10. Y el quinto derramó su copa sobre el trono de la Bestia y fue su reino obscurecido y se mordían sus lenguas por el dolor.
Concordancias:
ἐξέχεεν (derramó): cfr. Mt. XXIII, 35; Lc. XI, 50; Hech. XXII, 20; Jud. I, 11; Apoc. XVI, 1-4.6.8.12.17.
Φιάλην (copa): cfr. Apoc. V, 8; XV, 7; XVI, 1-4.8.12.17; XVII, 1; XXI, 9.
No confundir con:
Ποτήριον (cáliz): cfr. Apoc. XIV, 10; XVI, 19; XVII, 4; XVIII, 6.
θρόνον (trono): cfr. Lc. I, 52; Apoc. I, 4; II, 13; III, 21; IV, 2-6.9-10; V, 1.6-7.11.13; VI, 16; VII, 9-11.15.17; VIII, 3; XI, 16; XII, 5; XIII, 2; XIV, 3.5; XVI, 17; XIX, 4-5; XX, 4.11-12; XXI, 3.5; XXII, 1.3.
θηρίου (Bestia): cfr. Apoc. XI, 7; XIII, 1-4.11-12.14-15.17-18; XIV, 9.11; XV, 2; XVI, 2.13; XVII, 3.7-8.11-13.16-17; XIX, 19-20; XX, 4.10. Ver Apoc. VI, 8; XVIII, 2.
βασιλεία (reino): cfr. Mt. III, 2; IV, 8.17.23; V, 3.10.19-20; VI, 10.33; VII, 21; VIII, 11-12; IX, 35; X, 7; XI, 11-12; XII, 28; XIII, 11.19.24.31.33.38.41.43-45.47.52; XVI, 19,28; XVIII, 1.3-4.23; XIX, 12.14.23-24; XX, 1.21; XXI, 31.43; XXII, 2; XXIV, 14; XXV, 1.34; XXVI, 29; Mc. I, 15; IV, 11.26.30; IX, 1.47; X, 14-15.23-25; XI, 10; XII, 34; XIV, 25; XV, 43; Lc. I, 33; IV, 5.43; VI, 20; VII, 28; VIII, 1.10; IX, 2.11.27.60.62; X, 9.11; XI, 2.20; XII, 31-32; XIII, 18.20.28-29; XIV, 15; XVI, 16; XVII, 20-21; XVIII, 16-17.24-25.29; XIX, 11-12.15; XXI, 31; XXII, 16.18.29-30; XXIII, 43.51; Jn. III, 3.5; XVIII, 36; Hech. I, 3.6; VIII, 12; XIV, 22; XIX, 8; XX, 25; XXVIII, 23.31; Rom. XIV, 17; I Cor. IV, 20; VI, 9-10; XV, 24.50; Gal. V, 21; Ef. V, 5; Col. I, 13; IV, 11; I Tes. II, 12; II Tes. I, 5; II Tim. IV, 1.18; Heb. I, 8; XII, 28; Sant. II, 5; II Ped. I, 11; Apoc. I, 6.9; V, 10; XI, 15; XII, 10; XVII, 12.17-18 (Babilonia).
Ἐσκοτωμένη (obscurecido): cfr. Ef. IV, 18; Apoc. IX, 2 (quinta Trompeta).
ἐμασῶντο (mordían): Hapax absoluto.
γλώσσας (lengua): cfr. Apoc. V, 9; VII, 9; X, 11; XI, 9; XIII, 7; XIV, 6; XVII, 15.
Πόνου (dolor): cfr. Apoc. XVI, 11; XXI, 4. Ver Col. IV, 13.
Comentario:
Novena plaga de Egipto.
Cfr. Apoc. IX, 2, Ex. X, 22 y Sab. XVII, 1 ss donde se narran algunos sucesos que no se encuentran en el Éxodo con respecto a las tinieblas que cayeron sobre Egipto.
El v. 7 da la razón de las mismas y dice:
“Allí fueron escarnecidas las ilusiones de arte mágica y afrentosamente castigada la jactancia de su sabiduría”.
Esto hace pensar que esta copa es como consecuencia de las “señales y prodigios” de la Bestia de la tierra.
Wikenhauser: “La quinta copa se vierte sobre el trono (es decir, sobre la capital) de la Bestia, sumiendo su imperio en la oscuridad, a imitación de la novena plaga de Egipto (Ex. X, 21-23). Se concibe, pues, a la Bestia como señor de un reino (Apoc. XIII, 2). La oscuridad también puede ser por sí sola causa de sufrimientos, pero quizá sea preferible pensar aquí en que la oscuridad hace aún más intolerables los dolores producidos por las úlceras”.
Es decir, esta plaga cae sobre Babilonia.
Fillion: “Commanducaverunt: con el imperfecto de duración en griego: se mordían. Este rasgo denota la rabia de la desesperación, como así también un dolor extremadamente violento, que no proviene solamente de las tinieblas, sino también de los sufrimientos causados por las plagas anteriores, como se indica en el versículo siguiente”.
Bartina: “El quinto ángel derrama un contenido más cáustico de su copa. Lo vuelca sobre el trono de la Bestia y su reino queda a oscuras. Por esas palabras se ve claro que la Bestia es humana y tiene un imperio. El trono es la capital del reino, centro difusor del mal (cf. II, 13). Hay una alusión manifiesta a la novena plaga egipcia (Ex. X, 21-23), pero con nuevo contenido. Entenebrecerse el trono es signo de desaprobación divina y, además, castigo. Se les hiere con tinieblas (ἐσκοτωμένη), con dolores (ἐκ τοῦ πόνου) y con úlceras (ἐκ τῶν ἑλκῶν). Consecuencia de estos males es la excesiva muestra de dolor que dan: se muerden la lengua (ἐμασῶντο τὰς γλώσσας)”.
11. Y blasfemaron al Dios del cielo, a causa de sus dolores y a causa de sus úlceras, y no se arrepintieron de sus obras.
Concordancias:
Ἐβλασφήμησαν (blasfemaron): cfr. Mt. XXVII, 39; Mc. III, 28-29; XV, 29; Lc.
XII, 10; XXII, 65; XXIII, 39; II Ped. II, 10.12; Jud. I, 8.10; Apoc. XIII, 6;
XVI, 9.21.
οὐρανοῦ (cielo): cfr. Mt. V, 34;
XXIII, 21-22; Hech. VII, 49; Apoc. III, 12;
IV, 2; V, 3.13; VIII, 1; X, 1.4-6.8; XI,
12-13.15.19; XII, 1.3.7-8.10.12; XIII, 6; XIV, 2.13.17; XV, 1.5; XVI, 21;
XVIII, 1.4-5.20; XIX, 1.14; XX, 1.9.11; XXI, 2.10.
Πόνων (dolor): cfr. Apoc. XVI, 10; XXI, 4. Ver Col. IV, 13.
ἑλκῶν (úlceras): cfr. Lc. XVI, 21; Apoc. XVI, 2.
Μετενόησαν (se arrepintieron): cfr. Mt. III, 2; IV, 17; XI, 20-21; XII, 41; Mc. I, 15; VI, 12; Lc. X, 13; XI, 32; XIII, 3.5; XV, 7.10; XVI, 30; XVII, 3-4; Hech. II, 38; III, 19; VIII, 22; XVII, 30; XXVI, 20; Apoc. II, 5.16.21-22; III, 3.19; IX, 20-21; XVI, 9.
Ἔργων (obras): cfr. Mc. XIII, 34; Apoc. II, 2.5-6.19.22-23.26; III, 1.2, 8.15; IX, 20; XIV, 13; XV, 3; XVIII, 6; XX, 12-13. Ver Apoc. XXII, 12.
Notas Lingüísticas:
Zerwick: Ἐκ τῶν ἔργων (de las obras) = ἀπὸ: de forma que desistan de”.
Comentario:
Los dolores (πόνων) y úlceras (ἑλκῶν) parecen aludir a la quinta y primera plaga respectivamente.
Gelin: “El v. 11 parece resumir, al igual que el v. 9bc, el efecto de todas las plagas precedentes. La acción se hace esperar”.
Bauckham:
“Los que maldicen a Dios reconocen quién es. Como indica el paralelismo entre
la descripción del Creador (XIV, 7) y las primeras cuatro de las siete plagas
(XVI, 2-11), las propias plagas muestran que es el Creador y los no
arrepentidos no pueden evitar reconocerlo. Pero en lugar de responder a la
invitación de adorar al Creador (XIV, 7), lo maldicen. Además, el título
"Dios del cielo", utilizado sólo en XI, 13 y XVI, 11, indica el
paralelismo y el contraste entre los dos versículos. En ambos casos hay
un reconocimiento de Dios como el único Dios verdadero, pero mientras que, en
XI, 13 esto lleva a la adoración, en el cap. XVI lleva a la maldición”.