lunes, 29 de mayo de 2023

Algunas notas a Apocalipsis XIV, 4

 4. Estos son los que con mujeres no se han manchado: vírgenes, en efecto, son. Estos (son) los que siguen al Cordero adonde fuere. Estos fueron comprados de entre los hombres, (como) primicias para Dios y para el Cordero. 

Concordancias: 

Γυναικῶν (mujeres): cfr. Mt. V, 28; XIII, 33; Lc. XIII, 21; Apoc. II, 20; IX, 8; XII, 1.4.6.13-17; XVII, 3.4.6-7.9.18; XIX, 7; XXI, 9. 

Ἐμολύνθησαν (manchado): cfr. I Cor. VIII, 7; Apoc. III, 4. 

παρθένοι (vírgenes): cfr. Hapax en el Apoc. cfr. Mt. I, 23; XXV, 1.7.11; Lc. I, 27; Hech. XXI, 9; I Cor. VII, 25.28.34.36-38; II Cor. XI, 2. 

Ἀκολουθοῦντες (siguen): cfr. Mt. XIX, 27-29; Jn. X, 1-18; Apoc. VI, 8; XIV, 8.9.13 (Mártires del Anticristo); XIX, 14. Ver Apoc. III, 4; VII, 17. 

ἀρνίῳ (Cordero): cfr. Jn. XXI, 15; Apoc. V, 6.8.12-13; VI, 1.16; VII, 9-10.14.17; XII, 11; XIII, 8.11; XIV, 1.10; XV, 3; XVII 14; XIX, 7.9; XXI, 9.14.22-23.27; XXII, 1.3. 

Ὕπαγε (ve): cfr. Apoc. X, 8; XIII, 10; XVI, 1; XVII, 8.11. 

ἠγοράσθησαν (comprados): cfr. Mt. XIII, 44.46; XXV, 9-10; Lc. XIV, 18-19; XVII, 28; Apoc. III, 18; V, 9; XIII, 17; XIV, 3; XVIII, 11. 

Ἀπὸ τῶν ἀνθρώπων (de entre los hombres): cfr. Apoc. VIII, 11; IX, 4.6.10.15.18.20; XIII, 13; XVI, 2(?) 8.9.18.21. 

ἀπαρχὴ (primicias): Hapax en el Apoc. cfr. Rom. VIII, 23; XI, 16; XVI, 5; I Cor. XV, 20.23; XVI, 15; Sant. I, 18. 

 

Comentario: 

jueves, 25 de mayo de 2023

Algunas notas a Apocalipsis XIV, 3

 3. Y cantan un cántico nuevo delante del trono y delante de los cuatro Vivientes y de los Ancianos; y nadie podía aprender el cántico sino los ciento cuarenta y cuatro mil, los comprados de la tierra. 

Concordancias: 

ᾄδουσιν ᾠδὴν (cantan un cántico): cfr. Ef. V, 19; Col. III, 16; Apoc. V, 9; XV, 3. 

Καινὴν (nuevo): cfr. Apoc. II, 17; III, 12; V, 9; XXI, 1-2.5. 

ᾄδουσιν ᾠδὴν καινὴν (cantan un cántico nuevo): cfr. Apoc. V, 9. 

ἐνώπιον (delante): cfr. Lc. I, 19; XII, 9; XV, 10; XVI, 15; Hech. II, 25 (?); Apoc. I, 4; III, 2.5; IV, 5-6.10; V, 8; VII, 9.11.15; VIII, 2-4; IX, 13; XI, 4.16; XII, 10; XIV, 5.10; XV, 4; XVI, 19; XX, 12. 

Θρόνου (trono): cfr. Mt. V, 34; XXIII, 22; Hech. VII, 49; Heb. IV, 16; VIII, 1; XII, 2; Apoc. I, 4; III, 21; IV, 2-6.9-10; V, 1.6-7.11.13; VI, 16; VII, 9-11.15.17; VIII, 3; XI, 16; XII, 5; XVI, 17; XIX, 4-5; XX, 11-12; XXI, 3.5; XXII, 1.3. Ver Apoc. II, 13; XIII, 2; XVI, 10. 

ζῴων (Vivientes): cfr. Apoc. IV, 6-9; V, 6.8.11.14; VI, 1.3.5-7; VII, 11; XV, 7; XIX, 4. 

πρεσβυτέρων (Ancianos): cfr. Apoc. IV, 4.10; V, 5-6.8.11.14; VII, 11.13; XI, 16; XIX, 4. 

Οὐδεὶς (nadie): cfr. Apoc. II, 17; III, 7-8.17; V, 3-4; VII, 9; XV, 8; XVIII, 11; XIX, 11. 

ἐδύνατο (podía): cfr. Apoc. II, 2; III, 8; V, 3; VI, 17; VII, 9; IX, 20; XIII, 4.17; XV, 8. 

μαθεῖν (aprender): Hapax en el Apoc. cfr. Mt. XXIV, 32; Mc. XIII, 28. 

ἑκατὸν τεσσεράκοντα τέσσαρες χιλιάδες (144.000): cfr. Apoc. VII, 4; XIV, 1. 

οἱ ἠγορασμένοι (los comprados): cfr. Mt. XIII, 44.46; XXV, 9-10; Lc. XIV, 18-19; XVII, 28; Apoc. III, 18; V, 9; XIII, 17; XIV, 4; XVIII, 11. 

γῆς (tierra): cfr. Apoc. I, 5; V, 3.6.10.13; VI, 13.15; X, 2.5-6.8; XI, 4; XIV, 7; XVII, 2.5.18; XVIII, 1.3.9; XIX, 2.19; XX, 8-9.11; XXI, 1.24. Ver Apoc. I, 7; III, 10; VI, 4.8.10; VII, 1-3; VIII, 5.7.13; IX, 1.3-4; XI, 6.10.18; XII, 4.9.12-13.16; XIII, 3.8.11-14; XIV, 6.15-16.18-19; XVI, 1-2.18; XVII, 8; XVIII, 3.11.23-24. 

 

Notas Lingüísiticas: 

Zerwick: “ἠγορασμένοι, participio perfecto pasado (en el foro, ἀγορά) comprar; aposición a χιλιάδες (mil, que es femenino), masculino ad sensum”. 

 

Citas Bíblicas: 

El Salmo XXXII parece ser un eco de todo esto: 

domingo, 21 de mayo de 2023

Algunas notas a Apocalipsis XIV, 2

 2. Y oí una voz del cielo como voz de aguas muchas y como voz de un trueno grande; y la voz que oí (era) como de citaristas citarizando con sus cítaras. 

Concordancias: 

ἤκουσα (): cfr. Apoc. I, 3.10; II, 7.11.17.29; III, 3.6.13.20.22; IV, 1; V, 11.13; VI, 1.3.5-7; VII, 4; VIII, 13; IX, 13.16; X, 4.8; XII, 10; XIII, 9; XIV, 13; XVI, 1.5.7; XVIII, 4; XIX, 1.6; XXI, 3; XXII, 8.17-18. Ver Apoc. IX, 20; XI, 12; XVIII, 22-23. 

φωνὴν (voz): cfr. Apoc. I, 10.12.15; III, 20; IV, 1.5; V, 2.11-12; VI, 1.6-7.10; VII, 2.10; VIII, 5.13; IX, 13; X, 3-4.7-8; XI, 12.15.19; XII, 10; XIV, 7.9.13.15.18; XVI, 1.17-18; XVIII, 2.4; XIX, 1.5-6.17; XXI, 3. Ver Apoc. XVIII, 22-23. 

οὐρανοῦ (cielo): cfr. Mt. V, 34; XXIII, 21-22; Hech. VII, 49; Apoc. III, 12; IV, 2; V, 3.13; VIII, 1; X, 1.4-6.8; XI, 12-13.15.19; XII, 1.3.7.8.10.12; XIII, 6; XIV, 13.17; XV, 1.5; XVI, 11.21; XVIII, 1.4-5.20; XIX, 1.14; XX, 1.9.11; XXI, 2.10. 

ὑδάτων πολλῶν (aguas muchas): cfr. Apoc. I, 15; XIX, 6 (Mártires del Anticristo). Ver Apoc. XVII, 1. 

βροντῆς (trueno): cfr. Jn. XII, 29; Apoc. IV, 5; VI, 1; VIII, 5; X, 3-4; XI, 19; XVI, 18; XIX, 6. 

κιθαρῳδῶν (citaristas): Sólo en el Apoc. cfr. Apoc. XVIII, 22. 

κιθαριζόντων (citarizando): Hapax en el Apoc. cfr. I Cor. XIV, 7. 

