Capítulo XI
1. Y dióseme una caña semejante a una vara,
diciendo: “Levántate y mide el santuario de Dios y el altar y los que se
postran en él
Προσκυνοῦντας (se postran):
cfr. Apoc. III, 9; IV, 10; V, 14; VII, 11; XI, 16; XIII, 4.15; XIV, 7; XVI,
2; XIX, 4.10.20; XXII, 8-9.
Latría: Apoc.
IX, 20; XIII, 8.12; XIV, 9-11; XX, 4. (Parecería que siempre en sentido
peyorativo de idolatría).
Duda: Apoc. XI, 1; XV, 4.
Cfr. Apoc. XIX, 10.
Notas Lingüísticas:
Ἔγειρε (levántate):
¿Porque estaba sentado?
Ἐν αὐτῷ (en él) se
refiere al ναὸν (templo) y no
al altar ya que el pronombre αὐτῷ es masculino y θυσιαστήριον (altar) es neutro.
Comentario:
¿Cabe la posibilidad que sean los mismos 144.000 sellados del cap. VII??
Notar que se mide el Santuario
y la Jerusalén Celeste (templo Celeste) con una caña.
El altar ¿es el del Incienso que estaba en el Santo, o el de los
Holocaustos que estaba en el atrio interior (de los sacerdotes)?
El altar del incienso (que
está en el Santo), debe distinguirse del altar del holocausto de VI,
9 que está fuera del Santo.
Altar de los holocaustos (Ex.
XXVII, 1 ss) = oraciones de los mártires del 5 Sello.
Altar de los inciensos (Ex.
XXX, 1 ss) = oraciones de
los mártires del Anticristo.
Se
miden las cosas como se sellan las personas. La idea es la misma: protección durante
ese tiempo. El Santuario se mide durante los 42 meses del testimonio de Elías
para que no pueda ser profanado; pasado ese tiempo el Anticristo puede profanar
el Templo y matar a los dos Testigos. Durante su reinado son sellados los
144.000 católicos (cap. XIV) y los 144.000 judíos (cap. VII) que
no lo aceptarán.
Straubinger: “Fillion inicia el comentario de este capítulo haciendo
notar que “es en él donde hallamos
indicada la suerte que espera al pueblo judío” y observa que la
mención del Templo de Dios (v. 1) nos muestra al Templo de Jerusalén y
la operación de medir recuerda la de Ezequiel (cf. Ez. XL, 3 ss; XLI, 13; XLII,
16), siendo de notar que no
puede tratarse del Templo histórico, pues este había sido destruido por los
Romanos el año 70, es decir, casi treinta años antes que S.
Juan escribiera el Apocalipsis. “El Templo de Dios, que hasta ahora
era el templo celestial se aplica al templo de Jerusalén (v. 1); esta ciudad es
llamada la Ciudad Santa (v. 2), expresión que designa a la Jerusalén
celestial en XXI, 2 y 10; XXII, 19; asimismo se llama a Jerusalén la gran
ciudad (v. 8), designación técnica de Roma (XVI, 19; XVII, 18; XVIII, 10)…” (Gelin).
Allo: “Por esta medición simbólica, que aparece en Apoc.
XXI, 15 y proviene de Ez. XL, 1-6; XLII, 20, cfr. Zac. II, 1; Is. XXXIV,
11”.
Allo: “¿…Quién es el que
habla? ¿Se trata todavía del ángel del capítulo X (Bousset)? Creemos que
se trata más bien de Cristo mismo, a causa de τοῖς... μάρτυσιν μου (los mártires
míos) del v. 3. ¿Por qué Juan no lo ha nombrado? Tal vez es porque, al bajar del
cielo, encontró al “Hijo del Hombre” del cap. I. Las grandes figuras entran por
un tiempo en la penumbra, pero no desaparecen; y se considera que todas
estas figuras no son más que una; Cristo,
como maestro de las iglesias y revelador, permanece siempre bajo los ojos de su
profeta…”.
Allo: “¿Qué significan este
Templo y esta medición? ... Es un
templo terrestre, el de Jerusalén, y el simbolismo de la medición significa que
Juan, por mandato de Cristo, debe preservarlo de desgracias venideras, pues se
mide simbólicamente o lo que debe ser destruido (Is. XXXIV, 11) o lo que debe
ser conservado (Zac. II, 1)…”.
Allo: “… la parte que se mide comprende, pues, si se compara el v. 2, el
“Santo de los Santos” y los atrios hasta el de los gentiles exclusivamente. El
θυσιαστήριον (altar) puede ser
tanto el altar de los holocaustos, en el atrio de los sacerdotes, como el de
los perfumes…”.
Gelin: “La acción simbólica
prescrita a Juan por Cristo es la misma que en Ez. XLI,
13, donde la medida se opera en vistas de una restauración; aquí
es en vistas a una preservación como en II Reyes VIII, 2. La parte preservada
comprenderá el santuario, el altar de los holocaustos y los atrios adyacentes…”.
