Sin embargo, a través de la historia de la teología las
expresiones de San Roberto “alma” y “cuerpo” de la Iglesia no estaban
destinadas a recibir la clase de trato que les dio Wiggers. Estaban destinadas
a servir como instrumentos para la inversión de la enseñanza de San Roberto por
teólogos que, cuando emplearon esta parte de la terminología de San Roberto,
creían estar repitiendo o por lo menos desarrollando su teoría. El pequeño primer paso en este sentido se observa en el muy popular
manual de seminario, el Breviarium theologicum
publicado en el siglo XVII por el teólogo de Cambrai Juan Polman. En este manual el “cuerpo” y el “alma” de la Iglesia
aparecen no como partes de una explicación de una tesis, sino como realidades
que requieren definición en sí mismas.
“Según Clemente de
Alejandría y Agustín, la Iglesia es como un cuerpo humano animado. La fe,
esperanza, caridad y los dones del Espíritu Santo constituyen su alma. El
cuerpo es la profesión externa de la fe, la comunión de los sacramentos y el
reconocimiento del Romano Pontífice como su cabeza. Del alma sola son los
catecúmenos que quieren ser bautizados y que tienen fe, esperanza y caridad.
Los herejes ocultos son del cuerpo solo. Los bautizados en estado de gracia son
del cuerpo y del alma”[1].
San Roberto dejó perfectamente en claro para
cualquiera que se tomara la molestia de leer el De ecclesia militante en su totalidad que él no afirmaba que los
lazos interiores de unidad dentro de la Iglesia era en realidad el alma de la Iglesia, sino que aplicó
el título metafórico de “alma” de la Iglesia al Espíritu Santo, y habló de los
Católicos en estado de gracia como constituyendo “por así decirlo, el alma” de
esta sociedad. De la misma manera habló sobre la Iglesia como un “cuerpo” y
describió a los malos Católicos como si fueran “por así decirlo, el cuerpo” de
la Iglesia. Fue una desgracia para la historia de la teología que el manual de
seminario de Polman condujo a las personas a imaginarse que el lazo interno de
unión era el alma y que el lazo
externo era el cuerpo de la Iglesia
Católica.
El mal uso de la
terminología de San Roberto fue un
paso más adelante al comienzo del siglo XVIII en el manual bien escrito Elementa theologica del profesor de la
Sorbona, Carlos du Plessis D’Argentré.
Este libro emplea la terminología de San
Roberto de forma tal que socava la tesis fundamental del De ecclesia militante. Así, al hablar de los excomulgados, D’Argentré afirma que si “profesan la fe
Católica, van a ser de alguna manera (aliquatenus)
miembros de la Iglesia en razón de su alma, esto es, por la fe, y tal vez por
la caridad (si la excomunión es injusta)”. De todas formas, insiste, en que estas
personas “no son del cuerpo”[2].
San Roberto Belarmino había constituido como tesis
fundamental de su libro De ecclesia
militante la verdad de que, por divina institución, el lazo visible o
exterior de unidad eclesiástica, aquello que designó como “cuerpo” de la
Iglesia, es el único elemento necesario para la pertenencia a la Iglesia
militante del Nuevo Testamento. Dedicó toda la fuerza de su talento y erudición
para demostrar el hecho de que la sociedad compuesta de hombres unidos por este
lazo de unidad exterior es el Cuerpo Místico de Nuestro Señor sobre la tierra. Menos
de una centuria después de su muerte, la terminología peculiar del De ecclesia militante de San Roberto fue
usada para defender la contradictoria a su propia enseñanza.
D´Argentré parece haber tenido la dudosa distinción de
haber sido el primero en usar el término “alma de la Iglesia” en el sentido
belarmiano para explicar la necesidad de la Iglesia para la salvación. Al igual que la mayoría de los libros de su época, el Elementa theologica trata sobre el dogma
de la necesidad de la Iglesia en la sección dedicada a los catecúmenos y su
relación con la Iglesia. D´Argentré sostiene
que “ciertamente los catecúmenos no son
del cuerpo de la Iglesia, pero aún así no hay nada que les impida ser de la
Iglesia en razón de su alma (quoad
ejus animam). Con el deseo del
bautismo ésto es suficiente para la salvación”.[3]
D´Argentré usó la terminología de San Roberto, pero
hizo a esta “alma” de la Iglesia algo completamente distinto del lazo interno de
unión dentro de la Iglesia descrito por San Roberto. Afirma que la Iglesia
militante “debe ser considerada como un cuerpo vivo, que consiste de Cristo
como su Cabeza, los fieles como sus miembros, y la fe, esperanza y caridad como
el alma, actuando como un principio de la vida espiritual para los fieles”.[4] Su uso de esta “alma” de la
Iglesia como un factor que puede hacer de un excomulgado “en alguna medida
miembro de la Iglesia” y como parte de la explicación de la necesidad de la
Iglesia para la salvación es bastante coherente con su visión del tema. Sin
embargo, es completamente inconsistente con la enseñanza de San Roberto.
