El autor como tantos otros, traduce así Gen. IV, 26:
“Entonces
comenzó a invocarse el nombre de Yahvé”
“Entonces
se comenzó a clamar (o bien: “Este comenzó a clamar) en el nombre de Yahvé”.
“Y habló Dios a Moisés y le dijo: “Yo soy Jehová; Me aparecí a Abrahán, a
Isaac y a Jacob como Dios Todopoderoso; mas con mi nombre de Jehová no me di
a conocer a ellos”.
“Pero yo no me les manifesté por medio del rostro de mi esencia
divina”.
“Pero yo no les hice conocer el nombre del Verbo de Jehová”.
“Esta es la verdadera exposición de las
palabras del Señor: Yo, Jehová, me aparecí a Abraham, Isaac y Jacob por
medio del espejo del nombre de Dios todopoderoso; pero no les fue dado verme en
el espejo resplandeciente. Pues nuestros patriarcas conocen bien la unidad
de Jehová, pero ignoran esta unidad en la profecía”.
IV. Comentario de Isaac Abarbanel:
“Aunque me aparecí a los Patriarcas, fui
ignorado por ellos, es decir no era conocido y sabido; pues no profetizaban
(“profetizar” significa, en esta frase, ser favorecido con la comunicación
divina”) cara a cara, sino solamente por intermediarios. Y puesto
que la Redención (de la esclavitud de Egipto, Drach) era necesaria,
Dios se reveló a Moisés de esta manera, a fin que él y todo Israel, cada uno
según su progreso y santidad, profetizaban (conocieran a Dios) cara a
cara, de forma de conocer y saber la majestad y grandeza de Jehová; lo cual era
ignorado antes por los Patriarcas, dado que su profecía no era cara a cara”.
“Veía claramente, no de una manera
enigmática, ni en figuras, a Jehová que conversaba con él confidencialmente
(boca a boca)” (Num. XII, 8).
“Jehová
hablaba con Moisés cara a cara, como suele hablar un hombre con su amigo” (Ex. XXXIII, 11).
“Por lo tanto, les fue conocida la voz, pero no la cosa que
la voz denota”.