lunes, 31 de mayo de 2021

Algunas notas a Apocalipsis XII, 3

   3. Y fue visto otro signo en el cielo, y he aquí un Dragón grande, rojizo, teniendo cabezas siete y cuernos diez y sobre sus cabezas siete diademas. 

Concordancias: 

σημεῖον (signo): cfr. Mt. XXIV, 3.24.30; Mc. XIII, 4.22; XXI, 7.11.25; Hech. II, 19; II Tes. II, 9; Apoc. XII, 1; XIII, 13-14; XV, 1; XVI, 14; XIX, 20. Ver Apoc. I, 1. 

οὐρανῷ (cielo): cfr. Mt. V, 34; XXIII, 21-22; Hech. VII, 49; Apoc. III, 12; IV, 2; V, 3.13; VIII, 1; X, 1.4-6.8; XI, 12-13.15.19; XII, 1.7-8.10.12; XIII, 6; XIV, 2.13.17; XV, 1.5; XVI, 11.21; XVIII, 1.4-5.20; XIX, 1.14; XX, 1.9.11; XXI, 2.10. 

δράκων (Dragón): Sólo en el Apoc. cfr. Apoc. XII, 4.7.9.13.16-17; XIII, 2.4.11; XVI, 13; XX, 2. 

δράκων μέγας (Dragón grande): cfr. Apoc. XII, 9. 

πυρρός (rojizo): cfr. Apoc. VI, 4. Ver Hech. XX, 4. 

κεφαλὰς (cabeza): cfr. Apoc. I, 14; IV, 4; IX, 7.17.19; X, 1; XII, 1; XIII, 1.3; XIV, 14; XVII, 3.7.9; XVIII, 19; XIX, 12. 

κέρατα (cuernos): cfr. Lc. I, 69; Apoc. V, 6; IX, 13; XIII, 1.11; XVII, 3.7.12.16. 

δέκα (diez): cfr. Apoc. II, 10; XIII, 1; XVII, 3.7.12.16. 

διαδήματα (diademas): Sólo en el Apoc. cfr. Apoc. XIII, 1; XIX, 12. 

 

Comentario: 

El Dragón es color de fuego al igual que el Segundo Jinete (VI, 4). 

Al igual que en el v. 1 el sentido es: “desde el cielo vieron otro signo, etc”. En este caso, sin embargo, el Dragón parece no estar en la tierra sino sobre los aires ya que desde allí arroja la tercera parte de las estrellas sobre la tierra (v. 4) y luego baja para devorar al Hijo de la Mujer. 

1) Dragón (XII, 3): 7 Cabezas, 10 Cuernos, 7 Diademas sobre las Cabezas. 

2) Bestia del Mar (XIII, 1): 7 Cabezas, 10 Cuernos, 10 Diademas sobre los Cuernos. 

Está claro que el Demonio busca en la Bestia una réplica de sí mismo. Sin embargo, ¿representarán esas cabezas y esos cuernos que tiene, alguna imitación de la jerarquía angélica tal como vemos en el cielo (24 Ancianos, 7 Arcángeles, 4 Tronos) de forma tal que sus 7 Cabezas correspondan a los siete Arcángeles (V, 6) y sus 10 Cuernos a los 24 Ancianos? 

Satanás es llamado: 

viernes, 28 de mayo de 2021

Significación del Fenómeno del Pentecostés Apostólico, por Ramos García (VI de VII)

 IV.- EL ESPÍRITU DADO A CADA UNO DE LOS FIELES 

Sumario. — La misión de Cristo, de la Iglesia y del Espíritu. — La doble plenitud de Cristo, escanciada con el Espíritu en la Iglesia — La doble vía, la una mistagógica y la otra psicológica, por donde el Espíritu se derrama. — Exposición más detallada de la vía psicológica: a) doble acción del Espíritu en el initium fidei, germen de la justificación; b) su doble desarrollo vital, el parcial por la esperanza y el temor, y el total por la caridad; c) fe, esperanza y caridad, de actuales convertidas en habituales por el sello del Espíritu; d) ¿carácter o gracia santificarte? — La vía mistagógica suplemento y complemento de la psicológica. — Conexión de ambas con la Iglesia en el Espíritu. - La obra salvadora de la Iglesia, y la Mariología. — La trilogía de la Teología dogmática. — Voto final del autor.

