reapse" tal como es usada aquí, conecta esta
enseñanza de Pío XII con la doctrina tradicional de los teólogos Católicos que
distinguían entre pertenecer a la Iglesia "in re", esto es, como
miembro, y pertenecer a ella "in voto", esto es, por un deseo o intención
de entrar a ella como miembro.
12) El siguiente párrafo muestra que la Mystici Corporis enseñó muy claramente
que hay posibilidad de salvación para los no-miembros de la Iglesia Católica
que desean entrar en esta sociedad con un deseo meramente implícito. En la encíclica
el Santo Padre había afirmado que no pueden estar seguros de su eterna
salvación y había dado razones para justificar esta afirmación. Obviamente, pues, sin
posibilidad alguna de error, había afirmado implícitamente que realmente existe
posibilidad de salvación eterna para estos individuos.
13) La Suprema haec sacra muestra que el texto de la Mystici Corporis, particularmente
aquellas secciones de la encíclica mencionadas por la carta del Santo Oficio,
reprueba dos errores mutuamente opuestos. El primer error condenado en la Mystici Corporis es aquel según el cual
aquel que solamente tiene un deseo implícito de entrar a la Iglesia Católica
está en una situación en la cual le es imposible obtener la salvación eterna.
El segundo error reprobado es aquel que sostiene que los hombres pueden
salvarse igualmente en cualquier religión. Aquellos que
enseñaron cualquiera de los errores después de la publicación de la Mystici Corporis son culpables de ignorar
o desafiar la autoridad del Soberano Pontífice, enseñando en su actividad o magisterium doctrinal ordinaria.
Las mayorías de las traducciones de la Suprema haec sacra traducen "aequaliter" como
"igualmente bien". No considero estas dos expresiones como
exactamente equivalentes en el contexto de la carta del Santo Oficio. La Mystici Corporis enseña claramente en
forma implícita y la Suprema haec sacra en forma completamente
explícita que los hombres pueden salvarse solamente "dentro" de la
Iglesia Católica. Pueden estar "dentro" de esta sociedad a fin de obtener
la salvación en ella sea como miembro de esta organización o como personas que
buscan verdaderamente, incluso aunque sea de forma implícita, unirse a ella. No
existe otra religión "dentro" de la cual el hombre puede obtener la
Visión Beatífica. Sería una crasa afirmación incompleta decir que los hombres
no pueden salvarse "igualmente bien" en cada religión. La única
dentro de la cual pueden obtener su fin último sobrenatural es la Iglesia
Católica. Así, parecería que el significado del término latino "aequaliter" en su contexto en
la carta del Santo Oficio, se expresa mejor por el término
"igualmente", más bien que "igualmente bien".
14) En algún sentido este último párrafo en la
sección doctrinal de la Suprema haec sacra contiene su contribución más importante a
la sección de la sagrada teología que trata sobre la necesidad de la Iglesia
para la salvación eterna. El Santo Oficio insiste aquí que es un error
pensar "cualquier clase de
intención de entrar a la Iglesia es suficiente para salvarse". Establece que ningún deseo de entrar a la Iglesia puede ser
efectivo a menos que esté animado o informado por la perfecta caridad e
iluminado por la fe sobrenatural.
La expresión
"caridad perfecta", en el contexto de la Suprema haec sacra significa un
amor de amistad genuino y sobrenatural basada en el conocimiento de la fe
divina. En otras palabras, es un amor de Dios conocido según lo que Él nos ha
dicho sobre Sí mismo en la revelación pública divina. En el amor de caridad,
distinto del amor de Dios meramente natural que definitivamente no es
suficiente para la obtención de la salvación eterna, hay un amor de amistad a
Dios conocido, por lo menos en forma confusa, en la Trinidad de sus Personas.
Esta caridad es distinta del afecto
sobrenatural de esperanza, en el cual el hombre ama al Dios trino como a su
propio último Fin. Es distinto del amor inicial del cual habla el Concilio de
Trento, en cuanto que esta caridad es un amor de benevolencia y amistad fundado
en una posesión común. Este bien común es la misma natura divina que es la
deidad y que es compartida por aquel que vive la vida de la gracia
santificante.
