Sólo
el prejuicio de la universalidad absoluta del Diluvio podría soslayar la
conclusión que acabamos de ilustrar.
Nosotros creemos que el Diluvio fué, sí, universal,
pero universal con sola universalidad relativa; relativo, digo a cierta región
y agrupación de hombres, aunque con repercusión en todo el globo, dada la magnitud
de un cataclismo, que pudo lanzar las aguas del mar a unos 4.000 metros de
altura, es decir, a 15 codos sobre el macizo armeno (Gen. VII, 20; VIII, 4).
En pro de la universalidad meramente relativa milita
la razón geográfica y la etnológica.
Si las aguas no subieron más que a unos 15 codos del
macizo armeno, que está a unos 4.000 metros de altura, quedan en el resto del
globo ocho o diez distritos de supervivencia, que superan al macizo armeno[1].
Primero de todos el Himalaya, en Asia; los Andes y Sierra Madre, en América; el
monte Cook en Nueva Zelanda; las regiones de los altos lagos, de los Camarones
y el Atlas en África; los Alpes y el Cáucaso, en Europa. Y eso con tanta mayor
verosimilitud cuanto que en relación de origen o vecindad con cada uno de estos
distritos hay un grupo étnico tanto más numerosos, cuanto mayor es el distrito
de supervivencia. Así, para poner un ejemplo, en relación de vecindad con el Himalaya,
que es el mayor de todos, está el grupo racial de tipo mogol o mogoloide, que
es también el más numeroso.
En todos esos distritos pudiéronse salvar muchos
animales terrestres; y donde se salvaron los animales, pudo salvarse el hombre,
si bien el árbol de la humanidad, que nacido de un mismo tronco se había
espaciado en ramas numerosas, al ser ahora tronchado por el cataclismo, dejó de
sí ya sólo ramas sueltas, que son las diferentes razas humanas, inconfundibles
unas con otras, sin que puedan acortarse las distancias por el mestizaje, pues
se retorna fatalmente a uno de los tipos originarios.
La distancia y fijeza irreductible de los tipos
raciales arguye una manera de poligenismo inocuo, que sólo se explica
satisfactoriamente en función de otros tantos grupos residuales de una
catástrofe como la del Diluvio.
Con
la pervivencia de varios grupos humanos a la catástrofe diluvial se explican
tantas cosas, cuantas encierran los problemas insolubles que sin necesidad crea
la posición contraria. Por mi parte no estimo ser tan fuertes las razones en
favor de esta posición, que nos obliguen a renunciar a las ventajas de la
pervivencia esporádica. Ni la razón bíblica, ni la patrística, ni menos la
teológica, nos parecen decisivas en pro de la universalidad absoluta del
Diluvio en sentido antropológico.
No la razón bíblica, porque las
expresiones universales del Sagrado Texto hallan un sentido adecuado en la universalidad
relativa. Ni hay razón para tomarlas en sentido relativo hablando de los animales
y en sentido absoluto hablando de los hombres, pues son igualmente universales
dichas de unos que de otros. Y si la Biblia parece afirmar que perecieron en
realidad todos los hombres, fuera de las ocho personas del arca, no parece afirmar
menos la pervivencia de pueblos y naciones, excluidas a sabiendas por Moisés
del cuadro de los descendientes de Noé.
No la razón patrística, pues si los padres
estaban dispuestos a admitir la salvación fuera del arca, de Matuselah que por
un error del texto griego habría pervivido 14 años al Diluvio, con mayoría de
razón hubieran admitido la de los Cainitas, de que hay tantos testimonios en
historias posteriores de la Biblia, a no haberlos desorientado la transcripción
de Cineo por Cainita. Por lo demás, las frases de los Padres no son más universales
que las de la Biblia; si, pues, estas tienen un sentido adecuado en la
universalidad relativa, ¿por qué no la habrían de tener las de los Padres,
principalmente que nunca se pusieron de propósito la cuestión sobre la universalidad?
No la razón teológica, fundada en que el Arca
y el Diluvio son tipo de la Iglesia y del Bautismo, medios únicos de salvación
(cf. II Ped. III, 20 s.). Para salvar la razón de tipo, basta que el Arca se
presente en la Escritura como el único medio normal de salvación,
providencialmente dispuesto para el caso, lo cual no quita que fuera de esa
disposición positiva hubiera otros no menos eficaces, contenidos en un orden
anterior más universal. Así también Melquisedec es tipo de Cristo en cuanto
se le presenta en la Escritura sine patre,
sine matre, sine genealogia, etc. (Hebr. VII, 3), aunque en realidad no
careciera de ascendencia, como sujeto a un orden anterior universal de
procedencia de los seres[2].
[1] Nota del Blog:
Todo esto está basado en un supuesto que hay que demostrar, y que en realidad
algunos científicos como Walter Brown
desaprueban (ver AQUI).
[2] Nota del Blog:
Estrictamente hablando cabe otra posibilidad y es la que trae, por ejemplo, Ana Catalina Emmerich (por lo que
valga), a saber: murieron todos los que no estaban en el Arca, pero los que en
ella había no eran sólo ocho sino más.
Esta afirmación,
que parece contradecir las Escrituras, puede defenderse fácilmente si se tiene
en cuenta el principio exegético enunciado por Holzmeister S.J. en su trabajo Sensus
exclusivus et praecisivus in S. Scriptura en Biblica, 7 (1926), pag. 170-182 y 20 (1939), pag. 264-275.
Básicamente, lo que
dice el autor es que el hagiógrafo, a diferencia de nuestra manera occidental
de hablar, cuando afirma un número no quita la posibilidad que haya más, por ej.
cuando decimos “vinieron dos personas”, nosotros decimos y queremos decir “dos y nada más que dos”, mientras que el
hagiógrafo no siempre quiere decir eso, sino que a veces quiere decir: “nada impide que hayan venido más de dos”.
El primero es el sentido exclusivo y
el segundo el positivo. El autor da muchos
ejemplos al respecto.
En definitiva,
cabría la posibilidad que estos cainitas
hayan estado en el arca junto con Noé y su familia.
Por supuesto que
hay otra posibilidad más obvia aun (y, que sepamos, no contraria necesariamente a la Escritura, aunque es
la que menos nos convence), y es la que traen incluso algunos apócrifos: Noé
tuvo más hijos después del diluvio.