sábado, 30 de marzo de 2019

Algunas Notas a Apocalipsis VI, 11


11. Y se les dio a cada uno una túnica blanca y se les dijo que descansen todavía poco tiempo hasta que se completen sus consiervos y sus hermanos, los que van a ser matados como ellos también.

Concordancias:

ἀποκτέννεσθαι (matados): cfr. Mt. X, 28; XXII, 6; XXIII, 34.37; XXIV, 9; Lc. XI, 49; XII, 4-5; XIII, 34; Jn. XVI, 2; Apoc. II, 13; XI, 7; XIII, 15. Ver Apoc. II, 23; VI, 8; IX, 5.15.18.20; XI, 5; XI, 13; XIII, 10; XIX, 21.


Notas Lingüísticas:

No confundir στολὴ con ἱμάτια

Zorell: ἱμάτια: 1) En general: cualquier vestido… 2) En particular: Manto exterior”.

Cfr. Apoc. III, 4.5.18; IV, 4; XVI, 15; XIX, 13.16.
           
Zorell: “στολὴ: Vestido más excelente y largo, vestido talar, estola. Cfr. Mc. XII, 38; XVI, 5; Lc. XV, 42; XX, 46”.

Cfr. Apoc. VI, 11; VII, 9.13.14; XXII, 14.

Idem Zerwick.


Comentario:

Al igual que más arriba, siguen las semejanzas con los mártires del Anticristo: túnicas blancas y descanso.

Straubinger: “La túnica blanca (o estola) es como una prenda cierta del triunfo definitivo (cf. III, 4; VII, 9; XIX, 14). Pero estas oraciones de los santos son las mencionadas en VIII, 3-5, como causa de las tribulaciones que caerán sobre la tierra en el séptimo sello para apresurar el final (cf. v. 12 ss.; VIII, 1 y notas). Esto confirma, a la luz de S. Pablo, lo que hemos dicho más arriba sobre el primer jinete (v. 2 ss.), pues lo que detiene la liberación de estas almas es la necesidad de que primero venga la apostasí­a -o "el misterio de la iniquidad que ya obra" desde entonces (II Tes. II, 7) - y luego se haga manifiesto el Anticristo (ibid. v. 3); y es necesario que éste se revele abiertamente (ibí­d. v. 8), dando lugar para que pueda ser eliminado por la manifestación de la Parusí­a (ibí­d. v. 8; cf. XIX, 19 ss.). De ahí­ que el ven del primer sello (v. 1 s.) sea "el momento esperado y decisivo para la consumación del misterio de Dios" (X, 7) lo mismo que vemos en XIII, 1".

Wikenhauser: “También aquí salta a la vista la coincidencia con el discurso escatológico de Jesús. En uno y otro caso, al anuncio de guerras, hambres y pestes sigue la predicación de graves persecuciones contra los discípulos de Jesús, con la sola diferencia de que la predicción se hace aquí en forma indirecta”.

miércoles, 27 de marzo de 2019

El Cielo, la Tierra y el Mar en el Apocalipsis (V de XIV)


e) Nos está quedando un solo texto, acaso el más complicado:

Apoc. XII:

1. Y un signo grande fue visto en el cielo: una mujer vestida con el sol y la luna bajo sus pies y sobre su cabeza una corona de estrellas doce,
2. y en vientre teniendo (un niño) y clama dolorida de parto y atormentada por dar a luz.
3. Y fue visto otro signo en el cielo, y he aquí un dragón grande, rojizo, teniendo cabezas siete y cuernos diez y sobre sus cabezas siete diademas.
4. Y su cola arrastra la tercera parte de las estrellas del cielo y las arrojó a la tierra. Y el dragón se puso de pie ante la Mujer, la que va a dar a luz, a fin que, cuando dé a luz, a su hijo devore.
5. Y dio a luz un hijo varón, que va a destruir todas las naciones con vara férrea y fue arrebatado su hijo hacia Dios y hacia su trono.
6. Y la Mujer huyó al desierto, donde tiene allí un lugar preparado por Dios para que allí la alimenten días mil doscientos sesenta.
7. Y hubo guerra en el cielo: Miguel y sus ángeles guerreó contra el Dragón, y el Dragón guerreó y sus ángeles,
8. y no prevalecieron ni lugar se halló para ellos ya en el cielo.
9. Y fue arrojado el dragón, el grande, la serpiente, la antigua, que se llama Diablo (Calumniador) y el Satanás (Adversario), el engañador de todo el mundo habitado. Fue arrojado a la tierra y sus ángeles con él fueron arrojados.
10. Y oí una voz grande en el cielo diciendo: “Ahora hecha ha sido la salud y el poder y el reino de nuestro Dios y la autoridad de su Cristo, porque ha sido arrojado el acusador de nuestros hermanos, el que los acusa ante nuestro Dios día y noche.
11. Y ellos lo vencieron a causa de la sangre del Cordero y a causa de la palabra de su testimonio; y no amaron sus almas hasta la muerte”.
12. A causa de esto ¡alegráos cielos y (¿esto es?) los que en ellos tendéis los tabernáculos! ¡Ay de la tierra y del mar porque descendió el diablo (el Calumniador) a vosotros, teniendo furor grande, sabiendo que poco tiempo tiene!”.

