viernes, 3 de abril de 2020

Algunas Notas a Apocalipsis XI, 3


Nota del Blog: Daremos nuestra opinión sobre la identidad de los dos Testigos en un próximo artículo; aquí nos dedicamos más que nada a exponer las diversas opiniones.


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3. Y daré a mis dos testigos y profetizarán días mil doscientos sesenta, vestidos con sacos”.

Concordancias:

προφητεύσουσιν (profetizarán): cfr. Mt. VII, 22; XI, 13; XV, 7; Mc. VII, 6; Lc. I, 67; Hech. II, 17-18; XIX, 6; I Cor. XIV, 1.3-5.39; I Ped. I, 10; Jud. I, 14; Apoc. X, 11.


Notas Lingüísticas:

Zerwick: “σάκκους (sacos): … cilicio”.


Comentario:

Προφητεῦσαι (profetizarán): Aquí y en X, 11, tal vez como una oposición querida. En XI, 3 los que profetizan son los dos Testigos (primera mitad de la 70° Semana) y en X, 3 se le dice a Juan que profetice lo que sucederá en la segunda mitad.

Dos testigos: prescripto por la Ley de Moisés: Num. XXXV, 30; Deut. XVII, 16; XIX, 5; Mt. XVIII, 16; II Cor. XIII, 1; I Tim. V, 19; Heb. X, 28. En la Transfiguración Moisés y Elías ven la Parusía y ahora testimonian sobre ella.

¿Quiénes son estos dos testigos?

Elías y Enoc: antiguos en general, San Hipólito, Ambrosio, Aretas, Ansbertus, Haymo, Ricardo, Hugo, Tomás, Dionisio, Vatablo, Suárez, Viegas, Ribera, Alápide, Fillion, Lepin, Ps. Hipólito (más San Juan), Ecumenio, Drach.

Elías y Moisés: modernos en general, Straubinger se inclina, Caballero Sánchez, San Hilario, S. Ambrosio, Joaquín, Gagneio, Catharinus, Maldonado, Iglesias.

Colectividad: Lacunza, Allo, Alcázar, Bossuet, Panonio, Arias Montano.

Straubinger: “Los intérpretes antiguos ven en los dos testigos a Elías y Enoc, que habrían de venir para predicar el arrepentimiento (cfr. Eclo. XLIV, 16; XLVIII, 10; XLIX, 16 y notas). Hoy se piensa más bien en Moisés y Elías (Simón-Prado), los dos testigos de la Transfiguración (Mc. IX, 1 ss y notas) que representan “la Ley y los Profetas”; y es evidente la semejanza que por sus actos tienen con aquéllos estos dos testigos (v. 5 s y notas), siendo de notar que Moisés, según una leyenda judía que trae Josefo, habría sido arrebatado en una nube en el monte de Abar”.

Allo: “El artículo τοῖς (los) indica que estos “Testigos” deben ser una figura conocida, tradicional”.

Wikenhauser: “… así terminan las palabras dirigidas al vidente”.


Eyzaguirre: “El tiempo de su predicación no coincide con los tres años y medio de la cruenta persecución anticristiana, sino que, por el contrario, la debe preceder, ya que entre el martirio de los testigos y la persecución está profetizado otro evento, como es la conversión pública de los judíos. Es muy propio de la misericordia y providencia divina que la amenaza preceda al castigo, y que los pecadores sean llamados a la penitencia por medio de signos extraordinarios, y los justos sean preparados para el martirio”.

Eyzaguirre tiene confundida la cronología del Apocalipsis cuando habla de la conversión de los judíos, pero llamativamente acierta al no identificar los tres años y medio de los dos Testigos con los del Anticristo.

Caballero Sánchez: “Toda la antigua tradición judía y cristiana señala a Elías como a futuro Heraldo escatológico del Día del Señor. Fúndase esa tradición en textos bíblicos bastante claros. Dice Malaquías: “He aquí que yo os envío a Ellas, el profeta, antes que venga el Día de Yahvé, Día grande y terrible. Él convertirá el corazón de los padres a los hijos, y el corazón de los hijos a los padres, no sea que, en viniendo, yo dé al anatema toda la tierra" (Mal. IV, 5-6). El Eclesiástico recalca lo mismo: "Tú, Elías, has sido adscrito y preparado para los tiempos venideros, para aplacar la cólera antes que se inflame, convertir el corazón del padre hacia los hijos y restablecer las tribus de Israel. Dichosos los que te verán y se hallen hermoseados por el Amor..." (Ecc. XLVIII, 1). Los textos del Evangelio dan lugar a alguna dificultad, pero se dejan interpretar en el mismo sentido. Según las palabras de Gabriel a Zacarías, Juan Bautista será otro Elías, pues "caminará delante del Señor en el espíritu y poder de Elías" (Luc. I, 17). Y, cuando más tarde, los Apóstoles, precisamente después de haber visto a Elías en la Transfiguración, y oyendo a Jesús hablar de su próxima muerte y resurrección, le preguntan desorientados: "Pero, ¿no dicen los Escribas que Elías debe venir primero?"— Jesús les responde afirmativamente: "Sí, Elías viene primero y restablecerá todas las cosas...". Y así queda reafirmada la misión escatológica de Elías. Sin embargo, en relación con el otro Elías, Juan Bautista, Jesús añade: "También os afirmo que Elías ha venido ya, y lo han desconocido y maltratado a su gusto, así como el Hijo del hombre padecerá de parte de ellos". (Mat. XVII, II-12). De modo que Juan Bautista es un Elías en espíritu y poder. Y tan cierto como actuó él en calidad de precursor de Jesús paciente, actuará Elías en persona, en calidad de Testigo principal y Profeta de Jesús glorioso.

Elías, por lo tanto, es uno de los dos Testigos.

La tradición no es tan unánime para identificar al otro.

Muchos en todo tiempo han creído que será Enoc. Enoc no murió como los demás patriarcas antediluvianos, sino que "fué grato a Dios y trasladado" (llevado por Dios, Gen. V. 24) "al paraíso, añade la Vulgata, como ejemplo e instrumento de piedad para las generaciones venideras" (Ecc. XLIV, 16). Tal vez quiere el texto decir que Enoc ha sido reservado por Dios como instrumento de conversión para las Gentes futuras. La Vulgata lo insinúa claramente: "ut det gentibus paenitentiam". Y así la revelación antediluviana y la revelación mosaica tendrían cada una su testigo en el Día del Señor: Enoc frente a las Gentes, y Elías frente a Israel.

Pero sin detrimento de que Enoc vuelva en los días finales para trabajar en convertir a las Gentes, razones hay de afirmar que no es él el otro testigo. Primero, porque Enoc no puede ser llamado por Jesús “mi testigo”, ni fue nunca conocido por nadie como tal; segundo, porque el futuro testimonio de Enoc tiene por objeto la conversión de las Gentes, mientras que los dos testigos actúan como defensores del Israel de Dios.

La tradición rabínica no se ha fijado en Enoc sino en Moisés. Con razón. Cristo lo declara su testigo a la cabeza de todos los profetas (Lc. XXIV, 27), y como tal lo presenta a sus Apóstoles en la Transfiguración. Los rasgos y prodigios que caracterizan la actuación escatológica de los dos testigos recuerdan precisamente hechos y milagros de la vida de Moisés. Por otra parte, la “muerte” misteriosa de Moisés, “sin que se hubieran debilitados sus ojos ni se hubiese musitado su vigor”; su entierro, también misterioso, por el mismo Yahvé, con el altercado de Miguel y de Satanás sobre el cuerpo del Profeta, son hechos análogos a la desaparición de Enoc y al rapto de Elías al cielo”.

Alápide: “Y daré a mis dos Testigos para que profeticen…”. En efecto, a menudo la palabra “y” se coloca como futuro en lugar de “ut”, como en el Salmo L, 20… LXXIX, 4… LIV, 7…”.

Alápide: “En verdad todos los antiguos afirmaron unánimemente que el compañero de Elías era Enoc. Pues consta que Moisés murió…”.

