12. Y vi cuando abrió el sello, el sexto y un terremoto grande se produjo y
el sol se puso negro como un saco de crin y la luna toda se puso como sangre.
Comentario:
Notar
lo siguiente:
a)
El sol se oscurece: en Jl. II,
1-11 las langostas simbolizan los ángeles de Dios durante el juicio de las
naciones, y ellos tapan la luz del sol y la luna (v. 10). Cfr. también Ex.
X, 5.15.
b)
En Mt. VIII, 24 se habla de un gran maremoto, al igual que en Lc.
XXI, 25.
c)
En Mt. XXVIII, 2 se dice que hubo un gran terremoto porque el ángel bajó del cielo.
Todo
esto debe entenderse literalmente, como luego diremos.
Straubinger:
Algunos consideran que este sello, el 6º en orden de colocación en el libro, no
es abierto sino después del 7º (VIII, 1), porque la gran tribulación (7º
sello) (?) es necesariamente anterior a las catástrofes cósmicas que aquí se
anuncian y que preceden inmediatamente a la Parusía (v. 17). El Señor
dice, en efecto que el oscurecimiento del sol, etc. se verificará
“inmediatamente después” de la tribulación (Mt. XXIV, 29; Mc. XIII, 24);
que la Parusía vendrá después de aquello fenómenos (Lc. XXI, 25); que
las persecuciones contra los justos serán “antes de todo eso” (Lc. XXI,
11-12). Es de observar que San Juan, a diferencia de los otros sellos,
dice aquí “yo vi cuando Él abrió”, lo cual podría ser una visión anticipada del
fin. Y parece confirmarlo el hecho de que en VII, 14 (bajo el 6º
sello) nos muestra ya a los elegidos y a los que vienen de la gran tribulación,
como si las calamidades del 7º sello hubiesen ya pasado. Según esto, estas
serían la respuesta de Dios a la oración clamorosa de los santos del 5º sello (VI,
9-11), y así lo vemos en VIII, 3-5. Quedaría también explicado
así el silencio de media hora en el cielo (VIII, 1), fenómeno que nadie aclara
y que consistiría simplemente en que cesaba de oírse aquello clamor de los
santos (VI, 10). La media hora sería el poco de tiempo de reposo que se les
indicó en VI, 11. Gelin que ha observado este fenómeno (cf. VIII,
1 y nota), dice: “Juan utiliza el esquema sinóptico en el cual parece haber
querido introducir este orden general: plagas sociales (1º a 5º) y luego las
cósmicas (6º). Ha encerrado varias plagas en el 6º sello para poder derivar
hacia el 7º, que está vacío, la segunda serie de calamidades”. Pero no se
entiende cómo podrían continuar estas pruebas si la Parusía tiene lugar al fin
del 6º sello. En todo caso, los acontecimientos escatológicos de que habla San
Pablo (I Tes. IV, 15 s) no podrán ser anteriores a la gran tribulación o
período del Anticristo, como dice cierta exégesis protestante, sino que se
refieren, como está anunciado, únicamente a la Parusía, en la cual los muertos
y “los que quedemos”, seremos, cuando Él descenderá del cielo (ibid. v. 16),
arrebatados a su encuentro para estar con Él siempre (ibid. v. 17) y no solo
por un período. Esto explicaría, finalmente, la existencia de justos sobre la
tierra en tiempos del Anticristo (cfr. XIII, 7 y XX, 4), de modo que la promesa
que Jesús hace a sus amigos de escapar a todas las calamidades (Lc. XXI, 36),
repetida a la Iglesia de Filadelfia (III, 10), ha de explicarse como una
especial protección, mediante la cual “no perecerá ni un cabello de vuestra
cabeza” (Lc. XXI, 18). Véase por ejemplo XII, 6 y 14. En cuanto a los sucesos
aquí anunciados, véase los vaticinios de Jesucristo sobre la destrucción de
Jerusalén y el fin del siglo en Mt. XXIV y en Lc. XXI. Cfr.
Is. XXIV, 19 ss; Os. X, 8; Joel II, 30-31; III, 12-15; Amós VIII, 9 s.”.
Quedarían
muchas cosas por observar aquí, pero las iremos viendo a medida que avancemos
en el comentario. Por ahora retengamos solamente la frase: “Es de observar
que San Juan, a diferencia de los otros sellos, dice aquí “yo vi cuando Él
abrió”, lo cual podría ser una visión anticipada del fin”.
La
situación es la siguiente: en el primer sello el Vidente estaba viendo la
escena del Cordero cuando recibía el libro sellado de parte de Dios Padre (cap.
V-VI), y de ahí que diga “y vi cuando abrió” en el primer sello. Luego, en los
siguientes sellos vé lo que pasa cuando abre cada sello y no la acción de
desatar ya que pasa a ver lo que se ofrece a su vista: los 4 Vivientes llamando
a los jinetes, y en el quinto Sello vuelve su vista hacia el altar al ver a los
mártires del quinto Sello, por eso es que en el sexto sello vuelve a ver al
Cordero desatando el sello, tal como sucedió con el primero. Con el sexto sello
tiene primero una visión (juicio de las Naciones), luego el sexto sello propiamente
dicho (144.000 signados) y luego otra visión (mártires del Anticristo), tras lo
cual vuelve a ver lo que sucede (silencio de media hora) en el cielo tras
abrirse el séptimo sello.
Allo: “Es
la descripción de los trastornos que anuncian el fin del mundo, presentes en
los Evangelios como posteriores al ἀρχὴ ὠδίνων (inicio de los dolores), a la gran θλίψις (tribulación) (Mc
XIII, 24 ss y paralelos)”.
Bartina: "Hay siete catástrofes cósmicas:
terremoto, oscurecimiento del sol, cambio de color en la luna, caída de astros,
arrollamiento del cielo que como una gran plancha (Gen. I, 6-8) cubre la
tierra; cambios en la montaña y movimientos de las islas".
Bover: "Es de notar la doble serie septenaria:
una de trastornos cósmicos (12-14), otra de personas (15)".
El sol
y la luna fueron creados como signos (σημεῖα)
según Gen. I, 14.16:
"Entonces dijo Dios: "Haya lumbreras en el
firmamento del cielo, que separen el día de la noche y sirvan de señales
y (marquen) los tiempos (καιροὺς) y días y años... Hizo, pues,
Dios las dos grandes lumbreras: la lumbrera mayor, para presidir el día, y la
lumbrera menor para presidir la noche…".
Y si tenemos en cuenta lo que Dios dice por Isaías (XLVI, 10):
"Yo anuncio desde el principio lo que ha
de venir…"
No sorprende que el sol y la luna sean signos inmediatos precursores
de su Parusía.