  

*** 

De lo hasta aquí expuesto se desprende que la obra de la espiritual rehabilitación del hombre está toda en manos da la Iglesia. Cristo, una vez formado el cuerpo de su esposa, alentó sobre ella su divino Espíritu con que la vivificó de su propia vida y la constituyó madre de todos los vivientes. 

Cristo, enviado del Padre para salvar al mundo, envió a su vez a su esposa la Iglesia y con ella a su Espíritu vivificador, para realizar divinamente su obra, y desde ese momento vivirán siempre asociados el Espíritu y la Esposa, y asociados los vio San Juan en el Apocalipsis cuando escribe (XXII, 17): 

“Y el Espíritu y la Esposa dicen: “Ven”. 

Y la obra salvadora de Cristo es ya obra salvadora de la Iglesia; salva Cristo, pero salva por la Iglesia; vivifica Cristo, pero lo hace por medio de la Iglesia. Si Cristo es el mediador universal, la Iglesia es la universal dispensadora, reina y señora de la Nueva Economía. Tiene en su mano las llaves del cielo y en su seno la fuente del Espíritu, y dando de él a beber a los mortales los reanima y vigoriza. 

A Cristo le vió San Juan lleno de gracia y de verdad y de esa plenitud recibimos todos (Jn. I, 14.16; cf. Col. I, 19; II, 9). Pues bien, al venir sobre la Iglesia el Espíritu de verdad (Jn. XIV, 17; XV, 26; XVI, 13; I Jn. I, 4) y de santidad (Rom. I, 4; cf. V, 5; XV, 60; Hech. X, 45, etc.), pasó a ella la doble plenitud de Cristo, y en armonía con esas dos categorías espirituales, la santidad y la verdad, están las dos vías o maneras como el Espíritu se comunica a cada uno por medio de la Iglesia, es decir la vía mistagógica y la psicológica, dos caminos en parte diferentes, pero siempre convergentes y desde luego armónicos. 

martes, 25 de mayo de 2021

Algunas notas a Apocalipsis XII, 2

    Nota del Blog: Con respecto a este capítulo, el mejor comentario que existe es el Fenómeno VIII de Lacunza: “La Señal grande o la Mujer vestida de sol” y allí nos remitimos, pues si quisiéramos citarlo, deberíamos hacerlo casi completo. Nada puede reemplazar la lectura completa de ese fenómeno. Ver AQUI. 

***

2. y en vientre teniendo (un niño) y clama dolorida de parto y atormentada por dar a luz. 

Concordancias: 

ἐν γαστρὶ ἔχουσα (en vientre teniendo): cfr. Hapax en el Apoc. cfr. Mt. I, 18.23; XXIV, 19; Mc. XIII, 17; Lc. I, 31; XXI, 23; I Tes. V, 3. 

κράζει (clama): cfr. Apoc. VI, 10; VII, 2.10; X, 3; XIV, 15; XVIII, 2.18-19; XIX, 17. 

ὠδίνουσα (dolorida de parto): Hapax en el Apoc. cfr. Gal. IV, 19.27. Ver Mt. XXIV, 8; Mc. XIII, 8; Hech. II, 24; I Tes. V, 3. 

