5. Y del trono salen relámpagos y voces y truenos; y siete antorchas de
fuego arden delante del trono, que son los siete espíritus de Dios.
Comentario:
Estos siete ángeles “de la presencia” son los
mismos que aparecen en I, 4 (siete espíritus delante del Trono); III,
1 (siete espíritus); V, 6 (siete
cuernos y siete ojos); VIII, 2 (siete ángeles de pie ante Dios).
Straubinger: “Relámpagos, voces
y truenos son señales del poder de Dios (Éx. XIX, 16; Sal. XXVIII, 3 ss.). Las siete lámparas son los
siete Espíritus que vimos en I, 4. En adelante no se habla más de ellos (cf.
V, 11) y se los considera identificados con los siete ojos del Cordero (III, 1;
V, 6). Señalamos aquí, a título de curiosidad, una reciente hipótesis de Greslebin, según la cual este capítulo
del Apocalipsis sería lo que se representa en la puerta del templo del sol en
Tiahuanaco. Su autor cree haber encontrado veinticuatro coincidencias entre el
texto bíblico y las esculturas precolombinas de dicho templo”.
Wikenhauser: “El espectáculo recuerda la promulgación de la
ley en el Sinaí (Ex. XIX, 16) y la aparición de Dios en Ez. I, 13. En
el Antiguo Testamento la tempestad acompañada de relámpagos y truenos es un
símbolo corriente de la potencia y majestad de Dios cuando se revela (Sal.
XVII, 14; XLIX, 3). El gran ruido del que se habla es el mismo que acompaña
los truenos y relámpagos. Dentro del círculo formado por los tronos de los
ancianos, pero fuera del círculo de los cuatro seres vivientes y, ciertamente, ante
el trono de Dios, arden siete antorchas, que se interpretan como símbolos de
los siete espíritus de Dios, los mismos de que se hacen mención también en I,
4; III, 1; V, 6. Es esta la primera vez que el vidente los contempla en
visión. Si estos siete espíritus simbolizan el Espíritu septiforme de Dios, su
representación en forma de antorchas significa que nada en el mundo escapa a la
mirada del Señor. Según Aretas de Cesarea, tales espíritus son figura de los
“ángeles de la presencia”, es decir, de la clase suprema de las jerarquías
angélicas”.
Alápide: “Parecería que las voces se distinguen de los
truenos, como si fueran horribles clamores de los hombres o de los ángeles. Así
Alcázar asocia aquí las voces humanas con los truenos celestes. A menos que se diga
que se trata de epexegesis y que “y” se pone en lugar de “esto es”, “voces
(esto es), truenos” o hendíadys “voces y truenos” es decir “voces tronantes”,
como si profirieran voces humanas e inteligibles. Tales voces escuchó Juan en
el cap. X, 3: “Los siete truenos levantaron sus voces” y en XIX, 6 escuchó “Una
voz como de grandes truenos que decían: ¡Aleluya!”.
Alápide: "Y siete lámparas…: alude a las siete luces del candelabro que
estaban en el tabernáculo de Moisés y en el Templo de Salomón, a saber, en el
Santo, con las cuales se representaban los siete planetas".
Sales: "Siete lámparas: alusión a las siete lámparas del Templo de
Jerusalén, figura del Templo del cielo (Cfr. Éx. XXV, 37; Zac. IV, 2). Estas
lámparas indican los siete espíritus, esto es, los siete ángeles ministros
principales de la voluntad de Dios".
Jünemann: “Relámpagos, y voces y truenos: Señales
de juicio”.