sábado, 27 de enero de 2018

Las Genealogías Genesíacas y la Cronología, por Ramos García (V de IX)

II. La genealogía de los Cainitas. (Gen. IV)

SUMARIO: La genealogía de Caín en la tradición bíblica, y problema que suscita. —  Agravase el problema bíblico con la tradición fenicia y egipcia. — Rastreando solución: pervivencia de los Cainitas al Diluvio. — El prejuicio de la universalidad antropológica del gran cataclismo. — Otros pueblos que perviven al Diluvio: los horreos, hurritas o caucasios. — Su identidad con los cainitas. — Conclusión de esta segunda parte y de todo el trabajo.

Además de esas dos tablas principales, en que se da la descendencia de Adán por Set y de Noé por Sem, hay otra tabla genealógica, colateral, en que se describe la descendencia de Adán por Caín, mas con esta particularidad, que en la descendencia de Caín faltan por completo las indicaciones cronológicas. Si pues se pusieron tales indicaciones en las otras genealogías, no fué seguramente por fórmula, sino porque se quiso significar por ellas lo que indican. Es justo, pues, ver en ellas un intento cronológico aprovechable, y sería irreverencia al Texto sagrado el desdeñar esas cifras como inexpresivas de nada concreto.

En vez de las indicaciones cronológicas de las genealogías de los Setitas, en la historia y genealogía de los Cainitas tenemos indicaciones no menos respetables, relativas a la cultura humana, con que se suscita a su vez otro de los más graves problemas genesíacos, por aparecer los datos de la Biblia en este punto en conflicto con los de la prehistoria.

Según la ciencia prehistórica, los hombres primitivos fueron primeramente colectores, cazadores y pescadores; luego pastores y al cabo agricultores, en otros tantos ciclos sucesivos de cultura humana. Industriales lo fueron siempre un poco, mas su industria se des-arrolló sucesivamente en el leño, la piedra, el hueso y el barro, y sólo muy tardíamente en los metales, ya en los primeros albores de la historia, muchos siglos después del Diluvio.

El Génesis en cambio supone aquí que los hombres han llegado ya desde el principio y simultáneamente al ciclo de la agricultura (Caín) y del pastoreo (Abel), y con la octava generación (Tubalcaín) es decir, mucho tiempo antes de la gran catástrofe, que corresponde a la décima generación bien corrida, al perfecto laboreo de los metales: También Sillá dio a luz; a Tubalcaín, forjador de toda herramienta de cobre y hierro (Gen. IV, 22).

Dejando a un lado el caso de Caín, agrícola, y de Abel pastor, que tiene sus antecedentes en Adán (Gen. II, 15.19 s.), ya que una cosa son los ensayos sin transcendencia y otra un ciclo cultural bien definido, con huellas en la prehistoria, debemos fijar nuestra aten-con en el caso de Tubalcaín, que tan profunda huella dejó en la tradición, hasta ser el prototipo de vulcano, el célebre herrero de los dioses.

lunes, 22 de enero de 2018

Addenda VIII: Apocalipsis I, 4, por el P. Joüon

Al publicar el interesante Artículo que el P. Joüon le dedica a analizar la identidad de los siete Espíritus del I capítulo del Apocalipsis, nos olvidamos de transcribir en nuestra nota una de las referencias que dimos y que confirmaría la tesis del ilustre jesuita francés.

En su comentario nos ilustraba:

“Los siete espíritus se caracterizan porque “están ante el trono” de Dios. Es una abreviación de la locución οἳ ἐνώπιον τοῦ Θεοῦ ἑστήκασιν “los que están de pie ante Dios”, la cual es empleada en VIII, 2 hablando de los siete ángeles. Pero, “estar de pie ante alguien” es una locución hebrea ('amad lifné), que sugiere la idea de servicio y que puede incluso conducir a “servir a alguien, estar al servicio de alguien”.

Para luego terminar con estas palabras:

Los siete espíritus serían, pues, los λειτουργικὰ πνεύματα (espíritus servidores, Heb. I, 14), sin dudas del orden más elevado. Son siete como las Iglesias de Asia. Además, no es temerario pensar que su rol es el de llevar a las siete Iglesias “la gracia y la paz” que Dios se dignará acordarles”.

Pero he aquí que, en otra parte del mismo Apocalipsis, san Juan relaciona directamente “estar ante el trono de Dios” con el “servicio”.

En VII, 13-15 dice:

“Y se dirigió uno de los Ancianos, diciéndome: “Estos, los vestidos de túnicas, las blancas, ¿quiénes son y de dónde han venido?”. Y le dije: “Señor mío, tú sabes”. Y me dijo: “Estos son los que vienen de la tribulación, la grande; y lavaron sus túnicas y las blanquearon en la sangre del Cordero”. A causa de esto, están ante el trono de Dios y le sirven día y noche en su santuario y el sentado sobre el trono tenderá su tabernáculo sobre ellos”.

Las palabras finales son un eco de lo que se verá hacia el final del mismo Apocalipsis:

XXII, 3: “Y ninguna maldición habrá más y el trono de Dios y del Cordero en ella estará, y sus siervos (de Dios) lo servirán”.