De las siete veces que vemos aparecer el cielo en estos versículos, seis ya han sido vistos antes y dijimos que la referencia al Cielo-Trono se imponía, lo cual podría corroborarse también si se tiene en cuenta que, en XI, 19, el vidente describe lo que allí sucede y así, lo más lógico es pensar que en XII, 1 se sigue narrando lo que pasa en ese mismo lugar, salvo prueba en contrario.

Ahora bien, el v. 4 es el que nos está quedando: esa tercera parte de las estrellas, ¿son astros o demonios caídos?

Que puedan ser demonios lo afirman muchos autores, además, como dijimos, del uso que el vocablo “cielo” tiene en todo este pasaje, sumado a IX, 1 donde la estrella caída del cielo es ciertamente un ángel caído[1].

Sin embargo, parecería tratarse de simples astros, pues es curioso que en la cuarta Trompeta se habla de la misma cantidad de estrellas: un tercio y, por si fuera poco, los tiempos también parecerían coincidir, a lo cual podría agregarse el hecho de que en VI, 13 se usa una expresión parecida y se refiere claramente a las estrellas.

Veamos.

domingo, 24 de marzo de 2019

Algunas Notas a Apocalipsis VI, 9-10


9. Y cuando abrió el quinto sello, vi bajo el altar las almas de los degollados a causa de "la Palabra de Dios" y a causa de "el testimonio que tenían".

Notas Lingüísticas:

Zerwick: “μαρτυρίαν: testimonio. Aquí (a causa de εἶχον, tenían) no es la profesión de fe en Cristo sino: aquellas cosas que Cristo testimonió, es decir enseñó”.

Interesante. ¿Hay quizá una alusión al “Reino de los Cielos” (Milenio)?

Zorell: “Apoc. VI, 9; XII, 17; XIX, 10; XX, 4 puede significar o la profesión de fe en Jesucristo o lo que Jesucristo testificó (enseñó)”.


Comentario:

Cfr. Apoc. I, 9; III, 8.10; XX, 4.

No confundir este testimonio "que tenían" con el que dan los Mártires del Anticristo: "el Testimonio de Jesús" (Apoc. I, 2.9; XII, 17; XIV, 12-13; XIX, 10; XX, 4).

El altar del incienso (que está en el Santo), debe distinguirse del altar del holocausto de VI, 9 que está fuera del Santo.

Altar de los holocaustos (Ex. XXVII, 1 ss) = oraciones de los Mártires del quinto Sello.

Altar de los inciensos (Ex. XXX, 1 ss) = oraciones de los Mártires del Anticristo.

Straubinger: “Degollados: es el mismo término empleado para el Cordero en V, 6. Estas almas, separadas del cuerpo, son representadas en el cielo debajo de un altar semejante al de los holocaustos en el Templo de Jerusalén, lugar que les es dado sin duda por cuanto han sido sacrificados como víctimas de holocausto…”.

jueves, 21 de marzo de 2019

El Cielo, la Tierra y el Mar en el Apocalipsis (IV de XIV)


Nos quedan algunos pasajes por analizar a los que debemos prestarles algo más de atención para saber si se quiere significar el Trono o el Firmamento.

a) Apoc. VIII, 10: “Y el tercer ángel trompeteó y cayó del cielo una estrella grande, ardiendo como antorcha y cayó sobre la tercera parte de los ríos y sobre las fuentes de aguas”.