Fillion: “Duobus testibus: Según el sentimiento tradicional, que remonta hasta el siglo segundo, estos dos testigos de Cristo en el fin de los tiempos serán Enoc y Elías, grandes y santos personajes que han dejado este mundo de un modo misterioso, sin pasar por la muerte (Cfr. Gen V, 24 y Heb. XI, 5; IV Reg. II, 11), pero que volverán a la tierra en últimos días, para cumplir una misión profética ante los judíos, y que serán martirizados por su celo (v. 7)… con respecto a Elías no hay dudas según la continuación de la descripción y sobre todo según Malaquías IV, 5. El cumplimiento que este oráculo del último profeta del Antiguo Testamento tuvo en San Juan Bautista (Mt. XVII, 12; Lc. I, 17, etc.) no es más que parcial y temporal, como lo dice expresamente Nuestro Señor (Mt. XVII, 11 ss). Elías reaparecerá, pues, antes de la segunda venida de Jesucristo y le preparará un camino en los corazones con todo su antiguo celo. En cuanto a Enoc, San Judas 14 ss, reconoce también su carácter de profeta y predicador de la penitencia y la creencia judía asocia su retorno a la llegada del fin del mundo. Sin embargo, siguiendo a Joaquín de Flore (siglo XIII), muchos intérpretes lo substituyen por Moisés, al cual parece aludir el poder especial del v. 6b. Además, este eminente personaje, que representa la ley teocrática, es mencionado con Elías en el oráculo de Malaquías (IV, 4-5) relativo a los últimos días del mundo. El gran obstáculo a esta opinión consiste en que Moisés ya ha pasado por la muerte”.

Gagneus: “Y profetizarán: ora prediciendo o predicando el futuro, ora interpretando las Escrituras, pues ambas cosas significan “profetizar”.

Sales: “Que Elías deba venir al fin del mundo para preparar a los hombres para la venida de Jesucristo juez, es indudable por el testimonio expreso de Malaquías (IV, 5) y del Evangelio (Mt. XVII, 11-12; Lc. I, 17). Con respecto a Enoc la cosa no es tan cierta porque, aunque sea tal la tradición de los judíos y en este sentido se pueda explicar el texto de S. Judas (v. 14), todavía algunos (por ejemplo, San Hilario entre los antiguos y Brassac entre los más recientes) fundándose sobre el texto de Malaquías (IV, 4-5) piensan que el segundo testigo es Moisés. La dificultad más grave contra esta opinión está en el hecho que Moisés ya está muerto, y no parece admisible que deba morir una segunda vez (v. 7)”.

Iglesias: “¿Quiénes son? La tradición judía pensaba en Elías y Moisés”.

Lepin: “Estos dos testigos de Cristo parecen enviados a los judíos para darles una última advertencia, durante la ocupación de su ciudad por los paganos. Según la más antigua tradición, serían Enoc y Elías. Uno y otro dejaron este mundo de una manera misteriosa, sin pasar por la muerte (Gen. V, 24; Heb. XI, 5; IV Reg. XI, 11). Volverían a la tierra en los últimos días, para cumplir su misión y morir márires pos su celo”.

Primasio: “Sin embargo también creo que el curso de esta semana se entiende principalmente del fin del mundo, pues allí oigo a continuación: “Y a la mitad de la semana hará cesar el sacrificio y la oblación” (Dan. IX, 27), y luego “tiempo, (dos) tiempos y la mitad (de un tiempo) y que todas estas cosas se cumplirán cuando el poder del pueblo santo sea completamente destruido” (Dan. XII, 7) y luego: “Desde el tiempo en que será quitado el sacrificio perpetuo y entronizada la abominación desoladora, pasarán mil doscientos noventa días” (Dan. XII, 11) (…) así en la mitad de la semana se establecerá la predicación de Elías a fin de que ninguno pueda caer por el ímpetu de la próxima persecución, pues así como entonces será más severa la persecución, así deberá brillar una mayor fortaleza en los invencibles soldados de Cristo que luchan”.

