II. La genealogía de los Cainitas. (Gen. IV)
SUMARIO:
La genealogía de Caín en la tradición bíblica, y problema que suscita. — Agravase el problema bíblico con la tradición
fenicia y egipcia. — Rastreando solución: pervivencia de los Cainitas al Diluvio.
— El prejuicio de la universalidad antropológica del gran cataclismo. — Otros
pueblos que perviven al Diluvio: los horreos, hurritas o caucasios. — Su
identidad con los cainitas. — Conclusión de esta segunda parte y de todo el
trabajo.
Además de esas dos tablas principales, en que se da
la descendencia de Adán por Set y de Noé por Sem, hay otra tabla
genealógica, colateral, en que se describe la descendencia de Adán por Caín,
mas con esta particularidad, que en la descendencia de Caín faltan por completo
las indicaciones cronológicas. Si pues se pusieron tales indicaciones en
las otras genealogías, no fué seguramente por fórmula, sino porque se quiso
significar por ellas lo que indican. Es justo, pues, ver en ellas un intento
cronológico aprovechable, y sería irreverencia al Texto sagrado el desdeñar
esas cifras como inexpresivas de nada concreto.
En vez de las indicaciones cronológicas de las
genealogías de los Setitas, en la historia y genealogía de los Cainitas tenemos
indicaciones no menos respetables, relativas a la cultura humana, con que se
suscita a su vez otro de los más graves problemas genesíacos, por aparecer los
datos de la Biblia en este punto en conflicto con los de la prehistoria.
Según la ciencia prehistórica, los hombres
primitivos fueron primeramente colectores, cazadores y pescadores; luego
pastores y al cabo agricultores, en otros tantos ciclos sucesivos de cultura
humana. Industriales lo fueron siempre un poco, mas su industria se des-arrolló
sucesivamente en el leño, la piedra, el hueso y el barro, y sólo muy
tardíamente en los metales, ya en los primeros albores de la historia, muchos
siglos después del Diluvio.
El Génesis en cambio supone aquí que los hombres han
llegado ya desde el principio y simultáneamente al ciclo de la agricultura (Caín) y del pastoreo (Abel), y con la octava generación (Tubalcaín) es decir, mucho tiempo antes
de la gran catástrofe, que corresponde a la décima generación bien corrida, al perfecto
laboreo de los metales: También Sillá dio
a luz; a Tubalcaín, forjador de toda herramienta de cobre y hierro (Gen.
IV, 22).
Dejando a un lado el caso de Caín, agrícola, y de
Abel pastor, que tiene sus antecedentes en Adán (Gen. II, 15.19 s.), ya que una
cosa son los ensayos sin transcendencia y otra un ciclo cultural bien definido,
con huellas en la prehistoria, debemos fijar nuestra aten-con en el caso de Tubalcaín,
que tan profunda huella dejó en la tradición, hasta ser el prototipo de vulcano,
el célebre herrero de los dioses.