Honorato Tournely, un antiguo
cofrade de D´Argentré en la facultad
de la Sorbona, llevó el malentendido y la mala aplicación de la terminología de
San Roberto mucho más lejos que D´Argentré. El manual de Tournely fue uno de los textos más populares
e influyentes durante el siglo XVIII. A través de estos libros se generalizaron
el malentendido fundamental de la terminología de San Roberto y el consiguiente socavamiento de sus tesis
fundamentales. Tournely usó la
terminología de San Roberto para
describir tesis sobre la Iglesia que, en última instancia, no eran más que las
doctrinas por las cuales San Roberto
escribió el De ecclesia militante
para combatir.
“La Iglesia puede
ser considerada de dos maneras. Primero, según su status interior, o según aquella parte que llamamos el alma de la
Iglesia. Así, es la sociedad de los que
están unidos por el lazo de la vera fe en Cristo y de la caridad sincera. En este sentido es completamente invisible.
Sólo los santos pertenecen a ella como miembros verdaderos y vivos. Segundo,
puede ser considerada según su status
exterior, o según el cuerpo, y en cuanto es la sociedad de los que están unidos
en la profesión pública de la misma fe, y la comunión de los mismos sacramentos
y gobernantes eclesiásticos. En este sentido es cierto que la Iglesia es
visible y conspicua”[5].
Tournely usó las expresiones de San Roberto “cuerpo” y
“alma” de la Iglesia inaugurando una explicación de la necesidad de la Iglesia
para la salvación que había de volverse muy común entre los teólogos hasta la
aparición de la Mystici Corporis y la Suprema haec sacra. Enseñó que “nadie puede salvarse fuera de la
Iglesia, considerado tanto en términos del cuerpo como del alma”. En cuanto al
“cuerpo de la Iglesia”, Tournely lo trató como si fuera necesario para la
salvación solamente con necesidad de precepto. Sostuvo que el hombre no puede
salvarse “si, por su propia culpa, no está en el cuerpo de la Iglesia”. Si el
hombre está fuera del “cuerpo” sin culpa suya, entonces, según el pensamiento
de Tournely, puede salvarse. Tales individuos, según la visión de Tournely,
pueden estar en el “cuerpo” de la Iglesia por intención o deseo.[6]
Después de Tournely, el proceso de cambiar la
enseñanza de San Roberto usando su propia terminología
no podía llegar muy lejos. Heinrich Kilber, que escribió el tratado de la
Iglesia para la colección llamada Theologia
Wircheburgensis, llevó estos términos a sus definiciones de la Iglesia, y
así los usó para defender doctrinas
completamente diferentes a las que había enseñado San Roberto Belarmino.
“La Iglesia de
Cristo, considerada inadecuadamente en función del alma (inadequate secundum animam considerata), es la asamblea de los
llamados a la fe de Cristo, unidos a Él por los dones sobrenaturales.
La Iglesia de Cristo, considerada inadecuadamente en
función del cuerpo, es la asamblea de los bautizados, unidos en la profesión de
la misma fe cristiana y en la comunión de los mismos sacramentos bajo el único
vicario de Cristo en la tierra.
La Iglesia de
Cristo, considerada adecuadamente, es la asamblea de los fieles bautizados en
quienes anima interiormente la fe, esperanza y caridad, y que une exteriormente
la profesión de la misma fe cristiana y la comunión de los mismos sacramentos,
bajo la única Cabeza en el cielo, Cristo, y bajo Su Vicario en la tierra, el
Soberano Pontífice”[7].
Lo que Kilber llamó una definición inadecuada de la
Iglesia en función de su cuerpo es la definición misma que San Roberto había
mostrado ser la descripción real de la Iglesia militante del Nuevo Testamento.
San Roberto había usado todo recurso disponible para probar concluyentemente
que la Iglesia no puede ser definida en términos de sus miembros más que a
través del uso del lazo externo de unión eclesiástica.
Por el uso inepto y
exagerado de la terminología de San
Roberto, Tournely había
aparecido con una descripción de la Iglesia como invisible, precisamente lo
mismo sobre lo cual San Roberto había
trabajado para probar que la Iglesia militante del Nuevo Testamento no era. Kilber se había imaginado una
definición “adecuada” de la Iglesia de Nuestro Señor que se aplicaría solamente
a Católicos en estado de gracia.
[1] Polman, Breviarium theologicum (París, 1682), p. 206.