Βασανιζομένη (atormentada): cfr. Mt. VIII, 29; Mc. V, 7; Lc. VIII, 28 (Demonios atormentados); Apoc. IX, 5 (langostas de la quinta trompeta); XI, 10 (Dos Testigos a los habitantes de la tierra); XIV, 10; (adoradores de la Bestia); XX, 10 (Adoradores de la Bestia - Habitantes de la tierra en el lago de fuego y azufre). Ver Apoc. XIV, 11; XVIII, 7.10.15 (Babilonia); Mt. VIII, 6; XIV, 24; Mc. VI, 48; II Ped. II, 8. 

τεκεῖν (dar a luz): cfr. Mt. I, 21.23.25; II, 2; Lc. I, 31.57; II, 6-7.11; Jn. XVI, 21; Gal. IV, 27; Apoc. XII, 4-5.13. 

 

Notas Lingüísticas: 

Zerwick: “ἐν γαστρὶ ἔχουσα: encinta”. 

 

Comentario: 

sábado, 22 de mayo de 2021

Significación del Fenómeno del Pentecostés Apostólico, por Ramos García (V de VII)

 III.- EL ESPÍRITU SANTO DADO A LA IGLESIA COMO TAL 

SUMARIO. — El eterno consejo de Dios en el darse al hombre. — Precisión de nuestra tesis. — El sentimiento latente de la Iglesia sobre el hecho. — Significación histórica del Pentecostés Apostólico. — La esclava y la libre. - El Espíritu en la Antigua y en la Nueva Economía. — Significación del profetismo. - Aspecto jurídico y aspecto místico de la Iglesia. 

 

*** 

Es eterno consejo de Dios el unir a sí nuestra naturaleza con un vínculo cuasi matrimonial. Mas para que entre el esposo y la esposa hubiera la igualdad que el amor pide, Dios en su Verbo, se revistió de nuestra carne (Jn. I, 14; cf. Hebr. II, 14 ss.; etc.), y a la vez nos dio de su Espíritu (I Tes. IV, 8; Rom. c. VIII, etc.), el cual se dice indistinta-mente espíritu de Dios y espíritu de Cristo. Y esto que es verdad de cada uno de los fieles, lo es con mayoría de razón de la congregación de ellos, que es la Iglesia, a quien ha sido dada gratuitamente una cierta plenitud del Espíritu para que ella a su vez lo distribuya gratuitamente entre los hombres (Mt. X, 8; cf. Is. LV, 1). 

Ni es otro el significado pleno de la efusión del Espíritu Santo sobre los Apóstoles y cuantos con ellos estaban congregados en el Cenáculo el día de Pentecostés (Hech. II), los cuales a la sazón constituían, y representaban a la Iglesia universal (ver nuestra Summa isagogico-exegética, II, pág. 391). 

Es ésta nuestra tesis de hace años, es a saber, que el día de Pentecostés se dio efectivamente el Espíritu Santo a la Iglesia, como Iglesia, es decir, a la universal sociedad de los fieles cristianos, como tal sociedad universal. 

Lo que caracteriza, pues, el fenómeno del Pentecostés Apostólico no es el hecho ni el modo de darse el Espíritu sino el sujeto de esa comunicación que es directamente la comunidad religiosa, aunque de hecho se posara la paloma del Espíritu en aquel grupo de personas presentes en el Cenáculo, porque ellas constituían entonces toda la Iglesia. Por lo que hace al modo, no es el caso de hablar de vía psicológica o mistagógica. Estas tienen por término la justificación y santificación del individuo. Cuanto a la comunicación pentecostal sería más acertado decir que el Espíritu Santo no se dio a la comunidad en ninguna de esas maneras específicamente tomadas, sino en una manera trascendente, que contiene eminentemente ambas maneras. 

Un estudio de la tradición sobre este hecho, que no he tenido tiempo ni proporción de realizar, sería ciertamente interesante, aunque no lo juzgo necesario para la sustancia de la conclusión. Esta sería en todo caso la que está latente en estas palabras de San Gregorio Magno: 

miércoles, 19 de mayo de 2021

Algunas notas a Apocalipsis XII, 1

 Capítulo XII 

Nota del Blog: Con respecto a este capítulo, el mejor comentario que existe es el Fenómeno VIII de Lacunza: “La Señal grande o la Mujer vestida de sol” y allí nos remitimos, pues si quisiéramos citarlo, deberíamos hacerlo casi completo. Nada puede reemplazar la lectura completa de ese fenómeno. Ver AQUI. 

