Iglesia Sufriente
1) “Recibe, Padre Santo, Dios todopoderoso y eterno,
esta hostia inmaculada, que yo, indigno siervo tuyo, te ofrezco a Ti, Dios mío,
vivo y verdadero, por mis innumerables pecados, ofensas y negligencias; y
por todos los circunstantes; y también por todos los fieles cristianos, vivos
y difuntos; a fin de que a mí y a ellos aproveche para la salvación y
vida eterna. Amén”[1].
2) “Acuérdate también, Señor, de tus siervos y siervas
N. y N., que nos precedieron con la señal de la fe, y duermen el sueño de la
paz. A éstos, Señor, y a todos los que descansan en Cristo, rogámoste les
concedas el lugar de refrigerio, de luz y de paz. Por el mismo Cristo
Nuestro Señor. Amén”[2].
3) “Séate agradable, ¡oh
Santa Trinidad!, el homenaje de tu siervo, y este sacrificio que yo,
indigno, he ofrecido a los ojos de tu Majestad, te sea aceptable, y a mí y a
todos aquellos por quienes lo he ofrecido sea, por tu piedad, propiciatorio.
Por Cristo Nuestro Señor. Amén”[3].
I)
Concilio de Trento.
“Profeso igualmente que en la Misa se
ofrece a Dios un sacrificio verdadero, propio y propiciatorio por los vivos
y por los difuntos…”[4].
II)
P. N. Gihr.
“La práctica de ofrecer el santo sacrificio
por los difuntos y de rezar por ellos data de los tiempos apostólicos y ha sido
establecido por orden de los mismos apóstoles. La prueba la encontramos en
las antiguas liturgias y en los escritos de los Padres. El Memento actual,
pronunciado en voz baja, data sin dudas del siglo XI o XII, cuando desapareció
la costumbre de leer públicamente los nombres de los difuntos por los que se va
a rogar. El Memento litúrgico de los muertos se distingue del de los vivos por
muchas razones. Una primera diferencia existe en cuanto a su lugar respectivo:
uno antes y el otro después de la consagración. Habitualmente se da el siguiente
motivo: siendo miembros de la Iglesia militante, los vivos pueden y deben
unirse al sacerdote para ofrecer el sacrificio y, al mismo tiempo, ofrecerse a
sí mismos; esto se da más convenientemente antes del acto de la inmolación, es
decir, antes de la consagración. Esta circunstancia se encuentra incluso
mencionada expresamente en el memento de los vivos (qui tibi offerunt).
Por el contrario, los muertos ya no pueden concurrir a la oblación del
sacrificio, sino solamente tener parte en los frutos que les aplicamos. Es
mejor pues hacer memoria de ellos en presencia del Cordero divino inmolado
sobre el altar…”[5].
“La intercesión de la Iglesia continúa y se
expande. El descanso eterno merecido por la sangre expiatoria del Redentor,
no debe aprovechar solo a éstos, ipsis, a aquellos por los cuales se ha
hecho memoria, sino también a todos los que reposan en el Señor, omnibus in Christo quiescentibus. La
Iglesia no olvida a ninguno de sus hijos; está llena de solicitud y ternura
maternal por todos. Jamás cesa de rogar sobre todo por las almas del
purgatorio, hasta que arriben al descanso eterno. Se encuentra también, en este Memento y en otras fórmulas litúrgicas, muy a menudo una oración
especial por ciertos difuntos en particular, y por todos los difuntos en
general.[6]
III)
San Roberto Belarmino.[7]
Cap. VII: El Sacrificio de la Misa con justa causa se ofrece por los difuntos
que están en el Purgatorio.
“El segundo argumento lo tomamos de la
costumbre de la Iglesia Católica universal. Pues como escribe Epifanio en la
doctrina abreviada y Agustín en su libro De cura pro mortuis, cap. 1 y
en el sermón XXXIV, la Iglesia Universal ruega por los difuntos en el
sacrificio de la Misa. Lo cual también se confirma por el testimonio de todas
las liturgias: la de Santiago, Clemente, Basilio, Crisóstomo, Ambrosio, etc.…”.
Y luego in fine agrega:
“Y finalmente el mismo San Agustín, cada vez
que trata deste tema, siempre distingue los santos, sobre todo los mártires,
del resto de los fieles difuntos, y dice que ambos se conmemoran en el
sacrificio del altar, pero a los Santos para que rueguen por nosotros, y a
los otros en cambio para que recemos por ellos.”
IV)
Santo Tomás.
III, q. 83.
Articulo
4: “¿Están
debidamente establecidas las palabras que acompañan a este sacramento?
In corpore: En quinto lugar, pide el efecto de este sacrificio y
sacramento: primero, para los mismos que lo toman, al decir:
Humildemente te rogamos; segundo, para los muertos, que ya no lo pueden
recibir, cuando dice: Acuérdate también, Señor, etc. y tercero,
especialmente para los mismos sacerdotes que lo ofrecen, diciendo: También a
nosotros, pecadores, etc.”
[1] “Suscipe, sancte Pater, omnipotens aeterne Deus, hanc immaculatam
Hostiam, quam ego indignus famulus tuus offero tibi Deo meo vivo, et vero, pro
innumerabilibus peccatis et offensionibus et negligentiis meis, et pro omnibus circumstantibus, sed et pro
omnibus fidelibus christianis vivis atque defunctis:
ut mihi et illis proficiat ad salutem in vitam aeternam. Amen)”.
[2] “Memento etiam, Domine, famulorum,
famularumque tuarum N. et N. qui nos praecesserunt cum signo fidei, et dormiunt
in somno pacis. Ipsis, Domine, et omnibus in Christo quiescentibus, locum refrigerii, lucis et pacis, ut
indulgeas, deprecamur. Per eumdem Christum Dominum nostrum. Amen”.
[3] “Placeat tibi, sancta Trinitas, obsequium servitutis meae: et praesta; ut sacrificium, quod oculis tuae maiestatis
indignus obtuli, tibi sit acceptabile, mihique et omnibus, pro quibus illud
obtuli, sit, te miserante, propitiabile. Per Christum Dominum nostrum. Amen”.
[4] Dz. 997. Cfr.
también 940 y 950.
[5] Pag. 338 y sig.
[6] Ver por
ejemplo la Misa de Requiem, en la cual el introito, el tracto, el
ofertorio y la comunión se refieren a todos los difuntos, aunque se
celebra por un alma en particular. (Gihr). Pag. 342.
[7] Lib. II De Sacrificio
Missae.