Toda la dificultad reside aquí en saber si esta estrella es un ángel caído o un astro luminoso. En el primer caso tendríamos el Cielo-Trono y en el otro el Cielo-Firmamento.

Straubinger afirma que se trata de un ángel caído diciendo que estamos ante un ángel con nombre de amargura (v. 11) y que “hace pensar en la palabra de Jesús que comparó la caída de Satanás con la de una estrella (Lc. X, 18)”.

A lo cual podría también agregarse otra razón y es que en Apoc. IX, 1 leemos:

Y el quinto ángel trompeteó y vi una estrella del cielo caída a la tierra y se le dio la llave del pozo del abismo”.

Con lo cual, se arguye, la estrella que San Juan ve que había caído a la tierra en IX, 1, no puede ser sino la misma de VIII, 10; pero la de IX, 1 es ciertamente un ángel, debido a que se le entrega una llave. Ergo.

Sin embargo, también cabe la posibilidad que se trate de un astro, y por lo tanto estaríamos ante el Cielo-Firmamento.

En primer lugar, el nombre no indica, de por sí, nada concreto ya que los astros también tienen uno, tal como lo dice Is. XL, 26:

“Levantad vuestros ojos a lo alto y mirad: ¿Quién creó estas cosas? Aquel que hace marchar ordenadamente su ejército, y a cada uno de ellos lo llama por su nombre. No falta ninguno, tan enorme es su poder y tan inmensa su fuerza”.

Ver también Job IX, 9; XXXVIII, 31 y Sal. CXLVI, 4.

lunes, 18 de marzo de 2019

Algunas Notas a Apocalipsis VI, 7-8


7. Y cuando abrió el sello, el cuarto, oí voz del cuarto Viviente, que decía: “Ven”.

Comentario:

El cuarto Viviente es el Águila, según IV, 7.


8a-b. Y vi y he aquí un caballo verde y el sentado sobre él, su nombre “la muerte” (peste) y el hades seguía en pos de él.

Notas Lingüísticas:

Zerwick: “Θάνατος” = muerte; aquí tal vez “peste”.

Zorell: “Θάνατος” = por extensión significa peste letal, Apoc. II, 23, VI, 8b (Job XXVII, 15; Jer. XV, 2)”.

Charles: "Θάνατος = λοιμοὶ  (muerte = peste) como en II, 23".

Allo: “Muerte” e “Infierno” asociados como en I, 18; XX, 13-14…".


Comentario:

Muerte y el Hades: Notemos que, en I, 18 se dice que Jesucristo tiene “las llaves de la Muerte y el Hades”, mientras que en este versículo vemos la muerte sentada en el cuarto jinete y el Hades que lo sigue, sin dudas para devorar a sus víctimas, como dice Allo, aunque la duda es si se refiere sólo al último jinete o por el contrario a los tres últimos. En todo caso en el cap. XX (v. 13-14) volvemos a ver a la Muerte y el Hades entregando “los muertos que había en ellos”.

Allo: “… Después de la guerra y el hambre he aquí la Peste, montada en un caballo verde (o verdoso, lívido)… es el color de un cadáver putrefacto, o si se prefiere, el de un rostro descompuesto de temor. Así el trío clásico de las plagas queda constituído, pues θάνατος no puede significar aquí sino “Peste”, según la analogía bíblica; si se tratara de la muerte en general, entonces este cuarto jinete no tendría ningún signo individual y su aparición sería más bien ociosa, dado que las dos plagas precedentes harían su trabajo".

viernes, 15 de marzo de 2019

El Cielo, la Tierra y el Mar en el Apocalipsis (III de XIV)


7) Con esta descripción en mente nos será un poco más fácil identificar otros ejemplos del uso del cielo como Trono de Dios en el Apocalipsis:

Apoc. VIII, 1: “Y cuando abrió el sello, el séptimo, se hizo silencio en el cielo como media hora”.

Apoc. IX, 1: “Y el quinto ángel trompeteó y vi una estrella del cielo caída a la tierra y se le dio la llave del pozo del abismo”.