La carta del Santo Oficio también enseña
que "ningún deseo explícito puede producir su
efecto (de la salvación eterna) a menos que el hombre
tenga fe sobrenatural". Aquí es imperativo recordar que el
documento habla de esa fe que es definida por el Concilio Vaticano como
"la virtud sobrenatural por la cual, con el impulso y auxilio de la gracia
de Dios, creemos como verdaderas aquellas cosas que ha revelado, no por su verdad
intrínseca, vista a la luz de la razón natural, sino a causa de la autoridad
del mismo Dios que las revela, que no puede ni engañar ni engañarnos".
Esta es la fe que el mismo Concilio Vaticano describió como "el comienzo
de la salvación humana".
En el texto de
la Suprema haec sacra se nos recuerda que la necesidad de esta fe sobrenatural existe
incluso cuando hay solamente un deseo implícito de entrar a la Iglesia. En
otras palabras, es posible que haya un hombre que obtenga la salvación sin
tener una noción clara de la Iglesia y desea entrar a ella solamente en cuanto
desea hacer todas las cosas que Dios quiere que haga. El deseo de entrar a la
Iglesia puede estar implícito en el deseo de agradar a Dios y de obtener la
salvación. Pero al mismo tiempo debe haber alguna verdad sobrenatural
explícita, revelada de hecho por Dios y aceptada de hecho como verdadera basado
en la autoridad de Dios revelante, de parte de todo hombre que obtiene la
salvación eterna.
Cuando el
deseo es meramente implícito, entonces la fe del hombre en las verdades
divinamente reveladas sobre la Iglesia, es igualmente implícita. El punto de la
carta del Santo Oficio aquí es precisamente que debe existir un contenido
explícito y definido para cualquier acto de una genuina fe sobrenatural. Para
que el hombre se salve debe aceptar como verdadero, basado en la autoridad de
Dios que revelante, la enseñanza que Dios ha comunicado al mundo como Su
mensaje público y sobrenatural.
Las siguientes
son, pues, las enseñanzas explícitas tomadas del texto de la Suprema haec sacra:
1) La doctrina de que no hay salvación fuera de la Iglesia Católica es
un dogma de la Iglesia Católica.
2) Este dogma siempre ha sido y siempre será enseñado infaliblemente
por el magisterio de la Iglesia.
3) El dogma
debe ser entendido y explicado de la forma en que el magisterio de la Iglesia
lo entiende y explica.
4) La Iglesia es necesaria para la salvación tanto como necesidad de
precepto como de medio.
5) Puesto que la Iglesia es necesaria para la salvación con necesidad de
precepto, nadie que conozca que la Iglesia Católica ha sido divinamente
instituida por Nuestro Señor y aun así rechaza entrar o permanecer en ella
puede obtener la salvación eterna.
6) La Iglesia es un medio general y necesario de salvación, no en
razón de una necesidad intrínseca, sino solamente por propia institución de
Dios, esto es, porque Dios en Su sabiduría misericordiosa la ha establecido
como tal.
7) Para que el hombre pueda salvarse "dentro" de la Iglesia, no
es siempre necesario que pertenezca a la Iglesia in re, de hecho como miembro, sino que a veces puede ser suficiente
pertenecer a ella como aquel que desea o quiere estar en ella. En otras
palabras, para aquel que pertenece a la Iglesia solamente en deseo o in voto es posible salvarse.
8) Es posible para este deseo de entrar a la Iglesia ser efectivo,
no solo cuando es explícito, sino también (cuando la persona es invenciblemente
ignorante de la vera Iglesia) incluso cuando ese deseo o votum es meramente implícito.
9) La Mystici Corporis reprobó tanto el error de los que enseñan la imposibilidad de
salvación para aquellos que solamente tienen un deseo implícito de entrar a la
Iglesia y la falsa doctrina de los que afirman que los hombres pueden encontrar
la salvación igualmente en cualquier religión.
10) Ningún deseo de entrar a la Iglesia puede ser efectivo para la salvación
a menos que esté iluminado por la fe sobrenatural y animado o motivado por la
caridad perfecta.