Ver Apoc. XIX, 5.

Todo parecería indicar, pues, que estos siete espíritus no pueden ser más que los siete arcángeles llamados a “asistir delante del Señor” (Tob. XII, 15).


Vale!

jueves, 18 de enero de 2018

Las Genealogías Genesíacas y la Cronología, por Ramos García (IV de IX)

Según los escribas babilónicos, “Después del Diluvio la realeza descendió del cielo, y el reino se estableció en Kis” – que es el bíblico Cus—; y agregan una lista imposible de “23 reyes en 24.510 años, 3 meses y 3 días y medio” (Prisma de Oxford, W.B. 444), esto es 245 siglos corridos antes de la 1 dinastía de Uruk, fundada por Enmekar. El Diluvio, según esta tradición, habría tenido lugar cerca de 30.000 años ha, en sorprendente conformidad con los datos de la ciencia prehistórica.

La “Antigua Crónica” egipcia pone aquí a “Cronos y otros 12 dioses en 3.984 años”, que con los años de otros tres dioses anteriores Eusebio redondea en 13.900. El Africano que expresa el nombre y los años de cada uno de los 16 dioses no suma más de 12.843 años[1]. Y en alas de esta cifra la tradición egipcia, que ignora la línea divisoria del Diluvio, pretende remontarse con poco más de 20.000 años de antigüedad hasta los orígenes primeros de las cosas. Creemos que se queda corta.

La ciencia prehistórica ha comenzado ya a llenar y esmaltar esa serie de siglos sin historia, que se abre después del Diluvio, buceando en ese vacío histórico-cronológico, en que la humanidad se levanta más briosa después de la universal catástrofe. ¿Cuántos siglos transcurrieron así? Investigad, recoged datos, calculad. La Biblia no tiene más que una palabra que deciros: Cainán. Ahí tenéis al Cainán posdiluviano, despojado de su atuendo cronológico por la crítica; ponedle vosotros el que más os cuadre.

Si Cainán II cubre un lapso de tiempo de más de 20.000 años en la etapa posdiluviana, Cainán I en cambio, ampara un lapso muy breve en la prediluviana, por manera que apenas rompe la continuidad entre los dos grupos de patriarcas, cuyos nombres integran la genealogía de Adán a Noé. Hay, en efecto, una empresa común de profetismo, llevada a cabo por patriarcas de una y otra banda, a comenzar desde Enós, “primero que empezó a clamar en nombre de Yavé” (Gen. IV, 26), contra la corrupción de costumbres, hasta Noé, octavum justitiae praeconem (II Pet. II, 5), en decir de S. Pedro[2].

sábado, 13 de enero de 2018

Apocalipsis I, 4, por el P. Joüon

Nota del Blog: Presentamos este interesante texto de uno de los más grandes exégetas del siglo XX. Se trata de un pasaje del Apocalipsis sobre el cual los comenadores vienen disputando desde la época patrística.

Ya AQUI habíamos dado algunos otros argumentos en conformidad con la tesis que sostiene Joüon.

El texto está tomado de la revista Recherches de science religieuse, tomo XXI, año 1931, pag. 486 sig.


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Ver la Addenda

Ἰωάνης ταῖς ἑπτὰ ἐκκλησίαις ταῖς ἐν τῇ Ἀσίᾳ· χάρις ὑμῖν καὶ εἰρήνη ἀπὸ ὁ ὢν καὶ ὁ ἦν καὶ ὁ ἐρχόμενος, καὶ ἀπὸ τῶν ἑπτὰ Πνευμάτων ἃ ἐνώπιον τοῦ θρόνου αὐτοῦ, καὶ ἀπὸ Ἰησοῦ Χριστοῦ (Juan a las siete Iglesias, las que están en el Asia: “Gracia a vosotras y paz de “el que Es y el que Era y el que Viene”, y de los siete espíritus que (están) delante de su trono, y de Jesucristo). Desde la antigüedad se ha querido saber quiénes son “los siete espíritus que (están) ante el trono” de Dios[1]. Según algunos, se trata de siete espíritus diversos que pertenecen a esta categoría de espíritus puros a los cuales damos el nombre genérico de “ángeles”. Según otros, los siete espíritus serían un ser único, la persona misma del Espíritu Santo, que sería considerado aquí como principio de siete dones. No queremos discutir estas dos opiniones, sino sólo aportar en favor de la primera un argumento que, hasta donde sabemos, no ha llamado la atención de los exégetas[2].

Los siete espíritus se caracterizan porque “están ante el trono” de Dios. Es una abreviación de la locución οἳ ἐνώπιον τοῦ Θεοῦ ἑστήκασιν “los que están de pie ante Dios”, la cual es empleada en VIII, 2 hablando de los siete ángeles. Pero, “estar de pie ante alguien” es una locución hebrea ('amad lifné), que sugiere la idea de servicio y que puede incluso conducir a “servir a alguien, estar al servicio de alguien”.

lunes, 8 de enero de 2018

Las Genealogías Genesíacas y la Cronología, por Ramos García (III de IX)

Hemos apuntado la analogía entre la función de Cainán en estas genealogías y la de Ticio, Cayo o Sempronio en los casos jurídicos y morales y esto nos lleva a estudiar, si quiera brevemente, la morfología de ese nombre singular, por si tiene acaso algo que ver su significado con la función propuesta; y desde luego podemos adelantar que aun en esto es singular, pues ni es simple como Adán, Set, Enós, etc., ni compuesto como Malaleel Matuselah sino derivado de nombre conocido, el único nombre derivado de la larga lista.

El nombre de Cainán, contraído Kénán, consta del nombre sustantivo Cain y el sufijo -an.

Cain, pronunciado vulgarmente Caín, es el nombre del primogénito de Adán y Eva. Como interpretación de ese nombre están las palabras de la madre: “he adquirido (qaniti) —ganado o procreado— un hijo con la ayuda de Dios” (Gen. IV,1). El verbo semítico qaná equivale así al gené del indo-europeo, de donde el latín gigno, genus, gens, genius, natus (= gnatus), alto alemán kind, etc. Caín, según su nombre es, pues, un hijo, un kind de Adán y Eva, ni más ni menos que su hermano Abel, cuyo nombre así mismo significa hijo. Ambos nombres se explican perfectamente por el asirio.

El sufijo -an es uno de los sufijos primitivos, a juzgar por lo extendido que se halla en lenguas las más distantes en el espacio y en el tiempo, desde la antiquísima lengua drávida, donde lo ha reconocido el P. Heras, hasta el latín y lenguas neolatinas. Expresa relación de procedencia o de pertenencia: Román (de Roma), Gaitán (de Gaeta), Froilán (de Fruela), etc., etc. La misma forma se halla en el hebreo. Así tenemos Arán (de har “monte”) Montano, nombre del hermano de Abraham (Gen. XI, 26), Enan (de 'ain “fuente”) Fontán (Num. I, 15), Zetan (de zait “aceituno”) Oliverio (I Cron. VII, 10), Zimran (de zemer “caprea”) Capreolo (Gen. XXV, 2), Yitran (de yeter, “sobra”) Abundio (Gen. XXXVI, 26), Salman (de selem “paz") Pacífico (Os. X, 14). Y con mimación, que no altera el significado: Malkham (de melekh “rey”) Basilio (I Cron. VIII, 9), Pir'am (de pere´ “asno salvaje”) Onagrio (Jos. X, 3), para no citar más que unos cuantos nombres propios.

Entre estos nombres propios hay bastantes que se presentan en las dos formas, la primitiva y la derivada, por el estilo de los nombres latinos Ticio Ticiano, Julio Juliano, Félix Feliciano. Y así tenemos en hebreo Lot y Lotan (Gen. XXXVI, 20), On (Num. XVI, 1) y Unan (Gen. XXXVIII, 4) u Onam (Gen. XXXXVI, 23), Er (Gen. XXXVIII, 3) y Eran (Num. XXVI, 36), Cus y Cusan (Jud. III, 8; Hab. III, 7) y aun Husam (Gen. XXXVI, 34), Nasam (I Cron. IV, 15) y Na'aman, Oren (I Cron. II, 25) y Ornan (II Cron. III, 1), Bela' (Gen. XXXVI, 32) y Bil'am, el célebre Balaám. Y de esa misma hechura son Cain y Cainan.

miércoles, 3 de enero de 2018

Algunas Notas a Apocalipsis III, 15-17

15. Sé tus obras: no eres ni frío ni cálido. ¡Ojalá frío fueras o cálido!

Comentario:

Bartina: "Alonso ha estudiado detenidamente el sentido que se ha de dar a tibieza en este pasaje. Después de un pormenorizado análisis de la historia de la exégesis viene a concluir, aportando además razones intrínsecas, que se trata del pecado mortal, no del venial."[1]

Wikenhauser: "La Iglesia de Laodicea recibe el más severo reproche, sin ningún elogio. Cristo la califica de tibia, sumida en el espíritu mundano y en la indiferencia. Es cierto que no ha caído en culpas graves, ni todavía ha renegado de Cristo (aún no está fría), pero le falta aquel espíritu de alegre entrega, el entusiasmo de fiel adhesión que le darían calor".

Exceptuando la referencia a las culpas graves, coincidimos con el comentario de Wikenhauser.


16. Así, porque tibio eres y ni cálido ni frío, voy a vomitarte de mi boca.

Comentario:

Scío: “Lo que significa, según los Escolios griegos: te apartaré, que es decir, te privaré de mi amistad y familiaridad”.


17. Porque dices: “rico soy y me he enriquecido y de nada necesidad tengo”, y no sabes que tú eres el desdichado y miserable y pobre y ciego y desnudo.

Notas Lingüísticas:

Zerwick: σὺ: “tú” enfático (tú eres desdichado, etc.)”.

Zerwick: "Γυμνός: desnudo, insuficientemente vestido".

Mateos: "Πλούσιός εἰμι καὶ πεπλούτηκα: estado presente más definitividad: soy rico y rico para siempre”.


Comentario: