b)
La Apostasía y el Hombre de Iniquidad.
Dado que el segundo miembro apenas si presenta dudas
ya que todos los autores concuerdan en la interpretación, y por si fuera poco San
Pablo es más que claro al respecto, entonces toda nuestra atención deberá
centrarse en la Apostasía.
Es este uno de los clásicos ejemplos citado una y
otra vez para probar la defección general en la fe antes de la venida del
Anticristo, defección no sólo de las naciones sino inclusive de los individuos[1].
Somos de la opinión que la situación no es tan clara
como parece a primera vista.
Antes que nada, veamos a grandes rasgos lo que dicen
los principales comentadores sobre la
apostasía.
Biblia
de Jerusalén:
“La apostasía es nombrada como ya conocida.
Al contenido general de la palabra (secesión, defección) hay que darle un valor
religioso, Hech. V, 37; XXI, 21; Heb. III, 12. A quienes jamás han
pertenecido a Cristo, puede que se les unan quienes se dejaron desviar de la
fe, cf. I Tim. IV, 1; II Tim. III, 1; IV, 3, etc.”.
Turrado:
“La presencia del artículo indica que se trata de una apostasía bien
determinada, conocida ya de los tesalonicenses, sobre la que sin duda habían
sido instruidos por el Apóstol (v. 5). Es casi seguro que se trata de esa misma apostasía o
defección en la fe a que se refirió Jesucristo en su discurso escatológico,
cuando habló de que al final de los tiempos surgirán pseudo-profetas que
engañarán a muchos, y habrá gran enfriamiento de la caridad, con peligro de ser
seducidos incluso los elegidos, si ello fuera posible (cf. Mt. XXIV,
11-12.24; Lc. XVIII, 8). También San Juan en el Apocalipsis, alude a la
misma gran apostasía, cuando habla de “la bestia” que luchará con los fieles y
los vencerá, quedando sólo aquellos cuyos nombres están en el libro de la vida
(cf. Apoc. XIII, 7-8).
Esta “apostasía” está probablemente íntimamente relacionada con “el
hombre de pecado” o anticristo, que tendrá mucha parte en ella. Así parecen insinuarlo los diversos textos
sea de Jesucristo, que la une a los pseudoprofetas, sea de San Juan, que la une
a la aparición de la bestia, sea de San Pablo en este pasaje, presentando
juntas ambas cosas”.
Padovani: