1. Después de esto oí como voz grande de multitud copiosa en el cielo que decían: “¡Aleluya! La salud y la gloria y el poder de nuestro Dios;
Concordancias:
μετὰ ταῦτα (después de esto): cfr. Apoc. I, 19; IV, 1; VII, 1.9; IX, 12; XV, 5; XVIII, 1; XX, 3.
ἤκουσα (oí): cfr. Apoc. I, 3.10; II, 7.11.17.29; III, 3.6.13.20.22; IV, 1; V, 11.13; VI, 1.3.5-7; VII, 4; VIII, 13; IX, 13.16; X, 4.8; XII, 10; XIII, 9; XIV, 2.13; XVI, 1.5.7; XVIII, 4; XIX, 6; XXI, 3; XXII, 8.17-18. Ver Apoc. IX, 20; XI, 12; XVIII, 22-23.
Φωνῆς μεγάλης (voz grande): cfr. Apoc. I, 10; V, 2.12; VII, 2; VIII, 13; X, 3; XI, 12; XII, 10; XIV, 7.9.15.18; XVI, 1.17; XIX, 17; XXI, 3. Ver Apoc. I, 12; IV, 1; XI, 15.
Ὄχλου πολλοῦ (multitud copiosa): cfr. Mt. IV, 25; VIII, 1; XII, 15; XIII, 2; XIV, 14; XV, 30; XIX, 2; XX, 29; XXVI, 47; Mc. V, 21.24; VI, 34; VIII ,1; IX, 14; XII, 37; Lc. V, 15.29; VI, 17; VII, 11; VIII, 4; IX, 37; XIV, 25; Jn. VI, 2.5; XII, 9.12 (domingo de Ramos); Hech. VI, 7; Apoc. VII, 9; XIX, 6.
οὐρανῷ (cielo): cfr. Mt. V, 34; XXIII, 21-22; Hech. VII, 49; Apoc. III, 12; IV, 2; V, 3.13; VIII, 1; X, 1.4-6.8; XI, 12-13.15.19; XII, 1.3.7.8.10.12; XIII, 6; XIV, 2.13.17; XV, 1.5; XVI, 11.21; XVIII, 1.4-5.20; XIX, 14; XX, 1.9.11; XXI, 2.10.
Ἁλληλουιά (Aleluya): Sólo en el Apoc. cfr. Apoc. XIX, 3-4.6.
Ἡ σωτηρία (la salud): cfr. Lc. I, 69.71; XIX, 9; Jn. IV, 22; Hech. IV, 22; XIII, 26.47; Rom. XIII, 11; Ef. I, 13; Fil. I, 28; I Tes. V, 9; II Tim. II,10; III, 15; Heb. I, 14; VI, 9; I Ped. I, 5.10; II, 2; II Ped. III, 15; Jud. I, 3; Apoc. VII, 10; XII, 10.
Δόξα (gloria): cfr. Mt. XVI, 27; XIX, 28; XXIV, 30; XXV, 31; Mc. VIII, 38; X, 37; XIII, 26; Lc. IX, 26.31-32; XII, 27; XXI, 27; XXIV, 26; I, 14; XI, 40; XII, 41; XVII, 5.22.24; Hech. VII, 2.55; Col. III, 4; I Tes. II, 12; II Tes. I, 9; II, 14; Tit. II, 13; I Ped. I, 11; IV, 13; V, 1; Apoc. I, 6; IV, 9.11; V, 12-13; VII, 12; XI, 13; XIV, 7; XV, 8; XVIII, 1; XIX, 7; XXI, 11.23-24.26. Ver Apoc. XVI, 9. Ver Apoc. XV, 4; XVIII, 7.
Δύναμις (poder): cfr. Mt. XXIV, 30; XXVI, 64; Mc. IX, 1; XIII, 26; XIV, 62; Lc. XXI, 27; XXII, 69; II Tes. I, 7; Apoc. I, 16; IV, 11; V, 12; VII, 12; XI, 17; XII, 10; XV, 8. Ver II Tes. II, 9; Apoc. III, 8; XIII, 2; XVII, 13; XVIII, 3.
Δόξα - Δύναμις (gloria - poder): cfr. Apoc. IV, 11; V, 12; VII, 12; XV, 8.
Concordancias:
Jer. LI, 48: “Celebrarán lo sucedido a Babilonia los cielos y la tierra y cuanto hay en ellos…”.
Comentario:
Este versículo es una continuación de XVIII, 20 y de aquí que esta voz sea la de los Mártires del Anticristo, pues esta multitud es la misma de VII, 9 ss, XIV, 1 ss y XV, 2 ss, es decir los mártires del Anticristo, a la cual se les suman las voces de los Profetas y Apóstoles.
En IV, 11 se decía: “Digno eres Señor y Dios nuestro, de recibir la gloria y el honor y el poder, porque Tú creaste todas las cosas y por tu voluntad eran y fueron creadas”.
En VII, 11-12 dice: “Y todos los ángeles estaban de pie alrededor del trono y de los Ancianos y de los cuatro Vivientes y cayeron ante el trono sobre sus rostros y se postraron ante Dios, diciendo: “Amén. La bendición y la gloria y la sabiduría y la acción de gracias y el honor y el poder y la fuerza a nuestro Dios por los siglos de los siglos. Amén”.
Y en XII, 10: “Y oí una voz grande en el cielo diciendo: “Ahora hecha ha sido la salud y el poder y el reino de nuestro Dios y la autoridad de su Cristo, porque ha sido arrojado el acusador de nuestros hermanos, el que los acusa ante nuestro Dios día y noche”.
Aquí parecería que, finalmente, los recibe.
Notar que dice “oí” y no “vi” ya que San Juan está en la tierra.
Straubinger: “Muchos observan aquí cuán dramático es el contraste entre el mundo, que se lamenta por la caída de Babilonia (XVIII, 9.11), y el cielo, que se llena de la máxima exultación, lo cual se explica, dice Fillion, pues esa caída “va a facilitar y acelerar el establecimiento universal del reino de Dios”. Cf. XVIII, 20; Jer. LI, 48”.
Wikenhauser: “De los dos cantos que contiene este pasaje, el primero (vv. 1-3) es de júbilo y recuerda el pasado para celebrar la justicia de Dios en su juicio contra Babilonia; el segundo (vv. 6-8), que se refiere al futuro, es un himno de alabanza y anuncia la boda, ya inminente, del Cordero, o sea, el desposorio del rey Mesías venido del cielo con la comunidad de sus elegidos”.
Fillion: “Comparar el v. 6 y VII, 9. Esta multitud es la de los cristianos que ya han entrado en la gloria, que han sido invitados hace mucho (cfr. XVIII, 20) a alegrarse con respecto a la caída de Babilonia. Responden ahora a esta invitación”.
Swete: “Los gritos triunfantes que siguen son una respuesta a la invitación de XVIII, 20 (…) Proviene de una “gran multitud” que recuerda la de VII, 9…”.
Swete: “La salud y la gloria y el poder: se da una razón concreta para el presente salmo de alabanza: la ejecución del juicio sobre Babilonia”.
Drach: “San Juan oye aquí el canto de triunfo y los gritos de alegría de los santos después de la caída de Babilonia, así como en XII, 10 los había escuchado después de la derrota del Dragón”.
Strack-Billerbeck: “R. Yeoshua b. Leví (c. 250) ha
dicho: Con diez expresiones de alabanza se ha dicho (compuesto) el libro de los
Salmos... El más grande de todos es el Aleluya, porque incluye el nombre de
Dios y la alabanza al mismo tiempo”.