18. De las
tres plagas estas, fueron muertos la tercera parte de los hombres: del fuego y del
humo y del azufre, el que salía de sus bocas.
Concordancias:
πληγῶν (plagas): cfr. Lc. X, 30; XII, 48; Apoc. IX, 20; XI, 6; XIII, 3.12.14; XV,
1.6.8; XVI, 9.21; XVIII, 4.8; XXI, 9; XXII, 18.
πυρὸς (fuego): cfr. Lc. IX, 54; XII, 49;
XVII, 29; Hech. II, 19; Apoc. I, 14; II, 18; III, 18; IV, 5; VIII, 5.7-8; IX, 17; X, 1; XI,
5; XIII, 13; XIV, 10.18; XV, 2; XVI, 8; XVII, 16; XVIII, 8; XIX, 12.20; XX,
9-10.14-15; XXI, 8. Ver Apoc.
IX, 17a.
καπνοῦ (humo): cfr. Hech. II, 19; Apoc. VIII,
4; IX, 2-3.17; XIV, 11; XV, 8; XVIII, 9.18; XIX, 3. Ver Apoc. IX,
17a.
θείου (azufre): cfr. Lc. XVII, 29; Apoc. IX,
17; XIV, 10; XIX, 20; XX, 10; XXI, 8. Ver Apoc. IX, 17a.
ἐκ τοῦ πυρὸς...
τοῦ ἐκπορευομένου ἐκ τῶν στομάτων αὐτῶν (del fuego...,
el que salía de sus bocas): cfr. Apoc. IX, 17; XI, 5.
Comentario:
Esta parece ser la plaga mortal
que recibe la Bestia y de la cual es sanada.
19. En efecto,
el poder de los caballos en su boca está y en sus colas; en efecto, sus colas (son) semejantes a serpientes, tienen
cabezas y con ellas dañan.
Comentario:
Ver en el v. 3 las
semejanzas con Lc. X, 19.
20. Y los restantes
de los hombres, los que no fueron muertos con las plagas estas, no se arrepintieron
de las obras de sus manos, para no adorar a los demonios y los ídolos, los de
oro y los de plata y los de bronce y los de piedra y los de madera, los cuales ni
ver pueden, ni oír, ni caminar.
Concordancias:
πληγαῖς (plagas): cfr. Lc. X, 30; XII, 48;
Apoc. IX, 18; XI, 6; XIII, 3.12.14; XV, 1.6.8; XVI, 9.21; XVIII, 4.8;
XXI, 9; XXII, 18.
Citas Bíblicas:
Sobre los ídolos cfr. Sal.
CXIII, 12 ss; CXXXIV, 15-17; Sab. XIII, 10-19 y Dan. V, 4.23.
Comentario:
Notar que προσκυνήσουσιν
es aquí "adorar" y no "postrarse ante".
Straubinger: “Ni siquiera con estos
castigos en que perece una tercera parte de los hombres (v. 18) se
obtiene el arrepentimiento de los malos que quedan con vida. La tremenda
comprobación se repite en XVIII, 9 y 11. Sólo en XI, 13,
cuando los dos testigos resucitados suben al cielo a la vista de todos, se
habla de un arrepentimiento cuyo alcance ignoramos”.
Ceulemans: "Por esto sabemos
que la plaga se inflige contra los
idólatras".
Bartina: "Las obras malas en que persisten los
hombres forman dos grandes grupos: contra Dios y contra el prójimo. Son los
antimandamientos. Contra Dios: la idolatría,
que consiste en adorar a los demonios y a los ídolos propiamente dichos, que
son figuras inertes de materias más o menos viles y no tienen almas ni sus
manifestaciones (…) Los pecados contra el prójimo se cifran en tres capítulos: asesinatos, fornicaciones y robos. Las
brujerías o artes mágicas tendrían propiamente su sitio entre la idolatría. Tal
vez aquí se toman en cuanto están vacías de contenido y son mentiras y en
cuanto dañan al prójimo. En otros pasajes suelen ir siempre con la idolatría y
se añaden más pecados a la lista (XXI, 8; XXII, 15; Cfr. Gal. V,
20; I Ped. IV, 15)".
Iglesias: “La finalidad del
castigo era la conversión; pero, al
igual que los egipcios en tiempo del Éxodo, y que tantos hombres en todas las
épocas, “se endurecieron”, rechazaron a Dios y adoraron ídolos, desembocando en
la perversión moral”.
21. Y no se
arrepintieron de sus homicidios, ni de sus hechicerías, ni de su fornicación,
ni de sus hurtos.
Citas
Bíblicas:
Mt. XV, 19: “Porque del corazón
salen pensamientos malos, homicidios,
adulterios, fornicaciones, hurtos, falsos testimonios,
blasfemias”.
Mc. VII, 21-22: “Porque es de adentro,
del corazón de los hombres, de donde salen los malos pensamientos, fornicaciones, hurtos, homicidios, adulterios,
codicias, perversiones, dolo, deshonestidad, envidia, blasfemia, soberbia,
insensatez.
Y esta enumeración viene después
de aludir a un misterio sobre los últimos
tiempos: "Si alguno tiene oídos para oír que oiga" (v. 16).
Comentario:
Parecería que estos pecados son
propios de “los habitantes de la tierra” durante la primera mitad de la septuagésima Semana, mientras que los del capítulo
XXI y XXII serían propios
de los del tiempo del Anticristo.
En XXI, 8 se listan: tímidos,
incrédulos, abominables, homicidas, fornicarios, hechiceros,
idólatras, mentirosos.
En XXII, 15:
perros, hechiceros, fornicarios, homicidas, idólatras y
todo el que ama y hace mentira.
Puesto que esta trompeta coincide
cronológicamente con lo que se dice del segundo Ay (XI, 14), entonces hay
aquí un contraste querido por el autor: por un lado, después de ver
morir un tercio de los habitantes de la tierra, el resto no se convierte, y
por el otro, los habitantes de Jerusalén que sobrevivan al terremoto y vean
la resurrección y asunción de los dos Testigos, sí se van a convertir,
aunque tal vez serán muertos por el Anticristo
a continuación.
Gelin: “Al igual que el libro
de la Sabiduría y la Epístola a los Romanos (I, 23.24.28), Juan
parece presentar los vicios como la continuación de la idolatría. El
catálogo de vicios que da (cfr. también XXI, 8) no tiene la amplitud de
los que se encuentran en S. Pablo (Rom. I, 18-32)”.
Fillion: "Son citados según el orden del decálogo
hebreo".
Jünemann: “Hechizos: Envenenamientos”.