Sobre la Mujer de este capítulo ya habíamos escrito un artículo, cuya primera parte puede verse AQUI. 

 

*** 

1. Y un signo grande fue visto en el cielo: una mujer vestida con el sol y la luna bajo sus pies y sobre su cabeza una corona de estrellas doce, 

Concordancias: 

σημεῖον (signo): cfr. Mt. XXIV, 3.24.30; Mc. XIII, 4.22; XXI, 7.11.25; Hech. II, 19; II Tes. II, 9; Apoc. XII, 3; XIII, 13-14; XV, 1; XVI, 14; XIX, 20. Ver Apoc. I, 1. 

σημεῖον μέγα (signo grande): cfr. Mt. XXIV, 24; Lc. XXI, 21; Hech. VI, 8; VIII, 13; Apoc. XIII, 13; XV, 1. 

Ὤφθη (fue visto): Cfr. Apoc. XI, 19; XII, 3. 

οὐρανῷ (cielo): cfr. Mt. V, 34; XXIII, 21-22; Hech. VII, 49; Apoc. III, 12; IV, 2; V, 3.13; VIII, 1; X, 1.4-6.8; XI, 12-13.15.19; XII, 3.7-8.10.12; XIII, 6; XIV, 2.13.17; XV, 1.5; XVI, 11.21; XVIII, 1.4-5.20; XIX, 1.14; XX, 1.9.11; XXI, 2.10. 

γυνὴ (mujer): cfr. Is. LIV, 6; Jer. III, 6-10; Ez. XVI, 8; Os. II, 19-20; Apoc. II, 20; IX, 8; XII, 4.6.13-17; XIV, 4; XVII, 3.4.6-7.9.18; XIX, 7; XXI, 9. 

Περιβεβλημένη (vestida): cfr. Sal. LXX, 13; LXXXIII, 7; LXXXVIII, 46; CIII, 2; CVIII, 19.29; Is. LIX, 17; Mt. VI, 29.31; XXV, 36.38.43; Lc. XII, 27; Apoc. III, 5 (Sardes); 18 (Laodicea); IV, 4 (24 Ancianos); VII, 9.13 (Mártires del Anticristo); X, 1 (San Gabriel); XI, 3 (los dos Testigos); XVII, 4 (Babilonia); XVIII, 16 (Babilonia); XIX, 8 (Jerusalén Celeste); XIX, 13 (Jesús). Ver Cant. VI, 9. 

Ἡλιον (sol): cfr. Mt. XIII, 43; XVII, 2; Apoc. I, 16; VI, 12; VII, 2.16; VIII, 12; IX, 2; X, 1; XVI, 8.12; XIX, 17; XXI, 23; XXII, 5. 

Σελήνη (luna): cfr. Mt. XXIV, 29; Mc. XIII, 24; Lc. XXI, 25; Hech. II, 20; Apoc. VI, 12; VIII, 12; XXI, 23. 

ὑποκάτω (bajo): cfr. Apoc, V, 3.13; VI, 9. 

ποδῶν (pies): cfr. Apoc. I, 15.17; II, 18; III, 9; X, 1-2; XI, 11; XIII, 2; XIX, 10; XXII, 8. 

κεφαλῆς (cabeza): cfr. Apoc. I, 14; IV, 4; IX, 7.17.19; X, 1; XII, 3; XIII, 1.3; XIV, 14; XVII, 3.7.9; XVIII, 19; XIX, 12. 