Apoc. X, 1-8: “Y vi otro ángel fuerte descendiendo del cielo, vestido con una nube y el iris sobre su cabeza y su rostro como el sol y sus piernas (lit. sus pies) como columnas de fuego. Y teniendo en su mano un librito abierto; y puso su pie, el derecho, sobre el mar y el izquierdo sobre la tierra; y clamó con voz grande, como león que ruge y cuando clamó hablaron los siete truenos sus voces. Y cuando hablaron los siete truenos, iba a escribir y oí una voz del cielo diciendo: “Sella lo que hablaron los siete truenos y no lo escribas”. Y el ángel que vi estando de pie sobre el mar y sobre la tierra, alzó su mano, la diestra, al cielo, y juró por el Viviente por los siglos de los siglos - que creó el cielo y lo que hay en él y la tierra y lo que hay en ella y el mar y lo que hay en él -: "Tiempo ya no habrá", sino que en los días de la voz del séptimo ángel, cuando vaya a trompetear, también se consumó el misterio de Dios como evangelizó a sus siervos los profetas. Y la voz que oí del cielo, (la oí) de nuevo hablando conmigo y diciendo: “Ve, toma el libro, el abierto, (que está) en la mano del ángel, el que está de pie sobre el mar y sobre la tierra”.

Apoc. XI, 12-13: “Y oyeron una voz grande, desde el cielo diciéndoles: “Subid acá”. Y subieron al cielo en la nube y los contemplaron sus enemigos. Y en la hora aquella hubo un terremoto grande y el décimo de la ciudad cayó y muertos fueron, en el terremoto, nombres de hombres millares siete y los restantes quedaron despavoridos y dieron gloria al Dios del cielo”.

Apoc. XI, 15: “Y el séptimo ángel trompeteó y se hicieron voces grandes en el cielo, diciendo: “Se hizo el reino del mundo de nuestro Señor y de su Cristo y reinará por los siglos de los siglos”.

Apoc. XIII, 6: “Y abrió su boca para blasfemias contra Dios, para blasfemar su Nombre y su Tabernáculo: los que en el cielo tienden sus tabernáculos”.

Apoc. XIV, 2: “Y oí una voz del cielo como voz de aguas muchas y como voz de un trueno grande; y la voz que oí (era) como de citaristas citarizando con sus cítaras”.

Apoc. XIV, 13: “Y oí una voz del cielo diciendo: “Escribe: ¡Bienaventurados los muertos, los que en Señor mueren, desde ahora!”. “Sí, dice el Espíritu: que descansen de sus trabajos; en efecto, sus obras les siguen”.

Apoc. XV, 1: “Y vi otro signo en el cielo, grande y sorprendente: ángeles siete teniendo plagas siete, las postreras, porque en ellas se consumó el furor de Dios”.

Apoc. XVIII, 1.4-5: Después de esto vi otro ángel descendiendo del cielo, teniendo autoridad grande y la tierra se iluminó con su gloria… Y oí otra voz del cielo que decía: “Salid, pueblo mío, de ella para que no participes de sus pecados y de sus plagas no recibas”. Pues se han conglutinado sus pecados hasta el cielo, y ha recordado Dios sus iniquidades”.

Apoc. XIX, 1: “Después de esto oí como voz grande de multitud copiosa en el cielo que decían: “¡Aleluya! La salud y la gloria y el poder de nuestro Dios…”.

martes, 12 de marzo de 2019

Algunas Notas a Apocalipsis VI, 5-6


5. Y cuando abrió el sello, el tercero, oí al tercer Viviente que decía: “Ven”. Y vi, y he aquí un caballo negro, y el sentado sobre él tenía una balanza en su mano.

Comentario:

El tercer Viviente es el Hombre, según IV, 7.

Allo: “Aparece ahora el hambre, el hambre negra, la plaga que sigue siempre a la guerra, expresada por una inflación enorme de los precios de los alimentos más comunes…”.

Wikenhauser: “Con el tercer jinete sobreviene una mala cosecha, y como consecuencia de ella la carestía y el hambre…”.

San Victorino: “El caballo negro significa el hambre; en efecto, dijo el Señor: “Habrá hambres por diversos lugares”; se debe extender propiamente esta frase hasta el tiempo del Anticristo…”.

Bartina: "El jinete lleva el yugo de una balanza (ζυγὸν) con sus partes accesorias. Es la carestía, el encarecimiento de los productos, el Hambre. La guerra destruye las cosechas e impide que se cultiven los campos. De ahí la escasez de productos. La balanza es símbolo de gran necesidad (Lev. XXVI, 26; Ez. IV, 16)".

Fillion: "Balanza: el pan será tan raro que deberán pesarse las raciones, como se hace en una ciudad asediada, cfr. Ez. IV, 16 y Lev. XXVI, 26".

