d) A lo cual debemos agregar “los Reyes de la tierra”, pues como podemos
ver por este pasaje, se refiere a todas
las naciones:
Apoc. XVIII, 1-3: “Después de esto vi otro ángel descendiendo del
cielo, teniendo autoridad grande y la tierra se iluminó con su gloria. Y clamó con fuerte voz, diciendo: “Ha caído, ha caído Babilonia la
grande y se hizo habitación de demonios y prisión de todo espíritu impuro y
prisión de toda ave impura y odiada. Porque del vino del furor de
su fornicación
bebieron todas
las naciones y (¿esto es?) los reyes de la tierra con ella fornicaron y los mercaderes de la tierra con el
poder de su lujo se enriquecieron”[1].
Apoc. VI, 13-15: “Y
las estrellas del cielo cayeron a la tierra, como una higuera arroja sus
brevas, por un viento grande sacudida. Y el cielo fue retirado como un libro
que se arrolla y todo monte e isla de sus lugares se movieron. Y los reyes
de la tierra y los magnates y los tribunos y los ricos y los fuertes y todo
siervo y libre se escondieron en las cuevas y en las peñas de los montes”.
Apoc. XVII, 2.5: “Con
la cual fornicaron los reyes de la
tierra y se embriagaron los que habitan la tierra, con el vino de su
fornicación”… Y sobre su frente un nombre escrito, un misterio: “Babilonia la
grande, la madre de las
fornicaciones y de las abominaciones de
la tierra”… La Bestia que has visto, era y no es y va a subir del abismo y
a perdición ir; y se maravillarán los
que habitan sobre la tierra (de los que no está escrito el nombre en el
libro de la vida, desde la fundación del mundo), viendo la Bestia, que era y no
es y estará presente”.
Apoc. XVII, 18: “Y la Mujer que has
visto es la ciudad, la grande, la que
tiene reino sobre los reyes de la tierra”.
Apoc. XVIII, 9.11: “Y llorarán y harán luto por ella los
reyes de la tierra, los que con ella fornicaron y (¿esto es?) vivieron en el lujo,
cuando vean el humo de su incendio. Desde lejos, estando de pie a causa del
temor de su tormento, diciendo: “Ay, ay, la ciudad, la grande, Babilonia, la
ciudad, la fuerte, porque (en) una
hora vino tu juicio”. Y los mercaderes de la tierra llorarán y se lamentarán
por ella, porque su cargamento nadie compra ya”.
Apoc. XIX, 19: “Y vi a la Bestia y a los reyes de la tierra y a sus
ejércitos congregados, hacer la guerra contra el sentado sobre el caballo y
contra su ejército”[2].
Apoc.
XIX,
2: “… porque verdaderos y justos (son) sus juicios, porque ha juzgado a la ramera, la grande, que corrompía la tierra con su fornicación
y ha vengado la sangre de sus siervos, de su mano”.
Esos reyes de la
tierra aparecen de nuevo durante el milenio, pero convertidos ya:
Apoc. I, 5-6: “Y de Jesucristo, el Testigo, el fiel, el
Primogénito de los muertos y el Príncipe de los reyes de la tierra. Al que nos ama y nos libró de nuestros pecados en su sangre e hízonos
reino, sacerdotes para Dios y su Padre; a Él la gloria y el imperio por los
siglos de los siglos; amén.
Apoc. XXI, 24: “Y caminarán las
naciones a su luz y los reyes de la
tierra traen su gloria a ella”[3].
e) En un solo lugar, el término parece estar relacionado con el suelo:
Apoc. XII, 16: “Y
ayudó la tierra a la mujer y abrió la tierra su boca y devoró el río que había arrojado el Dragón de su
boca”.
[1] Ver el pasaje paralelo:
Apoc. XIV, 8: “Y otro,
un segundo ángel, siguió diciendo: “Ha caído, ha caído Babilonia la grande, que
del vino del furor de su fornicación
abrevó a todas las naciones”.
[2] De nuevo, el pasaje paralelo habla
de todo el orbe:
Apoc. XVI,
13-16: “Y ví de la boca del Dragón y de la boca de la Bestia y de la boca del
Falso Profeta (salir) espíritus tres, impuros, como ranas. Son, en
efecto, espíritus de demonios que hacen signos, los que salen a los reyes de todo el mundo habitado, para
congregarlos para la guerra del día, el grande, de Dios, el Todopoderoso. He
aquí que vengo como ladrón: bienaventurado el que vela y guarda sus vestidos,
para que no ande desnudo ni vean su vergüenza. Y los congregó en el lugar, el
que se llama en hebreo “Harmagedón”.
[3] A estos reyes de la tierra se los
llamará naciones en el v. 26:
“Y
traerán la gloria y el honor de las naciones
a ella”.