στέφανον (corona): cfr. Mt. XXVII, 29; Mc. XV, 17; Jn. XIX, 2.5; I Cor. IX, 25; Fil. IV, 1; I Tes. II, 19; II Tim. IV, 8; Sant. I, 12; I Ped. V, 4; Apoc. II, 10; III, 11; IV, 4.10; VI, 2; IX, 7; XIV, 14. 

στέρων (estrellas): cfr. Apoc. I, 16.20; II, 1.28; III, 1; VI, 13; VIII, 10-12; IX, 1; XII, 4; XXII, 16. 

δώδεκα (doce): cfr. Mt. XIX, 28; Hech. VII, 8; Sant. I, 1; Apoc. XXI, 12.14.16.21; XXII, 2. 

 

Comentario: 

domingo, 16 de mayo de 2021

Significación del Fenómeno del Pentecostés Apostólico, por Ramos García (IV de VII)

 ¿Qué decir, pues, a todo esto? ¿Acaso el misterioso fenómeno del día de Pentecostés en que se nos dio el Espíritu Santo fue verdaderamente un bautismo para los presentes (baptizabimini S. S.), o bien una confirmación para los ya bautizados (accipietis virtuttem supervenientis S. S.), o tal vez la ordenación sacerdotal de los Apóstoles (non littera sed Spiritu)? 

Nada de eso parece sostenible. 

El fenómeno tiene todas las apariencias de uniformidad y universalidad, y así hasta prueba en contrario hemos de pensar que traía aparejado un efecto semejante en todos y cada uno. Este no es verosímil que fuera el del bautismo, ni el de la ordenación, ni aun el de la confirmación, con implicar este último menos inconveniencias. 

No el del bautismo, pues los Apóstoles, siendo como eran ya sacerdotes, con poder de consagrar (I Cor. XI, 24-25), perdonar los pecados (Jn. XX, 22-23), gobernar la Iglesia (Jn. XXI, 15 ss.), predicar y bautizar (Mt. XXVIII, 19-20; Mc. XVI, 15; cf. Lc. XXIV, 47-48), hay que pensar que estaban ya bautizados. No la ordenación, pues muchos de los allí presentes no eran sujetos capaces del orden sagrado. Además, los miembros de la familia del centurión Cornelio, con haber recibido el Espíritu Santo al modo de los Apóstoles, según estas de san Pedro:

 “¿Puede alguien prohibir el agua, para que no sean bautizados éstos que han recibido el Espíritu Santo como nosotros?” (Hech. X, 47). 

jueves, 13 de mayo de 2021

Los Componentes del Catolicismo Liberal, por J.C. Fenton, (V de V)

 En la Mirari vos arbitramur, Gregorio XVI había condenado tres doctrinas que eran características del, e incluso fundamentales al, Catolicismo liberal en su primer período, la época en que De Lamennais era el espíritu que guiaba al movimiento. Al condenar al indiferentismo, los principios fundamentales presupuestos en todas las otras doctrinas características de la escuela, Gregorio XVI simplemente había seguido el ejemplo que le habían dado sus dos predecesores en la Sede de Pedro, León XII y Pío VIII. Las censuras de estos Papas contra el indiferentismo han sido ampliadas frecuentemente repetidas por sus sucesores en el episcopado romano. 

Los Papas posteriores a Gregorio XVI tuvieron que repetir y enfatizar también su condena de los otros dos principios más prominentes de los Católicos liberales. Estos dos principios de “libertad” o, hablando con más propiedad, de negación de los derechos de Dios en los asuntos humanos, eran aquellos por los cuales los hombres eran representados como moralmente libres para elegir cualquier religión que quisieran o, es más, ninguna religión, y la que insiste en que, objetivamente, incluso en países Católicos, el estado debería tratar a la Iglesia de la misma manera que trata a las otras organizaciones religiosas. Estas dos doctrinas fueron condenadas frecuente y enérgicamente por los Papas subsiguientes, sobre todo por Pío IX y León XIII. 