Charles: "El hambre está simbolizado aquí por el caballo negro (…) El ζυγὸν es literalmente el travesaño de la balanza de la cual penden las pesas. Que el pan se venda por peso es un signo de carestía, cfr. Ez. IV, 16 y Lev. XXVI, 26".


6. Y oí como una voz en medio de los cuatro Vivientes que decía: “Una medida de trigo por un denario y tres medidas de cebada por un denario, pero (lit. y) el aceite y el vino no dañes”.      

Notas Lingüísticas:

Zerwick: “Χοῖνιξ: medida que contiene dos sextarios (= alrededor de 1 litro), e. e. el trigo suficiente para el pan de un día”.

Zerwick: "Δηναρίου: salario de un día. Cfr. Mt. XX, 2 ss; genitivo de precio”.


Comentario:

sábado, 9 de marzo de 2019

El Cielo, la Tierra y el Mar en el Apocalipsis (II de XIV)


4) La gran pregunta es ¿qué nos quiere dar a entender San Juan con ese cielo?

La respuesta parece estar claramente señalada en el Evangelio.

En Mt. V, 34 Nuestro Señor dice:

Mas Yo os digo que no juréis de ningún modo: ni por el cielo, porque es el trono de Dios[1]”.

Y luego en Mt. XVIII, 21-22 vemos la misma idea:

Quien jura por el Templo, jura por él y por Aquel que lo habita. Y quien jura por el cielo, jura por el trono de Dios y por Aquel que está sentado en él”.

Ver también San Esteban en Hech. VII, 49 citando Is. LXVI, 1.

5) Y esto nos abre el sentido principal de la mayoría de los textos del Apocalipsis. Antes que nada, en lo referente a los capítulos IV-V donde el Vidente asiste al trono de Dios.

Apoc.  IV, 1-2:Después de esto ví y he aquí una puerta abierta en el cielo; y la voz, la primera, que oí como de trompeta hablando conmigo, diciendo: “Sube aquí y te mostraré lo que debe suceder después de esto”. Inmediatamente fui en espíritu y he aquí un trono puesto en el cielo y sobre el trono uno sentado”.

Apoc. V, 3: “Y nadie podía, en el cielo, ni sobre la tierra ni bajo la tierra, abrir el libro ni verlo”.

Apoc. V, 13: “Y a toda creatura que (está) en el cielo y sobre la tierra y bajo la tierra y sobre el mar, y a todas las cosas que hay en ellos, oí diciendo: “Al sentado sobre el trono y al Cordero, la bendición y el honor y la gloria y el imperio por los siglos de los siglos”.

Sabido es que este Trono de Dios no era en absoluto desconocido en el Antiguo Testamento: en efecto, Is. VI, Ez. I y Dan. VII ya nos habían hablado de él.

6) Ahora bien, este Cielo-Trono parece presentar dos grandes características:

miércoles, 6 de marzo de 2019

Algunas Notas a Apocalipsis VI, 3-4


3. Y cuando abrió el sello, el segundo, oí al segundo Viviente que decía: “Ven”.

Comentario:

El segundo Viviente es el Becerro, según IV, 7.


4. Y salió otro caballo, rojizo, y al sentado sobre él se le dio quitar la paz de la tierra y que se degüellen unos a otros y se le dio una cuchilla grande.

Notas Lingüísticas

Zerwick: "πυρρός: color de fuego, rojo".

Zerwick: “λαβεῖν: tomar; aquí quitar”.

Allo: “μάχαιρα”, (espada corta): aquí sinónimo de ῥομφαίᾳ del v. 8

Comentario:

Gramática cita aquí Mt. X, 34 y XXIV, 6-7.

Straubinger: Cf. Is. XXXIV, 5; Mt. XXIV, 6 s. Otra gran matanza se ve también en la 6º Trompeta (IX, 15 ss), pero es dirigida por ángeles”.
  
Allo: “Este segundo Jinete, montado en caballo rojo como la sangre, representa la plaga de la guerra en general y no las persecuciones de los cristianos. “Surget gens contra gentem” decía el Evangelio”.

San Victorino: “El caballo rojo y el que sede en él y que tiene una espada, significan las guerras futuras, como leemos en el Evangelio: "Nación se levantará contra nación, reino contra reino. Habrá grandes terremotos (Lc. XXI, 10-11)”.