κιθάραις (cítaras): cfr. I Cor. XIV, 7; Apoc. XIV, 2; XV, 2. 

 

Comentario: 

Esta voz es la misma de los Mártires del Anticristo. 

Voz de aguas muchas = XIX, 6. 

Voz de un trueno grande = XIX, 6 (truenos fuertes). 

Voz de citaristas = XV, 2. 

Están ante el Trono, los Vivientes y los Ancianos (v. 3) = VII, 9-11.15.

miércoles, 17 de mayo de 2023

Algunas notas a Apocalipsis XIV, 1

 Capítulo XIV 

1. Y vi, y he aquí el Cordero que estaba de pie sobre el monte Sión y con Él ciento cuarenta y cuatro mil, que tenían Su nombre y el nombre de Su Padre escrito en sus frentes. 

Concordancias: 

ἀρνίον (Cordero): cfr. Jn. XXI, 15; Apoc. V, 6.8.12-13; VI, 1.16; VII, 9-10.14.17; XII, 11; XIII, 8.11; XIV, 4.10; XV, 3; XVII 14; XIX, 7.9; XXI, 9.14.22-23.27; XXII, 1.3. 

ἑστὸς (estaba de pie): cfr. Apoc. III, 20; V, 6; VI, 17; VII, 1.9.11; VIII, 2.3; X, 5.8; XI, 4.11; XII, 4.17; XV, 2; XVIII, 10.15.17; XIX, 17; XX, 12. 

ὄρος (monte): cfr. Apoc. VI, 14-16; VIII, 8; XVI, 20; XVII, 9; XXI, 10. 

Σιών (Sión): Hapax en el Apoc. cfr. Mt. XXI, 5; Jn. XII, 15; Rom. IX, 33; XI, 26; Heb. XII, 22; I Ped. I, 6. 

ὄρος Σιών (monte Sión): cfr. Heb. XII, 22. 

ἑκατὸν τεσσεράκοντα τέσσαρες χιλιάδες (144.000): cfr. Apoc. VII, 4; XIV, 3. 

Ὄνομα (nombre): cfr. Apoc. II, 3.13.17; III, 1.4-5.8.12; VI, 8; VIII, 11; IX, 11; XI, 13.18; XIII, 1.6.8.17; XIV, 11; XV, 2.4; XVI, 9; XVII, 3.5.8; XIX, 12-13.16; XXI, 12.14; XXII, 4. 

Γεγραμμένον (escrito): cfr. Lc. X, 20; Apoc. II, 17; III, 12; XIII, 8; XVII, 5.8; XIX, 12.16; XX, 12.15; XXI, 12.27. 

μετώπων (frentes): Sólo en el Apoc. cfr. Apoc. VII, 3; IX, 4; XIII, 16; XIV, 9; XVII, 5; XX, 4; XXII, 4. 

 

Comentario: 

Así como los 144.000 de las doce tribus de Israel corresponde a la Mujer que huye al desierto, así estos 144.000 son los que huyen en cuanto ven al Anticristo (Mt. XXIV, 15 ss). 

Estos 144.000 (los que no se ponen la marca de la Bestia) siguen al Cordero al igual que los Mártires del Anticristo (VII, 17). 

Straubinger: “El Cordero no está ya aquí como en V, 6 sino “como un Rey glorioso entre su corte resplandeciente” (Fillion). El número perfecto podría indicar una cantidad completa, si bien no parecen ser éstos los mismos 144.000 de que se habla en VII, 4ss. (cfr. notas). Aquí se alude a seres virginales (v. 4), aunque no es fácil limitar a eso su calificación, pues es ampliada en el 5. Según algunos (Crampon, Pirot) se trataría de todos los elegidos, seleccionados de entre los hombres (v. 4), y no de entre los creyentes. Otros, como Fillion, observan acertadamente que, faltando el artículo, no parece hablarse de ellos como de personajes conocidos y que los versículos 3-5 parecen designar a un grupo especial (primicias). En IV Esd. II, 42-48 hay una escena muy semejante a esta. Cfr v. 6 y nota”. 

sábado, 13 de mayo de 2023

La primogenitura de Jacob y la cuestión moral, por el P. L. Caron

 La primogenitura de Jacob y la cuestión moral, por el P. L. Caron 

Nota del Blog: El siguiente texto está tomado del hermoso libro del P. Caron: Jesucristo, el verdadero Isaac, vol. II, pp. 375-380.

También hemos publicado algo del otro libro del mismo autor, que trata sobre las similitudes entre José, hijo de Jacob, y Nuestro Señor Jesucristo (ver AQUÍ y AQUÍ para conseguir el libro). 

Isaac bendice a Jacob, por Doré.


*** 

Cualquiera que esté familiarizado con la historia bíblica de los Patriarcas, seguramente sabrá que la respuesta de Jacob a su padre adjudicándose la primogenitura a fin de obtener la bendición, es uno de los tantos textos discutidos por los exégetas. 

Creemos que la interpretación del P. Caron no deja nada que desear. 

Este es el texto: 

Gén. XXVII, 18-19: “Heme aquí”; “¿quién eres, hijo mío?”. “Yo soy tu primogénito Esaú”, dijo Jacob a su padre”. 

Y el P. Caron comenta: 

Esta respuesta de Jacob ha sido objeto de muchas discusiones entre los intérpretes antiguos y modernos de la Escritura.

Muchos han pensado que Jacob fue culpable de haber mentido y pecado en esta circunstancia, y que es un esfuerzo inútil tratar de excusarlo.

Hay quienes han tratado de justificar a Jacob, argumentando que a veces está permitido mentir, ya sea para evitar un gran mal, o para obtener un gran bien, o para humillarse. Casiano lo permite en estos tres casos; y antes que él, Orígenes, San Jerónimo y San Crisóstomo eran del mismo parecer.

Pero San Agustín, seguido por todos los teólogos, lo combatió y rechazó con razón en su libro Sobre la mentira y en su epístola a San Jerónimo. La mentira es tan mala por su propia naturaleza que no es lícita en ningún caso, aunque se trate de preservar la vida del prójimo; y esto es lo que el Papa Inocencio III asegura que está de acuerdo con la Escritura.

Otros excusan el pecado de Jacob alegando la ignorancia que le hizo creer la mentira permitida para obtener la confirmación del derecho que Dios le había transmitido. La verdad contraria, dicen, no es tan obvia como para que Jacob y Rebeca no hayan podido ignorarla invenciblemente, ya que tantos grandes hombres, incluso en medio de la ilustración del cristianismo, han creído que la mentira es permisible en ciertos casos.

Otros, finalmente, recurren al misterio y exoneran a Jacob de mentira o pecado, suponiendo que actuaba por inspiración de Dios, o que lo que hacía contenía grandes misterios; pero la primera solución hace que Dios sea el autor de la mentira, a menos que se demuestre primero que la acción no es censurable; y la segunda, no responde a la dificultad, ya que no es imposible que Dios permita un pecado y que lo utilice para significar algún misterio.

Para nosotros, es evidente que Jacob no mintió; y así es como lo demostramos:

martes, 9 de mayo de 2023

Prefacio a el Libro de Rut, del P. Tardif de Moidrey

 Prefacio a el Libro de Rut, del P. Tardif de Moidrey

Nota del Blog: Presentamos el Prefacio del libro del P. Tardif de Moidrey, cuya reseña puede leerse AQUÍ. 

PREFACIO 

La excelencia de la Sagrada Escritura está más allá de toda alabanza; en ella el Espíritu Santo ha depositado tesoros, y su estudio sigue siendo para las almas una fuente siempre abundante de santificación.

Sin embargo, es erróneo, y la experiencia ha demostrado la validez de esta observación, haber pretendido que la Sagrada Escritura sea puesta en todas las manos y entregada indistintamente a todos los espíritus. Del hecho de que contenga la palabra de Dios, se concluye que nadie debe ser privado o privarse de la gracia vinculada a esta palabra. Se olvida así que, para que una gracia externa sea recibida con fruto, debe encontrar una disposición en el corazón, que no existirá sin una cierta preparación del espíritu.

Ahora bien, es la palabra apostólica, siempre viva en los labios de la Iglesia, la que determina la fe, sin la cual, en el curso de su viaje aquí abajo, el lector de los Libros Sagrados, por más que se esfuerce, no puede encontrar la luz. Así, este hombre venido de tierras lejanas, encargado de tesoros reales que no le pertenecen, llevado en rápido movimiento por caminos desiertos, sosteniendo en sus manos y ofreciendo en vano a sus ojos el Libro divino que no entiende, aunque baje de Jerusalén, el siervo de la Reina de Etiopía confiesa su impotencia al hombre apostólico con estas palabras tan sencillas y verdaderas: ¿Cómo voy a tener entendimiento si nadie me lo da? (Hech. VIII, 31).

Así, tomando prestada una comparación de San Agustín, al igual que las Sagradas Escrituras contienen la palabra de Dios bajo la corteza de la letra, los Sacramentos contienen la virtud de Cristo bajo los signos sensibles, y la Sagrada Eucaristía, a Cristo mismo, bajo las especies sacramentales. Esta virtud en unos, esta presencia real en el otro, son siempre útiles, consideradas en sí mismas, a veces incluso indispensables para la vida de la gracia. ¿Es esta una razón para darlos sin discernimiento y recibirlos sin preparación?

Ahora bien, el Apóstol nos dice (II Tim. III, 6) que toda Escritura, divinamente inspirada, es en sí misma útil para la salvación; y en esta palabra hay una verdad grande y viva. En efecto, cuando un alma está dispuesta por la integridad de la fe y el conocimiento suficiente unido al espíritu de sumisión, cuidando de no ir nunca en contra de la tradición interpretativa, encontrará en la palabra del Espíritu, luz y consuelo, un alimento maravilloso. Pero el Apóstol no dice que la Escritura sea siempre útil, en cualquier caso y sea cual sea el uso que se haga de ella. Menos aún, dice o insinúa que sea necesaria. Por el contrario, el Príncipe de los Apóstoles advierte (II Ped. III, 15) a los cristianos que algunos libros son difíciles de entender, y que algunos fieles, al interpretarlos por su cuenta, convierten esta lectura en su propia destrucción. Y, sin embargo, los escritores sagrados del Nuevo Testamento aún vivían en esa época, y debido al conocimiento de las lenguas y costumbres bíblicas, la interpretación era relativamente fácil.

Es de lamentar que el texto sagrado no esté en manos de un mayor número de personas; pero sobre todo es de lamentar que un mayor número no esté dispuesto a leerlo con provecho, o incluso sin peligro. Y este mal se debe a varias causas, siguiendo ese movimiento general que aleja a las almas de las cosas divinas, y quizá sobre todo a la ignorancia de esta admirable historia sagrada, de la que, con demasiada frecuencia, y por un inconcebible prejuicio de la educación, el conocimiento no pasa de una cierta noción confusa, tal como la primera infancia es capaz de concebirla. Difícilmente se puede entender el Evangelio sin comprender el Testamento de las Figuras (I Cor. VI, 11); ¡y cómo se puede tener una comprensión de las Figuras si ni siquiera se conocen los hechos y personajes a los que va unido el carácter figurado!

viernes, 5 de mayo de 2023

El P. Tardif de Moidrey

 EL R. P. TARDIF DE MOIDREY

 

Nota del Blog: Presentamos un bosquejo de la biografía del P. Tardif de Moidrey, gran amigo de Léon Bloy y autor de un comentario al Libro de Rut, cuya reseña puede leerse AQUÍ. 

*** 

El P. Tardif de Moidrey nació en Metz en 1828. Tuvo un brillante comienzo en la magistratura, luego ingresó en el seminario francés de Roma en 1855, a la edad de 27 años. Fue ordenado subdiácono y quiso ingresar en la orden de los capuchinos, pero su mala salud parecía ser un obstáculo para este proyecto, por lo que decidió probar la vida comunitaria. Como era miembro de la Tercera Orden de San Francisco, vino a vivir a Lyon, en la calle de los Brotteaux, y probó sus fuerzas físicas en esta nueva forma de vida. Se empleó inmediatamente en la predicación, y dejó en claro desde el principio lo que iba a ser un día; dio unas conferencias de Cuaresma en San Esteban.

Pero su salud no pudo soportar una vida y trabajo duros; tuvo que volver con su familia. Durante ocho años, una neuralgia continua en la cabeza le incapacitó para un trabajo regular y sostenido; vivió en el campo, pidiendo a la vida que allí se vive que le devolviera las fuerzas, aprovechando todas las oportunidades para emplearse, utilizando todo el tiempo libre que su sufrimiento le dejaba a fin de leer, trabajar y, sobre todo, meditar.

El P. de Moidrey era una mente eminentemente meditativa. Bajo su exterior alegre y afable, escondía una vasta inteligencia, siempre elaborando alguna gran cuestión de filosofía o teología.

Fue durante estos ocho años cuando excavó en Santo Tomás y en las Escrituras hasta el punto de sondear sus profundidades más que ningún otro en nuestro tiempo. Dotado de una memoria prodigiosa, había podido, en su juventud, y antes de tomar las órdenes sagradas, estudiar historia y hebreo. Se dedicó a un trabajo comparativo sobre etimologías, desde el punto de vista de la unidad de la lengua. Esta obra nunca vio la luz.

A diferencia de muchos hombres de hoy en día, que hablan o escriben antes de haber estudiado, el buen Dios le había proporcionado un descanso forzoso y, si se me permite decirlo, esa ociosidad estudiosa, necesaria al pensador, antes de darle fuerzas suficientes para compartir sus tesoros con los fieles.

En 1865, dio, en Metz, conferencias para hombres según el método de Santo Tomás. Estas conferencias, admiradas y degustadas como obras maestras por hombres serios, no eran del gusto de aquellos cuyo paladar sólo puede apreciar la comida diluida. Este discurso firme e impecablemente elegante, con su pasión enardecedora, sólo podía ser seguido por mentes vigorosas; los demás, a pesar de su claridad, lo encontraban demasiado substancial para entenderlo; los hombres con precauciones y compromisos oratorios lo juzgaban demasiado desprovisto de pequeños medios.

Con los pequeños y los humildes, en las cárceles, con los soldados, en las iglesias de los pueblos, donde al P. de Moidrey le gustaba enseñar más que en ningún otro sitio, se hizo más práctico, más fértil en las explicaciones, sin por ello sacrificar nunca los pensamientos elevados y las bellas imágenes que el pueblo comprende y ama más de lo que se cree. El corazón del apóstol detuvo un poco el vuelo del águila, pero, sin embargo, el águila siempre se elevó, llevando en su vuelo los pensamientos de aquellos pequeños y humildes a los que el divino Maestro tanto amaba.

martes, 2 de mayo de 2023

Algunas notas a Apocalipsis XIII, 18

 18. Aquí la sabiduría está. El que tiene entendimiento, calcule el número de la Bestia; número, en efecto, de hombre es y su número: seiscientos sesenta y seis. 

Concordancias: 

Ὧδε (aquí): cfr. Apoc. IV, 1; XI, 12; XIII, 10; XIV, 12; XVII, 9. 

Σοφία (sabiduría): cfr. Apoc. V, 12; VII, 12; XVII, 9. 

Νοῦν (entendimiento): cf. Lc. XXIV, 45; Rom. XI, 34; Fil. IV, 17; Apoc. XVII, 9. 

Ψηφισάτω (calcule): Hapax en el Apoc. cfr. Lc. XIV, 28. 

ἀριθμὸν (número): cfr. Apoc. V, 11 (Virtudes ante el Trono); VII, 4 (sexto Sello); IX, 16 (sexta Trompeta); XIII, 17; XV, 2 (número de la Bestia); XX, 8 (Gog-Magog). 

θηρίου (Bestia): cfr. Apoc. XI, 7; XIII, 1-4.11-12.14-15.17; XIV, 9.11; XV, 2; XVI, 2.10.13; XVII, 3.7-8.11-13.16-17; XIX, 19-20; XX, 4.10. Ver Apoc. VI, 8; XVIII, 2. 

 

Comentario: 

El adverbio “aquí”, es usado en XIII, 10 y XIV, 12 referido a la paciencia de los Santos (mártires del Anticristo), mientras que en XIV, 12 y XVII, 9 se habla de un misterio y se apela a la sabiduría ¿Será que, así como hay relación entre los del primer grupo, la hay entre los del segundo? 

Toda interpretación parece, hoy por hoy, vana. 

“Dios, dice San Ireneo, lo anunciará por medio de sus siervos, cuando llegue el tiempo…”. 

Straubinger: “Cifra de hombre: algunos como Sacy vierten: cifra de un nombre de hombre, lo que coincide con lo dicho en el versículo 17. Cfr. XV, 2”. 

Straubinger: “En sentido simbólico, así como sabemos que el número siete significa plenitud y el ocho es, como sobreabundante, el número de la bienaventuranza eterna, así también el seis sería el número de la imperfección, repetido aquí tres veces para darle su máxima intensidad”. 

Straubinger: “Y si se leyera: la cifra del nombre del hombre parecería quedar confirmado que el Anticristo será en su esencia la culminación del humanismo que desafía a Dios frente a frente (cfr. II Tes. II, 3 ss y notas)”.