El indiferentismo religioso, los falsos conceptos de la libertad humana y la defensa de la separación de la Iglesia y el estado eran los primeros componentes del Catolicismo liberal. Pero después que estas enseñanzas habían sido enfáticamente repudiadas por Gregorio XVI y sus sucesores, apareció una nueva serie de factores en la composición de este sistema. Los más prominentes entre estos componentes más nuevos del Catolicismo liberal fueron el minimismo, el subjetivismo, y la creencia en al menos alguna transformación del mensaje dogmático de la Iglesia a través de los siglos. Estos últimos tres componentes, ciertamente no deseados o previstos directamente por De Lamennais al comienzo del Catolicismo liberal, entraron al movimiento como auxilios necesarios por los sucesores de De Lamennais en su esfuerzo por seguir enseñando los principios originales del Catolicismo liberal dentro de la Iglesia después que habían sido rechazados por los Sumos Pontífices. 

lunes, 10 de mayo de 2021

Significación del Fenómeno del Pentecostés Apostólico, por Ramos García (III de VII)

 II. - EL SI Y EL NO ACERCA DEL FENÓMENO. 

SUMARIO. — Fluctuación exegética en el caso. — Carácter carismático y santificante del fenómeno. — ¿Hizo tal vez las veces de bautismo, confirmación u ordenación? — El Espíritu Santo y el carácter sacramental. — El fenómeno no hizo las veces de ningún sacramento. - ¿Será, pues, un fenómeno meramente carismático? — El caso de la familia de Cornelio. — La exclusión de la vía mistagógica en la producción del fenómeno acrece la dificultad de explicarlo. – Resumen e indicación de solución. 

 

*** 

Creemos que no se ha precisado lo bastante la significación del Pentecostés Apostólico, fluctuando los que tocan este punto entre si el fenómeno extraordinario se limitó a la efusión de gracias carismáticas, o si a la efusión de ellas acompañó una gracia especial santificante, sin entrar de lleno en la investigación de la modalidad propia de esa do-nación, ya fuese carismática, ya carismática y santificante al mismo tiempo. 

Desde luego, el carácter carismático del fenómeno es innegable, pues a raíz de él y en virtud de él los Apóstoles de Cristo, de ignorantes y tímidos que antes eran se sintieron repentinamente transformados y llenos de una fortaleza y sabiduría celestiales, comenzaron a hablar en distintas lenguas. 

Que estos carismas fueron acompañados de un acrecimiento de gracia santificante en todos los presentes, es harto cónsono con la desbordante bondad divina, la cual acostumbra a colmar con creces los deseos de sus creaturas, sin otro límite en sus comunicaciones que el que el sujeto le pone voluntaria o involuntariamente. 

Aunque hablando con más propiedad no es la gracia santificante la que acompaña a los carismas, sino más bien los carismas a la gracia santificante como efecto primero y principal que es de la presencia del Espíritu, cuya manifestación externa, es el carisma (I Cor. XII, 7). Es verdad que por la mala disposición del sujeto puede darse esa manifestación externa de la presencia del Espíritu sin su efecto interno primero y principal, como aconteció en Balaám, mas lo normal es que la presencia del Espíritu santifique primero al sujeto internamente y luego, por una manera de redundancia o exterior desbordamiento, se manifieste a los demás, si así lo pide ante el Señor una razón de utilidad o conveniencia. 

Que ese acrecimiento indudable de gracia santificante hiciera en los Apóstoles las veces del bautismo cristiano, según lo que el Señor les tenía prometido: 

viernes, 7 de mayo de 2021

Los Componentes del Catolicismo Liberal, por J.C. Fenton, (IV de V)

 El Catolicismo liberal, tal como lo veía Gregorio XVI, implicaba mucho más que una aceptación de la doctrina del indiferentismo. No se debe olvidar, de todas formas, que todos los otros elementos que entraban y todavía entran en la composición del Catolicismo liberal depende, y es consecuencia, del erróneo concepto de la verdadera fe que es necesariamente inherente al error del indiferentismo religioso. Es importante notar que, en su propia condenación del indiferentismo en la Mirari vos arbitramur, el Papa Gregorio XVI depende y repite en gran medida los rechazos de este mismo error por sus dos inmediatos predecesores en el Pontificado Romano. 