Fillion: “El primer jinete había sido un conquistador pacífico, que se había limitado a someter los pueblos bajo su dominación; este es un conquistador violento y sangriento, el ángel de la guerra”.

Varios autores aplican esto a la persecución de los primeros tres siglos a los cristianos e incluso hay quienes lo extienden hasta el tiempo del Anticristo, pero acá no hay una sóla palabra de persecución contra los cristianos, sino de guerras donde se matan unos a otros. Además, el texto es claro al indicar en el v. 8 que los jinetes tenían poder sobre un cuarto de la tierra y no sobre todo el orbe. La similitud con el discurso Parusíaco salta a la vista.


Mateo XXIV

6. Y habéis de oír guerras y oídas de guerras. ¡Ved que no os turbéis! En efecto, debe suceder, pero no es todavía el fin.
7. Se levantará, en efecto, nación contra nación y reino contra reino.

Marcos XIII

7. Y cuando oigáis guerras y oídas de guerras, no os turbéis. Debe suceder, pero no (es) todavía el fin.
8. Se levantará, en efecto, nación contra nación y reino contra reino.

Apoc. VI

3. Y cuando abrió el segundo sello, oí al segundo ser viviente que decía: “Ven.”
4. Y salió otro caballo, rojizo, y al sentado sobre él se le dio quitar la paz de la tierra y que se degüellen unos a otros y se le dio una cuchilla grande.

sábado, 2 de marzo de 2019

El Cielo, la Tierra y el Mar en el Apocalipsis (I de XIV)


Hay momentos en que el estudio de las Escrituras nos lleva por caminos insospechados, y en esta ocasión queremos analizar un buen ejemplo de ello.

A través de todo el Apocalipsis el Autor nombra insistentemente tres lugares que a primera vista parecen no ser demasiado importantes, pero luego, a poco de estudiar este maravilloso libro, vemos que plantea algunas dificultades que se deben abordar, y finalmente, parecería que de su estudio podemos extraer algunas conclusiones tal vez interesantes y no despreciables.

De los tres vocablos nos parece que uno, el mar, es el más fácil de identificar, mientras los otros dos requieren un poco más de atención. Con todo, seguiremos el orden dado en el encabezado de este artículo.

Antes que nada es imprescindible tener en cuenta un principio hermenéutico que dice que se debe suponer que el autor utiliza siempre los mismos términos o frases con el mismo significado, a menos que lo opuesto sea evidente[1]. Este principio, claro está, es universal y se aplica no sólo en la Biblia sino también en todo lenguaje humano.


I) CIELO

Primero vamos a ver los pasajes en donde este vocablo aparece en el Apocalipsis y a continuación procuraremos sacar algunas consecuencias.

Apoc. III, 12: “El que venciere, lo haré columna en el santuario de mi Dios y no saldrá más y escribiré sobre él el nombre de mi Dios y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, la que desciende del cielo desde mi Dios y mi nombre, el nuevo.

Apoc.  IV, 1-2:Después de esto ví y he aquí una puerta abierta en el cielo; y la voz, la primera, que oí como de trompeta hablando conmigo, diciendo: “Sube aquí y te mostraré lo que debe suceder después de esto”. Inmediatamente fui en espíritu y he aquí un trono puesto en el cielo y sobre el trono uno sentado.

Apoc. V, 3: “Y nadie podía, en el cielo, ni sobre la tierra ni bajo la tierra, abrir el libro ni verlo.

Apoc. V, 13: “Y a toda creatura que (está) en el cielo y sobre la tierra y bajo la tierra y sobre el mar, y a todas las cosas que hay en ellos, oí diciendo: “Al sentado sobre el trono y al Cordero, la bendición y el honor y la gloria y el imperio por los siglos de los siglos”.

Apoc. VI, 13-14: “Y las estrellas del cielo cayeron a la tierra, como una higuera arroja sus brevas, por un viento grande sacudida. Y el cielo fue retirado como un libro que se arrolla y todo monte e isla de sus lugares se movieron.

Apoc. VIII, 1: “Y cuando abrió el sello, el séptimo, se hizo silencio en el cielo como media hora”.

Apoc. VIII, 10: “Y el tercer ángel trompeteó y cayó del cielo una estrella grande, ardiendo como antorcha y cayó sobre la tercera parte de los ríos y sobre las fuentes de aguas”.