Wikenhauser: “La acción misma de
medir tiene aquí un significado distinto del que le atribuye Ezequiel: tiene
por objeto indicar qué partes del templo deben quedar inmunes de la
profanación, por ser área reservada a Dios y, en consecuencia, inviolable.
El templo de que se trata no es
sólo el santuario (el santo y el santo de los santos), sino toda el área del
templo con sus diversos edificios y atrio accesibles sólo a los judíos.
En cuanto al llamado atrio de los
gentiles, situado fuera del área, no se consideraba en realidad como parte del
templo (Hech. XXI, 28-29)”.
Salguero: “San Juan tiene una
visión en la cual se le entrega una caña para medir. Y una voz, probablemente
la de Cristo, le ordena medir el templo
de Dios, el altar y a los que adoran en él. La acción simbólica prescrita al vidente es la misma que encontramos en
el profeta Ezequiel (XL, 3-XLII, 18;
cfr. Zac. II, 5-9). El profeta, que
se encontraba en Babilonia, es trasladado en rapto a Jerusalén y vé a un ángel
que medía el templo y la ciudad de Jerusalén en orden a la restauración. Isaías también anuncia que Edom será medido
para reducirlo a la nada (XXXIV, 11). Por donde se vé que medir puede significar la preservación o
la destrucción. En nuestro texto
del Apocalipsis se hace la medición en vista de una preservación de la
destrucción (II Reg. VIII, 2). Es una acción de significado semejante a la de
marcar a los siervos de Dios en sus frentes (Apoc. VII, 1-8). Aquí ya no se
trata del templo celeste, ni del altar del cielo (VI, 9), sino del templo
terrestre de Jerusalén (…) La acción
de medir es equivalente al sellado preservativo de los 144.000. La parte del
templo que es medida será preservada de la profanación. Las partes que mide
Juan son el santuario, el altar de los holocaustos y el atrio donde éste se
hallaba (…) El templo de Jerusalén, edificado por Herodes, tenía cuatro atrios
con pórticos: el de los sacerdotes, el de los israelitas, el de las mujeres y
el más exterior que era el de los gentiles. San Juan recibe la orden de dejar
sin medir el atrio exterior y la ciudad
santa, es decir Jerusalén, porque no serán preservados, sino entregados a
los gentiles durante cuarenta y dos meses,
o sea durante tres años y medios (v. 2)”.
Fillion (v.
2): “… los
adoradores, alrededor del altar, no son otros más que los 144.000 que fueron
sellados para ser protegidos”.
Sales:
“San Juan debe, pues, medir el santuario, el atrio de los sacerdotes,
donde estaba el altar, el atrio de los israelitas y el de las mujeres,
donde estaban los adoradores”.
Garland:
“Se le dice a Juan que “mida” tres cosas: 1) el Templo de Dios, 2) el altar
y 3) los que en él adoran. El templo y el altar han de ser literalmente
medidos mientras que la presencia de los adoradores solamente debe ser dada a
conocer y registrada. El acto de medir indica una separación entre una porción
que Dios reconoce (el Templo, el altar y los adoradores) versus otra porción
que rechaza (el patio exterior)”.
Mills
(citado por Garland): “Los versículos 1 y 2 indican que habrá una distinción
entre Judío y Gentil en este período. Los dos templos anteriores se dividían en
cuatro áreas: primero, el santuario, en el cual solamente los sacerdotes (ni
siquiera los levitas) podían entrar (éste es llamado el templo de Dios);
segundo, el área en que los varones judíos podían entrar (esto incluye el
altar); en tercer lugar, el atrio de las mujeres en el cual las judías podían
rendirle culto a Dios; y finalmente el atrio de los gentiles. La orden
dada a Juan fue medir las tres primeras, simbolizando así el interés y
protección de Dios por la nación judía…”.
Swete:
“Se había mencionado un santuario celestial en III, 12; VII, 15; cf. XI,
19. Pero el santuario que se tiene que medir ahora está evidentemente en
la tierra (v. 2) y su forma está sugerida por el Templo de Jerusalén; tiene
un “atrio exterior” y está en la “Ciudad Santa”. En Jerusalén, el altar
de los inciensos, que es lo que probablemente se significa aquí, estaba en el
atrio de los sacerdotes, mientras que los que rendían culto llenaban el atrio
de los israelitas y el de las mujeres, de forma que el ναοῦ (santuario) se debe tomar aquí como
incluyendo el ἱερόν (templo), con
excepción del atrio de los gentiles”.
Swete:
“La medición del santuario provee a su preservación del derrumbamiento
general y corresponde por lo tanto con la signación de los 144.000, que precede
a la apertura del séptimo Sello, así como la medición precede al toque de
la séptima Trompeta”.