Primasio: “Así como San Juan Bautista fue el precursor de la primera venida, Elías lo será de la segunda. Aquí también el Señor dijo: “Elías vendrá y lo restituirá todo”. Restituirá todo, cuando cumpla las promesas. Entonces también confirmará el pacto con muchos durante una semana, todo lo cual se sabrá que fue prometido proféticamente a la persona de Elías cuando no llueva sobre la tierra durante el mismo lapso de tiempo (III Rey. XVII) (…), los otros tres años y medio, muerto Elías por la persecución desencadenada del Anticristo, antes que la hostia y el sacrificio cesen a la mitad de la semana, que ahora se inmola solemnemente en la Iglesia, cuando prevalezca entonces la crueldad del Anticristo”.

Swete: “Al menos el primer grupo (Moisés y Elías) está en la mente del escritor, sugerido sin dudas por Mal. IV, 4.6 y por la visión de la Transfiguración (Mc. IX, 4)”.

Ps. Hipólito: “Hemos aprendido en las Escrituras la doble venida de Cristo y del Salvador. La primera, según la carne, en la humillación, puesto que apareció humilde. Así, su segunda venida se predica como glorioso, pues viene del cielo con poder, acompañado de ángeles y con la gloria del Padre; la primera venida tuvo como precursor a Juan el Bautista; en cambio, la segunda, cuando venga con gloria, tendrá a Henoc, a Elías y a Juan el teólogo”.

San Victorino: “Muchos piensan que con Elías estará Eliseo o Moisés, pero los dos murieron. Sin embargo, no consta la muerte de Jeremías. Además, nuestros antepasados nos han transmitido de todos los modos posibles que aquél sería Jeremías, pues la misma palabra que les fue dirigida a él, lo atestigua cuando dice: “Antes que te formara en el seno de tu madre, te conocí y te puse como profeta en medio de las gentes” (Jer. I, 5). Él no ha sido profeta en medio de las gentes; por eso, siendo divinas las dos cosas que Dios prometió, necesariamente tiene que mostrar que es profeta en medio de las gentes”.

Ecumenio: “Es totalmente claro que la Sagrada Escritura nos enseña que vendrá Elías el Tesbita (Mal. IV, 4-5; Mt. XI, 14); sobre algún otro heraldo no hemos oído nada claro fuera de lo que dice el Génesis (V, 24) sobre Henoc; hay una tradición antigua que se mantiene en la iglesia: que con Elías el Tesbita también vendrá Henoc precediendo la segunda venida y que se opondrá al Anticristo”.

Ecumenio: “Dice que esta “bestia” que matará a los dos testigos y que sus cuerpos quedarán insepultos en las plazas de Jerusalén, pues él ha de reinar allí como rey de los judíos a los que engañará y persuadirá, de modo que le obedecerán en todo, como dice el Señor en Juan: “Yo he venido en nombre de mi Padre y no me recibís; si otro viniese en nombre propio, a ese lo recibiríais” (Jn. V, 43). Llama “Sodoma” a Jerusalén simbólica y no literalmente, a causa del libertinaje de entonces y de la maldad; y “Egipto” por esclavizar y oprimir a los siervos de Cristo, como hizo a Israel. Aquí fue también donde su Señor, es decir, el de los dos testigos, fue crucificado”.

San Andrés de Cesarea: “En ella, al parecer, establecerá el Anticristo su reino a imitación de David, cuyo hijo es Cristo, nuestro verdadero rey que se hizo carne, para así hacer creer que él es el Cristo y que está cumpliendo la profecía que dice: “Levantaré la tienda de David que se había caído y reedificaré sus ruinas”; los judíos, engañados, creerán ésto a la llegada de aquél”.

Drach: “Los dos testigos de los que se habla en este versículo no son dos clases de predicadores, como creen muchos protestantes y algunos católicos, sino dos individuos (…) Una tradición muy considerable en la Iglesia nos dice que los dos testigos serán Enoc y Elías. Esta tradición se apoya:

1) En Mt. XVII, 11 y Ecli. XLIV, 16.

2) Sobre la interpretación que muchos Padres dieron a estos versículos, aplicándolos a estos dos personajes del Antiguo Testamento”.