Tiempos
y Momentos: un poco de Cronología
Mateo XXIV
16 entonces, los que estén
en la Judea, huyan a las montañas;
17 quien se encuentre en
la azotea, no baje a recoger las cosas de la casa;
18 quien se encuentre en
el campo, no vuelva atrás para tomar su manto.
19 ¡Ay de las que estén
encintas y de las que críen en aquel tiempo!
20 Rogad, pues para que
vuestra huida no acontezca en invierno ni en día de sábado.
Marcos XIII
14b entonces, los que
estén en la Judea, huyan a las montañas;
15 quien se encuentre en
la azotea, no baje ni entre para tomar nada de su casa;
16 quien se encuentre en
el campo, no vuelva atrás para tomar su manto.
17 ¡Ay de las que estén
encintas y de las que críen por aquellos días!
18 Rogad, pues para que no
acontezca en invierno.”
¿A qué momento histórico
se refiere esta profecía y a quién va dirigida?
Como queda dicho, la abominación
de la desolación es el Anticristo estando (de pie) en el Templo, y
si se recuerda que la última semana de la profecía de Daniel está
formada por la prédica de Enoch y Elías por un lado, más el
reinado del Anticristo por el otro, y además lo que dice el Apocalipsis
en su cap. XI, entonces vamos a tener una clara alusión al lugar y
tiempo en que esto tiene lugar:
“1. Fuéme dada una caña,
semejante a una vara, y se me dijo: “levántate y mide el Templo de Dios, y el
altar y los que adoran allí.” 2. Mas el atrio exterior del Templo déjalo fuera
y no lo midas, porque ha sido entregado a los gentiles, los cuales hollarán la
Ciudad santa durante cuarenta y dos meses. 3. Y daré a mis dos testigos que,
vestidos de sacos, profeticen durante mil doscientos sesenta días. 4. Estos son
los dos olivos y los dos candelabros que están en pie ante el Señor de la
tierra. 5. Y si alguno quisiere hacerles daño, sale de la boca de ellos fuego
que devora a sus enemigos. Y el que pretenda hacerles mal, ha de morir de esta
manera. 6. Ellos tienen poder de cerrar el cielo para que no llueva durante los
días que ellos profeticen; tienen también potestad sobre las aguas, para convertirlas
en sangre, y herir a la tierra con toda suerte de plagas cuantas veces
quisieren. 7. Y cuando hayan acabado su testimonio, la bestia que sube del
abismo les hará la guerra, los vencerá y les quitará la vida.”
Con lo cual comenzada la
Septuagésima Semana con la prédica de los dos Testigos, tenemos durante tres
años y medio, por lo menos dos sucesos de capital importancia: la
reconstrucción del Templo y la conversión parcial de los judíos, al cabo de los
cuales surgirá el Anticristo, matará a los dos Testigos y profanará el
Templo haciéndose adorar como dios.
La admonición va dirigida,
como en el discurso de S. Lucas, a “los que están en la Judea” es decir
no sólo a los habitantes de Jerusalén. Podrá acaso preguntarse cómo harán los
habitantes de toda la región de la Judea para conocer el momento de la profanación
pero la respuesta es, hoy por hoy, sumamente sencilla: por medio de la TV e
Internet[1].
Por último, no debe
olvidarse que esta advertencia no va dirigida a la Mujer del capítulo XII
del Apocalipsis, puesto que ella se encuentra ya en el desierto
desde antes de la aparición del Anticristo.
Generalmente se da como
razón en todas las teorías, ya sea las que refieren toda esta perícopa al sitio
a Jerusalén, como así también las que ven aquí una profecía del fin de los
tiempos, el hecho de la dificultad que trae el huir en invierno por las inclemencias
del tiempo (frío, nieve, lluvias, etc.), mientras que el sábado se explicaría
porque al ser el día de descanso para los judíos, entonces la huida no podrá
pasar muy desapercibida, etc. Todo lo cual es muy cierto, pero ¿es posible
que aquí Jesús nos esté dando una señal más precisa de los tiempos en
que esto tendrá lugar?
Como es sabido en Israel
existen básicamente dos estaciones: invierno y verano[2],
con lo cual tenemos que el invierno comienza el 21 de Septiembre y el verano el
21 de Marzo, por lo cual si Nuestro Señor nos dice que los que estén en la
Judea huyan inmediatamente después que vean la Abominación de la
desolación en el Lugar Santo, y esto tiene lugar al comienzo del reinado
del Anticristo, entonces tal vez tenemos aquí un dato importante: el
Anticristo tomará Jerusalén, matará los dos Testigos y profanará el Templo un
par de días antes del 21 de Septiembre.
Esta teoría podría
confirmarse por otros pasajes de las Escrituras:
1) Las palabras del Esposo
en el Cantar[3]:
“Levántate amiga mía;
hermosa mía, ven. Porque, mira, ha pasado ya el invierno, la lluvia ha
cesado y se ha ido; aparecen ya las flores en la tierra; llega el tiempo de
la poda, y se oye en nuestra tierra la voz de la tórtola. Ya hecha sus brotes
la higuera, esparcen su fragancia las viñas en flor. ¡Levántate, amiga mía;
hermosa mía, ven! Paloma mía, que anidas en las grietas de la peña, en los
escondrijos de los muros escarpados[4], hazme ver tu rostro, déjame
oír tu voz; porque tu voz es dulce, y tu rostro es encantador” (Cant. II,
10-14).
Es decir que el Esposo
llama a la Esposa una vez pasado el invierno, pero como este
llamado tiene lugar no inmediatamente después del fin del Anticristo
sino por lo menos cuarenta y cinco días después, estamos entonces en el mes de
mayo (ciertamente no antes), pero si se le restaran los cuarenta y cinco días
entonces el fin del Anticristo sería
en los meses marzo–abril (Nisán), tiempo que coincidiría con el término de los
tres años y medio. Otra razón para concluir esto es que, como lo apunta Fillion
citado por Straubinger al comentar las palabras Aparecen ya las flores:
“La Palestina se cubre literalmente de flores en el mes de abril, como por
encanto. También según Isaías (XXXV, 1 ss) la campiña florida es
un símbolo de la era mesiánica y de sus gracias”[5].
2) Las fiestas religiosas de Israel.
En el Antiguo Testamento Dios le dio a los
judíos una serie de prescripciones y mandatos tocantes a varios puntos, uno de
los cuales, y no el menos importante, era el referido a las fiestas religiosas.
Todo judío estaba obligado a subir a Jerusalén y celebrar tres fiestas cada
año: la de los Ácimos (Pascua), la
de la Siega (Pentecostés) y por
último la de la Recolección
(Tabernáculos).
En el Éxodo leemos: “Tres veces al año me celebraréis fiestas. Guardaréis
la fiesta de los Ácimos. Durante siete días comeréis panes sin levadura, como
te he mandado, al tiempo señalado, en el mes de Abib (Nisán); pues en él
salisteis de Egipto. Nadie se presentará delante de Mí con las manos vacías. También la fiesta de la siega, de las
primicias de tus labores, de cuanto hayas sembrado en el campo; y la fiesta
de la Recolección al final del año al recoger del campo el fruto de tu
trabajo.” (XXXIII, 14 ss). Cfr. Lev. XXIII.
Según esto la fiesta de Pentecostés coincide con el tiempo de
la siega, el cual tiene lugar
aproximadamente cuarenta y cinco días después de la muerte del Anticristo y del Falso Profeta[6].
Por último no debe
perderse de vista con respecto a la fiesta de los Tabernáculos (o Vendimia,
cfr. Straubinger in Sal. VIII, 1) dos cosas: la primera
que se celebra “al final del año” lo cual bien puede ser una imagen del Milenio
y la recolección signifique la “recapitulación de todas las cosas en Cristo”
(Ef. I, 10)[7] y la segunda que Zacarías
explícitamente afirma en su último capítulo la existencia desta fiesta durante
el Milenio cuando profetiza: “Y todos aquellos que quedaren de todas las
naciones que vinieron contra Jerusalén, subirán año por año, para adorar al
Rey, Yahvé de los ejércitos, y celebrar la fiesta de los Tabernáculos. No
vendrá lluvia sobre aquellas tribus de la tierra que no subieren a Jerusalén
para adorar al Rey, Yahvé de los ejércitos. Y si el pueblo de Egipto no
sube y no viene, no (lloverá) sobre él, habrá allí aquella plaga con que
Yahvé herirá las naciones que no suben a celebrar la fiesta de los Tabernáculos.
Tal será el castigo de Egipto y el castigo de todas las gentes que no suban a
celebrar la fiesta de los Tabernáculos” (ver. 16-19).
Van Rixtel
confirma esto cuando dice[8]: “Ahora estamos en la sexta
edad, que corresponde a la preparación del Reino. Esta edad abarca el tiempo de
los gentiles, y corre desde la Primera Venida hasta la Vuelta gloriosa de Cristo.
Estamos pues, en las vísperas del milenio pascual o gran sábado. Habiendo
sido entresacados del mundo, peregrinamos hacia la gran fiesta de la Resurrección,
que será una verdadera fiesta de los tabernáculos, preparación para el día
octavo”.
3) El toque de la Quinta
Trompeta: El ejército de langostas que sale del abismo.
Las langostas viven
comúnmente cinco meses y en verano, es decir que coincidiría
con el período Marzo-Septiembre. Si el Anticristo ya ha tomado Jerusalén
desde hace tres días y medio cuando suena la sexta trompeta como consta por
Apoc. XI, 14, entonces está claro que los cinco meses en los cuales el ejército
de demonios va a poder atormentar a los
habitantes de la tierra empiezan en Marzo-Abril y terminarían en
Agosto-Septiembre.
Otra posibilidad del
cómputo es la que trae Fillion cuando comenta: “Según
numerosos intérpretes, el rasgo de cinco meses estaría tomado de la duración habitual
de la plaga de langostas (de mayo a septiembre u octubre)”, con lo cual
podría decirse que Mayo es el mes número uno y Septiembre correspondería al mes
cinco según el modo de contar de los judíos.
Ambas hipótesis son
posibles. Lo que no cabe dudas es que este argumento coincide con lo que
venimos diciendo.
Vale!
[1] Lo mismo dígase de “los pueblos y tribus y lenguas y naciones” que contemplarán
los cadáveres de los dos testigos. Sirva esto como respuesta al gran exégeta
chileno Manuel Lacunza.
[2] “En Palestina no existen propiamente sino dos estaciones: la del frío y
las lluvias y la del calor” (Oñate).
[3] Sabido es, como
lo indica agudamente Lacunza, que el
Cantar de los Cantares es una profecía
que narra los tres años y medio de penitencia de la Mujer en el desierto (Apoc.
XII, 6 y concordantes), es decir del Israel purificado y convertido a su
Dios. De ahí que la invitación que el Esposo hace a la Esposa para que salga de
su lugar y vaya hacia su Amado debe mirarse como el fin de esos tres años y medio,
una vez puesto fin al reinado del Anticristo.
Puede
leerse con fruto los comentarios al Cantar de Straubinger y de Caballero
Sánchez (bajo el pseudónimo de Athon Bileham).
[4] Clara alusión al lugar en que estará escondida la Mujer durante los
tres años y medio del reinado del Anticristo, que no es otro que Petra,
en hebreo Sela al sur de Jordania. Cfr. Sal XXVI (XXVII), 5; LIV (LV), 7; LIX
(LX), 11; LXVII (LXVIII), 5; CVII (CVIII), 11; Cant. II, 14; III, 6; Is. II, 10; XVI, 1-5; XXVI, 20; XLII, 11; LXIII,
1-6; Hab, III, 3. El gran Rey David es tipo de Israel que huye del Demonio, al
esconderse en la cueva mientras huía del Rey Saúl. Cfr. I Reyes caps.
XXII y XXIV, Salmo LVI (LXII), 1.
[5] Lo mismo cuando el Apocalipsis (VI, 13) dice: “Y las estrellas del cielo cayeron a la
tierra, como deja caer sus brevas la higuera sacudida por un fuerte
viento”, a lo cual dice Allo: “La caída de las ὀλύνθους, de higos
que no maduran, se produce al fin del invierno; es este un signo de la
proximidad de la primavera eterna…”. Es decir, la caída de las estrellas de la
que hablan el Apocalipsis e Isaías XXIV sería apenas terminado el
reinado del Anticristo.
[6] Pirot, comentando Mc. XIII, 28,
dice: “No confundir el verano (θέρος) y la siega (θερισμὸς; Mt,
XIII, 30; Mc. IV, 29; Jn. IV, 35).
La higuera se cubre de hojas en marzo, la siega no tiene lugar sino en junio en
los alrededores de Jerusalén”.
[7] Como curiosidad es interesante notar que el pueblo de Israel tiene dos
comienzos de año diferentes: por un lado está el año religioso que comienza el mes de Nisán (Marzo-Abril) y por el otro el año civil que comienza en el mes de Tishrei (Septiembre-Octubre) con la fiesta de Rosh Hashaná.
[8] El
Testimonio de nuestra esperanza,
cap. VI.