La Mirari vos arbitramur fue escrita por Gregorio XVI como la encíclica inaugural de su reinado como Soberano Pontífice. La encíclica inaugural de Pío VIII fue la Traditi humilitati nostrae, que fue promulgada el 24 de mayo de 1829. La Ubi primum, enviada el 3 de mayo de 1824, fue la encíclica inaugural de León XII. Tanto la Ubi primum como la Traditi humilitati nostrae contienen denuncias del indiferentismo religioso y ambas influyeron manifiestamente en la enseñanza sobre este tema en la Mirari vos arbitramur y en la terminología empleada por Gregorio XVI. La enseñanza de León XII sobre este tema es particularmente interesante. 

“Una determinada secta, ciertamente conocida por vosotros, y que falsamente se arroga el nombre de filosofía, ha resucitado de las cenizas unas desordenadas agrupaciones de casi todos los errores. Aunque se encubre bajo la máscara de piedad y liberalidad, profesa el tolerantismo (pues así lo llaman) o indiferentismo, y lo sostiene no sólo para asuntos civiles, sobre los que no tratamos en esta instrucción, sino incluso en el tema de la religión. Enseña que se ha concedido amplia libertad por parte de Dios a todo hombre para que se una a cualquier secta o adoptar cualquier opinión que le agrade, según su propio juicio, sin ningún peligro para su salvación. El Apóstol Pablo nos amonesta en contra de esta impiedad de los hombres de mentes distraídas: “Os exhorto, hermanos, que observéis a los que están causando las disensiones y los escándalos, contrarios a la enseñanza que habéis aprendido, y que os apartéis de ellos; porque los tales no sirven a nuestro Señor Cristo, sino al propio vientre, y con palabras melosas y bendiciones embaucan los corazones de los sencillos” (Rom. XVI, 17-18). 

De todas formas, este no es un error nuevo, pero está arrojado, en nuestros tiempos, de una manera nueva y audaz en contra de la firmeza e integridad de la fe Católica. Pues Eusebio cita a Rodón para mostrar que esta locura ya había sido propuesta por un cierto Apeles, un hereje del siglo II, quien afirmaba que la fe no debía examinarse bajo ningún aspecto, sino que cada persona debería permanecer en la creencia que ya había aceptado. Además, este Apeles afirmaba que los que ponían su esperanza en el Crucificado se iban a salvar si hacían buenas obras. Y según Agustín, Retorio también parloteaba que todos los herejes caminaban por la senda correcta y decían la verdad. “Esto, el santo Padre agregaba, es tan absurdo que me parece increíble”. 

martes, 4 de mayo de 2021

Significación del Fenómeno del Pentecostés Apostólico, por Ramos García (II de VII)

  La participación por parte del hombre en ese tesoro espiritual del Redentor pone en el hombre algo de la divinidad y filiación divina del Unigénito de Dios encarnado, haciendo de la creatura humana un nuevo hijo de Dios por participación, para lo cual se requiere, en consecuencia, una nueva generación, la regeneración espiritual, obra peculiar del Espíritu Santo (Jn. III, 5). Pero ese Espíritu regenerador, dice que no se ha dado todavía, y que sólo se dará cuando Cristo sea glorificado, y aun entonces no se dará a todos (cf. Jn. XIV, 22) sino sólo a los que creyeren en Cristo: 

Dijo esto del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en Él” (Jn. VII, 39). 

Tenéis aquí la tesis Paulina de la justificación por la fe y en el Espíritu que, en oposición a la letra acusadora de la Ley, el Apóstol expone tantas veces en sus cartas, particularmente a los Romanos y a los Gálatas, y que nunca expresó con tanta energía y concisión como en esta pregunta a unos Efesios: 

“¿Habéis recibido al Espíritu Santo después de abrazar la fe?” (Hech. XIX, 2). 

 Las partes principales de la tesis Paulina son las siguientes: por la fe se adquiere el Espíritu, por el Espíritu la gracia, por la gracia la filiación, por la filiación la herencia. La herencia es de los hijos y los hijos son los fieles cristianos; hasta ahora no ha habido más que siervos:  el ser de hijos nos viene de la gracia por obra del Espíritu; el Espíritu, pues, no se había dado hasta ahora. Y con esto recaemos en la tesis Joanea de “no había sido dado el Espíritu” o en la del apóstol S. Pedro, que señala el día de Pentecostés como el momento solemne, en que el Espíritu se nos dio, en cumplimiento de la secular promesa. 

Estas mentalidades semitas son realmente formidables por lo tajantes y absolutas. Antes, la letra que mata; ahora, el Espíritu que vivifica. Antes, la ley que condena; ahora, la gracia que salva. Antes, el ministerio mosaico, que es ministerio universal de condenación; ahora, el ministerio de Cristo, que es ministerio universal de reconciliación. Antes, los siervos, esclavos, sin derecho a la herencia; ahora los hijos, libres y con derecho a ella (cf. II Cor. III). Faltaba sólo sacar la última consecuencia a tenor de las palabras no menos absolutas del Maestro: 

“Quien creyere y fuere bautizado, será salvo; más, quien no creyere, será condenado” (Mc. XVI, 16) 

sábado, 1 de mayo de 2021

Los Componentes del Catolicismo Liberal, por J.C. Fenton, (III de V)

   El primer movimiento del Catolicismo liberal era esencialmente una táctica. Sin embargo, esta táctica suponía necesariamente un concepto erróneo del mensaje y fe Católicos. Suponía necesariamente que la doctrina Católica era por lejos la mejor entre las enseñanzas religiosas, las cuales eran todas esencialmente aceptables. 

El sistema del Catolicismo liberal, por su propia naturaleza, veía al portavoz de la fe Católica como un hombre que había sido enviado a la acción de la misma manera que una automotriz envía sus vendedores. La compañía puede haber hecho un genuino esfuerzo para producir un auto mejor que el producido por su competencia y en ese esfuerzo puede que haya sido exitosa. Si la superioridad de su producto es muy grande, podría esperar por lo que prácticamente sería capturar todo el mercado. Pero, asimismo, sus vendedores serían conscientes del hecho de que los autos producidos por las otras compañías no tan exitosas serían verdaderos autos, capaces de producir los resultados para lo cual se hacen los autos. 

Pero lo cierto es, sin embargo, que el dogma Católico difiere de otros sistemas de enseñanza religiosa, no como un buen automóvil difiere de un auto rival no tan bien hecho, sino como un tesoro verdadero difiere de uno falso. Ahora bien, el representante del tesoro, al tratar sobre la moneda, no intenta que las personas acepten y utilicen los productos del gobierno federal como opuestos a los billetes falsos, precisamente basado en el hecho de que el dinero y el grabado empleado por el tesoro son mucho mejores que los que se encuentran en los rivales. Muy por el contrario, los agentes del gobierno señalan con énfasis que solamente son válidos los billetes emitidos por el tesoro y que los que usan dinero falso están gravemente en falta o han sido seriamente victimizados. 

Desde los mismos comienzos, el mensaje revelado que Dios nos dio a través de Nuestro Señor y su Iglesia ha sido descrito como algo que debía venir a los hombres por medio de los esfuerzos de los apóstoles más que por medio de la obra de charlatanes. Ciertamente, Nuestro Señor no representó la aceptación de su mensaje simplemente como algo solamente un poco mejor que la recepción de las otras doctrinas religiosas. Dijo a los judíos: